EL TRABAJO EN LA HISTORIA
Por Jorge Rendón
Vásquez
1.– Origen del trabajo
El trabajo ha sido sido siempre una
actividad de los seres humanos productora de los bienes destinados a la
satisfacción de sus necesidades.
En los tiempos más remotos, esta actividad tuvo
como finalidad la obtención directa de las sustancias necesarias para la vida,
como sucedía con las otras especies animales.
Para el mantenimiento de la vida se
requiere oxígeno, agua y ciertas materias y, para obtenerlas, los seres vivientes
deben realizar un esfuerzo: el oxígeno es aspirado de la atmósfera; el agua
debe ser encontrada; y las materias de origen animal, vegetal y mineral halladas
en la naturaleza. Esta actividad no puede detenerse, porque la vida es un
proceso continuo de asimilación y desasimilación de esos elementos, cuya
ausencia, en el límite, causa la muerte del ser.
En esa actividad aparecen ya los dos
caracteres que mucho más tarde habrán de serle atribuidos al trabajo: es una
obligación fundamental, intuitu personae se diría ahora, porque su
incumplimiento acarrearía la muerte del sujeto; y es, al mismo tiempo, un derecho
fundamental, porque permite la continuación de la vida. Las especies animales
solo han dispensado de esta actividad a sus crías por su incapacidad física, a
las que sus madres alimentan y cuidan.
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El trabajo en el Tahuantinsuyo |
2.– El trabajo esclavizado
Hace unos 12,000 años, algunos grupos
humanos inventaron la agricultura, con la cual el trabajo pudo suministrar más
bienes que los requeridos por las tribus que lo practicaban. A esta actividad
se asoció la invención de la ganadería cuando los seres humanos advirtieron que
podían criar ciertas especies animales para alimentarse con su carne. Este
cambio, que implicaba una división del trabajo entre las tribus cazadoras y las
tribus agrícolas, tuvo otros efectos: 1) la sedentarización de las tribus
agrícolas en centros poblados a diferencia de las tribus cazadoras que eran
nómadas; y 2) la aparición del intercambio mercantil que consistió inicialmente
en el trueque de bienes agrarios y ganado por prisioneros cazados para ser
utilizados en el trabajo que las tribus agrícolas y ganaderas ya no podían
atender solo con sus miembros.
Este intercambio fue también el comienzo de
la noción de propiedad privada que surgía porque los poseedores de esas
mercancías se reconocían mutuamente como titulares del poder de disponer de
ellas.
Establecida la esclavitud, la mayor parte
del trabajo fue impuesta a los esclavos.
Fue, por lo tanto, normal y legal en
aquellos tiempos hacer más esclavos. La caza aportaba tanto animales como seres
humanos. A la caza le sucedieron las guerras de conquista, no tanto de
territorios que no les interesaban, sino de seres humanos para utilizarlos en
el trabajo o venderlos. Desde entonces, casi todo lo que conforma la cultura
como creación humana ha sido obra de los esclavos. Aristóteles, el más grande
compilador del saber de la Antigüedad, decía: “Un hombre es esclavo por
naturaleza, cuando por la medida de sus facultades puede pertenecer a otro. […]
Por otra parte, no es grande la diferencia entre el esclavo y la bestia; ambos
solo por su cuerpo son útiles.” (La Política, cap. II).
Subsistía, sin embargo, el trabajo por
artesanos libres que se alquilaban o vendían sus productos, pero su número era
muy reducido y casi todos utilizaban esclavos.
De esa condición dependiente del trabajo
surgió el desprecio de las clases propietarias y sus intelectuales por el
trabajo y por quienes lo hacían. Platón dijo en su libro La República:
“Es propio de un hombre bien nacido despreciar el trabajo.” Y Aristóteles en La
Política declaró: “es imposible que el que cultiva la virtud pueda vivir la
vida de un obrero o de un jornalero”. Hacia el siglo XI de nuestra era seguía
usándose el tripalium, un aparato de tres palos al cual se sujetaba a
los esclavos, siervos y otras gentes para torturarlos. De esa palabra derivó la
palabra italiana travaglio que se reprodujo en otras lenguas de composición
latina. Se decía entonces que el verdugo trabajaba a su víctima. La palabra
labor designaba el trabajo de los campesinos.
