REORIENTAR LA LUCHA POPULAR
Milciades
Ruiz
Todo
olor es característico de los objetos que lo emiten, porque son inmanentes a
ellos. Por norma universal, hay olores agradables y desagradables, pues no hay
nada que no tenga su contrario. El sistema capitalista dividió la sociedad en
clases sociales, según capacidad económica, generando enfrentamientos
automáticos entre ricos y pobres. Esta contrariedad, es inmanente a todo
sistema de dominación y causa conflictos políticos. Veamos nuestro caso.
Aunque
no nos demos cuenta, nuestra situación económica personal, familiar, de clase y
país, está condicionada por el capitalismo. Nuestro presente y futuro, dependen
del poder económico que tengamos. No puede haber ricos sin que haya pobres,
porque la riqueza de unos es a costa de empobrecer a los demás. Esta
contrariedad, se refleja en la vida política. Los beneficiarios del sistema, lo
defienden y contrariamente los perjudicados, buscan cambiarlo.
Tenemos
así, dos fuerzas tirando en sentido contrario de manera permanente, mientras
subsista el sistema capitalista. Es esta bipolaridad política, la que nos ha
llevado a conceptualizar como “derecha” a los beneficiarios del régimen y, a
sus contrarios, como “izquierda”. Entre ambos, el centro ambivalente.
Es lógico que la derecha haga todo lo posible por mantener el sistema que los favorece. Su conducta política, es inmanente a esa condición. Lo mismo podemos decir de su contrario. Por ello, es una aberración, reclamar que los oponentes, se expresen inversamente. Si en el poder legislativo predomina la derecha, las leyes favorecerán a los suyos. Lo contrario sucedería, si la predominancia fuese de izquierda. Si no la empoderamos, seguiremos en lo mismo.
Es
una aberración de la democracia, que las minorías gobiernen el país, sometiendo
a las mayorías. Sucede esto, porque la predominancia del poder de las minorías
ha puesto desde el pasado, un contrapeso a la balanza política. Ese contrapeso
está en la normatividad del sistema político. La historia no cambiará, si no se
elimina ese contrapeso fraudulento.
El
eje del sistema político vigente está en el dinero. Este puede ser propio de
una postulación política y, apuntalado con financiamiento ajeno, como adelanto
a cuenta de compromisos pactados. “La plata llega sola” dijo un expresidente,
porque es la corrupción la que pone el dinero que, hace ganar elecciones
nacionales, regionales y locales.
Para
postular a una alcaldía distrital, se requiere de un promedio de 30 mil dólares
para gastos de campaña política. Mucho más para postular al gobierno regional y
millones para la campaña política nacional. Este es el primer condicionante del
fraude político, que pasa como legal. El alto costo electoral condiciona
candidaturas y resultados. También los requisitos para la inscripción de
partidos políticos, tiene tan alto costo que solo los adinerados pueden asumir,
comprando adhesiones falsas.
De
este modo, se impide la participación de partidos populares carentes de dinero
y se favorece a los partidos adinerados. En esta democracia del dinero, el
contrapeso fraudulento, está en toda la estructura orgánica nacional. Lograr
todo lo contrario, desvinculando la dinámica política del factor dinero, es lo
que corresponde a la izquierda. Es la lucha por una democracia auténtica.
Este
fraude que impide el acceso al poder de la población oriunda, está desde la
fundación de la república. De acuerdo a la primera Constitución de la
república, los oriundos no calificaban para ser diputados, pues establecía
requisitos que solo los colonialistas podían cumplir. No solo en dinero
disponible, sino con requisitos segregacionistas que solo podían cumplir los
“peruanos” (criollos) y, esa condición, no era de indios o “naturales”.
Durante
toda la república, como ahora también, para proteger el sistema de dominación,
ante la ira popular de los oprimidos, se recurre al ejército que, es el que más
rebeldes ha eliminado y cuyos oficiales no tienen reparos en ordenar la matanza
de quienes no son de su alcurnia. Por esta razón, se estableció entre otros
requisitos excluyentes, la talla mínima para la oficialidad de las fuerzas
armadas, de tal modo que los oriundos no pudieran acceder a los mandos
militares.
Hay
pues una serie de ataduras discriminatorias del “seguro” que protege el sistema
frente a sus contrarios. Romper estas cadenas, está en la agenda de lucha
popular. Pero hay que tener en cuenta que, en toda confrontación bipolar, se
busca la victoria debilitando la fuerza contraria y fortaleciendo la propia. En
la estrategia política, se ubican los puntos débiles del oponente, para
derrotarlo, ganando espacios hasta la victoria final.
En este sentido, desdinerando el sistema político, se estará debilitando a la derecha y automáticamente se fortalece la izquierda. Pero no deberíamos atacar al enemigo donde somos débiles y el oponente es fuerte. La última jornada de protesta popular es aleccionadora. Los que han perdido terreno han sido los reclamos populares. Tenemos pues que posesionarnos de los lugares en que nosotros somos más fuertes, y débil el enemigo.
Con
el auge de la protesta popular y ante el temor de que siga creciendo, el
Parlamento estuvo dispuesto a adelantar las elecciones y a atender el pedido de
nueva constitución. Al desactivarse la presión popular, los derechistas han
ignorado todo lo que ofrecieron y proceden arbitrariamente porque no hay
resistencia alguna. Es la derecha la que ha ganado predominancia, debilitando a
la izquierda.
Tenemos
que luchar con inteligencia y no con arrebatos irracionales. Los poderosos
están mayormente en la capital, en las grandes ciudades. Pero en los pueblos
del interior del país no tienen poder, son débiles y la fuerza popular es
fuerte. Es en este nivel que podemos fortalecernos y predominar políticamente
para ir creciendo. Pero también, hay puntos débiles de la dominación en el
terreno social y, allí podemos derrotarlo ganando espacio.
Enarbolar
las aspiraciones populares puede ayudar a recuperar terreno y crecer
políticamente. Podríamos plantearnos, ¿Es justo que el campo esté segregado en
el poder legislativo exclusivo de la ciudad? El crecimiento económico del país,
depende de la actuación de los sectores que aportan al PBI nacional. De esto
depende el empleo, salarios, presupuesto nacional, salud, educación, etc.
¿Estos sectores están representados en el Parlamento?
También,
podríamos plantear las elecciones primarias a nivel distrital, con régimen
electoral local propio, para contrarrestar el contrapeso fraudulento del
dinero. Y así, podríamos enarbolar muchos derechos negados a los sectores
populares, para desarrollar una estrategia que reste poder a los dominadores.
El poder popular a nivel provincial vendrá con el triunfo a nivel local y
distrital. Empoderar a los oprimidos es crucial para avanzar hacia una sociedad
equitativa.
Lo
dicho, es una opinión discutible. Cada cual tiene la suya. Pero puede servir
para intercambiar ideas y provocar el desarrollo de mejores planteamientos.
Sobre todo, pensando en lo que se viene. Callando no ganamos nada. ¿O sí? <>
Junio
18-2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario