sábado, 1 de marzo de 2025

ACERCA DEL TRABAJO COMO SOBRESALIENTE ACTIVIDAD HUMANA

 EL TRABAJO EN LA HISTORIA

Por Jorge Rendón Vásquez

1.– Origen del trabajo

El trabajo ha sido sido siempre una actividad de los seres humanos productora de los bienes destinados a la satisfacción de sus necesidades.

En los tiempos más remotos, esta actividad tuvo como finalidad la obtención directa de las sustancias necesarias para la vida, como sucedía con las otras especies animales.

Para el mantenimiento de la vida se requiere oxígeno, agua y ciertas materias y, para obtenerlas, los seres vivientes deben realizar un esfuerzo: el oxígeno es aspirado de la atmósfera; el agua debe ser encontrada; y las materias de origen animal, vegetal y mineral halladas en la naturaleza. Esta actividad no puede detenerse, porque la vida es un proceso continuo de asimilación y desasimilación de esos elementos, cuya ausencia, en el límite, causa la muerte del ser.

En esa actividad aparecen ya los dos caracteres que mucho más tarde habrán de serle atribuidos al trabajo: es una obligación fundamental, intuitu personae se diría ahora, porque su incumplimiento acarrearía la muerte del sujeto; y es, al mismo tiempo, un derecho fundamental, porque permite la continuación de la vida. Las especies animales solo han dispensado de esta actividad a sus crías por su incapacidad física, a las que sus madres alimentan y cuidan.

El trabajo en el Tahuantinsuyo
La especie humana comenzó su formación hace unos dos millones de años, muy lentamente, por la invención de instrumentos de trabajo. Al empleo de palos y piedras cortantes siguió el descubrimiento del fuego que permitió el cocimiento de los alimentos animales y vegetales. Esos primitivos instrumentos, perfeccionados por la experiencia, determinaron el desarrollo de la actividad mental, la transformación de las manos, la conformación y el perfeccionamiento del lenguaje y el trabajo en común para la caza de los animales con los cuales se alimentaban y la depredación de otros grupos humanos para alimentarse con ellos o para defenderse. En adelante, la especie humana se impuso definitivamente a las demás especies y se configuró como lo que es ahora, emigrando permanentemente en miles de años por la necesidad de hallar los alimentos que necesitaba.

2.– El trabajo esclavizado

Hace unos 12,000 años, algunos grupos humanos inventaron la agricultura, con la cual el trabajo pudo suministrar más bienes que los requeridos por las tribus que lo practicaban. A esta actividad se asoció la invención de la ganadería cuando los seres humanos advirtieron que podían criar ciertas especies animales para alimentarse con su carne. Este cambio, que implicaba una división del trabajo entre las tribus cazadoras y las tribus agrícolas, tuvo otros efectos: 1) la sedentarización de las tribus agrícolas en centros poblados a diferencia de las tribus cazadoras que eran nómadas; y 2) la aparición del intercambio mercantil que consistió inicialmente en el trueque de bienes agrarios y ganado por prisioneros cazados para ser utilizados en el trabajo que las tribus agrícolas y ganaderas ya no podían atender solo con sus miembros.

Este intercambio fue también el comienzo de la noción de propiedad privada que surgía porque los poseedores de esas mercancías se reconocían mutuamente como titulares del poder de disponer de ellas.

Establecida la esclavitud, la mayor parte del trabajo fue impuesta a los esclavos.

Fue, por lo tanto, normal y legal en aquellos tiempos hacer más esclavos. La caza aportaba tanto animales como seres humanos. A la caza le sucedieron las guerras de conquista, no tanto de territorios que no les interesaban, sino de seres humanos para utilizarlos en el trabajo o venderlos. Desde entonces, casi todo lo que conforma la cultura como creación humana ha sido obra de los esclavos. Aristóteles, el más grande compilador del saber de la Antigüedad, decía: “Un hombre es esclavo por naturaleza, cuando por la medida de sus facultades puede pertenecer a otro. […] Por otra parte, no es grande la diferencia entre el esclavo y la bestia; ambos solo por su cuerpo son útiles.” (La Política, cap. II).

