sábado, 25 de enero de 2025

RECORDANDO ESCRITOS SOBRE COSTUMBRES DE MI TIERRA

 ALBA, ALBAZO, ALBAS *

Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas

Como se sabe, en 1532 se produce la invasión española al Estado tahuantinsuyano. Con ello, la influencia de la Iglesia Católica penetró con fuerza en el Perú de esos tiempos. Se inicia y desenvuelve un complejo proceso de modificación de la totalidad de la vida social de sus masas humanas originarias.

Hay quienes sostienen que las creencias religiosas y los cultos impuestos por el Imperio incaico empezaron muchos a desaparecer pero los más a transformarse mediante la fusión bicultural.

En este sentido, como producto del sincretismo religioso cultural una suerte de nueva y sincrética religión andina hizo su aparición, teniendo como eje al culto a los santos patronos y las fiestas públicas en honor a ellos.

Otros señalan que se mantuvo un dualismo entre religión oficial cristiana y la religión autóctona clandestina, en el que ambas, coexistentes y yuxtapuestas, mantuvieron y aún mantienen su individualidad.

Hechos patentes de la realidad social apoyan una y otra tesis. El tema está lejos de dilucidarse y este no es el sitio ni el momento para incidir teóricamente en ellas desde una determinada posición.

Lo que sí se puede afirmar es que, en uno u otro caso, la antropología cultural, la arqueología y la etnohistoria han probado la aparición (desde los inicios del Perú colonial) de nuevas instituciones y prácticas, que en el campo de la religiosidad se expresaron, entre otros efectos, en las fiestas populares, públicas, en cuyas actividades celebratorias, ritos y ceremonias se acompañaba –tal como aún hoy ocurre- danzas, instrumentos musicales y vestimentas conforme a los usos y costumbres vigentes según el tiempo y en el espacio de nuestro país y su historia.

Se dice también con profusión, que muchas de las instituciones, prácticas y costumbres de corte religioso, tal como ocurrió en otros campos, provinieron de la metrópoli hispana.

En este pequeño trabajo queremos referirnos a las “Albas”, aquellas fiestas religiosas, mezcla de culto, danza y música, que se realizaban y realizan al rayar las primeras luces de la alborada, en distintas localidades americanas, peruanas y puneñas, como parte de las festividades de santos patronos marcadas por la influencia ibérica.

El alba o alborada, la madrugada, es el antecedente y parte del “rayar o despuntar el día”, el lapso “mágico” del amanecer, del momento previo de aparición del sol y del comienzo de un nuevo día. En todas las religiones, con mayores o menores diferencias, se ha tenido al alba como reinicio recurrente de la vida, como símbolo de renovación cotidiana de la permanencia individual y colectiva de la gente en el mundo.

En la España secularmente católica, es abundante la información abierta que ofrece la comunicación electrónica sobre la asociación entre culto y alborada. Encontramos que la más famosa de estas expresiones es la celebración del “Misterio de Elche” como la representación de la ascensión a los cielos de la Virgen María. Ese día (el 15 de agosto) se celebra por toda España, especialmente en Elche, la víspera, “una fiesta llena de fervor popular, con música y danzas, que empieza muy de madrugada con quema de fuegos artificiales por toda la ciudad”.

Las “Fiestas de Alba” en Tormes, provincia de Salamanca, son igualmente famosas por sus pasacalles con gigantes y cabezudos. En Liste, provincia de Girona, en Carbajales, provincia de Zamora en Castilla, en El Poyo de Aliste en Zamora, en Aspe, Valencia, y en muchos lugares más las fiestas en honor a la virgen (Asunción, De los Arboles, De las Nieves) son iniciadas hasta hoy invariablemente con albazos.

En México es conocida la costumbre de visitar en grupo por la mañana muy temprano, a un amigo el día de su cumpleaños o a jóvenes casaderas, cantando la famosa pieza musical “Las Mañanitas”, ellos mismos o con “mariachis”.

"Las mañanitas"
En Ecuador, el “Albazo” es un género musical y al mismo tiempo una danza popular que tienen su origen en la costumbre de despertar a la población de una localidad, “a ritmo de una banda musical, cohetes, bombardas, quemaditos (tragos típicos) anunciando en el alba del día, el inició de una festividad”. Algarabía, música, baile y cohetería, se amalgaman en la ocasión.

Según los mismos ecuatorianos (el investigador Tobar Donoso) “la voz Albazo, es un peruanismo” originado en Huancavelica, mencionado ya en fuentes del siglo XVII. Señalan que el cronista Jiménez de la Espada, lo hace mención en 1881, como “El Albacito” aclarando que “con ese yaraví despiertan los indígenas a los novios al otro día de casados”.

Como danza presenta una modalidad indígena y otra mestiza. A ambas acompaña banda de músicos que recorren las calles durante el alba, sobre todo en los pueblos de Chimborazo, Pichincha y Tungurahua.

La gran mayoría de los miles de fiestas que se celebran a lo largo del territorio del Perú, se organizan en torno de un santo patrón en fecha registrada en el calendario católico. Las formas de organización, los procesos de preparación y ejecución, el carácter mestizo o autóctono, difieren de región a región de distrito a distrito, de comunidad a comunidad.

En número, hay una evidente primacía de lo mestizo, de lo fusionado o sincrético. Ello se debe a que lo autóctono, lo originario, lo indígena, fue objeto de intensa persecución por el tiempo que duró la colonia y parte de la república.

Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, con la llegada de la dinastía de los borbones al control del poder político hispano, el tratamiento de las fiestas y festejos públicos fue objeto de políticas persecutorias, debido a que los nuevos funcionarios borbónicos “ilustrados” y “modernizadores” que arribaron a las colonias americanas, vieron en la música y danza indígenas muestras de primitivismo y atraso, por lo que –en aplicación de sus juicios racionalistas- debían desaparecer.

