jueves, 19 de diciembre de 2024

PARA LA HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA EN PUNO

 DEFENSA DE PUNO

LUEGO DE LA JURA DE LA INDEPENDENCIA

Escribe: Carlos Portugal Mendoza

E

steban Catacora ha puesto nombre a los miles de puneños, aymara, quechuas y mestizos, que como “cívicos”, “guerrilleros” o “montoneros” participaron en la independencia. Descubierto entre las cartas que formaron parte de la Biblioteca de Sesquicentenario de la Independencia (1971), fue motivo de referencia por numerosos autores (Dumbar, 1971; Sala, 1989; Cáceres-Olazo, 1999). Pero por alguna razón, su figura se perdió nuevamente. Aquí lo recordamos como uno de los principales personajes de la independencia.

Esteban Catacora fue nombrado por el mismo José Antonio de Sucre, comandante de guerrillas del Ejercito Libertador, como consta en la carta del 28 de diciembre de 1825 en la cual Catacora acusa recibo de dicha designación. Se desconoce la fecha de su nacimiento, pero su apellido y el lugar desde donde enviaba sus misivas, indican que pertenecía a los Catacora de Acora (Puno). Se trata de una familia de origen Lupaqa cuyos miembros fueron caciques de ese pueblo aymara al menos desde el año 1567 (Ayala, 2009). Entre sus miembros estuvo nada menos que Basilio Catacora Heredia mártir de la independencia de Bolivia quien participó en las Juntas de La Paz en 1809.

Tomàs Catacora, descendiente de Esteban Catacora Carbajal 
Como lo cuenta el mismo Esteban Catacora en una misiva a Rudecindo Alvarado el 27 de enero de 1824, tenía para entonces ya una larga y sacrificada experiencia de lucha por la independencia: 

“(He) empleado mi vida desde ahora diez y seis años en solo el beneficio de la emancipación del país, sirviendo siempre de jefe y sin admitir sueldo alguno en campaña viva. Sacrificando mi honra, familia, y haberes, aprovechando cuantas ocasiones se me han presentado, por ejemplo, mi compromiso con la Junta Tuitiva de la Paz (1809); mi servicio de Teniente Coronel y Comandante de Caballería en el Ejercito del General Pinelo, cuando el año catorce (1814) a pesar de Balde Hoyos (Intendente) se tomó la Paz; mi servicio en la expedición sobre Arequipa (1814) que la hizo el finado Don Mateo Garcia Pumacagua, que llevándome de su ayudante de campo para dar la batalla al General (Francisco) Picoaga me colocó en la división de la izquierda (en la batalla de la Apacheta, Arequipa) con cuyo motivo fui el primero que canté la gloria y merecí el premio de Coronel; mi servicio cuando los señores generales don Andrés Santa Cruz y Don Agustín Gamarra el año veintitrés arribaron a la costa de Moquegua (1823), donde auxilie al ejército con víveres, he hice propios a menudo a mi costa, avisando los movimientos del ejercito enemigo; mi servicio cuando ya el ejército del sur ingresó al Desaguadero (1823) en donde el general en jefe Don Andrés Santa Cruz después de haberme continuado en el grado de Coronel me hizo la gracia de gobernador de este partido y en todo el tiempo que paro en aquel punto, como el día que le presentó la batalla a (Jerónimo) Valdez (batalla de Zepita, 25 de agosto de 1823) me tuvo a su lado, ocupándome en infinitas comisiones. Otros muchos (sacrificios) me debe la Libertad, cual total referencia omito por calificarla con documentos y porque mi taciturnidad no quite tiempo a vuestra señoría” (1).

El mes de enero de 1825 sería de intenso trajín para el Teniente Coronel Esteban Catacora, pues Puno estaba a punto de caer nuevamente en manos de los realistas. “Barbarucho” Valdez, jefe realista a las órdenes de Pedro Antonio Olañeta, avanzaba hacia Puno tras desconocer la capitulación de Ayacucho. De acuerdo con cartas enviadas en ese mes de enero, Catacora solicitó contar con 25 “lanzas” (lanceros) al Pueblo de Acora en los primeros días de enero, coordinó desde Lampa con Rudecindo Alvarado por recursos e informó que había desplegado 60 voluntarios a Desaguadero y 12 a Tiquina. Además, el 18 de enero explicó a Alvarado que tenía “Bomberos y Espías” tratando de averiguar el número de las fuerzas españolas tras Desaguadero, labor en la que incluso conto con el apoyo de su mujer y sus familiares, logrando informar sobre las fuerzas de “Barbarucho” y proponiendo que las fuerzas de la “indiana” se ubiquen en la retaguardia del enemigo.

