martes, 16 de julio de 2024

DE LA EXITOSA PELICULA “LA PIEL MÁS TEMIDA”

ENCUENTRO CON MARÍA LUQUE

Christian Reynoso 

F

anny, la hija de doña María Luque, quien encarna a la abuela Dominga en la película “La piel más temida”, nos indica vía WhatsApp, cómo llegar a su casa en El Alto, Bolivia. “¿Vienen en auto o en teleférico?”. “En teleférico”, respondemos. Entonces, señala que debemos bajar en la estación de Río Seco que es la última de la línea Azul, y luego caminar media cuadra hacia el lado derecho. A continuación, envía la foto de una calle y varios edificios, en la que señala la fachada de la casa con una flecha. Imposible perderse.

Christian Reynoso con María Luque
Visitamos a María Luque llevados por la curiosidad de conocerla y conversar con ella, tras haberla visto en “La piel más temida”, película que hace unos meses fue blanco de la polémica en el Perú. A la sazón, María no está muy al tanto de la discusión que se produjo y todavía no ha podido ver la película. Tampoco pudo venir al estreno, en Lima, porque está delicada de salud, pero ha recibido el Premio APRECI (Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica) por su participación. Para ella, haber trabajado en esta película ha sido un sueño hecho realidad.

María nos recibe en su habitación. Está acostada y no puede moverse mucho por una reciente operación a la columna. También sufre de diabetes y recibe diálisis, nos cuenta. A sus 63 años (nació el 19 de marzo de 1961), aún debería estar fuerte, pero no ha tenido suerte con la salud; sin embargo, mantiene el ánimo y espera recuperarse pronto. Tiene cosas que hacer. Fanny aprovecha para llamarle la atención, pues debe cuidarse y guardar reposo. Por lo pronto, ella le ayuda con todo. María sonríe ante su hija y recibe la rosa que le hemos llevado de regalo. Enseguida, pide su sombrero. Quiere estar guapa frente a nosotros.

Nos sentamos al pie de la cama y empieza a contarnos de ella y cómo se convirtió en actriz y cómo eso le ha servido en la vida. Vivió su niñez en su Camacho natal y luego se vino a El Alto para estudiar. Su madre murió cuando estaba en sexto de primaria y desde entonces vivió con su abuela. Se casó a los 20 años y puso su puesto de ropa, cosméticos y útiles escolares en la hoy famosa feria 16 de julio. Entre los recuerdos de su niñez está el deslumbramiento por la televisión. Se preguntaba cómo las personas podían entrar en ese cajoncito y moverse y hablar. Ella quería hacer eso. Tal vez ahí estaba el germen de lo que vendría después: la actuación.

A sus cuarenta años María Luque aún no tenía consciencia de lo que era ser una actriz. Su vida transcurría entre el trabajo y los hijos, hasta que sufrió un episodio de violencia familiar. Su esposo bebía y las cosas se descontrolaron. La crisis se agudizó y María tuvo que recurrir al Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza de El Alto para recibir ayuda. Allí conoció a Erika Andia, directora y actriz boliviana, famosa por su papel en “¿Quién mató a la llamita blanca?” (2006), quien dirigía talleres de teatro. De esta manera, en 2007, María recibió su primera clase de actuación. Su vida cambió.

Empezó con una obra en la que, junto con otras mujeres, actuaba y testimoniaba su condición de mujer en situación de violencia. La obra se presentó en todos los distritos de El Alto. María empezó a destacar y poco a poco la llamaron para radionovelas, spots, documentales y películas. “Ha sido un cambio grande para mí, iba con mi aguayito al taller y memorizaba lo que tenía que decir”, nos cuenta. Su primer papel en el cine fue el de una abuela en “Campo de batalla” (2011), una película sobre la migración. Con el tiempo ha actuado en “Pacha”, “Averno”, “Lo peor de los deseos”, “Viejos soldados”, entre otras, y en la serie “La reina del sur” (“vi a la Kate del Castillo de lejos”, recuerda), hasta que llegó la oportunidad de “La piel más temida”, gracias a uno de los actores, Amiel Cayo (el camionero Víctor), que la presentó al director Joel Calero, para que interpretara a la abuela Dominga.

María Luque
María ya había estado en el Cusco, junto con otras mujeres bolivianas, donde presentó la obra teatral “Kusisita”, pero esta vez llegó sola para participar de la película peruana. “Me sentí una maravilla cuando recibí la confirmación de mi papel”, dice. “Me puse a memorizar y a practicar y en mi familia se alegraron mucho”. La escena más difícil fue la de matar al conejo: le temblaron las manos; mientras que la escena que, como le contamos, ha sido destacada por la crítica —el diálogo al interior del camión entre ella y Víctor, mientras este toca la mandolina— la recuerda con especial cariño: “Se hizo de madrugada y salió de una sola, no hubo que repetirla”.

Sobre su marcado dejo boliviano que se deja oír en la película, el director le dijo que no se hiciera problemas, que hablara natural. Y así fue. “Me metí en el papel y solo actué”. Fue como un sueño del que despertó solo cuando acabó el rodaje y tuvo que volver a Bolivia. “Me vine llorando en el avión”, nos dice. “Todos en la productora me trataron bien y les agradezco. Me sentí en familia y me da gusto que en Perú hayan visto la película”. Esto da pie para que María hable sobre el cine boliviano: “Aquí en Bolivia se ven mucho más las producciones extranjeras y no valoran lo nuestro, por eso yo sigo apoyando lo que se hace aquí”. Por ahora, María espera mejorar de salud y seguir actuando. También tiene planeado ir a bailar a la fiesta de la Virgen de Urkupiña, en Cochabamba, y comer una sajta de pollo que es su plato favorito. <>



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