Pese a la sañuda persecución de esas expresiones del arte popular, no obstante ser productos del sincretismo cultural, es decir tener parte de español, las fiestas de madrugada, las “fiestas del alba” pervivieron un tanto “a escondidas”. Indios, cholos y alguna capa de mestizos, hicieron de ellas en muchos pueblos altoandinos, ocasión para el regocijo a despecho de los controles de las autoridades coloniales.

Desde esos lejanos tiempos las celebraciones religiosas que han adoptado la denominación de “alba”, “albazo” o “albas”, han subsistido formando parte de las tradiciones festivas de nuestros pueblos.

La costumbre de llevar a cabo estas celebraciones se ha dado básicamente, no exclusivamente, en territorios que pueden considerarse como ocupadas desde antiguo por pueblos diseminados en el amplio espacio físico de la nación aimara. Así, gran parte del altiplano boliviano, el norte de Chile, la zona de sierra de los departamentos de Tacna y Moquegua y el sur aimara circunlacustre del departamento de Puno, todos estos últimos en el Perú, han mantenido fielmente la realización de “Albas” como parte de los programas de festividades patronales.

Demás está decir que en la zona aimara de Bolivia, las “Albas”, con ésta u otra denominación sucedánea, forman parte del modo de ser del indígena, el cholo o el mestizo que se identifican como aimaras. Allí están los ejemplos de Huaycho, Torata, Achacachi, Carancas, Charasani y muchos otros ejemplos cuyo tratamiento descriptivo rebasaría nuestro cometido de situarnos básicamente en nuestro medio.

Lo mismo puede decirse de Chile, país en el que aimaras de las localidades particularmente serranas de Antofagasta y Tarapacá, no han perdido el deber innato de ser consecuentes con el cultivo y mantenimiento de mores o costumbres tradicionales que definen su legado y prosapia étnico-cultural aimara. No podemos dejar de señalar como ejemplo, entre las “Albas” de muchos pueblos desde Copiapó a Arica, a aquella que destaca nítidamente: la Fiesta de la Tirana, cerca de Iquique.

En el pedazo de mundo que acabamos de señalar, las “Albas” o “Albazos”, se han caracterizado siempre por una especial asociación entre creyentes religiosos reunidos en fiesta y “tropas” o conjuntos de Sikuris, es decir de tocadores del “siku” o zampoña, los cuales aportan a la reunión la música para el baile. Son pues, los encargados de llenar de ritmos y alegría los amaneceres.

Excepciones hay, por supuesto, ya que en algunos lugares, son bandas de instrumentos metálicos de viento, los que cumplen las tareas de amenizar esas madrugadoras reuniones.

En Puno la capital, las más esperadas “Albas” tienen tiempo en la madrugada del día de víspera de la “octava” de la Festividad de la Virgen de La Candelaria, desde las 3 de la mañana. Y tienen su lugar inicial, desde hace años, en el “Cerrito de Huajsapata”. Allí músicos, acompañantes y espectadores degustan los “Qoñis” y “ponches” que el respectivo alferado o “albero” invita con proverbial generosidad. En cierto momento, todos gozan de la hermosa visión del sol que nace y hace el nuevo día.

Desde este emblemático roquedal los sikuris Mañazos, Juventud Obrera, Zampoñistas Lacustre y otros (según devociones y compromisos anuales), luego de esperar el amanecer tocando y bailando (y haciendo bailar), bajan en medio del estruendo de cohetones que se expande por el cielo de la ciudad, y van al encuentro de las 6 de la mañana en que se celebra la primera Misa de Alba, en el Santuario de la Virgen Candelaria.

En el ámbito regional, una de las “Albas” de mayor nombradía, es la de Conima, distrito de la provincia de Moho, distinguida por la participación de varios conjuntos de sikuris, los cuales se caracterizan por el hecho de que cada sikuri acompaña la ejecución de su siku con su respectivo “bombo largo” siguiendo la tradición de los Umasuyos.

Albas en Ilave por Primitivo Butron
En Yunguyo, la parte musical en las “Albas” de la festividad de “Tata Pancho” (San Francisco de Borja) es compartida por conjuntos de sikuris y bandas.

En Juli las “Albas” forman parte del programa de celebración de la festividad de La Inmaculada Concepción (8 de diciembre). El desaparecido maestro Ubaldo Castillo Espezúa las describe así:

“Son las primeras horas del día de vísperas y las notas musicales y armoniosas de las zamponas juleñas van despertando de su sueño reparador a la apacible población. Los conjuntos van tomando su ubicación en la plazuela del Templo de San Juan.

Ahora en el atrio de San Pedro. Conforme llegan las comparsas se oyen las notas de “Solteritos”, “Zampoñas”, “3 de junio”, “Bajada del Arco” y otras melodías que van ejecutando cada uno de los conjuntos. Los Misti Sicus, Juventud Juleña, Juventud Catacorina, 24 de Agosto, Zampoñas de oro, han empezado su contrapunto. En ciertas ocasiones no faltan los sicuris de llave u otros distritos que se han trasladado para rendir su tributo a la Virgen Patrona de Juli. Cada uno de los conjuntos va interpretando los huayños más escogidos de su repertorio. Los característicos ponches van circulando entre los integrantes para contrarrestar el frío matinal...”

En fiesta de San Miguel Arcángel, santo patrono del pueblo, cumplidos los actos religiosos conocidos como “novenas” que se inician a mediados de setiembre, se abren paso las “Albas ilaveñas” que se realizan en la madrugada del día 28 se ese mes. Es entonces cuando se da la amena emulación entre los conjuntos de sicuris que, como en ningún otro pueblo, ganaron justa fama como ganadores de muchos concursos departamentales de sikuris.

La amplia plaza principal da también constante bienvenida anual a conjuntos visitantes de Acora, Juli, Yunguyo, así como de Camilaca y Cairani de Tarata.

