viernes, 20 de diciembre de 2024

ANALIZANDO LA CALIENTE COYUNTURA POLITICA PERUANA

 P R O S T I T U C I Ó N

César Hildebrandt

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 714, 20DIC24

¿

¿A quién le puede sorprender que el puterío esté en el Congreso?

Yo no tengo nada en contra de la prostitución, que me parece un capitalismo de bajo vientre y un emprendedurismo bíblicamente sudoroso.

A mí lo que me da risa es que haya gente que finja escan­dalizarse porque en el Congreso de los delincuentes haya un servicio delivery de muchachas a cambio de firmas, nombra­mientos y encubrimientos.

¿Qué querían? ¿Que en el Congreso de los delincuentes reinaran las normas de los caballeros y los modales de Jane Austen?

Los delincuentes con curul han imitado a los mineros ilegales (y también con curul), que después de esparcir mercurio y sacar oro van a los catres de campaña de los burdeles itinerantes.

Si Pablo Macera dijo que el Perú era un burdel, el Con­greso de los delincuentes ha confirmado de modo práctico ese diagnóstico venéreo. Está probado: potentes señoritas, orquestadas por gentuza puesta por el partido de César Acuña, ofrecían sus destrezas a quienes las requerían. Y algunas de ellas grabaron sus faenas con esos celulares del neorrealismo bajo el puente. Esas escenas han sometido al terror a algunos cuantos de sus usuarios.

Estas damas estaban en planilla y recibían pagos especiales por su rendimiento en horas extras.

Pero ellas cumplían deberes, deberes que debían cumplir hasta llegar al último cuartucho.

El asco es que tenían un jefe, un encumbrado que las administraba. El vómito es que esos menesteres no eran un secreto para los miembros de la mesa directiva.

Pero -repito-: no nos hagamos los sobrecogidos por la noticia. En un Congreso dominado por el hampa, lo que se ha revelado es una emanación natural, una consecuencia, el fluido corporal de una institución podrida hasta la médula.

A mí lo que me preocupa es que estén hablando de esto y no hayan dicho nada de la prostitución política del Congreso del hampa.

Es puterío político -y de los más sórdidos- abrir bolsillos y piernas en el afán fenicio de legislar para el crimen, la con­veniencia de las bandas, la amnistía encubierta de asesinos, los privilegios tributarios de ciertos sectores, la degradación de la educación superior, los fueros de la minería canalla y sicaria, la informalidad del transporte, el entorpecimiento en la labor de jueces y fiscales.

Putos y putas del Congreso decidieron, en pandilla, sos­tener por interés propio a este gobierno ilegítimo que nos conduce a la polarización más peligrosa. Y putos y putas del Congreso vendieron su alma a la codicia y se prestaron a ser operadores de diversas mafias.

¿De qué prostitución hablamos, entonces?

Propongo que hablemos de la ma­yor, la que más nos afecta, la que está creando este clima de resentimiento generalizado que intentará -y con razón- la gran venganza del 2026.

Prostituir la política, como han he­cho este Congreso y este gobierno de esperpentos, es fabricar monstruos. Y el problema con los monstruos es que, a la larga, resultan inmanejables. El monstruo que están creando podrá aparecer en las elecciones disfrazado de grito, tumulto y redención. Si la heredera de la corrupción homicida del fujimorismo cree que eso le con­viene, se equivoca otra vez. Dudo a estas alturas que el fujimorismo llegue siquiera a la segunda vuelta.

Prostituir los partidos políticos es matar la democracia. Prostituir el sistema de representación es deste­rrar lo más íntimo del contrato social. Prostituir el Congreso es sembrar una rabia que bien podría conducimos a la anarquía y la explosión social. El Congreso y el vil gobierno de Boluarte creen que están levantando los cimientos de un neoliberalismo sin escrúpulos y para la eternidad. Rospigliosi está seguro de que ha contribuido a decretar el fin de la historia peruana.

¡Pobres diablos! Lo que han hecho y siguen haciendo es convocar a una revolución popular que desinfecte el país y le devuelva a la política el sentido de servir a todos los peruanos de bien. <:>

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