Subsistía, sin embargo, el trabajo por artesanos libres que se alquilaban o vendían sus productos, pero su número era muy reducido y casi todos utilizaban esclavos.

De esa condición dependiente del trabajo surgió el desprecio de las clases propietarias y sus intelectuales por el trabajo y por quienes lo hacían. Platón dijo en su libro La República: “Es propio de un hombre bien nacido despreciar el trabajo.” Y Aristóteles en La Política declaró: “es imposible que el que cultiva la virtud pueda vivir la vida de un obrero o de un jornalero”. Hacia el siglo XI de nuestra era seguía usándose el tripalium, un aparato de tres palos al cual se sujetaba a los esclavos, siervos y otras gentes para torturarlos. De esa palabra derivó la palabra italiana travaglio que se reprodujo en otras lenguas de composición latina. Se decía entonces que el verdugo trabajaba a su víctima. La palabra labor designaba el trabajo de los campesinos.

Solo a partir del siglo XV, el desprecio por el trabajo comenzó a ser dejado de lado luego que Lutero y Calvino elogiaron el trabajo de los artesanos y comerciantes que eran sus seguidores y cuyos intereses defendían.

3.– El trabajo feudalizado

La civilización romana de la Antigüedad, cuya base económica fue la esclavitud, se extendió a casi todo el continente europeo, el Asia Menor y el norte de África. Sus guerras de conquista tuvieron la finalidad de esclavizar a los pueblos vencidos. Hacia el siglo III de nuestra era, cuando al Imperio Romano le fue imposible conquistar otros pueblos, como los germanos, tártaros, eslavos, persas y otros, la esclavitud comenzó a decaer, puesto que los esclavos no podían reproducirse como las personas libres. La decadencia de la esclavitud llevó a la decadencia del Imperio Romano, el que ya no pudo defenderse de los pueblos llamados bárbaros que crearon nuevos reinos y otros territorios autónomos.

Entonces, algunos propietarios de esclavos encontraron más rentable disponer que estos, formando grupos familiares, se encargaran de cultivar las tierras y criar el ganado, dejándoles una parte mínima del producto para que se alimentaran y cubrieran otras necesidades elementales. Así nació el feudalismo que se reprodujo en los territorios del Imperio Romano ya en descomposición. A las familias así sometidas y a las nuevas integradas por la fuerza a esta forma de dependencia se les denominó siervos. Estos eran más libres que los esclavos, porque no podían ser vendidos individualmente, pero sí con las tierras a las que estaban adscritos. La Iglesia Cristiana, declarada única y obligatoria en el Imperio Romano por el Edicto de Tesalónica de 380, se apropió de la décima parte de las cosechas y de la reproducción del ganado de los siervos.

Sin embargo. con la generalización del feudalismo, la esclavitud no desapareció, Las conquistas emprendidas desde el siglo XV por ciertos grupos de aventureros de los países europeos, con la autorización de los reyes, estuvieron motivadas, en gran parte, por la captura de esclavos para venderlos o utilizarlos en el trabajo forzado en los campos, las minas y otras actividades. La esclavitud solo pudo ser abolida en el siglo XIX. En Estados Unidos fue necesario que el Norte abolicionista derrotara al Sur esclavista en 1865 para prohibirla por una enmienda de la Constitución.

4.– El trabajo artesanal

La Edad Media, caracterizada por el feudalismo y el oscurantismo cultural, duró más de un milenio.

En tan largo período, el trabajo tomó otras formas en los centros urbanos.

Una de ellas fue la actividad artesanal que consistía en la elaboración de objetos de uso familiar y personal, instrumentos de producción, palacios, viviendas y obras públicas. Estaba a cargo de los maestros, dueños de los talleres, pero quienes efectuaban casi todo el trabajo eran los operarios y aprendices, sobre los que aquellos tenían un poder de mando omnímodo, incluso para castigarlos cruelmente. Desde comienzos del segundo milenio, los maestros se asociaron en corporaciones a las que dotaron de la facultad de emitir las normas que debían regir el trabajo y los objetos producidos.