En esos tiempos no muy lejanos era el conjunto “Motorizada” –vigente hasta hoy aunque transformado- el que convocaba la mayor expectación. Personajes ya legendarios en el arte del siku, mistis y cholos, lo integraban. El conjunto mantuvo por años una interpretación única, vibrante, armoniosa del sicumoreno estilo Ilave, que hoy siguen algunos conjuntos como el de la Universidad Mayor de San Marcos.

Cuando la larga “tropa” seguida de numeroso acompañamiento llegaba a las cuatro de la mañana en punto a una de las esquinas de la Plaza San Miguel, provista de faroles y de un inmenso lienzo en el que aparecía una llanta o neumático con alas, pintada sobre un fondo blanco, el público madrugador no podía ocultar su beneplácito y aplaudía a más no poder. La hermosa conjunción de sonidos (sikus arca, ira, ch’ili, malta; tambor, bombo único, platillos y triángulo de sonoro metal) inundaba los aires de la plaza, llenándola de huayños que ellos mismos compusieron y ensayaron con antelación y que más tarde serían difundidos por estudiantinas puneñas.

Con el tiempo aparecieron nuevos conjuntos. El “Sicuris 29 de setiembre”, que ganó varios concursos departamentales, el Conjunto Zampoñas Santa Bárbara, Conjunto Folklórico Cahuide, Zampoñistas Obrero, Los Choclos, “Cerros Nevados”, Juventud San Miguel, Conjunto San José, Agüita de Cusupi, Melodías. Tales agrupaciones que protagonizaron, cada una en su momento, las glorias del sikuri de esa tierra.

El Centro Cultural Melodías es el que más lauros ha dado al Sikuri ilaveño al ganar el primer lugar en los concursos departamentales de los años 1986, 1988, 1991, 1993, 1996, 1997 y 1999 y segundo lugar en 2000 y 2001, todos organizados por la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno. En 1989 obtuvo el Primer Puesto ganando el Premio Presidente de la República, en el Concurso Regional de Zampoñas Tacna-Perú.

“Melodías” en sus tres discos de larga duración, muestra los resultados de su trabajo innovador de la temática musical propia de los sikuris “con nuevas armonizaciones, contrapuntos, modulaciones y matices, además de imprimir fuerza telúrica del ritmo festivo y alegre de los viejos (y recordados) zampoñeros Ilaveños”.

Las “Albas” y los sikuris son la unidad llamada a permanecer en los tiempos actuales y en los venideros. Nada podrá contra ella.

(*) Publicado en LOS ANDES, Puno 6 febrero 2011

APUNTES LITERARIOS

 DONDE CUENTO CÓMO UNA CHICA LINDA

 LLAMADA POESÍA VINO A MÍ


Por Jorge Rendón Vásquez

Desde siempre leo poesía. La busco en las librerías y los quioscos o, en el Perú, la compro a sus autores. Algunas veces ellos me la obsequian y yo, agradecido, les entrego alguno de mis libros en prosa.

Comencé a leer poesía cuando tenía nueve o diez años.

Una soleada mañana, como todas en Arequipa, caminaba junto a mi padre por la calle San Juan de Dios. Al llegar a la esquina con la calle Santo Domingo, me detuve frente a una librería en la que se vendían libros y revistas de España y Argentina. Mi curiosa vista recorrió los estantes y allí, puesto de pie como para que lo vieran, vi un libro de lecturas escolares. Se lo señalé al librero y este me lo alcanzó. Sentí la mirada de mi padre detrás de mí y, cuando estaba por devolverlo, mi padre, le dijo al librero que lo compraba. Pegué un salto de alegría. Era un libro de lectura español, publicado, como lo supe después, en los tiempos de la República. Lo leí muchas veces, siempre con la sensación de que aprendía mucho de él.

En sus páginas hallé dos poesías que nunca he olvidado.

Una decía: “Un pie atrevido pisa una malva / y ella que ignora lo que es venganza / lo aromatiza con su fragancia.” Más por la intuición que por la razón entendí su mensaje y que la poesía para ser digna de tal tenía que decir algo como eso, sirviéndose de las palabras enhebradas armónicamente.

La primera estrofa de la otra poesía decía: “¡Qué alegre y fresca la mañanita! / Me agarra el aire por la nariz; / los perros ladran, un chico grita / y una muchacha gorda y bonita / junto a una piedra muele maíz.

No me interesé en ese tiempo por los nombres de sus autores. Me bastaban la belleza, la cadencia y el mensaje secreto de sus versos que yo intuía tan diáfanamente como mirar un paisaje iluminado por el sol. Muchos años después supe que el autor del primer poema, español, es anónimo, y que el autor del segundo fue el genio inmarcesible del modernismo Rubén Darío, y que el título de ese poema es Del trópico. Lo he recitado muchas veces de viva voz y en silencio mientras caminaba por las chacras que rodeaban la ciudad de mi infancia y juventud con la impresión de estar viendo a mi paso lo que allí se cuenta.

Mi otra gran excursión al mundo de la poesía sobrevino cuando cursaba el primer año de Letras en la Universidad de San Agustín en Arequipa. Tenía en ese momento dieciocho años.

Un día, alguien trajo al patio de la Facultad de Letras —un recinto de sillar, con una cantarina fuente de piedra y portales de sillar labrado, surgiendo de un concierto de alfalfares, trigales y maizales— un librito pulcramente impreso a mimeógrafo con los poemas de Walt Whitman Hojas de hierba. Algunas semanas después apareció con otro con los poemas Que despierte el leñador de Pablo Neruda. Los compré y, de inmediato, me enfrasqué en su lectura. Fue como si saliendo de un profundo sueño me encontrase en un país de maravilla, y entendí para siempre la realidad y la verdad de la poesía, como si un hada maravillosa me hubiese tocado la frente con su varita. Creo que ninguno de mis condiscípulos dejó de adquirir esos poemarios. Tal vez éramos estudiantes de otra galaxia. Nadie preguntó quién lo había editado, ni supimos del desconocido que los había traído.

