viernes, 7 de febrero de 2020

COYUNTURA POLÍTICA EN EL PERU


LECTURAS INTERESANTES Nº 943
LIMA PERU            7 FEBRERO 2020
LOS LADRONES NOS DENUNCIAN
Américo Zambrano
en HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 478, p. 2 y ss. 7FEB20
Odebrecht demanda al Perú por 1,200 millones de dólares. La cutra brasileña está convencida de que los peruanos cloquean y ponen huevos. El fiscal Rafael Vela se enteró del asunto el 24 de enero y no dijo nada. El gobierno tampoco
Desde hace tres se­manas, concreta­mente desde el 24 de enero pasado, el fiscal coordinador del Equipo Especial del “caso Lava Jato” Rafael Vela Barba y el procurador ad hoc Jorge Ramírez sabían que Odebre­cht había demandado al Estado peruano por 1,200 millones de dólares. Sin embargo, ambos guardaron silencio.
Jugando sucio. Capo Odebrecht
¿Por qué? Vela alega que a él no le correspondía hacer pública esta información sino al Ministerio de Justicia o a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), dado que el contencioso es contra el Esta­do peruano. De tal forma que optó por ocultar la informa­ción al país.
El Consejo de Defensa Jurí­dica del Estado, que depende del Ministerio de Justicia, fue advertido de la multimillonaria demanda de Odebrecht el pasado martes 28 de enero, según un documento oficial al cual tuvo acceso esta revista. Sin embargo, el gobierno de Martín Vizcarra no comunicó este hecho a la opinión públi­ca. El fiscal José Domingo Pé­rez también fue puesto al tan­to del tema, el pasado 29 de enero. Pérez también prefirió quedarse callado.
El encubrimiento llegó a tal punto que, el jueves último, una fuente próxima al presi­dente Martín Vizcarra aseguró a este semanario que el gobier­no se había enterado recién el pasado miércoles 5 -y a tra­vés del Tuíter- que la empre­sa brasileña había presentado una demanda multimillonaria ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias re­lativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial. “Nos ente­ramos por el Tuíter. Nadie nos avisó con anticipación. Nadie nos dijo nada. (Los fiscales) debieron avisarnos inmediatamente para que el gobierno tome las medidas del caso. Se hubiera podido contratar a un estudio de abogados, por lo menos. Esta noticia nos agarró por sorpresa”, afirmó un ase­sor presidencial a esta revista.
En efecto, al cierre de esta edición el gobierno ni siquiera había contratado a un bufe­te de abogados para analizar la demanda de Odebrecht. La empresa brasileña, en cambio, es patrocinada en este caso por la firma multinacional Clifford Chance LLP, uno de los 10 es­tudios más grandes del mundo con sede en Londres, Inglaterra.
El miércoles 5, por la tarde, el premier Vicente Zeballos conce­dió una entrevista a Ideele radio en la que se mostró sorprendido por la demanda de Odebrecht. “Decir que nos causa extrañeza resulta diplomático. Este es un acto de provocación a lo que es la justicia. No tiene lógica y nos pa­rece un contrasentido”, se quejó Zeballos.
Pero el Premier no estaba en lo cierto. Documentos a los que tuvo acceso esta revista señalan que todo el sistema de justicia estaba al tanto de la demanda de Odebrecht desde hace algunas semanas.
La trama se inició hace más de un mes, cuando el director jurídico de Odebrecht, Rogerio Bautista de Nova Moreira, se reunió con altos funcio­narios de los Ministerios de Energía y Minas y de Econo­mía y Finanzas para tratar “de manera amigable” la controversia relacionada al Gasoduc­to del Sur. Odebrecht preten­día “negociar” la venta de los bienes inmovilizados tras la paralización del proyecto en febrero del 2017, durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, para ganar liquidez y pagarles a sus acreedores. Los directivos de Odebrecht esta­ban fascinados porque, desde que estalló el escándalo a fines del 2016, ningún directivo del grupo brasileño había pisado una dependencia importante del gobierno peruano.