Solo a partir del siglo XV, el desprecio por
el trabajo comenzó a ser dejado de lado luego que Lutero y Calvino elogiaron el
trabajo de los artesanos y comerciantes que eran sus seguidores y cuyos
intereses defendían.
3.– El trabajo feudalizado
La civilización romana de la Antigüedad,
cuya base económica fue la esclavitud, se extendió a casi todo el continente
europeo, el Asia Menor y el norte de África. Sus guerras de conquista tuvieron
la finalidad de esclavizar a los pueblos vencidos. Hacia el siglo III de
nuestra era, cuando al Imperio Romano le fue imposible conquistar otros pueblos,
como los germanos, tártaros, eslavos, persas y otros, la esclavitud comenzó a
decaer, puesto que los esclavos no podían reproducirse como las personas
libres. La decadencia de la esclavitud llevó a la decadencia del Imperio
Romano, el que ya no pudo defenderse de los pueblos llamados bárbaros que
crearon nuevos reinos y otros territorios autónomos.
Entonces, algunos propietarios de esclavos
encontraron más rentable disponer que estos, formando grupos familiares, se
encargaran de cultivar las tierras y criar el ganado, dejándoles una parte
mínima del producto para que se alimentaran y cubrieran otras necesidades elementales.
Así nació el feudalismo que se reprodujo en los territorios del Imperio Romano
ya en descomposición. A las familias así sometidas y a las nuevas integradas
por la fuerza a esta forma de dependencia se les denominó siervos. Estos eran
más libres que los esclavos, porque no podían ser vendidos individualmente,
pero sí con las tierras a las que estaban adscritos. La Iglesia Cristiana,
declarada única y obligatoria en el Imperio Romano por el Edicto de Tesalónica
de 380, se apropió de la décima parte de las cosechas y de la reproducción del
ganado de los siervos.
Sin embargo. con la generalización del
feudalismo, la esclavitud no desapareció, Las conquistas emprendidas desde el
siglo XV por ciertos grupos de aventureros de los países europeos, con la
autorización de los reyes, estuvieron motivadas, en gran parte, por la captura
de esclavos para venderlos o utilizarlos en el trabajo forzado en los campos, las
minas y otras actividades. La esclavitud solo pudo ser abolida en el siglo XIX.
En Estados Unidos fue necesario que el Norte abolicionista derrotara al Sur
esclavista en 1865 para prohibirla por una enmienda de la Constitución.
4.– El trabajo artesanal
La Edad Media, caracterizada por el
feudalismo y el oscurantismo cultural, duró más de un milenio.
En tan largo período, el trabajo tomó otras
formas en los centros urbanos.
Una de ellas fue la actividad artesanal que
consistía en la elaboración de objetos de uso familiar y personal, instrumentos
de producción, palacios, viviendas y obras públicas. Estaba a cargo de los
maestros, dueños de los talleres, pero quienes efectuaban casi todo el trabajo
eran los operarios y aprendices, sobre los que aquellos tenían un poder de
mando omnímodo, incluso para castigarlos cruelmente. Desde comienzos del
segundo milenio, los maestros se asociaron en corporaciones a las que dotaron
de la facultad de emitir las normas que debían regir el trabajo y los objetos
producidos.
