martes, 1 de agosto de 2023

PARA LA HISTORIA MINERA DE PUNO

 EL RESCATE DE ATAHUALPA Y

LAS MINAS DE ORO EN SANDIA

Paul Velarde García

L

a historia de las minas de oro de las minas en la provincia de Sandia se entrelaza con la época del Imperó Incaico y la llegada de los “conquistadores españoles” al territorio peruano. Este territorio que en su origen pertenecía a la provincia de Carabaya, albergaba una fuente importante de riqueza aurífera para los ¡ncas.

En el año 1532, el arresto de Atahualpa, el último emperador inca, marcó un acontecimiento trascen­dental en la historia de la minería en Sandia. Atahualpa fue capturado por Fran­cisco Pizarro en Cajamarca. como resultado de la incursión española en suelos peruanos. Para asegurar su liberación. Atahualpa no tardó en detectar la codicia de los españoles, así que jugò sus cartas.

Ejecución de Atahualpa

Asegurando que su imperio era inmensamente rico en metales y piedras preciosas, les propuso un trato si le devolvían la libertad, el les entregaría a su hermano Huáscar y un botín colosal. Esta estrategia se convirtió en una prioridad para el Inca. Atahualpa ordena reunir una gran cantidad de oro y plata para satisfacer las exigencias de Pizarro y asegurar su liberación. Los gene­rales y subalternos de Atahualpa traba­jaron incansablemente para reunir el pre­ciado metal exigido por Pizarro. Realizaron expediciones a diversas regiones y minas auriferas, incluyendo las de Sandia. Cada una de estas misiones desempeñaron un papel crucial en la obtención del oro nece­sario para el rescate del Inca en cautiverio. Atahualpa quería salvar su vida y recuperar su libertad, mientras que Pizarro estaba desesperado por hacerse con el tesoro Inca y ganar fama y gloria. Las cosas no pintaban bien para Atahualpa, pero el 13 de junio llegò el cargamento que esperaba que le salvase la vida: el oro de Cuzco, Puno, Kallawaya y Sandia, era el mayor botín de la historia, que una vez fundido se tradujo en veinticuatro toneladas de oro y plata.

Atahualpa cumplía así esa su promesa, esperando que sus captores, en nombre del rey de España le devolviesen lo que tan generosamente había comprado su libertad. Pero Pizarro no tenía intención de cumplir con su palabra. Pizarro quería quitarse de encima al emperador Inca, así que organizó un juicio-pantomima cuya sentencia estaba escrita de antemano.

En la noche del 26 de julio de 1533. Atahualpa fue conducido al centro de la plaza de Cajamarca, donde tenía que ser quemado, sin embargo, a cam­bio de abrazar la fe cristiana y bautizarse Atahualpa, que durante su cautiverio se había resistido a abandonar su religión finalmente cedió ante la amenaza de ser quemado. El fraile lo bautizo allí mismo y minutos después Atahualpa fue estran­gulado.

Después de la muerte del Inca Pizarro envía a una delegación -liderada por Pedro de Candía- a las mimas de donde se extrajo tan suntuoso botín de oro. Candía era conocido como el “griego” y fue uno de los trece hombres que acompañaron a Francisco Pizarro desde la isla del Gallo y que luego se convertiría en el primer alcalde de la ciudad del Cusco. Candía era un ferviente creyente de la leyenda de "El Dorado” (la mítica ciudad, de oro).

En la búsqueda de esta legendaria tierra, se enteró de la existencia de unas minas en el sur-oeste del Cusco que habría sido la principal fuente de oro utilizado en las piezas del Coricancha, el templo del sol en Cusco. En su propósito por explorar más territorios y siguiendo el antiguo camino de los Kallawayas, Pedro de Candia exploró te región de Puno y visitó minas como Lak’aya, Coraní en Carabaya y posiblemente Ananea. Poco a poco fue avanzando a las primeras estribaciones del territorio conocido como Hattun Kallawaya. Sin embargo, ninguna de estas minas cumplió con sus expectativas de encontrar El Dorado.

Movi­do por su insaciable ambición, Pedro de Candía se adentró aún más en la selva hasta que finalmente, el 24 de junio de 1540 llegó a Sandia tras un asombroso viaje a caballo y acompañado de un ejército, y des­cubrió un lugar donde encontró generosas pepitas de oro. Este hallazgo fue tan significativo que decidió fundar una Villa en ese sitio, a la que llamo San Juan del Oro que en la actualidad es un distrito de la Provincia de Sandia.

Seguidamente otros expedicionarios españoles se sumaron a la travesía, como Anzurez, Ñuflo de Chaves, Álvarez Maldonado. Recio de León y Diego de Zecenarro. A partir de ese momento se inició la explotación de las minas de oro en gran parte del territorio de Sandia, como Patambuco, Phara, Quiaca, San Juan del oro, Yanahuaya, Massiapo y Cuyo Cuyo.

Años más tarde, en 1542, se comenzaron a recibir remesas de oro, dirigidas a la corona española provenientes de este vasto territorio y de las más antiguas minas conocidas en el Perú, ubicadas en Carabaya o Kallawaya. Durante la epoca colonial, la minería en Sandia experimento un desarrollo significa­tivo. Desde 1542 hasta 1809. En Crónica del Perú de Pedro Cieza de León se hizo mención a la abun­dancia de oro en los rìos de Sandia. Se relató el hallazgo de una inmensa pepa de oro hallada en la Villa de San Juan del Oro, con un peso de 122 libras (55 kilos) que fue obse­quiada al rey Carlos V.

Estos descubrimientos y registros históricos harían más que extender ¡a popularidad de la inmensa riqueza de las minas en Sandia. La activi­dad minera atrajo a numerosos buscadores españoles, que se aventuraron en su sed de riqueza.

Las minas de Sandia se caracterizaban por tener galerías estrechas y sin luz, que apenas permitían el paso de un solo hombre encorvado. Aunque no eran minas de gran profundidad, estas minas subterráneas alcanzaban aproximadamente 70 metros de profundidad.

Durante el periodo colonial la explotación minera en Sandia fue una fuente de riqueza para los explotadores y una actividad económica importante en la región. Sin embargo, también trajo consigo la explotación y el abuso de los trabajadores, asi como el saqueo de los recursos naturales.

La provincia de Sandia, que anteriormente pertenecía a Carabaya, experimentó un importante cambio en su estatus durante la epoca republicana. Fue en el año 1855 cuando Sandia se convirtio oficialmente en provincia, separándose de Carabaya. Durante el periodo de la República (1821- 1980) la actividad minera en Sandia continuó desempeñando un papel relevante en la economía regional. Hoy en día, las minas de oro de los incas en la provincia de Sandia siguen siendo un testimonio de la riqueza y la complejidad de la historia minera en el Perú. <>

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