Odebrecht, la coimera, ha­bía vuelto y creía que sus re­clamos serían atendidos. Pero recibieron un rotundo “no” en las carteras de Economía y Energía y Minas. Entonces pa­saron a la contraofensiva.
El pasado miércoles 24 de enero, una semana antes de que los fiscales del Equipo Es­pecial viajaran a Brasil para interrogar a Jorge Barata y a otros exejecutivos de Odebre­cht, Vela Barba recibió una carta de cuatro páginas firma­da por Roy Lemos Sampaio, director presidente de Ode­brecht, y por Rogerio da Nova Moreira, director jurídico de la constructora brasileña. En este documento las cabezas de Odebrecht comunicaron a Vela Barba que la compañía de las coimas había decidido presentar una demanda por 1,200 millones de dólares con­tra al Estado peruano por el Gasoducto Sur Peruano. Vela fue el primer peruano en ente­rarse de este contencioso.
La comunicación resultó sorprendente: los brasileños empiezan recordando la firma del “Acuerdo de Colaboración Eficaz” que les dio la impuni­dad absoluta en nuestro país, expresan su arrepentimiento por haber “participado en he­chos ilícitos” y subrayan que mantienen “la firme voluntad de preservar de forma íntegra el Acuerdo de Colaboración, así como la relación de confianza y transparencia” con la Fiscalía.
Acto seguido, se lamentan asegurando que la resolución del contrato de concesión del Gasoducto Sur Peruano fue “un golpe muy duro para la compañía, especialmente fren­te a determinados y muy rele­vantes grupos de acreedores financieros y aseguradoras”.
Las cabezas de Odebrecht culpan al expresidente Pedro Pablo Kuczynski de todos sus males y subrayan que “ac­tualmente el Sr. Kuczynski se encuentra con arresto domici­liario, a raíz de informaciones derivadas del proceso de cola­boración eficaz continuo con la empresa, quedando eviden­ciado que el acto de termina­ción del contrato de concesión fue realizado por intereses personales (de PPK) al tener el propósito de expulsar a la empresa del país y evitar que el proceso de colaboración pu­diera avanzar”.
Los directivos de Odebrecht argumentan seguidamente que, en vista de que el plazo para que la empresa intentara “recuperar la inversión realizada en el Gasoducto sur Peruano” estaba a punto de vencer, buscaban llegar a un acuerdo con las autoridades del Ministerio de Energía y Minas y del MEF para “solucionar la controversia”. “Al no tener éxito en la gestión, la compañía no tuvo otra alternativa que presentar la demanda arbitral ante el CIADI el 21 de enero del 2020” 
El documento recibido por Vela Barba hace suponer que Odebrecht tenía todo calculado para salirse con la suya, a costa de las autoridades peruanas. A lo largo de tres años, la empre­sa brasileña mintió sistemáti­camente, ocultó información, entregó los documentos que le convenían y suscribió un “Acuerdo de Colaboración Efi­caz” reconociendo sobornos únicamente en cuatro obras (Interoceánica Sur, Metro de Lima, Vía Costa Verde y Vía Expresa del Cusco) y dejando de lado la joya de la corona: el Gasoducto Sur Peruano (GSP), una obra faraónica cuya inver­sión superaba los 7,000 millo­nes de dólares.
La estrategia de Odebrecht, de hecho, nunca fue la de reco­nocer actos de corrupción en el Gasoducto del Sur. Cuando el Consorcio Internacional de Pe­riodismo de Investigación des­tapó las planillas ocultas de la “Caja 2” que demostraban que Odebrecht sí había repartido pagos ilícitos por esta gigantes­ca obra, la empresa brasileña se apresuró, con la anuencia de los fiscales, en culpar a un pequeño grupo de abogados y lobistas, entre los que aparecía un letrado ya fallecido: Luis Pizarro, alias “Princesa”. Jorge Barata dijo que Pizarro recibió i’300,000 dólares por los ser­vicios prestados a Odebrecht durante la concesión del Ga­soducto del Sur.
