viernes, 21 de julio de 2023

ANALIZANDO LA COYUNTURA PERUANA

 LA MARCHA

ESTÀ EN LAS ENCUESTAS

Cesar Hildebrandt

Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº  645, 21JUL23

L

o dije claramente en el encuentro semanal que tengo con los lectores de este semanario: no importan las marchas, las superlativas “tomas de Lima”, las compara­ciones oportunistas, las megalomanías de la izquierda que cree que La Bastilla está a la vuelta de la esquina. Lo que importa es que este gobierno no tiene legitimidad social, Lima no se tomó y, en general, la protesta se hizo sentir pacífica­mente a nivel nacional. Pero más allá de masas y desplazamientos, de pancartas y en­frentamientos, lo real es que este es un gobierno cuya lideresa tiene el rechazo del 80% de la población y cuyo socio tutelar, el congreso de de­lincuentes, merece el repudio del 92% de la gente.

En portada de diario UNO 21jul23
Por más ejecuti­vo que quiera apa­recer, el patético Otárola no puede convencemos de que este es un go­bierno avalado por la gente que dice servir.

La marcha silen­ciosa y cotidiana es la de las encuestas. Y todas ellas coin­ciden en lo mismo: este es un gobierno repudiado.

No se tomó Lima, pero el régimen tampoco toma en cuenta qué desprecio lo persigue y cuánta frustración produce.

Si las encuestas se tradujeran en multitudes, las calles y aveni­das de Lima y el interior estallarían de gente de todos los colores. Quienes no estarían serían los que se creen dueños del país. Ellos y sus sirvientes. Este ejército de charlatanes y canallas sabe que miente cuando dice que el terrorismo está detrás del descontento. Lo mismo hizo cuando defendió al virrey de España y dijo que la violencia era un asunto de hordas extranjeras.

Este gobierno era un puente a nuevas elecciones. Ese era el mandato intrínseco de los hechos y de la constitución. Quebrado por golpista y corrupto el régimen de Castillo, no era posible imaginar que quien fuera su servil vicepresidenta pretendiera quedarse como sucesora. Sin embargo, eso es lo que ha sucedi­do. Sin la complicidad del congreso de delincuentes que quiso quedarse para seguir medrando y destruyendo instituciones, la señora Boluarte no estaría hoy usurpando el puesto de “primera mandataria”. Su mandante, en todo caso, no es el pueblo: es la banda de los Luna, los Niños, los Nanos y la Cuchufleta.

Eso es lo que sabe la gente, lo que se intuye en lca o Puno, en Ayacucho y Cusco. Eso es lo que subleva: un congreso de trafi­cantes de leyes con logo propio le dijo a una señora que estaba por irse: “¡quédate porque así nos quedamos todos!”. Y la se­ñora, que había sido el ama de llaves del señor de la gorra en las noches de Sarratea, se que­dó. Se quedó para cumplir con la agenda de quienes le dieron el encargo, que era la agenda de quienes habían perdido la elec­ción del 2021. De modo que ahora hay un gobierno que cumple el programa que una escueta mayoría rechazó hace dos años. Y la derecha pretende que todos seamos felices, que agradezcamos, que avalemos.

No avalamos nada. No importa cuántas marchas se hagan y de qué tamaño sean y cuántas de ellas fracasen porque en la izquierda también hay miserables que negocian y se acomodan. No importa cuánto miedo cunda por tantos policías y fiscales dispuestos a todo. No importa cuánto desánimo se esparza ante el muro de apariencia invencible que los medios levantan. Lo básico, lo indis­cutible es que este es un gobierno ile­gítimo erguido so­bre una impostura. La señora Boluarte preside un régimen que es en sí mismo un golpe de estado y que ha surgido de un neto acto de usurpación políti­ca: la segunda voz de un gobierno de izquierda que fue derrocado por ro­bar e intentar dar un golpe de estado es hoy la soprano de coloratura de una ópera bufa cuyo libreto bien podría haber escrito Felipe Pardo y Aliaga.

Mechain en Peru21
Y mientras tanto, la economía aúlla y la pobreza crece.

La derecha de siempre no entiende que el Perú demanda cambios. Atrincherada en la fantasía que crean sus medios de comunicación, supone que una marcha es un hito y que las deudas no se pagan. Si el Estado es una ruina y la pobreza ha sumado millones de víc­timas, el problema es también el modelo. Un país acomplejado que no se atreve a salir de la exportación primaria no tiene futuro. Una economía que produce desigualdad creciente es un peligro.

La marcha del descontento y la ira es lenta como la de Yenan. No se confíen momios.  <>

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