5.– El trabajo en el comercio

Otra forma de trabajo fue el comercio, asumido en su mayor parte por las familias de la comunidad judía, dispersada en Europa luego de sus expulsión de Judea hacia el año 70 de nuestra era. A los miembros de esta comunidad se les había prohibido tener tierras y vivir en las ciudades amuralladas y los castillos. Por lo tanto, tuvieron que construir sus viviendas al lado de algunas ciudades, en sitios a los se denominó falsos burgos y a los que protegieron con murallas para defenderse del bandidaje, frecuente en ese período. A los hombres y jóvenes de estas familias no les quedó otro camino para proveerse de lo necesario para vivir que comprar ciertos bienes en un sitio y venderlos en otros donde faltaban. Muchas de esas familias se enriquecieron con esta actividad. Varios siglos más tarde, algunas de ellas la complementaron con el préstamo de dinero por un interés. Los primeros prestamistas judíos se sentaban en bancos colocados en los caminos, plazas y otros lugares donde se les permitía estar. Esos bancos dieron origen al nombre de las entidades que se ocupan de recibir y prestar dinero. Otra ventaja diferencial de las familias judías fue el aprendizaje de la lectura, la escritura y los cálculos aritméticos en el seno de sus grupos familiares para leer la Torá o Biblia y por la necesidad del comercio que podía realizarse en países de otras lenguas, diferencia de efectos importantes con las otras comunidades y los nobles que eran, casi todos, analfabetos.

6.– El trabajo en la manufactura. Comienzo de la relación laboral en el sistema capitalista

Con el desarrollo de los viajes y descubrimientos de nuevos territorios en los siglos XV al XVI se intensificó la producción, el comercio y el consumo de bienes artesanales, lo que determinó la aparición de la manufactura como sistema de producción. Esta consistió en la elaboración de bienes artesanales en grandes locales por trabajadores libres, en su mayor parte campesinos fugados de los feudos o procedentes de las pequeñas propiedades. En esos talleres, los trabajadores utilizaban herramientas simples, la duración del trabajo se prolongaba todo el día, la diciplina era muy severa y los salarios reducidos.

La manufactura fue la primera expresión de la producción por el nuevo sistema capitalista. Se caracterizó por el alquiler de fuerza de trabajo de personas libres por un contrato que, en esos momentos, fue la locación de servicios del Derecho Romano y, en ciertos casos, la locación de obra. En otros términos, este sistema convirtió, de modo general, a la fuerza de trabajo en una mercancía que su poseedor, el trabajador, podía ceder por un salario y por un tiempo limitado, y no para siempre, porque de haberlo hecho él mismo habría pasado a pertenecer a quien la adquiriese, lo que ni  la sociedad en ese tiempo ni el capitalismo querían. En lo sucesivo, el trabajador empleado en la producción de mercancías tuvo que comprar sus alimentos y otros bienes en el mercado.

7.– La Primera Revolución Industrial

Huaman Peñalosa: Revolución industrial
El acrecentamiento del consumo y, en consecuencia, la expansión del mercado llevó a la Primera Revolución Industrial cuyo epicentro fue Gran Bretaña, en la segunda mitad del siglo XVIII. Esta revolución consistió en la producción, utilizando máquinas y dejando las herramientas como instrumentos complementarios. Sus etapas fueron: 1) la invención de máquinas textiles; 2) la fundición del hierro y la fabricación del acero en grandes hornos; y 3) la utilización del vapor de agua como fuente de energía.

En adelante, la producción no fue solo de bienes de consumo personal, sino, sobre todo, de máquinas y herramientas necesarias para el desarrollo de la producción que se retroalimentaba y expandía por el aumento del consumo personal y productivo en todas partes del mundo. Por lo tanto, las fábricas y los talleres concentraron un número creciente de trabajadores, en su mayor parte obreros. Para liberarlos de las ataduras feudales, la clase capitalista tuvo que impulsar el abatimiento el sistema feudal, expropiando los campos sujetos a este sistema y declarando la libertad de los siervos. Fue lo que hizo la Revolución Francesa de 1789.