Luis Nieto por Guido Ancori
Meses después, cuando la inquietud política se hizo cargo de mí, me enteré de que había sido obra del poeta Luis Nieto, quien vivía en Arequipa con su esposa, Bertha Degregori, en una vieja casa con un jardín posterior en el antiquísimo barrio de San Lázaro. Una noche de esas, de clandestinidad, porque esas eran las reglas del juego entonces, conocí a Nieto y me enteré cómo la cultura y la emoción social tienen voz humana.

Al año siguiente, luego de la revuelta popular de junio de 1950, en un arranque de intuitiva prudencia, recogí el mimeógrafo de la casa de Nieto para esconderlo, ante la posibilidad de que la policía le cayera encima. Él había sido uno de los vates de discursos más encendidos a las multitudes de los vecindarios que querían pelear contra la dictadura. Tener un mimeógrafo en ese tiempo era como guardar un arsenal ahora. ¡Tanto le temían al pensamiento libre los oligarcas que mandaban¡ Cuando la policía política allanó la casa de Nieto, unos días después, sólo encontró sus libros y enseres y a los miembros de su familia que observaban con desinterés y fastidio a esos hombres que no sabían por dónde empezar a leer un libro.

Como la historia tenía prisa, la Universidad de San Agustín convocó, en seguida, un concurso de poesía y cuento. Abiertos los sobres con la identificación de los autores, en agosto de ese año, la ganadora en poesía resultó ser Bertha Degregori. Sus tres sonetos eran la lírica tras los pasos de su marido. Uno de ellos fue el siguiente:

 Conducta para siempre

Yo te descubro en el afán dolido

Que despedaza al pobre sin alardes.

Yo te veo venir en el reclamo

Que sueltan las banderas en las calles.

 Advierto tu presencia alentadora

Por los tristes tugurios miserables,

Y en el adios llovido de lamentos

Que dejan los pañuelos suplicantes.

 Estás donde gobierna la miseria,

Donde está el desamparo y su delirio

Con su desdicha y su pupila muerta.

 

Estás ahí, de pie con tus fusiles,

Con tu credo inmortal, tu afán invicto,

Enseñando a los pobres a ser libres.

 

El cuento ganador fue el mío. Trataba de un niño, habitante de un vecindario, que indaga sobre el por qué del trato cruel a muchos niños de las familias pobres. Desde entonces, yo preferí seguir con la prosa, más compatible con mi inquietud, de la que comencé a tener conciencia, por explicarme por qué las cosas son como son y como podrían ser mejores. Nunca dejé, sin embargo, de cortejar a la poesía, sus encantos y sus misterios.

El tiempo ha pasado, y, en la distancia de los años remotos, pareciera que ha corrido muy rápido.

Les remito como un presente el indicado poema de Rubén Darío.

(23/12/2015)

Del trópico

Por Rubén Darío

¡Qué alegre y fresca la mañanita!

Me agarra el aire por la nariz:

los perros ladran, un chico grita

y una muchacha gorda y bonita,

junto a una piedra, muele maíz.

 

Un mozo trae por un sendero

sus herramientas y su morral:

otro con caites y sin sombrero

busca una vaca con su ternero

para ordeñarla junto al corral.

 

Sonriendo a veces a la muchacha,

que de la piedra pasa al fogón,

un sabanero de buena facha,

casi en cuclillas afila el hacha

sobre una orilla del mollejón.

 

Por las colinas la luz se pierde

bajo el cielo claro y sin fin;

ahí el ganado las hojas muerde,

y hay en los tallos del pasto verde,

escarabajos de oro y carmín.

 

Sonando un cuerno corvo y sonoro,

pasa un vaquero, y a plena luz

vienen las vacas y un blanco toro,

con unas manchas color de oro

por la barriga y en el testuz.

 

Y la patrona, bate que bate,

me regocija con la ilusión

de una gran taza de chocolate,

que ha de pasarme por el gaznate

con la tostada y el requesón.

______________________________________ 

NOTA DEL EDITOR.

Luis Nieto tuvo una gran simpatía por Puno y su gente. Aquì uno de sus poemas que le ha dedicado: 

PUNO: BANDERA DE MIS RECUERDOS

Luis “Cholo” Nieto Miranda

03/marzo/1944

El mismo día que llegué hasta tus puertas,

Puno de mi esperanza,

me saliste a recibir con una tempestad de tambores,

con un huracán de zampoñas

con un ramillete altipampa de waynos y pandillas.

Yo me traje en los brazos

un retazo de sol de mis quebradas

para prenderlo como un poncho

sobre sus hombros,

Yo te traje mis versos como rugidos

o como blasfemias

o como lámparas.

Yo te dejé encendida una lámpara sobre la frente.

Hace mil siglos que te soñé en el corazón,

Puno de mis latidos,

y ahora no he hecho más que transitar

por tus afectos,

caminar por los viejos rincones de mi cariño.

Yo me metía a puñados

un ventarrón de jilgueros

dentro del pecho.

Yo hice cantar a tus kitulas prisioneras

hasta encender un paisaje de trinos

bajo el cielo de mis manos.

Yo dejé una brasa de kellunchos

en el dulce fogón de tus imillas.

Y crecí con orgullo y en vuelo como los cóndores

cuando conocí a Francisco Chukiwanka Ayulo,

el gran Yatiri de tu nueva estirpe.

Yo sentí nacerme un alarido

cuando el viento mensajero de la altipampa

desplegó su boletín de noticias

anunciándome la muerte de mis camaradas

Leonor Martínez y Carlos More.

Yo dejé anclado en mi corazón

en los ojos pandilleros de tus cholitas.

Ya adorné con canciones

el pecho de tu cerrito Wajsapata.

Desde las cumbres de Chucuito,

disparé mi serpentina de ternura

sobre el corazón azul de tu lago sagrado.

Y me hice un collar de cascabeles

con la risa cholera de tu Simuquita.

Y amé al compás de tus pandillas bandoleras

y me amaron hasta embrujarme en tu vagabundo corazón serrano.

Yo amé a la balserita que se iba a Capachica

y la otra se venía de Amantaní

le quemé los senos con mi charango.

En tus maizales en flor

dejé tiritando mis besos

y mis waynos cusqueños.

Y me dormí un sueño

al borde de tu Malikita saltarina

mientras que una brasa de deseos

le quemaba la boca y la cintura.

Todas las noches me iba a Lago

y en sus orillas, entre beso y lágrimas,

dejaba sangrando una promesa

y deshojaba para siempre

una frágil kantuta de tus breñales.

Por los caminos,

cuando lejanas ardían las estrellas,

me gustaba cantar con mis amigos

hasta que el vino de los afectos

me embriagaba la enamorada bandurria del corazón.

Puno, tierra de mis camaradas,

corazón guerrillero del indio Pako,

yo te dejé mis versos entre las manos

y recogí un mensaje de tu costado.

Podrán pasar dos mil silencios,

llegará a caminar por tus calles

el canto de libertad de nuestros kollas,

pero tú me alumbrarás para siempre en el corazón,

como una herida!

 



viernes, 24 de enero de 2025

HILDEBRANDT COMENTA TEMA DE COYUNTURA POLTICA

 LA SEÑORA EN DAVOS

César Hildebrandt

En: HILDEBANDT EN SUS TRECE N° 717, 24ENE25

L

a señora que a veces duerme en Palacio va a Davos y miente como una descosida y confía en que ninguno de los que la escuchan querrá, por cortesía, refutarla. Porque, al fin y al cabo, ¿a quién puede importarle que la señora llegada  del Perú diga barbaridades en un foro donde los que se creen dueños del planeta están discutiendo cómo aplicar la inteligencia artificial en la creación de nuevas manadas de súbditos y consumidores?

Pero la señora va a Davos porque cree que Davos contagia algún tipo de celebridad internacional, una pizca de reputación, un relámpago de compostura, un milisegundo de sinapsis. Lo que ni siquiera sabe la señora es que en el siglo XIX Davos era la Jauja suiza: allí iban, por la benevolencia del clima, los enfermos de tuberculosis.

Por ese mismo pensamiento mágico la señora sueña con relojes muy caros y alhajas de marca y dorados colgajos: está convencida de que uno no es lo que es sino que uno es lo que transporta y lo que exhibe. Por esa exacta razón también está convencida de que la encargatura que gestiona la eleva y la sitúa por encima del sueño más extremo que pudo tener cuando atendía en el Reniec y fue tocada por el dedo rojo de Vladimir Cerrón. Ella siente que el destino la eligió.

Pobre señora. Pobre país.

¿Cómo llegamos a esto?

Bien sencillo: no hicimos nuestra tarea. No construimos una nación: somos una guerra civil siempre larvándose, un archipiélago de identidades, un montón de desencuentros.

Y ahora vivimos esta cosecha bicentenaria. No tenemos partidos políticos dignos de nombrarse ni líderes ni metas donde quepamos todos.

Lo que tenemos es esto: un gran campamento embanderado que vende al mundo cerros de mineral, frutas jugosas, ruinas levantadas por una raza que no terminamos de maltratar y hazañas de cocina.

Lo que tenemos es un país de picaros en el que la economía del crimen domina un Congreso ya devorado por el hampa. Somos, por si acaso, un país que ha aceptado que la heredera de una mafia -Keiko Fujimori- cogobierne malignamente después de haber perdido su tercera elección. Esa caricatura es lo que somos. Esa vergüenza es lo que somos. Y por eso es que Dina Boluarte está en la cima mientras el periodismo claudica y los que podrían haber sido referentes éticos se esfuman detrás de algún pretexto.

Y, desde hace años, lo que tenemos también es que la delincuencia organizada ha secuestrado ciudades enteras y ha sembrado el terror. El resultado es que hay miles de jóvenes que se largan del Perú en busca tan sólo de poder caminar sin que el miedo los siga, en busca de poder respirar y reírse sin sentir que la muerte los enamora y las balas perdidas los encuentran.  

Somos un fracaso.

Y lo seguiremos siendo mientras no tengamos el coraje de reconocerlo.

-Pero la economía marcha bien -dice el idiotismo.

Si usted tiene un país con 36% de pobres y 75% de economía en negro, ¿a qué economía se refiere?

¿Cómo compatibilizamos la rechoncha suma de divisas guardadas en el BCR con los llamados “asentamientos humanos” en los que apenas sobreviven, tratados como neandertales derrotados, millones de compatriotas? ¿Cómo conciliamos el crecimiento del PBI de los últimos años con el colosal déficit en infraestructura sanitaria o vial? ¿Qué puede significar la estabilidad de nuestra moneda para el futuro de los niños que padecen anemia y que serán carne de cañón de tanto político sinvergüenza a la hora de las elecciones?

Si el Estado tiene, como sostuvo Weber, el monopolio de la violencia, la delincuencia organizada que ha conquistado el poder en algunas regiones es la demostración horrible de que el Estado peruano colapsó. Lo que han hecho las bandas de la extorsión y el sicariato es, en la práctica, dar un golpe de Estado. Nos gobierna el terror dado que la señora Boluarte y sus ministros incompetentes han declarado su impotencia. La señora va a Davos. El país se va al carajo. <:>



jueves, 23 de enero de 2025

EL ARTE FOTOGRAFICO EN PUNO

 EL APTHAPI DE PUNO

El Festival Internacional de Fotografía Apthapi posiciona al Altiplano como un eje de creación visual y pensamiento crítico: exposiciones, talleres e instalaciones urbanas invitan a repensar la interculturalidad y resistencia desde el sur.

Escribe: Nilton Vela

E

l arte en los márgenes —o desde ellos— ha sido históricamente el motor de transformaciones profundas. El Altiplano, por su carácter geográfico y cultural, es un punto de encuentro privilegiado para el imaginario visual. Desde que la modernidad se introdujo por las cordilleras y las orillas del inmenso Titicaca, el registro fotográfico ha sido testigo y herramienta de cambio para los habitantes y visitantes de la región. Continuando con esta rica tradición, la cuarta edición del ‘Apthapi, Festival Internacional de Fotografía en el Altiplano’ se posiciona como un espacio de ruptura y reflexión, donde lo visual no solo se contempla, sino que interpela. Este festival, inaugurado en noviembre de 2024 y que culminará este fin de mes, actúa como un dispositivo cultural que desafía las estructuras centralistas del arte peruano y sitúa al sur como epicentro de creación y pensamiento crítico.

Susan Corimanya
Apthapi: ¿Qué es y qué función cumple?

Apthapi es un vocablo aimara que genera un espacio de diálogo donde, por tradición comunitaria, se comparten alimentos, y de ese compartir se comulgan cultura y saberes ancestrales. Inspirándose en este concepto, la Asociación Cultural de Integración de las Artes «Hatun Ñakaj» propuso un festival que replicara estas características, fomentando la conexión entre artistas y públicos para fortalecer nuestra identidad e historia. Esta edición incluyó dos salas expositivas, talleres formativos, conversatorios, instalaciones y aventuras fotográficas, transformando al Altiplano en un epicentro cultural.

El sur: La imagen como territorio de conflicto y resistencia

El festival inició con la apertura del Salón SUR en la galería de arte del Centro Cultural Peruano Norteamericano de Puno, curado por quien escribe. Esta muestra funciona como un diálogo territorial que no solo visibiliza, sino que redefine el concepto de interculturalidad. Aquí, la fotografía no es un simple medio estético; es una estrategia de resistencia que articula las múltiples voces del sur peruano.

Ronald Espinoza
Los proyectos seleccionados, provenientes de Apurímac, Arequipa, Cusco y Puno, trascienden el acto documental. No encapsulan la interculturalidad como una categoría fija, sino como un espacio dinámico donde las identidades chocan, convergen y se yuxtaponen. Cada obra es un territorio simbólico, un palimpsesto de memorias que revela tanto los legados históricos como las tensiones contemporáneas de una región en constante negociación con el discurso nacional. Entre los participantes destacan Darwin Leyva, Edson Canaza, Gabriela Solorio, Ronald Espinoza, Yoel Dámaso y Leoncio Layme, quien obtuvo el Premio Apthapi con su proyecto Qorilazos de Chumbivilcas. Este trabajo demostró que la interculturalidad no es una narrativa cómoda, sino un campo de batalla simbólico donde se define quién cuenta la historia y desde qué perspectiva.

Altiplano: El Ande como bisagra cultural

La segunda muestra, denominada Altiplano, se llevó a cabo en la galería de arte de la Escuela de Bellas Artes. Curada por Micaela Novotna, amplifica este discurso al convocar a fotógrafos de Perú y Bolivia en un diálogo que trasciende las fronteras geográficas y políticas. En esta exposición, el Altiplano no es solo un paisaje; es un cuerpo vivo que alberga las contradicciones entre lo ancestral y lo moderno.

Fotógrafos como Manuel Seoane, Noelia Canaza y Carlos Apucusi no documentan el Ande; lo deconstruyen. Sus imágenes despliegan una geografía emocional que trasciende lo visual y penetra en la dimensión sociopolítica del territorio. Esta muestra celebra y problematiza: ¿Cómo se construye una identidad visual que no sea apropiada por los discursos hegemónicos? ¿Qué implica ser visto y escuchado desde una región históricamente silenciada? Entre los participantes estuvieron Arturo Ibañez, Carlos Sánchez, Gaby Cárdenas, Gis Montoya, Noemí Gonzales, Ydaliz Ponce y Víctor Neira. <:>


Leoncio Layme

Carlos Apucusi








miércoles, 22 de enero de 2025

PINTORES PUNEÑOS: BENIGNO AGUILAR

 Benigno Aguilar Paucar

Conocido como “PAUCAR”, nació el 06 de febrero de 1949 entre las bombardas de la festividad de la virgen de la candelaria, sus padres fueron Don Mariano Aguilar y Doña Candelaria Paucar Candia de la comunidad de Sihuayro distrito de Juli de la provincia de Chucuito.

Estudió primaria en Núcleo Escolar Campesino de Molino, secundaria en la Gran Unidad Escolar “Telesforo Catacora“ de Juli y luego estudió en la ESFA de Puno y finalmente en la Universidad Nacional del Altiplano en la Facultad de Educación Especialidad de Ciencias Sociales.

Es uno de los artistas activos que cada año realiza exposiciones muy singulares, y cada obra es un deleite sobre la simbología y mitología andina. (Pio Chambi)

La Casa de la Cultura de la ciudad de Puno, acoge en estos días una nueva exposición de sus últimos trabajos. He aquí una muestra.




























martes, 21 de enero de 2025

HACIA EL ENCUENTRO DE VERDADES HISTÒRICAS PERUANAS

 FALACIAS PIZARRISTAS:

¿EL “AMOROSO” SIGLO XVI?

Nicanor Domínguez Faura

E

l sábado 18 de enero se cumplieron 490 años de la fundación de la ciudad de Lima por el conquistador Francisco Pizarro. Por desgracia, empezó el bombardeo ideológico de nuestra aguerrida derecha política, reclamando que este hecho histórico debe ser entendido y celebrado como uno de los primeros hitos en el “destino mestizo” de nuestro país. Para sustentar esta “ilusión retrospectiva”, los que podríamos llamar con generosidad “intelectuales conservadores peruanos”, se dedican a reciclar ideas y discursos hispanistas elaborados en las décadas de 1940 y 1950 en la España del dictador Francisco Franco. El punto central que esgrimen es que “fue una gran suerte” que la región andina sudamericana, donde se ubica geográficamente el Perú de hoy, haya sido incorporada de manera subordinada —mediante la invasión de los súbditos del reino de Castilla— al sistema mundial desarrollado por Europa desde el siglo XVI en adelante. Este sistema “Occidental y cristiano” se impuso por tres siglos en nuestro país, hasta la Independencia política obtenida como culminación de quince años de guerra (1809-1824).

Genocidio en Cajamarca
Nuestros conservadores-hispanistas insisten en una idea relativamente nueva, que tiene solo poco más de un siglo de existencia, aunque buscan hacernos creer que es “una realidad” tan antigua como la presencia de la hueste pizarrista en el imperio incaico, al que, como sabemos, llegaron como invasores a partir del año 1532. Esta idea nueva consiste en afirmar que tres siglos de dominación española en los Andes, y en el resto de Hispanoamérica, fueron una “experiencia armoniosa” y que esta armonía se expresa en la mal llamada “mezcla de razas”, ocurrida entre la población indígena dominada y los dominadores de origen europeo. Al producto humano de estas “mezclas” los españoles del siglo XVI empezaron a llamarlos “mestizos”, un término de la lengua castellana derivado del latín tardío (“mixticius” = combinado), que antes del descubrimiento de América se usaba en la península para referirse a las mezclas entre animales domésticos distintos (a los que técnicamente se les llama hoy “híbridos” y que son genéticamente infértiles).

Nuestros conservadores-hispanistas afirman que las interacciones entre estos grupos—mayoría dominada y minoría dominadora— fueron consensuales y que las relaciones sexuales entre individuos de ambos colectivos —usualmente hombres europeos y mujeres indígenas— fueron amorosas y mutuamente aceptadas. Uno se pregunta qué clase de seres humanos fueron estos “conquistadores amorosos” del siglo XVI, que aparentemente nunca tuvieron discrepancias con sus parejas (a menos que se asuma la sumisión absoluta y callada de las mujeres indígenas a la voluntad de sus dominadores). El primer intelectual peruano que propuso esta “interpretación idealizada” del siglo XVI fue José de la Riva-Agüero y Osma, en la década de 1910. Como en toda idealización del pasado, se tomaron algunos datos de sucesos efectivamente ocurridos en aquella época, pero se les dio una reinterpretación completamente nueva, para adaptarlos a las necesidades del presente desde el que se “estudiaba” (o utilizaba) ese pasado.

En el Perú de inicios del siglo XX, durante el casi cuarto de siglo de la llamada “República Aristocrática” (1895-1919), la economía exportadora de recursos naturales se desarrollaba y expandía con tecnología y capitales provenientes principalmente de los Estados Unidos. El país se recuperaba de la catástrofe de la Guerra del Pacifico (1879-1883) y del llamado “Segundo Militarismo” (1883-1895). Hasta ese entonces la Independencia de la Republica Peruana, lograda en Ayacucho en 1824, se había justificado ideológicamente como una lucha entre “patriotas peruanos” y “realistas españoles”, por lo que la herencia colonial hispana no era recordada en muy buenos términos por nuestras élites decimonónicas, lo que se intensificó al producirse la Guerra con España (1865-1866). Pero la derrota española en Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898, por las fuerzas militares de los Estados Unidos, causó una “crisis de conciencia” en toda América Latina. Frente al temor del avance de la “civilización protestante anglosajona”, las elites conservadoras y católicas de Latinoamérica empezaron a recuperar y revalorar su pasado colonial hispano.

Cuando España ya no era siquiera una remota amenaza es que comenzó esta nostalgia intelectual hispanista en Hispanoamérica, de la que Riva-Agüero formó parte a inicios del siglo XX. El personaje del pasado colonial al que Riva-Agüero transformó en un “héroe del mestizaje peruano” fue el Inca Garcilaso de la Vega [n.1539-m.1616]. De él escribió en 1916 que había sido un: “gran historiador en cuya personalidad se fundieron amorosamente Incas y Conquistadores, que con soberbio ademán abrió las puertas de nuestra particular literatura y fue el precursor magnífico de nuestra verdadera nacionalidad” (1962, p.62). Nadie antes se había referido al Inca Garcilaso en esos términos. Pero después de Riva-Agüero, todos los que han escrito sobre él lo han hecho dentro de estos parámetros de un “discurso nacionalista”, de una “ideología del mestizaje” en que se acentúa la supuesta “armonía de las razas” surgida en la Época Colonial.

Que quede claro que esto no fue un “descubrimiento” de un hecho ocurrido en el siglo XVI que nadie había visto antes que Riva-Agüero. Más bien, se trata de una “invención” de Riva-Agüero, quien reinterpretó lo sucedido en el siglo XVI para satisfacer las necesidades de un “discurso nacionalista” en el siglo XX. Esta llamada a las “armonías raciales” se hacía especialmente necesaria en un país como el nuestro, que en aquella época tenía una mayoritaria población indígena y una minoritaria élite de origen europeo. Así lo muestran los datos de los censos de población de los que disponemos: 58% de población indígena (y 21% mestizos) en el año 1795 (sin incluir Puno); 63% (y 18% mestizos) en el año 1812 (incluyendo Puno); 57% (y 24% mestizos) en el año 1876; y, finalmente, 45% indígenas (y 52% blancos y mestizos, intencionalmente puestos en conjunto) en el censo del 9 de junio del año 1940.

El discurso oficial “mesticista” trató de ocultar las diferencias socio-étnicas y las desigualdades económicas de la población, promocionando la “ilusión retrospectiva” de que los peruanos estábamos “destinados” a un futuro armónico de unión e identidad mestizas. Los rezagos de este discurso a principios del siglo XXI todavía se expresaron en las campañas comerciales en torno a la llamada “gastronomía neo-andina” (“Mixtura”). Sin embargo, esta propaganda no ha podido ocultar el notorio racismo anti-indígena, en un contexto de negación de los propios orígenes étnicos de nuestros flamantes “mestizos” de Lima y provincias, evidenciado en las campañas políticas por la presidencia, especialmente en el 2001 (Alejandro Toledo) y en el 2021 (Pedro Castillo).

Volviendo al aniversario de Lima y a la glorificación de Pizarro, se afirma --con el aplomo que suele proporcionar la ignorancia de lo que solo se conoce superficialmente--, que el susodicho conquistador se casó con una hija del emperador inca Huayna Cápac --una princesa hermana de Huáscar y Atahualpa--, con la que tuvo una hija, a la que proponen considerar como “la primera mestiza”. Como nuestros conservadores-hispanistas son usualmente también católicos militantes y patrocinadores de los valores de la familia cristiana, para reafirmar la “ideología del mestizaje armonioso” que tercamente promueven, no reparan en las inexactitudes --cuantas sean necesarias-- para insistir en la idealización del pasado con el que sueñan.

Uniones por simple interés patrimonial
Francisco Pizarro nunca se casó, ni en el Perú, ni antes en Panamá, ni en su natal Extremadura. A partir de 1532 tuvo a dos princesas incas como concubinas, doña Inés Huaylas (hija de Huayna Cápac) y doña Angelina Yupanqui (vinculada a Atahualpa). Convivió por varios años con ambas dos y al mismo tiempo. El cronista Pedro Cieza de León --quien estuvo en el Perú entre 1547 y 1550, y recogió información directa de conquistadores que habían participado en las expediciones de exploración y conquista con Pizarro y Almagro desde 1528--, escribió sobre lo ocurrido en Cajamarca después de la ejecución de Atahualpa (26 de julio de 1533): “Esto pasado, Piçarro e los prençipales que con él estavan, en lugar de faboreçer [a] aquellas señoras del linaje real de los Yngas, hijas de Guaynacapa, prinçipe que fue tan potente e famoso e casarse con ellas para con tal ayuntamiento ganar la graçia de los naturales, tomávanlas por mançebas, començando la desorden del mismo governador.  Y así se fueron teniendo en poco estas jentes en tanto grado que oy día los tenemos en tan poco como veys los que estáys acá” (Tercera Parte, cap. LV; ed. 1987, p.171).

A su concubina doña Inés hizo que se casase en 1537 con Francisco de Ampuero (con quien vivió en Lima y de quien tuvo tres hijos mestizos más), y su concubina doña Angelina fue casada en 1544, después de la muerte de Pizarro, con el intérprete y cronista Juan de Betanzos (con quien vivió en el Cuzco y de quien tuvo una hija mestiza). Con cada una de estas dos princesas incas Pizarro había tenido dos hijos. Estos cuatro hijos mestizos, nacidos fuera de matrimonio, fueron legitimados después de enviar una petición especial a la Corona española en 1540.

Tras el asesinato de Pizarro en 1541, sus dos hermanos, Gonzalo y Hernando, expresaron en distintos momentos interés en casarse con la hija mayor del occiso, su sobrina carnal, la adolescente doña Francisca Pizarro [n.1534]. El interés era, en realidad, para que las riquezas que ella heredaba de su padre no salieran del control de la familia. Finalmente, residiendo ya en España, Hernando y Francisca se casaron en 1552 y tuvieron cinco hijos. Este matrimonio, que entonces como ahora era considerado un incesto por el cercano grado de parentesco entre tío y sobrina --pero que era usualmente tolerado en el caso de familias nobles--, se logró con una dispensa otorgada por la Iglesia, en una sociedad con valores aristocráticos en la que las personas, por ley, no eran consideradas iguales entre sí y los nobles tenían privilegios legales especiales.

Probablemente los militantes de los grupos religiosos que apoyan la “ideología del mestizaje armonioso”, así como nuestros “intelectuales conservadores peruanos”, no tienen la menor idea de estos importantes detalles históricos, que invalidan de raíz sus sueños de un pasado glorioso y de un futuro tan retrógrado como son reaccionarias las idealizaciones que aquí criticamos.

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Referencias:

José de la Riva-Agüero y Osma [n.1885-m.1944], ‘Estudios de Literatura Peruana’ (Lima: Instituto Riva-Agüero, 1962), Obras completas, tomo II.

https://repositorio.pucp.edu.pe/items/3029daec-c8ff-4b23-aa65-67bbec5a4a0e

Antonio Cornejo Polar [n.1936-m.1997], “El discurso de la armonía imposible (El Inca Garcilaso de la Vega: discurso y recepción social)”, ‘Revista de Crítica Literaria Latinoamericana’, año 19, no. 38, 1993, pp.73-80.

https://www.cervantesvirtual.com/obra/el-discurso-de-la-armonia-imposible-el-inca-garcilaso-de-la-vega-discurso-y-recepcion-social/

Pedro Cieza de León [n.ca.1518-m.1554], ‘Crónica del Perú: Tercera parte’; edición de Francesca Cantú (2da. ed. Lima: PUCP, Academia Nacional de la Historia, 1987).

https://repositorio.pucp.edu.pe/items/af957f5b-5d1b-4c6d-bc49-c11628f09e14

María Rostworowski de Diez Canseco [n.1915-m.2016], ‘Doña Francisca Pizarro: Una ilustre mestiza, 1534-1598’ (2da. ed. Lima: IEP, 1994).

https://archive.org/details/dona-francisca-pizarro-una-ilustre-mestiza-1534-1598