Ni Barata ni ningún otro delator brasileño involucraron a un solo funcionario público en este caso. Si lo hacían, el gobierno hubiese activado la “cláusula anticorrupción”. Y sus pretensiones para deman­dar al Perú por el Gasoducto del Sur hubiesen fracasado.
Su estratagema, en retros­pectiva, consistió en alargar el proceso de colaboración, soltando datos a cuentagotas hasta cerrar el “Acuerdo de Colaboración Eficaz” y obtener todos los beneficios del caso. Incluso, luego de la homologa­ción judicial de este convenio, la empresa brasileña presio­nó a las autoridades peruanas para que le devolvieran 524 millones de soles por la venta de la hidroeléctrica de Chaglla. Odebrecht amenazó con dejar de brindar información si es que el gobierno peruano no le pagaba esa fortuna. El fiscal Rafael Vela y el procurador Ra­mírez enviaron sendos escritos a la jueza María Álvarez Camacho para que se aprobara el desembolso. Finalmente, el 8 de diciembre del año pasado el Ministerio de Justicia autorizó el pago de los 524 millones de soles a Odebrecht.
A partir de entonces, Odebrecht volvió a la carga asegurando que debelaría todos los “codinomes” de la “Caja2” y entregaría la información contenida en los servidores My Day y Drousys.
Nada de esto ocurrió como se había previsto. Odebrecht alego que no tenía plata para pagarle a la empresa forense que tenía la misión de “desencriptar” los servidores de la constructora brasileña. Los fiscales no recibieron las planillas originales de Odebrecht sino algunas copias que todavía se encuentran siendo “descodificadas”.
Odebrecht, según diversas fuentes consultadas por esta revista, sólo buscaba ganar tiempo para asestar el zarpazo final. De acuerdo a la página web del CIADI, la demanda de Odebrecht Latinvest contra el Estado peruano fue interpuesta el pasado 21 de enero y fue “registrada” el 4 de febrero con el código: “ARB/20/4”.
El fiscal Rafael Vela Barba dice haber recibido la carta de Odebrecht el viernes 24 de enero, cuando estaba en Curitiba. Vela ofreció múltiples de­claraciones en Brasil, habló de las diligencias realizadas, de al­gunos “codinomes”, de las pla­nillas ocultas de My Web Day. Pero no dijo una sola palabra de la millonaria demanda.

El 28 de enero pasado el Consejo de Defensa Jurídi­ca del Estado fue informa­do de que Odebrecht había demandado al Estado por el 1 Gasoducto. La Procuraduría ad hoc envió un oficio (N° 88- 2020-JUS) al fiscal José Do­mingo Pérez advirtiéndole de esta bomba. Pero el fiscal que investiga a “madame K” no hizo nada al respecto.
Fuentes del Ministerio Pú­blico señalan que este es un “litigio administrativo” que atañe al Estado peruano, no a los fiscales del Equipo Espe­cial que investigan este caso. Y argumentan que el acuerdo de colaboración eficaz con Ode­brecht no se verá afectado.
La Fiscalía considera que, tarde o temprano, Odebrecht “aclarará” su responsabilidad en el Gasoducto Sur Peruano y hasta podría retroceder en su demanda multimillonaria ante el CIADI, como lo hizo anteriormente la constructora peruana Graña y Montero.
Pero lo ocurrido es un pun­to de inflexión que amenaza las investigaciones que aún se encuentran a medio camino. Al fin y al cabo, el grueso de indagaciones de esta trama todavía no llega a etapa de juicio oral. Hay mucho trecho por recorrer en el mayor escándalo de corrupción de este país. Desde el año 2016, cuando se destapó el escándalo, Odebrecht mantiene la estrategia de reconocer la menor cantidad de casos de corrupción posibles para evadir a la Fiscalía y recuperar todo el dinero de sus activos en el Perú. A la constructora brasileña le importa muy poco la justicia y la verdad. Solo busca proteger sus negocios para recuperar liquidez. Y el Ministerio Público parece haber caído en este peligroso juego.



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