Y PANDILLEROS
Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas
LOS ANDES 21 febrero 2010
Aún no termina de disiparse la mezcla de sonoros ritmos que -como siempre- trajo la festividad de la mamita Candelaria, y ya se ha hecho presente esa mezcla de arte popular coreográfico, jolgorio carnavalero y ámbito privilegiado de amoríos, que conocemos como “Pandilla Puneña”. Buen número de conjuntos pandilleros se han preparado para reeditar una vez más esta danza, mostrándola (y gozándola) en las calles y plazas de nuestra ciudad.
A los
cien años de la aparición de la
Pandilla Puneña
Deberíamos estar conmemorando por todo lo alto
la aparición de esta danza en nuestro pequeño mundo puneño, puesto que según
datos confiables habría nacido hace un siglo. Enrique Cuentas Ormachea señala
sin dudar que “Las primeras pandillas
surgieron hacia 1910, aun sin organización y con estudiantinas compuestas por
quenas y guitarras”; y agrega: “…De
esa época ya data la primera pandilla de (Manuel) Montesinos…” [“Presencia de Puno en la Cultura Popular ” p.285].
Julián Palacios Ríos, integrante de la estudiantina Montesinos, testifica en su
artículo “Montesinos, su Estudiantina y las Pandillas” [Revista del instituto
Americano de Arte Nº 11] que “…cerca del carnaval de 1907 se le ocurrió a don Manongo organizar una pandilla”. José
Portugal Catacora, apoyándose en la tradición oral, establece 1910 como el año
de surgimiento definitivo de la
Pandilla inicialmente pensada, ejecutada y dirigida por
Manuel Montesinos, músico mecenas lisiado de un pié que por tal razón llevaba
bastón, lo que dio lugar al “bastonero” o director de evoluciones y mudanzas [“Danzas
y Bailes del Altiplano” p. 185].
En fin, dejemos dicho que la mayoría de las
especulaciones sobre su origen, son coincidentes con las anteriores afirmaciones,
incluyendo la cronología levantada por Rene Calsín Anco.
¡intimoooooos!!... ¡aura!
|
Las más
saltantes características de la Pandilla
Sabemos que la Pandilla Puneña ha
generado abundante literatura; y, en ella se han resaltado determinadas
características. He aquí algunas de las muchas caracterizaciones:
Es “Danza
colectiva” describe Emilio Vásquez [“La Pandilla Puneña ”
p.93] “es un dilatado ruedo de personas
interesado en efectuar el baile… pandilla es agrupación, es conjunto, es
corro…”. No es pues un danza ejecutada por una sola pareja, ni por muy
pocas.
“La Pandilla es, ante todo,
orden y disciplina” describe Augusto Vera Béjar (“Música, Danza, Tradición y Personajes
Puneños” p.47). Por supuesto que no se trata de algo rígido ni mecánico, ya que
los movimientos corporales, los desplazamientos, los “pasos”, las “figuras”
comprometen la sincronía del conjunto, es cierto, pero sus elementos, sea
pareja o individuo tienen ciertos parámetros de iniciativa libre, dentro de los
cuales se manifiesta un estado de ánimo o un estilo particular, que sin embargo
no contradicen al movimiento de la totalidad del grupo danzante.
“Es una
danza de extraordinaria sensualidad” describe Omar Aramayo (“Épica y
Ensueño de la Pandilla ”
1997) “Una sensualidad que consuma relaciones secretas o abre la posibilidad de
un amor de febrero, de lluvias, de portones y zaguanes, de frutos frescos de
caricias y apretones… las parejas expresan ternura, cariño, deseo”, agrega.
En el mantenimiento de las características
anotadas: danza grupal, sincrónica pero paradójicamente espontánea y amorosa,
–entre otras, por supuesto- hubieron y hay muchos puneños que a lo largo de las
décadas y años han contribuido como dirigentes institucionales, como directores
de danza, coreógrafos y danzarines ejecutantes de la Pandilla a popularizarla
y hacerla bella a los ojos de todo el mundo.
