domingo, 4 de diciembre de 2022

COSTUMBRES DE MI TIERRA: TODOS LOS SANTOS

 TODOS LOS SANTOS

en JULI de ANTAÑO

Escribe: Rufino Calderón Bedregal

Tomado de JULI ETERNO Nº 51

Llevamos en la sangre el conocimiento de la cosmovisión y el culto a los muertos, por lo que el 1º y el 2 de noviembre adquieren gran significación religiosa, de tal manera que la fiesta de Todos los Santos durante la segunda mitad del siglo pasado lo celebraban tanto ricos como pobres, pues todo el pueblo en su conjunto celebraba a lo grande, siempre de acuerdo a su economía y a sus posibilidades.

Los siempre deliciosos Bizcochuelos
Antes, nuestra ciudad era muy pequeña, acogedora y limpia, en donde todos nos conocíamos. Su extensión geográfica en sus puntos cardinales: el cementerio al poniente, al este el Arco, luego la calle del templo de San Juan el norte, y luego las casas de las familias Prado y Arce por el sur. Apenas unas cuantas manzanas de casas, unas de techo de calamina, pocas de tejas, pero el 60% o 70% con techo de paja y paredes de adobe. En este pueblo, todas las familias con difunto “caliente” (hasta tres años del fallecimiento) se preparaban para alistar las ofrendas, el nicho, las guirnaldas, flores, etc., porque tenían que estar bien presentados con los mejores productos y arreglos.

Yo tenía 4 años de edad cuando mi madre, ante la proximidad de la fiesta de Todos los Santos, preparaba todo lo necesario para “hacer rezar” en recuerdo de mi padre en el primer año de su fallecimiento.

Con meses de anticipación, mi mamá y mis hermanas iban a las ferias del campo, “kjatos” en aymara, y juntaban huevos y queso y días antes del 1º de noviembre visitaban el horno de propiedad del popular “maestro Paucar” llevando los ingredientes necesarios para preparar los ricos bizcochuelos. Estos se elaboraban con solo huevos bien batidos con azúcar y algo de maicena. La mezcla había que batir y batir, hasta que, llegado el punto, el maestro Paúcar decía “ya está listo” y con un cucharon procedía a repartir el batido a las cajas de bizcochuelo previamente preparadas y dispuestas en “formación militar”. Al rato salía del horno el delicioso manjar. En seguida desfilaban los maicillos, los bollos, las sarnitas, las empanadas, las guaguas, las escaleras, las palomas, en fin, diversidad de delicias de las manos de mi madre, de mis hermanas de los maestros panaderos y sus ayudantes, a quienes tengo presente en mis pupilas y mi corazón. El local donde se ubicaba el horno era un loquerío, porque también había otras familias con los mismos propósitos, era casi una contienda silenciosa, una lucha interna para lograr horneados que significaran un mejor recibimiento de sus difuntos. 

Y llegada la fiesta de Todos los Santos, en la víspera las familias preparaban un altar con mantos color negro y en la mesa que era presidida por el retrato del difunto y un crucifijo, habían candelabros con cirios, estaban los potajes que eran de preferencia del difunto: el Chayrito, el chicharrón, el estofado, el pheske etc.. En la cabecera el cigarro, la botella de pisco o el cogñac y todas las delicias salidas del horno.

Un "altar" para recordar al difunto
Al pie del altar estaba la infaltable agua bendita con un ramito de flores con el cual el visitante luego de rezar por el difunto echaba unas gotas al altar y a los deudos les decía: “que se reciba esta oración”. Se sentaban, para recibir el platillo de ofrendas de manos de uno de los deudos y un ponche caliente de guindas con un poco de licor para el frío.

Así desde las 7 de la noche empezaban a ingresar los “reciris” y visitantes a las casas donde había un difunto, era costumbre hacer rezar a sus difuntos incluso hasta los 10 años.

Al día siguiente se iba al cementerio y junto al nicho del difunto se atendía a los amigos con chocolate caliente café o mate desde las 6 hasta las 8 o 9 de la mañana Y a partir del mediodía, se atendía a las amistades que se acercaban al nicho de nuestro difunto, con las ofrendas o con platos de comida para lo cual toda la familia tenía que prodigar atenciones a los visitantes que oraban por nuestro difunto.

Mientras tanto para los niños era una ocasión especial porque, en sus cometas los despedían a los difuntos. Era la época de las cometas. El kara gallo rey de las cometas, la estrella, el barril, la cholita; todos nos preparábamos por cuanto había concursos. Y no faltaban palomillas que en la cola de la cometa prendían una hoja de afeitar para cortar a la cometa que mejor volaba.

Y las niñas ocupadas en hacer arreglar sus envoltorios bordados y de calidad, para poner su wawa de bizcocho o pan, para hacerlas bautizar, lo que generaba risas hasta chistes, por las preguntas que los padrinos les hacían a las chicas que hacían bautizar.

