LECTURAS
INTERESANTES Nº 616
LIMA PERU
30 MAYO 2014
DU
BOIS
CÉSAR HILDEBRANDT,
en “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 204, 30MAY14, pp. 10 y 11
Mi pésame para la familia. Acabo de perder a una hermana y
sé qué es ese asunto del zarpazo final cuando te roza, cuando un aliento helado
te respira de cerca, precursor.
Dicen que Fritz Du Bois era un caballero. No tengo duda de
ello.
Pero se puede ser un caballero combatiente por las causas
equivocadas. Y este cruzado del liberalismo impío veía sarracenos a decapitar
en todos los que no aprobaran la monserga de su catecismo.
¿Un Estado por lo menos regulador? -preguntaban los que se
matizaban con alguna duda.
¡Abajo el populismo! -vociferaba "El Comercio" de
Du Bois, inmune a cualquier tentación de repensar.
-¿Lo poco que queda de Petroperú podría entrar a competir en
el negocio del petróleo (como en la Colombia de Ecopetrol o el Chile de la
ENAP)? -se planteaban los asfixiados por tanta ortodoxia privatista.
-¡Quieren regresar a los tiempos de Velasco! -gruñía Du
Bois.
Y la paporreta continuaba: lo que hay que ejecutar son las
reformas que terminen de arrasar con el Estado; la salud debe acabar de
privatizarse; lo mismo hay que hacer con los servicios de agua y desagüe; y,
por supuesto, con la educación.
La canturía proseguía: la palabra planificación tiene origen
bolchevique; los ecologistas no pueden parar la minería; la CEPAL fracasó y no
está permitido nombrarla; las huelgas son malas de antemano; los sindicatos,
felizmente, son ruinas, homenajes a la impotencia; Bullard es Alá y Mariátegui
su profeta; y Conga debe ir, no importa cómo. El etcétera es largo.
-¿Un proyecto para poner orden en muchas de las corruptas universidades
privadas? -le preguntaban a "El Comercio".
-Vade retro, Abugattás -respondía el decano con la voz de
Charlton Heston dirigido por Cecil B. DeMille.
Y así era la cosa: la CONFIEP era un oráculo, Keiko Fujimori
una opción de triunfo, Alan García un limpiado estadista, lo privado el santo
grial, los negocios lo único que podía valer la pena defender, Chile el amigo
de siempre. Así, hasta la náusea. Y mientras tanto uno tenía que tragarse,
entre siempre renovadas arcadas, las columnas de Chichi Valenzuela, en "El
Comercio", o las de Juan Lechín, en "Perú.21", textos que Carlos
Miró Quesada Laos habría botado a la basura a pesar de lo fascista (ilustrado)
que fue.
Y uno, viejo lector, se preguntaba: ¿qué han hecho de aquel viejo
diario de centro, esa biblia cotidiana de la independencia, ese refugio del
nacionalismo bien entendido?
Lo masacraron, pues, lo asesinaron. Y quedó lo que hay: este
pórtico de cartón-piedra, esta Altamira de la simpleza. Convertir la política
en arte rupestre: esa es la hazaña de "El Comercio" actual.
Si sueñas con escribir en "El Comercio" tienes que
pensar como fanático, escribir como propagandista, caricaturizar al adversario,
sumarte a las cifras del INEI y a las tramposas mediciones sobre la pobreza,
creer que el Perú no es un país sino un escenario de inversiones sobre todo extranjeras,
odiar a quienes recuerdan que el neoliberalismo sin montura fue impuesto, a
balazos, en Chile por Pinochet y en el Perú por Chinochet, despreciar
profundamente a quienes no han olvidado que el régimen de las haciendas en el
Perú fue sostenido por una casta de hijos de la guayaba que trataban a los
indios como los yanquis trataron a los negros en Alabama hasta los años 60 del
siglo pasado y que la reforma agraria fue lo más tibio que se pudo hacer con
ellos.
LA VIUDA ALEGRE. Cayetana Aljovin |
Si quieres escribir en "El Comercio" tienes que
someterte a una lobotomía que te impida reflexionar sobre algunos hechos. El
primero es este: ¿no será que el libre mercado, al ser una pura secreción de la
codicia, no es suficiente para establecer un contrato social sostenible en el
largo plazo? En ese diario no puedes hacerte esa pregunta. Si te la hicieras
vendría un Beria inverso, con cara de Racso el joven, y te botaría como a un
perro. ¿Por qué no hemos aprovechado este ciclo exportador para crear una
cierta base industrial diversificada que nos permita incursionar en la
verdadera inventiva, crear empleo menos eventual y mejorar nuestra
competitividad cuando las materias primas bajen de precio (y ya lo están
haciendo)? Esa pregunta tampoco te la puedes hacer en el reino que Fritz Du
Bois ha dejado abruptamente: de inmediato el comisariato encargado de lo políticamente
correcto te detectaría y te pondría en la lista de réprobos.
Nunca "El Comercio" había sido un diario tan
monótono, tan simplón, tan predecible. Ya sabemos que jamás se meterá con las
50 empresas -algunas propias, otras colindantes por la composición de su
directorio— en las que tiene intereses. Ya sabemos qué dirá de Venezuela, de
Ecuador, de Irán, de la Argentina que el "Clarín" no logró doblegar.
Ya sabemos hasta qué mezquindad dirá del Real Madrid dado que su suplemento
deportivo está infestado de catalanes adoptivos y rabiosos.
Así como dicen que Fritz Du Bois era un caballero, "El
Comercio" de antes -cuando era un diario y no un vocero del actual
conglomerado— era una dama con auténticos aires de independencia. Su enemiga
acérrima era "La Prensa", esa vieja pelleja que la embajada de los
Estados Unidos alentaba y la Sociedad Nacional Agraria sostenía. Hoy "El
Comercio" es una señora chiflada con un collar de perlas de tres vueltas.
Y siempre dice lo mismo. Chillona ella. Con várices y siempre gritando. ▓
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