EL CUSCO
Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES DEL PERÚ
por Manuel Rodríguez Cuadros
En LA REPUBLICA,
8SEP24
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su glosario de voces indígenas a Los Comentarios Reales, Ángel Rosenblat, recoge el significado del vocablo Cozco (sic): “Ombligo en la lengua particular de los
Incas. Pusieron los reyes incas por punto o centro del imperio la ciudad del
Cozco (sic), que en la lengua
particular de los incas debe decir ombligo de la tierra”. El Cusco, centro
del mundo o de la tierra, no solo es parte de la mitología y la utopía andina,
sino que posee connotaciones más terrenales desde el punto de vista de la
etnohistoria y la política, incluida la política internacional.
El
Perú antiguo no fue una sociedad política única y homogénea. Constituyó una
sociedad internacional particular. Como lo fueron hasta el siglo XV, el mundo
europeo, expandido al Oriente Medio y Asia Central; la India y la sociedad
internacional particular asiática. Solo a partir del siglo XV, el mundo es
universal. Antes existían varios mundos que no tenían conocimiento unos de
otros. Cada mundo era un universo. Geografías naturales y humanas finitas.
Una
sociedad internacional supone la historicidad de las relaciones humanas y sus instituciones.
En las relaciones internacionales, el concepto de Estado ha pasado a utilizarse
como sinónimo de unidad política diferenciada. Por ello, Luis Lumbreras habla de los “Estados regionales del intermedio
tardío” o Ruth Shady que refiere que
entre el 2600 a. C. y el 2300 a. C. se estableció “el gobierno estatal” en
Caral-Supe.
“el
imperio incaico era, de hecho, más universal que el imperio chino, pues, aunque
extendido sobre un área superficial más limitada, abarcaba, realmente, todo el
mundo conocido desde el centro del imperio”.
Y
ese centro imperial fue la ciudad del Cusco. El punto físico y espiritual de
encuentro entre la utopía andina y la historia.
No
se trata, ciertamente, de buscar una relación inasible entre una ciudad, como
concepto urbano y la política internacional. Más bien, buscar las interacciones
y líneas de interpretación respecto del papel y los aportes que en una
perspectiva histórica haya podido realizar el pueblo del Cusco, como fuerza
social, como comunidad política y como territorio a la evolución de las
relaciones internacionales del Perú.
Los
soberanos del Cusco, a partir de la mítica victoria contra los chancas que
entroniza a Pachacútec, utilizaron el conflicto y la negociación, la guerra y
la diplomacia, como los instrumentos esenciales de su expansión panandina.
Murúa relata en sus
crónicas elementos descriptivos de la guerra, como instrumento de solución de
conflictos y expansión religiosa, política y territorial:
“Cuando
había de ser pública la guerra, primero lo hacían saber a los capitanes, los
cuales tenían a su cargo mucha gente: cada uno de estos tenía por insignia
delante de sus campos en la guerra una banderilla con sus armas, por donde se
conocía a cada capitán; y cuando salían a batalla llevaban banderas de
diferentes colores para que las conociesen; y así cuando iban ordenadas las
batallas… El ejército era integrado por toda suerte de gentes, como los collas,
puquinas y urus; estos últimos eran reclutados y se les forzaba a servir como
soldados…”.
Conforme
se fue asentando la expansión imperial, y en el marco de la institución de la
reciprocidad, los monarcas del Tawantinsuyo privilegiaron la negociación y la
vía pacífica para obtener el sometimiento de otras comunidades políticas. Cieza de León tiene un pasaje que
muestra la avanzada pacífica del impulso conquistador de los Incas. Y su manejo
de las alianzas:
“Llegado
el tiempo salió el Inca, bien acompañado de los suyos, y fue hazia Collasuyu,
que es al mediodía de la ciudad del Cozco. Convocaron a los indios,
persuadiéndoles con buenas palabras, con el exemplo, a que se sometieran al
vasallaje y señorío del Inca y a la adoración del Sol. (…) Los ganaron, y no
con pujanza de armas, sino con persuasiones y promesas y demostraciones de lo
que prometían…Tuvieron grandes mañas para, sin guerra, hazer de los enemigos
amigos”.
Esta
descripción de Cieza respecto de las alianzas incaicas, recuerda el Artha
Sastra de Cautilya, consejero político del Reino de Chandagrupta en la antigua
India, aproximadamente en el 340 a. C., que recomendaba a su soberano que los
enemigos de sus enemigos sean tratados como sus amigos.
Los
incas, como ha señalado María
Rostworowski:
“no
intentaron anular la existencia de los grandes señoríos o macroetnias, porque
los cusqueños se apoyaban en las estructuras locales y regionales para
gobernar. Bastaba al inca recibir el reconocimiento de su poder absoluto que le
daba acceso a la fuerza de trabajo que necesitaba, además de la designación, en
todo el país, de tierras estatales y del culto. A partir de estas exigencias,
cada macroetnia conservó sus características regionales”.
Era
una práctica, en el lenguaje contemporáneo, de solución pacífica de
controversias.
Además
de las prácticas y técnicas de la guerra y de la negociación diplomática, como
cursos de acción de las dinámicas de la cooperación y el conflicto en el Perú
antiguo, el Cusco como centro emisor de las decisiones políticas y sede la
corte imperial aportó al origen del ceremonial y el protocolo en el Perú. Eduardo Torres, en Corte de virreyes,
sitúa el origen de las prácticas del ceremonial y la etiqueta de la República,
en las cortes virreinales de los siglos XVI y XII. En realidad, vienen de
atrás. De las prácticas cortesanas del reino del Tawantinsuyo. La crónica de Rodríguez de Figueroa testimonia el
ceremonial inca. Y Guamán Poma hizo
lo propio en torno al ordenamiento del poder que conllevan las precedencias.
Con el advenimiento de la sociedad colonial, producto de las guerras de conquista, el Cusco simbolizó y simboliza el componente originario de una nueva sociedad mestiza y escindida. La injusticia del trato discriminatorio contra la población indígena inspiró, entre otras realidades, a Bartolomé de las Casas a proclamar la doctrina de los derechos naturales. Antecedente de la doctrina de los derechos humanos.
El
desarrollo del barroco cusqueño en la pintura, la arquitectura y la música ha
devenido desde el siglo XVII en un componente esencial del patrimonio cultural
de la nación y del turismo receptivo, como flujo internacional. Es la única
ciudad del Perú que posee tres sitios declarados patrimonio cultural o natural
de la humanidad (Machu Picchu, la ciudad del Cusco y el Manu). Y por ello y su
propia historia es la ventaja competitiva más prominente de la política
cultural exterior del Perú. Por la vía de sus componentes históricos,
societales y culturales, representa y ha aportado un componente esencial de la
identidad nacional peruana.
Y
cuando hablamos de la democracia como un valor protegido internacionalmente,
debemos recordar las luchas del pueblo cusqueño. De sus trabajadores, empleados
y campesinos, para hacer del Perú un país con mayor justicia y cohesión social.
Más democrático y libre. En la línea programática de las revoluciones de
Pumacahua y los hermanos Angulo, que de haber triunfado hubiesen producido una
independencia más mestiza, más igualitaria. Más del nosotros colectivo del
Perú. <>
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