Al final del día había “reciris” (rezadores) hombres que visitan a los deudos allí donde había atención y se ofrecían rezar y recoger la mesa. Con el consentimiento de la familia decían una oración especial y larga con canticos acompañados por la familia. Al final se recogía la mesa y todo lo que quedaba de “ofrendas” (panes alegóricos) eran para el “reciri”.

Como corolario de este relato les cuento que mi mamá en una oportunidad me encargó que cuide las ofrendas que dejaron los “reciris”. “Tenemos que retornar, para traer más”, dijeron y me quedé en casa cuidando los paquetes, pero empecé a probar los maicillos y como estaban tan ricos y calentitos, comí y comí y cuando llegaron mi mama y mis hermanas me encontraron con un dolor estomacal que me duró varios días, y no comí más maicillos. <:>


ALGO PARA RECORDAR SOBRE LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS 

¡UKA URACIUNA KATUQASPANA!             

Escribe: Efraín Iturry Gandarillas.    

En el calendario cristiano o gregoriano los días 1 y 2 de noviembre se celebra el día de todos los santos a nivel mundial, gracias a la influencia católica en Juli, provincia de Chucuito,, esta fecha tiene características especiales, que aún persisten. 

Desde meses, días y horas antes al 1 y 2 de noviembre de todos los años, como obligación de las familias que han tenido la desdicha de perder a uno o más seres queridos durante los tres últimos años; van presurosas comprando y preparando los materiales e ingredientes necesarios para alistar los altares de recepción a las almas de los difuntos, quienes visitaran la tierra por última vez antes del descanso eterno y a los “resiris” y músicos, quienes con sus rezos y canciones ayudaran a la redención de sus pecados.  

Estos altares se improvisaran con una mesa adecuada, la que estará ubicada en un espacio céntrico de la sala pegada a la pared donde se instalaran unas escalinatas de madera o cartón, las que se cubrirán con  tapetes y manteles de color oscuro (negro de preferencia) que abarcarán la mesa y la pared en forma escalonada, en cuya parte céntrica superior colocaran la fotografía del difunto(a), candelabros con cirios o velas, jarrones con flores de diversos colores le darán solemnidad y adornaran este altar, así como la diversidad de bocadillos, comidas y bebidas servidas y dispuestas en la mesa y escalinatas; como: panecillos, “sarnitas”, panecillos en forma de ángeles, escaleritas, caballos, palomas, etc., galletas, ”t’ant’awawas”, “turcowawas”, “maicillos”, bizcochuelos, “pasankallas”, caramelos, golosinas y frutas etc., también comidas,

Cementerio puneño
asados, chicharrones, pollo a la brasa, picante Juleño, Thimpu, warjjata, trucha frita, etc., bebidas; como vinos, chicha, cervezas, piscos y/o wiskis, todo lo que apetecía en vida el difunto surtirán este singular altar o mesa; también acompañaran con algún detalle litúrgico como un crucifijo o algún santo, una vasija con agua bendita estará a la mano para bendecir las oraciones y canciones de parte de los “resiris” y músicos; algunos integrantes de la familia tendrán el encargo de limpiar y pintar los nichos de sus difuntos en el cementerio general, las que deberán  quedar limpios y relucientes para el día 2. 

Familias, cuyos difuntos ya descansan eternamente al lado del creador (después del tercer año) preparan altares simples recordando a sus seres queridos, sin obligación de recepcionar “resiris” ni músicos; además, encargan o elaboran sus bocadillos, para compartir con los familiares presentes o enviar en encomiendas a los parientes o amistades esparcidas por el mundo.  

Los hijos menores entusiasmados, afanando a sus padres la compra de los materiales para elaborar sus cometas, papeles de color, carrizos o pajitas para la armazón, gomas o pegamentos e hilos para hacerla volar, en la creencia de traer a las almitas de los difuntos a la tierra, las niñas emocionadas, ante la proximidad de la fecha buscando una muñeca o una “guagua” de pan; para que, con algún “padrino” ocasional hacerlas “bautizar” el día 2 en el cementerio general.

 Los adolescentes y jóvenes en sus reuniones convenciendo al “padre” y “madre” simulados para bautizar la “guagua”, la que será una torta en forma de bebé, convenciendo a los “padrinos” también simulados, así como designando al “cura” y “acolito” quienes oficiaran esta ceremonia de bautizo satírico, que culminara en una fiesta; pretexto de diversión por casi todos los fines de semana del mes de noviembre.

Los “resiris” y músicos, seguramente alistando sus bolsas, mochilas y similares, para “pallapar” o juntar los panes, “sarnitas”, galletas, “maicillos”, bizcochuelos, caramelos, “pasancallas”, etc. que les obsequiarán por sus rezos y/o canciones; así como afinando sus instrumentos y/o practicando los rezos y canciones que ofrecerán a los difuntos en este año.  

