P R O S T I T U C I Ó N
César
Hildebrandt
En
HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 714, 20DIC24
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¿A quién le puede sorprender que el puterío esté en el Congreso?
Yo no tengo nada en contra de la prostitución, que
me parece un capitalismo de bajo vientre y un emprendedurismo bíblicamente
sudoroso.
A mí lo que me da risa es que haya gente que finja
escandalizarse porque en el Congreso de los delincuentes haya un servicio delivery
de muchachas a cambio de firmas, nombramientos y encubrimientos.
¿Qué querían? ¿Que en el Congreso de los delincuentes reinaran las normas de los caballeros y los modales de Jane Austen?
Los delincuentes con curul han imitado a los mineros
ilegales (y también con curul), que después de esparcir mercurio y sacar oro
van a los catres de campaña de los burdeles itinerantes.
Si Pablo Macera dijo que el Perú era un burdel, el Congreso de los delincuentes ha confirmado de modo práctico ese diagnóstico venéreo. Está probado: potentes señoritas, orquestadas por gentuza puesta por el partido de César Acuña, ofrecían sus destrezas a quienes las requerían. Y algunas de ellas grabaron sus faenas con esos celulares del neorrealismo bajo el puente. Esas escenas han sometido al terror a algunos cuantos de sus usuarios.
Estas damas estaban en planilla y recibían pagos especiales por su rendimiento en horas extras.
Pero ellas cumplían deberes, deberes que debían cumplir hasta llegar al último cuartucho.
El asco es que tenían un jefe, un encumbrado que las
administraba. El vómito es que esos menesteres no eran un secreto para los miembros
de la mesa directiva.
Pero -repito-: no nos hagamos los sobrecogidos por
la noticia. En un Congreso dominado por el hampa, lo que se ha revelado es una
emanación natural, una consecuencia, el fluido corporal de una institución
podrida hasta la médula.
A mí lo que me preocupa es que estén hablando de
esto y no hayan dicho nada de la prostitución política del Congreso del hampa.
Es puterío político -y de los más sórdidos- abrir
bolsillos y piernas en el afán fenicio de legislar para el crimen, la conveniencia
de las bandas, la amnistía encubierta de asesinos, los privilegios tributarios
de ciertos sectores, la degradación de la educación superior, los fueros de la
minería canalla y sicaria, la informalidad del transporte, el entorpecimiento
en la labor de jueces y fiscales.
Putos y putas del Congreso decidieron, en pandilla,
sostener por interés propio a este gobierno ilegítimo que nos conduce a la
polarización más peligrosa. Y putos y putas del Congreso vendieron su alma a la
codicia y se prestaron a ser operadores de diversas mafias.
Propongo que hablemos de la mayor, la que más nos
afecta, la que está creando este clima de resentimiento generalizado que intentará -y con razón- la gran venganza
del 2026.
Prostituir la política, como han hecho este
Congreso y este gobierno de esperpentos, es fabricar monstruos. Y el problema
con los monstruos es que, a la larga, resultan inmanejables. El monstruo que
están creando podrá aparecer en las elecciones disfrazado de grito, tumulto y
redención. Si la heredera de la corrupción homicida del fujimorismo cree que
eso le conviene, se equivoca otra vez. Dudo a estas alturas que el fujimorismo
llegue siquiera a la segunda vuelta.
Prostituir los partidos políticos es matar la
democracia. Prostituir el sistema de representación es desterrar lo más íntimo
del contrato social. Prostituir el Congreso es sembrar una rabia que bien
podría conducimos a la anarquía y la explosión social. El Congreso y el vil
gobierno de Boluarte creen que están levantando los cimientos de un
neoliberalismo sin escrúpulos y para la eternidad. Rospigliosi está seguro de
que ha contribuido a decretar el fin de la historia peruana.
¡Pobres diablos! Lo que han hecho y siguen haciendo
es convocar a una revolución popular que desinfecte el país y le devuelva a la
política el sentido de servir a todos los peruanos de bien. <:>
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