jueves, 8 de diciembre de 2022

OPINION: LA ESPECIAL COYUNTURA POLITICA PERUANA

 INTENTO DE VACANCIA,

AUTOGOLPE Y GOLPE.

Betty Rhasa

Lo que está pasando en el Perú nos obliga, imperiosamente, a un análisis minucioso, sensato e integral que no da lugar a lo sentimental.

Quisiera aclarar a mis amigxs y compañerxs de lucha e internacionalistas que Pedro Castillo no es ningún santo ni inocente. Él traicionó al partido Perú Libre que le dio espacio para su candidatura, traicionó a la izquierda, al pueblo y a sus promesas que hizo durante su campaña electoral. Renunció a su sombrero, con el que caminó durante todo el proceso electoral y se inclinó hacia la derecha para que lo dejen gobernar, coqueteó con lxs empresarios, se codeó y cobijó en los halagos del impresentable Luis Almagro (presidente de la OEA) y en el gobierno de EE. UU. Y, para mantenerlos contentos, decía abiertamente que no apoyaba a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

En el Perú, al iniciar su mandato, Pedro Castillo nombró ministro de Relaciones Exteriores a Héctor Béjar, un compañero histórico de gran respeto dentro de la izquierda peruana. El Canciller fue abierto en su apoyo a Cuba y Venezuela y manifestó su apertura a las relaciones internacionales con el gobierno venezolano. Obviamente que esto no gustó a la derecha y a su prensa vendida y mucho menos a la mayoría fujimorista del congreso, quienes desde el primer día del gobierno de Castillo estaban tramando su caída. Efectivamente, Pedro Castillo no ha tenido un día de paz como presidente y siempre se ha visto con un pie adentro y otro pie afuera por el temor a la vacancia que lxs golpistas del congreso buscaron desde el comienzo de su mandato, el 28 de julio de 2021.

La campaña contra el compañero Héctor Béjar se profundizó cuando la derecha y su prensa ayayera empezaron a difundir la idea que Béjar fue un “terrorista”. Se referían al hecho de haber sido un miembro histórico y fundador del Ejército de Liberación Nacional (ELN), un grupo guerrillero que se levantó en armas en los primeros años de la década de 1960, grupo en el que también perteneció, y fue asesinado en combate, el reconocido y querido poeta peruano Javier Heraud. A la derecha y militares tampoco les gustó que en el pasado Héctor Béjar haya declarado contra la Marina de Guerra y su relación con la CIA durante el periodo del conflicto armado en el Perú entre los años 1980 y 2000. Pedro Castillo no quiso contradecir ni a la derecha golpista ni a los militares, y a los 19 días de haberlo nombrado ministro de Relaciones Exteriores, le pidió a Héctor Béjar su renuncia al cargo.

Pedro Castillo también pidió la renuncia de Guido Bellido, del partido de gobierno Perú Libre, como Presidente del Consejo de Ministros porque a la mayoría fujimorista no le gustaba que un “serrano” quechua hablante y chacchador de hojas de coca sea el Premier. Posteriormente, Castillo fue destituyendo a otrxs ministrxs progresistas de partidos que dicen ser de izquierda, y todo para congraciarse con la derecha que día a día le presionaba.

En el Perú existe un racismo abierto desde la clase dominante y también desde lxs emprendedores de origen andino que han logrado ubicarse dentro de la clase media. Esta clase se caracteriza no solo por ser racista y clasista sino también por la profunda corrupción en la que están inmersos. Esta misma clase, con su prensa vendida y sus representantes en todos los poderes del Estado, especialmente siendo mayoría en el congreso, no soportaban a Pedro Castillo y les asqueaba que un humilde profesor del campo sea su presidente.

En su afán de querer congraciarse con la derecha para evitar las constantes amenazas de vacancia desde el congreso, Pedro Castillo deslindó y rompió con Perú Libre de Vladimir Cerrón, partido que le sirvió de “vientre de alquiler”, que le dio a luz como candidato y llevó a la presidencia. Castillo también rompió con el posterior acuerdo de unidad que tuvo con Juntos por el Perú, de izquierda, al pedir la renuncia de Pedro Francke como ministro de Economía y Finanzas. Igualmente pasó con Mirtha Vásquez, una reconocida activista ambiental y feminista de izquierda quien fue la siguiente Presidenta del Consejo de Ministros, después del sustituido Guido Bellido. A la derecha no le gustó que la Premier anuncie el cierre de algunas mineras y al no lograr el respaldo del presidente Castillo, Mirtha Vásquez se vio obligada a renunciar. Y así, las sustituciones y renuncias ministeriales fueron in crescendo.

De esa manera, Castillo se fue quedando solo por haber apartado de su entorno a todo lo que significaba izquierda. En el camino de su periodo se apartó del pueblo y sus bases. Pese a todos sus errores, un sector de la población peruana aun lo apoyaba, pero Castillo se aferró a seguir haciendo concesiones con la derecha golpista para evitar su vacancia.

Los congresistas ya habían tenido dos intentos fallidos de vacancia presidencial por falta de reunir los 87 votos, necesarios para vacar “por incapacidad moral” al presidente. En los últimos días, Castillo estuvo viviendo la amenaza del tercer intento de vacancia. Y, en lugar de buscar una forma constitucional de cerrar el congreso obstruccionista que el mismo pueblo lo pedía a gritos, en las calles y las redes sociales, y lograr así su permanencia en el gobierno, optó por una medida desesperada: El autogolpe.