5.– El trabajo en el comercio
Otra forma de trabajo fue el comercio,
asumido en su mayor parte por las familias de la comunidad judía, dispersada en
Europa luego de sus expulsión de Judea hacia el año 70 de nuestra era. A los
miembros de esta comunidad se les había prohibido tener tierras y vivir en las
ciudades amuralladas y los castillos. Por lo tanto, tuvieron que construir sus
viviendas al lado de algunas ciudades, en sitios a los se denominó falsos
burgos y a los que protegieron con murallas para defenderse del bandidaje,
frecuente en ese período. A los hombres y jóvenes de estas familias no les
quedó otro camino para proveerse de lo necesario para vivir que comprar ciertos
bienes en un sitio y venderlos en otros donde faltaban. Muchas de esas familias
se enriquecieron con esta actividad. Varios siglos más tarde, algunas de ellas
la complementaron con el préstamo de dinero por un interés. Los primeros
prestamistas judíos se sentaban en bancos colocados en los caminos, plazas y
otros lugares donde se les permitía estar. Esos bancos dieron origen al nombre
de las entidades que se ocupan de recibir y prestar dinero. Otra ventaja
diferencial de las familias judías fue el aprendizaje de la lectura, la
escritura y los cálculos aritméticos en el seno de sus grupos familiares para
leer la Torá o Biblia y por la necesidad del comercio que podía realizarse en
países de otras lenguas, diferencia de efectos importantes con las otras comunidades
y los nobles que eran, casi todos, analfabetos.
6.– El trabajo en la manufactura. Comienzo
de la relación laboral en el sistema capitalista
Con el desarrollo de los viajes y
descubrimientos de nuevos territorios en los siglos XV al XVI se intensificó la
producción, el comercio y el consumo de bienes artesanales, lo que determinó la
aparición de la manufactura como sistema de producción. Esta consistió en la elaboración
de bienes artesanales en grandes locales por trabajadores libres, en su mayor
parte campesinos fugados de los feudos o procedentes de las pequeñas
propiedades. En esos talleres, los trabajadores utilizaban herramientas simples,
la duración del trabajo se prolongaba todo el día, la diciplina era muy severa
y los salarios reducidos.
La manufactura fue la primera expresión de
la producción por el nuevo sistema capitalista. Se caracterizó por el alquiler
de fuerza de trabajo de personas libres por un contrato que, en esos momentos,
fue la locación de servicios del Derecho Romano y, en ciertos casos, la
locación de obra. En otros términos, este sistema convirtió, de modo general, a
la fuerza de trabajo en una mercancía que su poseedor, el trabajador, podía ceder
por un salario y por un tiempo limitado, y no para siempre, porque de haberlo hecho
él mismo habría pasado a pertenecer a quien la adquiriese, lo que ni la sociedad en ese tiempo ni el capitalismo querían.
En lo sucesivo, el trabajador empleado en la producción de mercancías tuvo que
comprar sus alimentos y otros bienes en el mercado.
7.– La Primera Revolución Industrial
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Huaman Peñalosa: Revolución industrial |
En adelante, la producción no fue solo de
bienes de consumo personal, sino, sobre todo, de máquinas y herramientas
necesarias para el desarrollo de la producción que se retroalimentaba y
expandía por el aumento del consumo personal y productivo en todas partes del
mundo. Por lo tanto, las fábricas y los talleres concentraron un número
creciente de trabajadores, en su mayor parte obreros. Para liberarlos de las
ataduras feudales, la clase capitalista tuvo que impulsar el abatimiento el
sistema feudal, expropiando los campos sujetos a este sistema y declarando la
libertad de los siervos. Fue lo que hizo la Revolución Francesa de 1789.
En el siglo XIX, al multiplicarse en Europa
las fábricas y talleres, creció también el número de obreros, procedentes en
gran parte del campo, e integrados en las empresas por contratos libremente
aceptados, pero cuyas condiciones eran fijadas por los empresarios. Estos
determinaban la intensidad y la duración del trabajo, que no era menor a 12
horas por día de lunes a sábado, se desconocían los aparatos y otros medios de
protección y los salarios apenas alcanzaban para una vida miserable del obrero
y su familia en barracones y edificios insalubres construidos para alquilarlos
a ellos. Si el obrero se enfermaba o accidentaba en el trabajo o fuera de él debía
pagar los cuidados médicos con su salario. No resulta extraño, por ello, que, a
mediados del siglo XIX, la vida de un obrero en promedio no pasase de los 35
años.
La paupérrima situación de los obreros
suscitó la conmiseración y la solidaridad con ellos de ciertos intelectuales
pertenecientes a la burguesía y la pequeña burguesía, algunos de los cuales
elaboraron ideologías y proyectos para liberarlos de esa situación. Entre esas
ideologías se hallan el anarquismo, las varias propuestas de socialismo utópico
y el marxismo. Planteaban desde una mejora de la situación económica de los
obreros hasta un cambio radical de la sociedad capitalista por otra.