En el siglo XIX, al multiplicarse en Europa las fábricas y talleres, creció también el número de obreros, procedentes en gran parte del campo, e integrados en las empresas por contratos libremente aceptados, pero cuyas condiciones eran fijadas por los empresarios. Estos determinaban la intensidad y la duración del trabajo, que no era menor a 12 horas por día de lunes a sábado, se desconocían los aparatos y otros medios de protección y los salarios apenas alcanzaban para una vida miserable del obrero y su familia en barracones y edificios insalubres construidos para alquilarlos a ellos. Si el obrero se enfermaba o accidentaba en el trabajo o fuera de él debía pagar los cuidados médicos con su salario. No resulta extraño, por ello, que, a mediados del siglo XIX, la vida de un obrero en promedio no pasase de los 35 años.

La paupérrima situación de los obreros suscitó la conmiseración y la solidaridad con ellos de ciertos intelectuales pertenecientes a la burguesía y la pequeña burguesía, algunos de los cuales elaboraron ideologías y proyectos para liberarlos de esa situación. Entre esas ideologías se hallan el anarquismo, las varias propuestas de socialismo utópico y el marxismo. Planteaban desde una mejora de la situación económica de los obreros hasta un cambio radical de la sociedad capitalista por otra.

8.– La intervención del Estado en la relación laboral

Una de las reclamaciones más importantes desde mediados del siglo XIX fue la adopción de la jornada de 8 horas, promovida por las organizaciones anarquistas y socialistas. Solo la consiguieron en algunos estados a fines del siglo XIX, tras persecuciones, pérdida del trabajo e incluso la vida, y recién se le admitió de modo general luego que la Organización Internacional del Trabajo la aprobara, como el primero de sus convenios, en octubre de 1919.

La adopción de la jornada de 8 horas y la creación de los seguros sociales de enfermedad, accidente y vejez, en Alemania, en la década del 80’ del siglo XIX, son el punto de partida de una nueva etapa en la evolución del sistema capitalista. Esas reglas jurídicas inauguran la intervención del Estado en las relaciones laborales para proteger a los trabajadores de los excesos y abusos de los capitalistas y reducir el campo del libre trato mercantil entre empleadores y trabajadores a lo que no esté regulado por las leyes.

En adelante, la acción sindical y de los intelectuales que continuaban apoyando a los trabajadores y la de algunos partidos políticos ha obtenido nuevos derechos laborales y seguros sociales. Asimismo, ciertos gobiernos y partidos políticos de las clases propietarias se han avenido a reconocerles a los trabajadores otros derechos para reducir su descontento y, en ciertos casos, para apartarlos de la idea de promover o apoyar una revolución social. Después de la Segunda Guerra Mundial y a consecuencia de la reacción social que esta suscitara quedó establecido, en casi todo el mundo, un cuadro de derechos laborales y de seguridad social normativo de las condiciones de utilización de la fuerza de trabajo por otros mediante un contrato libremente pactado. Los derechos sociales más importantes han sido reconocidos por la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, aprobada en París, en diciembre de 1948.

De la obligación y del derecho de trabajar así determinados surgen para el Estado las siguientes obligaciones, como parte de los servicios públicos que debe prestar:

1.– Impartir educación primaria y secundaria obligatoria a los niños y adolescentes, en correspondencia con el desarrollo de las ciencias y las necesidades sociales.

2.– Formar profesionalmente a los trabajadores en los varios niveles requeridos por la economía y los intereses del país.

3.– Procurar empleos a los trabajadores que no lo tienen.

4.– Deducir del valor obtenido por la actividad productiva, además de la remuneración, los recursos para cubrir los derechos sociales monetarios, los riesgos de enfermedad, accidente y maternidad, pagar los salarios de desempleo y las pensiones al alcanzar la edad de jubilación o por incapacidad.

9.– El trabajo en la economía capitalista actual

En el siglo XXI, la producción de los bienes y servicios se halla a cargo del sistema capitalista en casi todas partes. Además, el Estado ha alcanzado una presencia determinante por la necesidad de la prestación de los servicios públicos, cada vez más variados e imprescindibles, y se ha convertido en el más grande empleador. El sistema llamado socialista, consistente en la estatización de la economía, colapsó a fines del siglo XX en los países del Este europeo y fue abandonado en los países de Asia donde había sido implantado, excepto en uno.

Teodoro Núñez Ureta: Jóvenes Trabajadores
Por lo tanto, la noción del trabajo debe ser considerada, en relación a sus funciones, a sus componentes y a los caracteres determinados o modelados por el sistema capitalista.

Dos son las funciones fundamentales del trabajo.

1.– El trabajo sigue siendo una actividad de los seres humanos cuya finalidad es obtener los bienes y servicios necesarios para la satisfacción de sus necesidades, de las cuales la más importante es la conservación de la vida.

2.– El trabajo es el medio que permite obtener a quienes lo realizan los recursos necesarios para su vida personal y familiar. En las condiciones de la sociedad capitalista esto implica que todas las personas deberían acceder a un empleo remunerado o realizar una actividad económica por cuenta propia que les permita un ingreso económico. En consecuencia, el trabajo es, por una parte, un derecho fundamental; y, por otra, una obligación moral esencial, Como obligación recae en las personas aptas de cada grupo familiar. Es una obligación solo moral, porque, no está respaldada por una sanción si se le incumple.

En cuanto a su configuración inmanente, el trabajo es una actividad mental y una actividad física.

Es actividad mental porque todo trabajo debe ser pensado y determinado según los conocimientos de la persona y las instrucciones que se le impartan sobre lo que debe hacer, ya se trate de actividades simples, muy complejas o abstractas.

El trabajo es también una actividad física que se efectúa con los sentidos, las manos y desplazándose. A medida que las técnicas de producción avanzan, el componente mental del trabajo se hace más importante.

Luego de la Revolución Industrial y durante el siglo XIX en las fábricas predominaba aún el trabajo como una actividad basada en las habilidades personales de los obreros, como una prolongación del trabajo en los talleres manufactureros. A fines del siglo XIX, el ingeniero norteamericano Frederick Winslow Taylor acabó con este esquema al introducir el trabajo planificado y organizado por oficinas especializadas al que denominó organización científica del trabajo. A él no le interesaba que el obrero pensara y, para él, cuanto menos pensara era mejor. El obrero debía concretarse a ejecutar los movimientos repetidos y cronometrados indicados por esas oficinas, un método que, según Taylor, podía ser aplicado en todos los campos profesionales y en la gestión gubernamental y universitaria. Así se creó el trabajo en cadena en la fabrica de automóviles Ford, para la que él trabajaba, con lo cual aumentó enormemente la productividad de cada obrero, si bien pagándole solo una pequeña parte del mayor valor obtenido. Luego, la modalidad organizativa del trabajo de Taylor se reprodujo en otras empresas. Las críticas a ella y la necesidad de eliminar o disminuir la resistencia sindical llevaron a ciertos sociólogos e ingenieros a crear un método opuesto, consistente en tratar de interesar a los trabajadores en los propósitos de la empresa y a considerarse una parte de ella, de modo de motivarse y someterse por sí mismos a la disciplina como una necesidad. Estas técnicas denominadas de management se han generalizado y complementado con las de Taylor. Son ahora materia de estudios universitarios para formar profesionales de la organización, dirección y control de la actividad laboral en las empresas, el Estado y otras entidades.

Por el modo como interviene en la producción de los bienes y servicios, el trabajo es una actividad especializada, modelada por la división social del trabajo horizontal y vertical, la diversidad y complejidad de los medios de producción, la formación profesional correlativa y la experiencia en cada momento de la evolución de la sociedad y la economía.

Por más complejos y sofisticados que sean los instrumentos de producción, la intervención del trabajo para utilizarlos es un hecho permanente y necesario. Esos instrumentos, que son el resultado de la inventiva y del trabajo acumulado en el pasado y el presente, no pueden sustituir al trabajo inmediato. Como Marx lo demostrara, en la sociedad capitalista la mayor parte de la inversión productiva y del trabajo se concentra en la fabricación de máquinas que hacen máquinas. La automación, la robotización y inteligencia artificial, que son el resultado de un trabajo muy especializado en investigación y experimentación, incrementan la precisión y complejidad de las operaciones y reducen el tiempo de fabricación o tratamiento de cada unidad o de ensamblaje de conjuntos de piezas o realizan otras operaciones de cálculo, razonamiento y ejecución, pero, como cualquier otra máquina, se mantendrían inertes sin el trabajo de quienes las utilizan.

La incesante renovación y creación de bienes y servicios y de medios de producción han determinado una evolución, cada vez más rápida, de las actividades laborales. Muchas de ellas se tornan obsoletas y son abandonadas y aparecen otras nuevas. Por lo tanto, los trabajadores ocupados en actividades ya inútiles quedan desempleados, en tanto que crece la demanda de trabajadores para las nuevas actividades. Esta manera de ser del trabajo es permanente. De allí que la formación profesional y las ayudas por desempleo involuntario deban ser también permanentes.

Un efecto de la mayor productividad del trabajo es la presión de los trabajadores para reducir el tiempo de trabajo. En algunos países europeos se le ha fijado en 35 horas semanales y hay proyectos para dejarlo en 4 horas diarias durante 5 días de la semana. El tiempo de las vacaciones anuales tiende también a ser prolongado a más de 5 semanas, y se reduce la edad para permanecer en el trabajo, no obstante que aumenta la esperanza de vida. Contradictoriamente, en los países con mayor desarrollo económico, disminuye la cantidad de trabajadores que se incorporan a la vida activa por la reducción de los nacimientos, lo que hace que la productividad del trabajo tenga que ser cada vez mayor para suministrar remuneraciones a las personas en el trabajo, pensiones a los que dejaron la vida activa, ayudas a los desempleados, la tasa de ganancia que los capitalistas esperan recibir y los impuestos que el Estado percibe.

El intenso movimiento migratorio de trabajadores de los países menos desarrollados hacia los más desarrollados es promovido, por una parte, por la necesidad de estos de contar con esa fuerza de trabajo en actividades para las que no se requiere una formación profesional muy especializada (agricultura, construcción, servicios de limpieza, hotelería y otras), pagándoles menos que a los trabajadores nacionales, y, por otra, por la insuficiencia de empleos en los países de origen de esas migraciones y por el menor monto de las remuneraciones en estos en relación a las de los países más desarrollados hacia los que se dirigen.

10.– Clases de trabajo

En el siglo XIX, las teorías sobre la Economía limitaban, de modo general, la noción del trabajo a la actividad física, en particular a la de los obreros en las empresas. Esa manera de ver al trabajo ha cambiado. Es trabajo toda actividad aplicada a la producción de bienes materiales y servicios inmateriales, cualquiera que ella sea por su especialidad y nivel, en las empresas y otras entidades de la actividad privada, en la actividad por cuenta propia, en el hogar y en el Estado.

A.– En las empresas hay tres clases de actividad laboral:

1.– La de los propietarios del capital en cuanto, impulsados por su interés en la ganancia: determinan las necesidades y los bienes y servicios que podrían satisfacerlas y ser ofrecidos como mercancías; reúnen el capital suficiente, propio o tomado en préstamo; adquieren los medios de producción; contratan al personal de dirección y ejecución; participan en la marcha de la empresa; y venden los bienes y servicios producidos. La propiedad del capital invertido, cualquiera que sea su magnitud, no desvirtúa la naturaleza de trabajo de la actividad personal del empresario al ejecutar las operaciones indicadas.

2.– La de los trabajadores contratados, por lo general profesionales, para realizar tareas de organización o encuadramiento, dirección y control del trabajo y de la producción.

3.–  La de los trabajadores contratados para realizar las tareas de ejecución como obreros en los talleres y otros ambientes, y como empleados en las oficinas.

B.– El trabajo por cuenta propia es efectuado por el conductor de una empresa, por lo general pequeña o individual, o en un campo u otra explotación, incluso con la ayuda de un pequeño número de personas contratadas.


C.– Los trabajadores del hogar se ocupan de las actividades inherentes a la vida en los hogares y en la atención de las personas que necesitan ayuda, como los niños y las que se hallan en la cuarta edad o están incapacitadas. Son, en su mayor parte, mujeres.

D.– En la actividad estatal hay una división del trabajo similar a la de las empresas, aunque determinada solo por la producción de servicios públicos que son las actividades encargadas al Estado por la sociedad. Estos servicios no son mercancías, puesto que su destino no es el mercado. En este medio, hay funciones a cargo del personal elegido: presidente y vicepresidentes de la República, legisladores y miembros de los gobiernos regionales y municipales; y funciones atribuidas al personal nombrado o contratado, inherentes a los poderes del Estado y a otras entidades autónomas, para la prestación de servicios públicos determinados. Este personal se halla estrictamente jerarquizado.