El 7 de diciembre de 2022, fecha en que lxs peruanxs recordaremos siempre, Pedro Castillo cayó en la trampa. Posiblemente, sus falsos asesores y algunos militares le prometieron apoyar si daba un autogolpe y una vez que lo hizo lo abandonaron y dejaron completamente solo. Cometió un error muy grande porque cayó en su propia trampa. Su declaración de “disolver” (palabra que tristemente nos recuerda el autogolpe del genocida Alberto Fujimori, el 5 de abril de 1992) temporalmente el congreso de la república, promulgar un toque de queda a nivel nacional, reorganizar todos los poderes del Estado y convocar a nuevas elecciones para elegir un nuevo congreso y elaborar una nueva Constitución fue algo que sorprendió y paralizó por unos segundos, o quizás minutos, a todo el país. Lamentablemente, su movida fue tan desesperada, tan inconsulta y sin apoyo militar ni popular, que le salió el tiro por la culata y se disparó él mismo.


"Yo también me voy". La histórica mentira 

Las consecuencias del grave error de Pedro Castillo fue haber dado la oportunidad perfecta que la derecha estuvo esperando para vacarlo. El congreso, haciendo caso omiso a las declaraciones de Castillo, decidió vacarlo de inmediato como presidente, destituyéndolo de su cargo por “violar la Constitución” al intentar "romper con el orden constitucional". Tal fue así que la derecha golpista, junto a otrxs congresistas mal llamados de “izquierda”, incluyendo a lxs del partido Perú Libre de Vladimir Cerrón, logró reunir una gran mayoría absoluta de 101 votos para consumar su plan de vacar al presidente.

Después de su declaración e intento de autogolpe, Pedro Castillo se vio completamente abandonado y al ver que su caída ya era un hecho inminente, decidió salir de Palacio con su familia y dirigirse a la embajada de México para pedir asilo político. Su propia escolta, que le conducía a la casa diplomática, le traicionó y, obedeciendo órdenes superiores, lo entregaron a miembros de seguridad del Estado quienes lo condujeron a la Prefectura de Lima. Se presume que sería trasladado a la sede de la Diroes (Dirección de Operaciones Especial) de la Policía Nacional del Perú (PNP), lugar donde se encuentra el dictador Alberto Fujimori. Actualmente, Pedro Castillo está a la espera de ser juzgado por el delito de sedición o rebelión y conspiración.

Después de consumada la vacancia, lxs congresistas y la derecha limeña celebraban la caída de Pedro Castillo, dejándose todo el control del país a los caprichos clasistas y racistas del Congreso que sin ninguna espera procedieron luego a colocar a la entonces Vice Presidenta, Dina Boluarte, en la presidencia de la república.

La nueva presidenta del Perú, aparte de ser oportunista y tener antecedentes de corrupción, y quien fuera expulsada de Perú Libre, el mismo partido que le llevó a la vice presidencia, quizás repita la misma suerte de Pedro Castillo en tener que congraciarse con el congreso corrupto para que la dejen gobernar. Sobre ella hubo una acusación de “presuntas irregularidades administrativas” pero una comisión del congreso decidió desestimar y archivar la denuncia en su contra, salvándose de ser destituida de su cargo de vice presidenta. Un favor se paga con otro favor. Ahora ya es la nueva presidenta del Perú, aunque para ello haya tenido que traicionar a la voluntad popular, al voto mayoritario del lxs peruanxs, y a su promesa de apoyar al presidente Castillo hasta el final cuando dijo: “Si al presidente lo vacan, yo me voy con él”.

Dina Boluarte, en su primer discurso presidencial dijo que su gobierno será de “amplia unidad”, convocó a un “amplio proceso de diálogo entre todas las fuerzas políticas”, se entiende de derecha e izquierda, y pidió una “tregua política para instaurar un gobierno de unidad nacional”. De esa manera, evidentemente, la nueva presidenta intenta no solo enterrar todas fechorías, actos de corrupción y daños económicos y sociales que el fujimorismo y su derecha intransigente han causado dentro del congreso y en los demás poderes del Estado, sino que al proponer un gobierno de “amplia base” se sobre entiende que en su gabinete ministerial va a tener que incluir a personajes neoliberales de la derecha corrupta, racista y golpista. De no ser así, lo que le espera a esta presidenta es vivir la misma pesadilla que vivió Pedro Castillo en sus menos de cinco meses de gobierno. De vivir atormentada por la amenaza de la vacancia por parte de la mayoría golpista del congreso, vilipendiada por la prensa mediática mafiosa y vendida a la derecha racista, y presionada por los grupos de poder para obedecer y profundizar el modelo económico neoliberal.

Tras todos estos abruptos hechos políticos que el miércoles 7 de diciembre vivió el país, el pueblo mayoritario, la clase trabajadora y honesta, conformada por personas que día a día luchan para sostener su hogar y alimentar a sus familias, aquellas que votaron por Pedro Castillo como el candidato del pueblo, un profesor rural venido del campo y por quien depositaron su voto y confianza, no está contenta. Hay un descontento popular que ya está en las calles para protestar contra todo ese “circo golpista” que vacó al presidente Castillo y para expresar su rechazo a la nueva presidenta Dina Boluarte, llamándola “oportunista, “traidora” y “no me representas”.

El pueblo peruano y sus bases ya se están organizando para exigir, desde las calles, las redes sociales y en todas sus tribunas y plataformas de lucha, el cierre del Congreso, la pronta convocatoria a nuevas elecciones generales, Asamblea Constituyente y una nueva Constitución. Mientras no se resuelvan esos pedidos, la consigna general que el pueblo ha vuelto a retomar es: ¡Que se vayan todxs!

© Betty Rhaza 2022

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