Llegado el 1 de noviembre, en la casa elegida todo está listo desde las 7.00 pm. hasta las 12.00 pm. para recibir a los “resiris” y músicos por separado; quienes en parejas o grupos van ingresando a la sala o lugar donde se encuentre el altar, ubicándose delante , preguntan el nombre del difunto de su alma a salvar, rezan en voz baja o en voz alta, o entonan alguna canción adecuada, luego de culminado el rezo o canción y después de rociar con el agua bendita al altar, y como indicando la finalización de su participación, dirán “Uka uraciuna katuqaspana” en aimara, o que se reciba la oración en castellano; luego los familiares invitan a que tomen asiento, y en agradecimiento obsequian con todas las bizcotelas preparadas y bebidas como ponches, chicha, gaseosas algunas veces vinos,  cervezas, piscos y/o whiskys; después de cuya degustación y guardando algunos bocadillos en las bolsas que se van llenando conforme van visitando domicilios de dolientes;  abandonan presurosos la sala para dar paso a otro grupo, enrumbando  en búsqueda de otro domicilio y así sucesivamente hasta la media noche.   

T'ATAGUAGUAS
El día 2 en el Cementerio General, muy temprano por la mañana hay un movimiento inusitado de comerciantes en la parte exterior preparando los stands de comidas  y bebidas y en la parte interior, las familias dolientes adecuando los lugares delante o cerca del nicho del difunto para recibir a los “resiris” y músicos; luego de ataviar el nicho con coronas y ramos de flores naturales o artificiales, esta vez; llevaran algunos muebles como mesas y sillas, para poner los bocadillos y platos de ricos potaje ,  bebidas y asientos para los invitados. Por las inmediaciones una fila de numerosos “yatiris” o “resiris” prestos al rezo solicitado de muchos creyentes para el descanso eterno de sus difuntos; grupos de músicos de todo género, también atentos y dispuestos a complacer con las canciones que en vida le gustaba al difunto, como huaynos, valsecitos, rancheras, tunantadas, morenadas, etc. . 

Una vez instalados los lugares de recepción, las familias dolientes invitan a los “resiris” y músicos, a que pasen a rezar o entonar una o más canciones en el nicho correspondiente y pedir por el alma del difunto quien se encuentra en el purgatorio en la redención de sus pecados, actividad que se realiza durante todo el día; donde se repite la misma escena de la noche anterior realizada en el domicilio y de igual manera son agasajados con bocadillos y bebidas ya mencionados. algunos invitados especiales se quedarán a compartir de las bebidas y degustar de los platos
especialmente preparadas para la ocasión.

Las familias cuyo difunto ya cumplió tres años, invitarán a algunos vecinos a sus domicilios para proseguir con despedir a la almita o “botar el luto”, y desearle el descanso eterno al lado del Creador, con una fiesta donde se participa de un ritual, que consiste en que los deudos intercalando cada pieza musical y alternadamente, irán obsequiando los panes, “sarnitas”, galletas, bizcochuelos, caramelos, “p’asankallas”, etc. que exhibían en el altar o mesa, hasta quedar sin ofrendas; mientras entre baile y baile se comparten las bebidas y comidas.  

Retomando las actividades del cementerio, las niñas en el transcurso del día cargando o en brazos con sus “wawas”, buscando “padrinos” para bautizarlas, para lo cual eligen un nombre con el cual bautiza el “padrino “a la “wawa” quien obsequia algunas monedas u otro regalo.  Los niños, emocionados volando sus cometas de diversos colores y formas, como los “barriles”, las “estrellas”, los “barcos”, la “cholita”, “cintura e’ mono”, “q’aragallos”, etc.; instituciones como la Municipalidad o educativas, en el ánimo de despertar la creatividad y habilidades de los niños, organizan concursos de la cometa más bonita o la que vuela más alto, premiando con obsequios a los ganadores. 

Llega el atardecer después de tanto trajinar, los “resiris” y músicos con sus bolsas llenas de obsequios que paliaran sus desayunos por unos días, los niños y niñas contentos con sus regalos o juegos realizados; y las familias satisfechas por el deber cumplido, algunas despidiendo deseando el descanso eterno de sus difuntos, y otras pensando en los dos o un año venidero que falta cumplir, se retiran; oscureciendo ya, se cierran las puertas del cementerio y mañana volverá todo a la normalidad. 

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RESIRIS: Personas que rezan oraciones católicas.  SARNITAS: Panecillos cubiertos de un preparado de huevos y queso.  T’’ANT’AWAWA O TURKUWAWA: Panes grandes en forma de bebés.  PALLAPAR: Juntar o acumular.  P’ASANKALLA: El mana azucarado.  MAICILLOS: Bocaditos especiales de maíz.  YATIRI: Sabio, el que sabe.  




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