11.– La creación del valor por el trabajo

Potenciado por los instrumentos de producción, el conocimiento y la investigación, el trabajo crea el nuevo valor en la forma de nuevos bienes y servicios cada vez más perfeccionados y múltiples para las necesidades que cambian y aumentan. En este proceso, las distintas clases de trabajo aportan diferentes tasas de valor, ya individualmente ya grupalmente, en cada empresa o en otras entidades y, globalmente, en todo el país como el Producto Neto Interno. Es evidente, sin embargo, que el trabajo con un componente intelectual más elevado crea más valor.

Se debe considerar, además, que los servicios y su aporte en valor no serían posibles sin los bienes materiales que les sirven de soporte. Hay servicios, que si bien son necesarios para la sociedad, no ofrecen altas tasas de valor y algunos no lo crean, limitándose a reproducir el valor preexistente en medios de producción y trabajo aportado. Existen también ocupaciones supérfluas y parasitarias.

Por la complementación de las actividades creadas por la división social del trabajo no es posible determinar de manera exacta las cantidades de valor aportadas por cada trabajador. Por comodidad de mensura y según la experiencia, la remuneración, en general, se basa en las calificaciones del trabajador y las requeridas para el puesto que ocupa y en el tiempo de trabajo.

12.– Una nueva concepción de la concurrencia del capital y del trabajo

Por la evolución del trabajo, se ha producido un cambio en la manera de considerarlo económica y, a la larga, jurídicamente.

En el sistema capitalista, la relación laboral ha sido encuadrada por el contrato de trabajo que conlleva una dependencia relativa del trabajador, caracterizada por la libertad de la persona, la ejecución de la labor conforme a ciertos parámetros, los derechos laborales y de seguridad social y el control por el Estado. Por esta configuración, la fuerza de trabajo ha dejado de ser una parte del patrimonio de los capitalistas mientras la alquilan, y ha alcanzado una nueva connotación. Se ha revelado como una fuerza con una función económica equivalente a la fuerza y la función social del empresario, dos fuerzas que no pueden existir ni marchar separadamente, puesto que la producción de los bienes y servicios no sería posible solo con la actividad del empresario y el capital, ni tampoco solo con el trabajo contratado. Por lo tanto, ambas fuerzas confluyen voluntariamente para emprender la producción y circulación de los bienes y servicios. Lograda esta conjunción, el empresario o capitalista solo puede utilizar la fuerza de trabajo en las condiciones admitidas por la legislación y pactadas; y los trabajadores ejecutar el trabajo según las especificaciones legales y las recibidas de quien puede darles órdenes. En la realidad económica y social, esto implica que ambas fuerzas se asocian y que, en consecuencia, la dependencia del trabajador contratado se sustenta más en los requerimientos técnicos de la producción.

Esta nueva concepción de la relación laboral, como una forma de asociación, habrá de llevar a un cambio en su tipificación jurídica y a una distribución más equitativa del nuevo valor creado.

Las funciones indicadas del empresario y de los trabajadores contratados son, en esencia, funciones de la sociedad que esta permite sean asumidas por esos grupos especializados. En definitiva, es de la sociedad, en primer término, el interés en que las mercancías se produzcan y lleguen a sus consumidores y usuarios, sean útiles y de la mejor calidad posible, no dañen y su precio sea razonable. En función de ese interés, la sociedad encarga al Estado aprobar la normativa pertinente y asegurar su cumplimiento.

El que estas nociones se institucionalicen como una parte fundamental del pacto o contrato social y, en consecuencia, se incluyan en la constitución política depende de los trabajadores que son la mayor parte de electores, una fuerza social determinante, a condición de liberarse de la alienación que irradian sobre ellos quienes quieren dejar a la sociedad tal como es y, si les es posible, retrotraerla a estadios del pasado, valiéndose, lamentablemente, del voto de esa mayoría.

(26/2/2025)

- Conferencia virtual en el Curso Internacional de Derecho Laboral organizado por el Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia, dictada el 26 de febrero de 2025.

- Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima.

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