Pandilleros
conocidos y desconocidos
Muy larga sería la lista de los puneños que
alcanzaron efectivos logros en el empeño del mejoramiento constante de lo que
llamaríamos el meollo y el entorno de la Pandilla Puneña.
Hay publicadas biografías y menciones encomiásticas sobre buen número de creadores,
bastoneros, músicos, dirigentes y diestros pandilleros. Casi todos ellos son muy
conocidos y algunos han recibido incluso, sendos homenajes de reconocimiento a
su labor, en vida o después de ella.
Sin embargo, hay en nuestro mundo, gente
humilde, que algo hizo por hacer más ricas, más depuradas, más queridas las
expresiones de la cultura tradicional de sus pueblos pero que, como el coronel
de García Márquez, no tienen quién les escriba. Por el contrario, es común ver
cómo se ensalza públicamente y por lo general con exageración, poca justicia y
alguna retribución, solo a quienes acceden a cierta y a veces escasa nombradía
por destacarse en alguna actividad que trasciende a la comunidad. Este fenómeno
se hace más evidente cuando esa actividad es política, ya que la postergación
es la suerte constante de las actividades culturales. Aprovechemos esta
oportunidad para un pequeño intento de contestar y revisar esos usos.
Un
personaje inolvidable
Habemos quienes hemos pasado media vida
siguiendo los avatares de la “Marinera y Pandilla Puneñas” y con ellas los de
algunos pandilleros, en distintos locales y localidades de nuestro Perú.
Después de tanto observar con detenimiento y espíritu crítico comparativo
conjuntos pandilleros de todo jaez, creemos que tenemos algo que decir.
Conocimos y conocemos excelentes pandilleros y
a ello va siempre nuestro respeto. Pero permítasenos traer del tiempo pasado al
presente la memoria de un modesto, por pocos conocido, pero joven experto en el
arte de bailar la Marinera
y Pandilla Puneña.
Alfredo Delgado Barreda era su nombre, pero
sus íntimos amigos le pusieron el mote de “Periscopio”, no sabemos por qué. Había
nacido en abril de 1950, laborando en algunas instituciones estatales de Puno.
Gran amante de la música y la danza desde chico; formado en un hogar de
artistas. Convencido de la necesidad de cultivar sus aficiones ingresó a la Agrupación Puno
de Arte folklórico y Teatro APAFIT en 1970.
Allí lo conocimos. Desde la presidencia de la
institución estudiábamos en silencio cada elenco o equipo y dentro de él cada
danzante. Claro que los veteranos en esas lides danzarias destacaban nítidamente,
pero en medio de ellos aparecía también Alfredo con esa mezcla de
circunspección y jovialidad, junto con la donosura y garbo al ejecutar la
marinera y esa cadenciosa elegancia teñida de alegría al moverse con destreza y
gusto al son del huayño pandillero.
Y bueno, en las tardes-noches pandilleras de
tantos carnavales, hacía cumplirse largamente las tres características básicas
de la pandilla ya aludidas: sentido de conjunto, expresión plástica como arte y
conjunción de alegría y sentimiento, al mismo tiempo que en la antes Calle
Lima, cantaba con todos nosotros:
“…mañanaaaa…
pasadoooo…”
Mas bajo que alto, más flaco que gordo,
bigotito bien cuidado. Un tanto parco para el converse, querendón de su Puno,
leal a sus amigos, identificado hasta lo más profundo con su institución, danzó
también kullawa, kallahuayo o otras estampas de nuestro arte popular. Fue
nuestro maestro. Alguna vez, en una de esas evoluciones del conjunto pandillero
gritamos cara a cara:
“mañanaaaaa…
pasadoooo… cuando yo me vayaaaa….”
Y
nuestro maestro “Periscopio” efectivamente se fue, vital y joven, un aciago día
de octubre de 1993. Un horrible accidente ocurrido en la Municipalidad
Provincial de Puno le cegó la vida.
Ahora permanece entre los mejores recuerdos de
quienes tuvimos la suerte de conocerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario