DEFENSA DE PUNO
LUEGO DE LA JURA DE LA
INDEPENDENCIA
Escribe: Carlos Portugal Mendoza
E |
steban Catacora ha puesto nombre a
los miles de puneños, aymara, quechuas y mestizos, que como “cívicos”,
“guerrilleros” o “montoneros” participaron en la independencia. Descubierto
entre las cartas que formaron parte de la Biblioteca de Sesquicentenario de la
Independencia (1971), fue motivo de referencia por numerosos autores (Dumbar,
1971; Sala, 1989; Cáceres-Olazo, 1999). Pero por alguna razón, su figura se
perdió nuevamente. Aquí lo recordamos como uno de los principales personajes de
la independencia.
Esteban
Catacora fue nombrado por el mismo José Antonio de Sucre, comandante de
guerrillas del Ejercito Libertador, como consta en la carta del 28 de diciembre de 1825 en la
cual Catacora acusa recibo de dicha designación. Se desconoce la fecha de su
nacimiento, pero su apellido y el lugar desde donde enviaba sus misivas,
indican que pertenecía a los Catacora
de Acora (Puno). Se trata de una familia de origen Lupaqa cuyos miembros
fueron caciques de ese pueblo aymara al menos desde el año 1567 (Ayala, 2009).
Entre sus miembros estuvo nada menos que Basilio Catacora Heredia mártir de la
independencia de Bolivia quien participó en las Juntas de La Paz en 1809.
Tomàs Catacora, descendiente de Esteban Catacora Carbajal |
“(He)
empleado mi vida desde ahora diez y seis años en solo el beneficio de la
emancipación del país, sirviendo siempre de jefe y sin admitir sueldo alguno en
campaña viva. Sacrificando mi honra, familia, y haberes, aprovechando cuantas
ocasiones se me han presentado, por ejemplo, mi compromiso con la Junta Tuitiva
de la Paz (1809); mi servicio de Teniente Coronel y Comandante de Caballería en
el Ejercito del General Pinelo, cuando el año catorce (1814) a pesar de Balde
Hoyos (Intendente) se tomó la Paz; mi servicio en la expedición sobre Arequipa
(1814) que la hizo el finado Don Mateo Garcia Pumacagua, que llevándome de su
ayudante de campo para dar la batalla al General (Francisco) Picoaga me colocó
en la división de la izquierda (en la batalla de la Apacheta, Arequipa) con
cuyo motivo fui el primero que canté la gloria y merecí el premio de Coronel;
mi servicio cuando los señores generales don Andrés Santa Cruz y Don Agustín
Gamarra el año veintitrés arribaron a la costa de Moquegua (1823), donde
auxilie al ejército con víveres, he hice propios a menudo a mi costa, avisando
los movimientos del ejercito enemigo; mi servicio cuando ya el ejército del sur
ingresó al Desaguadero (1823) en donde el general en jefe Don Andrés Santa Cruz
después de haberme continuado en el grado de Coronel me hizo la gracia de
gobernador de este partido y en todo el tiempo que paro en aquel punto, como el
día que le presentó la batalla a (Jerónimo) Valdez (batalla de Zepita, 25 de
agosto de 1823) me tuvo a su lado, ocupándome en infinitas comisiones. Otros
muchos (sacrificios) me debe la Libertad, cual total referencia omito por
calificarla con documentos y porque mi taciturnidad no quite tiempo a vuestra
señoría” (1).
El
mes de enero de 1825 sería de intenso trajín para el Teniente Coronel Esteban
Catacora, pues Puno estaba a punto de caer nuevamente en manos de los
realistas. “Barbarucho” Valdez, jefe realista a las órdenes de Pedro Antonio
Olañeta, avanzaba hacia Puno tras desconocer la capitulación de Ayacucho. De
acuerdo con cartas enviadas en ese mes de enero, Catacora solicitó contar con
25 “lanzas” (lanceros) al Pueblo de Acora en los primeros días de enero,
coordinó desde Lampa con Rudecindo Alvarado por recursos e informó que había
desplegado 60 voluntarios a Desaguadero y 12 a Tiquina. Además, el 18 de enero
explicó a Alvarado que tenía “Bomberos y Espías” tratando de averiguar el
número de las fuerzas españolas tras Desaguadero, labor en la que incluso conto
con el apoyo de su mujer y sus familiares, logrando informar sobre las fuerzas
de “Barbarucho” y proponiendo que las fuerzas de la “indiana” se ubiquen en la
retaguardia del enemigo.
Desde
el cuartel general en Acora, Rudecindo Alvarado escribió el 13 de enero de 1825
al prefecto de Puno:
“…por
si la superioridad de las fuerzas de Olañeta me obliga a retirarme hasta
reunirme al ejército (libertador que venía con Sucre desde el Cusco), será bien
que los patriotas procuren salvar con anticipación sus personas e intereses” (El sol del Cuzco
N°6, 5 de febrero 1825).
Es
decir, señala que sus fuerzas se retirarían de Puno y aconseja lo mismo a los
vecinos de la ciudad. De esta manera todo el armamento, avituallamiento y otros
materiales son llevados por Alvarado a Lampa, finalmente el 15 de enero él
mismo se retira de la ciudad quedando unas pocas fuerzas en la ciudad de Puno a
cargo del oficial Videla.
“Barbarucho”
ocupa Puno ese mismo 15 de enero. Al respecto Alvarado dice:
“…Todos los habitantes han abandonado sus
casas para hacerles la guerra a los españoles, y nunca han manifestado con más entusiasmo
el disgusto que les cause verse sujetos a un gobierno tan detestable” (El sol del Cuzco
N°6, 5 de febrero 1825).
Las
fuerzas realistas permanecen en la ciudad de Puno hasta el 17 de enero, fecha
en que se retiran hacia Desaguadero, desertado unos 100 hombres, muchos de los
cuales se sumaron a las fuerzas patriotas.
En
Carta a Sucre del 22 de enero de 1825, Rudecindo Alvarado al explicar estas
deserciones proporciona información sobre la participación de los guerrilleros:
“…Tampoco
les agrada (a los soldados realistas) verse sin cesar perseguidos de las
partidas de paisanos que voluntariamente se ofrecen a ello y es de esperarse a
la vista del ejercito Libertador le quedaran a Olañeta muy pocos defensores” (El Sol del Cuzco
N° 6, 5 de febrero 1825).
Aimaras en pie de lucha
Dice
en la misma comunicación a Sucre:
“Los
habitantes de Puno señor general se han manejado del modo más brillante, pues
han hecho cuanto podía esperase del pueblo más patriota, y si la execrable
conducta de las tropas que se llaman leales solo excita indignación y el odio
que merecen; la de los Puneños es digna de imitarse”.
Los
hechos narrados hasta aquí destacan la actuación del Teniente Coronel Esteban
Catacora y de los guerrilleros puneños en la independencia de Puno. Por otro
lado, el temperamento patriota y la reacción de los puneños frente a las tropas
realistas de Barbarucho, dan mayor credibilidad a que la independencia de Puno
fue producto de la rebelión popular junto con la defección de las fuerzas
realistas tras la capitulación de Ayacucho, tal como lo contó otro guerrillero
patriota, el boliviano Santos Vargas (Vargas, 2018).
Bibliografía
Ø “LA
ACCIÓN PATRIÓTICA EN LA EMANCIPACIÓN, GUERRILLAS Y MONTONERAS”. Tomo V, 6 vols.
Colección documental de la Independencia del Perú. Volumen Comisión Nacional de
Sesquicentenario de la Independencia del Perú CNSIP. Editorial: CNSIP, Lima
1971-1976, 1976.
Podría decirse que los Catacora constituyen una estirpe
aimara al servicio de la independencia, con una ideología aún no abordada, la
del significado de la independencia o la emancipación para los aimaras y
quechuas rebeldes, muy distinta a la ideología de los San Román. (José Luis Velásquez
Garambel)
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Nota
( 1) La escritura del texto ha sido adaptada al uso actual.
Se ha precisado entre paréntesis fechas y otros datos.
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