8.– La intervención del Estado en la
relación laboral
Una de las reclamaciones más importantes
desde mediados del siglo XIX fue la adopción de la jornada de 8 horas,
promovida por las organizaciones anarquistas y socialistas. Solo la
consiguieron en algunos estados a fines del siglo XIX, tras persecuciones,
pérdida del trabajo e incluso la vida, y recién se le admitió de modo general luego
que la Organización Internacional del Trabajo la aprobara, como el primero de
sus convenios, en octubre de 1919.
La adopción de la jornada de 8 horas y la
creación de los seguros sociales de enfermedad, accidente y vejez, en Alemania,
en la década del 80’ del siglo XIX, son el punto de partida de una nueva etapa
en la evolución del sistema capitalista. Esas reglas jurídicas inauguran la
intervención del Estado en las relaciones laborales para proteger a los
trabajadores de los excesos y abusos de los capitalistas y reducir el campo del
libre trato mercantil entre empleadores y trabajadores a lo que no esté
regulado por las leyes.
En adelante, la acción sindical y de los
intelectuales que continuaban apoyando a los trabajadores y la de algunos
partidos políticos ha obtenido nuevos derechos laborales y seguros sociales.
Asimismo, ciertos gobiernos y partidos políticos de las clases propietarias se
han avenido a reconocerles a los trabajadores otros derechos para reducir su
descontento y, en ciertos casos, para apartarlos de la idea de promover o
apoyar una revolución social. Después de la Segunda Guerra Mundial y a
consecuencia de la reacción social que esta suscitara quedó establecido, en
casi todo el mundo, un cuadro de derechos laborales y de seguridad social normativo
de las condiciones de utilización de la fuerza de trabajo por otros mediante un
contrato libremente pactado. Los derechos sociales más importantes han sido
reconocidos por la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
aprobada en París, en diciembre de 1948.
De la obligación y del derecho de trabajar así
determinados surgen para el Estado las siguientes obligaciones, como parte de
los servicios públicos que debe prestar:
1.– Impartir
educación primaria y secundaria obligatoria a los niños y adolescentes, en
correspondencia con el desarrollo de las ciencias y las necesidades sociales.
2.– Formar
profesionalmente a los trabajadores en los varios niveles requeridos por la
economía y los intereses del país.
3.– Procurar
empleos a los trabajadores que no lo tienen.
4.– Deducir del
valor obtenido por la actividad productiva, además de la remuneración, los
recursos para cubrir los derechos sociales monetarios, los riesgos de
enfermedad, accidente y maternidad, pagar los salarios de desempleo y las
pensiones al alcanzar la edad de jubilación o por incapacidad.
9.– El trabajo en la economía capitalista
actual
En el siglo XXI, la producción de los bienes y servicios se halla a cargo del sistema capitalista en casi todas partes. Además, el Estado ha alcanzado una presencia determinante por la necesidad de la prestación de los servicios públicos, cada vez más variados e imprescindibles, y se ha convertido en el más grande empleador. El sistema llamado socialista, consistente en la estatización de la economía, colapsó a fines del siglo XX en los países del Este europeo y fue abandonado en los países de Asia donde había sido implantado, excepto en uno.
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Teodoro Núñez Ureta: Jóvenes Trabajadores |
Dos son las funciones fundamentales del
trabajo.
1.– El trabajo sigue
siendo una actividad de los seres humanos cuya finalidad es obtener los bienes
y servicios necesarios para la satisfacción de sus necesidades, de las cuales
la más importante es la conservación de la vida.
2.– El trabajo es el
medio que permite obtener a quienes lo realizan los recursos necesarios para su
vida personal y familiar. En las condiciones de la sociedad capitalista esto
implica que todas las personas deberían acceder a un empleo remunerado o
realizar una actividad económica por cuenta propia que les permita un ingreso
económico. En consecuencia, el trabajo es, por una parte, un derecho
fundamental; y, por otra, una obligación moral esencial, Como obligación recae
en las personas aptas de cada grupo familiar. Es una obligación solo moral,
porque, no está respaldada por una sanción si se le incumple.
En cuanto a su configuración inmanente, el
trabajo es una actividad mental y una actividad física.
Es actividad mental porque todo trabajo
debe ser pensado y determinado según los conocimientos de la persona y las
instrucciones que se le impartan sobre lo que debe hacer, ya se trate de
actividades simples, muy complejas o abstractas.
El trabajo es también una actividad física
que se efectúa con los sentidos, las manos y desplazándose. A medida que las
técnicas de producción avanzan, el componente mental del trabajo se hace más
importante.
Luego de la Revolución Industrial y durante
el siglo XIX en las fábricas predominaba aún el trabajo como una actividad
basada en las habilidades personales de los obreros, como una prolongación del
trabajo en los talleres manufactureros. A fines del siglo XIX, el ingeniero
norteamericano Frederick Winslow Taylor acabó con este esquema al introducir el
trabajo planificado y organizado por oficinas especializadas al que denominó organización
científica del trabajo. A él no le interesaba que el obrero pensara y, para
él, cuanto menos pensara era mejor. El obrero debía concretarse a ejecutar los
movimientos repetidos y cronometrados indicados por esas oficinas, un método
que, según Taylor, podía ser aplicado en todos los campos profesionales y en la
gestión gubernamental y universitaria. Así se creó el trabajo en cadena en la
fabrica de automóviles Ford, para la que él trabajaba, con lo cual aumentó
enormemente la productividad de cada obrero, si bien pagándole solo una pequeña
parte del mayor valor obtenido. Luego, la modalidad organizativa del trabajo de
Taylor se reprodujo en otras empresas. Las críticas a ella y la necesidad de
eliminar o disminuir la resistencia sindical llevaron a ciertos sociólogos e
ingenieros a crear un método opuesto, consistente en tratar de interesar a los trabajadores
en los propósitos de la empresa y a considerarse una parte de ella, de modo de
motivarse y someterse por sí mismos a la disciplina como una necesidad. Estas
técnicas denominadas de management se han generalizado y complementado
con las de Taylor. Son ahora materia de estudios universitarios para formar
profesionales de la organización, dirección y control de la actividad laboral
en las empresas, el Estado y otras entidades.
Por el modo como interviene en la
producción de los bienes y servicios, el trabajo es una actividad
especializada, modelada por la división social del trabajo horizontal y
vertical, la diversidad y complejidad de los medios de producción, la formación
profesional correlativa y la experiencia en cada momento de la evolución de la
sociedad y la economía.
Por más complejos y sofisticados que sean
los instrumentos de producción, la intervención del trabajo para utilizarlos es
un hecho permanente y necesario. Esos instrumentos, que son el resultado de la
inventiva y del trabajo acumulado en el pasado y el presente, no pueden
sustituir al trabajo inmediato. Como Marx lo demostrara, en la sociedad
capitalista la mayor parte de la inversión productiva y del trabajo se
concentra en la fabricación de máquinas que hacen máquinas. La automación, la robotización
y inteligencia artificial, que son el resultado de un trabajo muy especializado
en investigación y experimentación, incrementan la precisión y complejidad de
las operaciones y reducen el tiempo de fabricación o tratamiento de cada unidad
o de ensamblaje de conjuntos de piezas o realizan otras operaciones de cálculo,
razonamiento y ejecución, pero, como cualquier otra máquina, se mantendrían
inertes sin el trabajo de quienes las utilizan.
La incesante renovación y creación de
bienes y servicios y de medios de producción han determinado una evolución,
cada vez más rápida, de las actividades laborales. Muchas de ellas se tornan
obsoletas y son abandonadas y aparecen otras nuevas. Por lo tanto, los
trabajadores ocupados en actividades ya inútiles quedan desempleados, en tanto
que crece la demanda de trabajadores para las nuevas actividades. Esta manera
de ser del trabajo es permanente. De allí que la formación profesional y las
ayudas por desempleo involuntario deban ser también permanentes.
Un efecto de la mayor productividad del
trabajo es la presión de los trabajadores para reducir el tiempo de trabajo. En
algunos países europeos se le ha fijado en 35 horas semanales y hay proyectos
para dejarlo en 4 horas diarias durante 5 días de la semana. El tiempo de las
vacaciones anuales tiende también a ser prolongado a más de 5 semanas, y se
reduce la edad para permanecer en el trabajo, no obstante que aumenta la
esperanza de vida. Contradictoriamente, en los países con mayor desarrollo
económico, disminuye la cantidad de trabajadores que se incorporan a la vida
activa por la reducción de los nacimientos, lo que hace que la productividad
del trabajo tenga que ser cada vez mayor para suministrar remuneraciones a las
personas en el trabajo, pensiones a los que dejaron la vida activa, ayudas a
los desempleados, la tasa de ganancia que los capitalistas esperan recibir y
los impuestos que el Estado percibe.
El intenso movimiento migratorio de
trabajadores de los países menos desarrollados hacia los más desarrollados es
promovido, por una parte, por la necesidad de estos de contar con esa fuerza de
trabajo en actividades para las que no se requiere una formación profesional
muy especializada (agricultura, construcción, servicios de limpieza, hotelería
y otras), pagándoles menos que a los trabajadores nacionales, y, por otra, por
la insuficiencia de empleos en los países de origen de esas migraciones y por
el menor monto de las remuneraciones en estos en relación a las de los países
más desarrollados hacia los que se dirigen.
10.– Clases de trabajo
En el siglo XIX, las teorías sobre la
Economía limitaban, de modo general, la noción del trabajo a la actividad
física, en particular a la de los obreros en las empresas. Esa manera de ver al
trabajo ha cambiado. Es trabajo toda actividad aplicada a la producción de
bienes materiales y servicios inmateriales, cualquiera que ella sea por su
especialidad y nivel, en las empresas y otras entidades de la actividad privada,
en la actividad por cuenta propia, en el hogar y en el Estado.
A.– En las empresas hay tres clases de
actividad laboral:
1.– La de los
propietarios del capital en cuanto, impulsados por su interés en la ganancia:
determinan las necesidades y los bienes y servicios que podrían satisfacerlas y
ser ofrecidos como mercancías; reúnen el capital suficiente, propio o tomado en
préstamo; adquieren los medios de producción; contratan al personal de
dirección y ejecución; participan en la marcha de la empresa; y venden los
bienes y servicios producidos. La propiedad del capital invertido, cualquiera
que sea su magnitud, no desvirtúa la naturaleza de trabajo de la actividad
personal del empresario al ejecutar las operaciones indicadas.
3.– La de los trabajadores contratados para
realizar las tareas de ejecución como obreros en los talleres y otros
ambientes, y como empleados en las oficinas.
B.– El trabajo por cuenta propia es efectuado
por el conductor de una empresa, por lo general pequeña o individual, o en un
campo u otra explotación, incluso con la ayuda de un pequeño número de personas
contratadas.
C.– Los trabajadores del hogar se ocupan de
las actividades inherentes a la vida en los hogares y en la atención de las
personas que necesitan ayuda, como los niños y las que se hallan en la cuarta
edad o están incapacitadas. Son, en su mayor parte, mujeres.
D.– En la actividad estatal hay una
división del trabajo similar a la de las empresas, aunque determinada solo por la
producción de servicios públicos que son las actividades encargadas al Estado
por la sociedad. Estos servicios no son mercancías, puesto que su destino no es
el mercado. En este medio, hay funciones a cargo del personal elegido:
presidente y vicepresidentes de la República, legisladores y miembros de los
gobiernos regionales y municipales; y funciones atribuidas al personal nombrado
o contratado, inherentes a los poderes del Estado y a otras entidades autónomas,
para la prestación de servicios públicos determinados. Este personal se halla estrictamente
jerarquizado.
11.– La creación del valor por el trabajo
Potenciado por los instrumentos de
producción, el conocimiento y la investigación, el trabajo crea el nuevo valor
en la forma de nuevos bienes y servicios cada vez más perfeccionados y
múltiples para las necesidades que cambian y aumentan. En este proceso, las
distintas clases de trabajo aportan diferentes tasas de valor, ya
individualmente ya grupalmente, en cada empresa o en otras entidades y,
globalmente, en todo el país como el Producto Neto Interno. Es evidente, sin
embargo, que el trabajo con un componente intelectual más elevado crea más
valor.
Se debe considerar, además, que los
servicios y su aporte en valor no serían posibles sin los bienes materiales que
les sirven de soporte. Hay servicios, que si bien son necesarios para la
sociedad, no ofrecen altas tasas de valor y algunos no lo crean, limitándose a
reproducir el valor preexistente en medios de producción y trabajo aportado.
Existen también ocupaciones supérfluas y parasitarias.
Por la complementación de las actividades
creadas por la división social del trabajo no es posible determinar de manera
exacta las cantidades de valor aportadas por cada trabajador. Por comodidad de
mensura y según la experiencia, la remuneración, en general, se basa en las
calificaciones del trabajador y las requeridas para el puesto que ocupa y en el
tiempo de trabajo.
12.– Una nueva concepción de la concurrencia
del capital y del trabajo
Por la evolución del trabajo, se ha
producido un cambio en la manera de considerarlo económica y, a la larga,
jurídicamente.
En el sistema capitalista, la relación
laboral ha sido encuadrada por el contrato de trabajo que conlleva una
dependencia relativa del trabajador, caracterizada por la libertad de la
persona, la ejecución de la labor conforme a ciertos parámetros, los derechos
laborales y de seguridad social y el control por el Estado. Por esta configuración,
la fuerza de trabajo ha dejado de ser una parte del patrimonio de los
capitalistas mientras la alquilan, y ha alcanzado una nueva connotación. Se ha
revelado como una fuerza con una función económica equivalente a la fuerza y la
función social del empresario, dos fuerzas que no pueden existir ni marchar
separadamente, puesto que la producción de los bienes y servicios no sería
posible solo con la actividad del empresario y el capital, ni tampoco solo con
el trabajo contratado. Por lo tanto, ambas fuerzas confluyen voluntariamente
para emprender la producción y circulación de los bienes y servicios. Lograda esta
conjunción, el empresario o capitalista solo puede utilizar la fuerza de
trabajo en las condiciones admitidas por la legislación y pactadas; y los
trabajadores ejecutar el trabajo según las especificaciones legales y las recibidas
de quien puede darles órdenes. En la realidad económica y social, esto implica
que ambas fuerzas se asocian y que, en consecuencia, la dependencia del
trabajador contratado se sustenta más en los requerimientos técnicos de la
producción.
Esta nueva concepción de la relación
laboral, como una forma de asociación, habrá de llevar a un cambio en su
tipificación jurídica y a una distribución más equitativa del nuevo valor
creado.
Las funciones indicadas del empresario y de
los trabajadores contratados son, en esencia, funciones de la sociedad que esta
permite sean asumidas por esos grupos especializados. En definitiva, es de la
sociedad, en primer término, el interés en que las mercancías se produzcan y
lleguen a sus consumidores y usuarios, sean útiles y de la mejor calidad
posible, no dañen y su precio sea razonable. En función de ese interés, la
sociedad encarga al Estado aprobar la normativa pertinente y asegurar su cumplimiento.
El que estas nociones se institucionalicen
como una parte fundamental del pacto o contrato social y, en consecuencia, se
incluyan en la constitución política depende de los trabajadores que son la
mayor parte de electores, una fuerza social determinante, a condición de
liberarse de la alienación que irradian sobre ellos quienes quieren dejar a la
sociedad tal como es y, si les es posible, retrotraerla a estadios del pasado,
valiéndose, lamentablemente, del voto de esa mayoría.
(26/2/2025)
- Conferencia
virtual en el Curso Internacional de Derecho Laboral organizado por el Tribunal
Constitucional Plurinacional de Bolivia, dictada el 26 de febrero de 2025.
- Profesor Emérito de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos de Lima.
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