Desde el cuartel general en Acora, Rudecindo Alvarado escribió el 13 de enero de 1825 al prefecto de Puno:

“…por si la superioridad de las fuerzas de Olañeta me obliga a retirarme hasta reunirme al ejército (libertador que venía con Sucre desde el Cusco), será bien que los patriotas procuren salvar con anticipación sus personas e intereses” (El sol del Cuzco N°6, 5 de febrero 1825).

Es decir, señala que sus fuerzas se retirarían de Puno y aconseja lo mismo a los vecinos de la ciudad. De esta manera todo el armamento, avituallamiento y otros materiales son llevados por Alvarado a Lampa, finalmente el 15 de enero él mismo se retira de la ciudad quedando unas pocas fuerzas en la ciudad de Puno a cargo del oficial Videla.

“Barbarucho” ocupa Puno ese mismo 15 de enero. Al respecto Alvarado dice:

 “…Todos los habitantes han abandonado sus casas para hacerles la guerra a los españoles, y nunca han manifestado con más entusiasmo el disgusto que les cause verse sujetos a un gobierno tan detestable” (El sol del Cuzco N°6, 5 de febrero 1825).

Las fuerzas realistas permanecen en la ciudad de Puno hasta el 17 de enero, fecha en que se retiran hacia Desaguadero, desertado unos 100 hombres, muchos de los cuales se sumaron a las fuerzas patriotas.

En Carta a Sucre del 22 de enero de 1825, Rudecindo Alvarado al explicar estas deserciones proporciona información sobre la participación de los guerrilleros:

“…Tampoco les agrada (a los soldados realistas) verse sin cesar perseguidos de las partidas de paisanos que voluntariamente se ofrecen a ello y es de esperarse a la vista del ejercito Libertador le quedaran a Olañeta muy pocos defensores” (El Sol del Cuzco N° 6, 5 de febrero 1825).

Aimaras en pie de lucha

Dice en la misma comunicación a Sucre:

“Los habitantes de Puno señor general se han manejado del modo más brillante, pues han hecho cuanto podía esperase del pueblo más patriota, y si la execrable conducta de las tropas que se llaman leales solo excita indignación y el odio que merecen; la de los Puneños es digna de imitarse”.

Los hechos narrados hasta aquí destacan la actuación del Teniente Coronel Esteban Catacora y de los guerrilleros puneños en la independencia de Puno. Por otro lado, el temperamento patriota y la reacción de los puneños frente a las tropas realistas de Barbarucho, dan mayor credibilidad a que la independencia de Puno fue producto de la rebelión popular junto con la defección de las fuerzas realistas tras la capitulación de Ayacucho, tal como lo contó otro guerrillero patriota, el boliviano Santos Vargas (Vargas, 2018).

Bibliografía

Ø   “LA ACCIÓN PATRIÓTICA EN LA EMANCIPACIÓN, GUERRILLAS Y MONTONERAS”. Tomo V, 6 vols. Colección documental de la Independencia del Perú. Volumen Comisión Nacional de Sesquicentenario de la Independencia del Perú CNSIP. Editorial: CNSIP, Lima 1971-1976, 1976.

 Ø  Las cartas de Esteban Catacora pueden consultarse desde el motor de búsqueda de Narra la Independencia desde tu Pueblo. https://archivocolectivo.org/narra/pagina/inicio

 Comentario

Podría decirse que los Catacora constituyen una estirpe aimara al servicio de la independencia, con una ideología aún no abordada, la del significado de la independencia o la emancipación para los aimaras y quechuas rebeldes, muy distinta a la ideología de los San Román. (José Luis Velásquez Garambel)

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Nota

( 1) La escritura del texto ha sido adaptada al uso actual. Se ha precisado entre paréntesis fechas y otros datos.

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