viernes, 26 de mayo de 2023

HILDEBRANDT SE ENTREVISTA A SÌ MISMO

 AUTOENTREVISTA

César Hildebrandt

Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 637, 26MAY23

M

e imaginé que alguien me proponía una entrevista, una de esas que me habría gustado hacerme si mi esquizofrenia hubiese sido cabal y hubiera podido desdoblarme. El confuso resultado de este ejercicio inútil y manchado de narcisismo es el que ustedes, si lo tienen a bien, pasarán a leer de inmediato.

-Ha llegado usted a la vejez y es notorio que el mundo es ahora peor que cuando empezó su carre­ra. ¿No se siente angustiado también por eso?

-No creo que el mundo esté peor. Es el mismo de siem­pre pero sin grandes líderes ni ideas fuerza. No hay ilu­siones sobre nada y quizá eso sea mejor para todos.

-¿Por qué mejor para todos?

-Porque hemos desnudado nuestra naturaleza depre­dadora, el carácter salvaje de nuestra codicia. Al anima­lizamos hemos puesto, en el fondo, una cuota brutal de honestidad y hemos rechazado el mito del progreso, las fábulas de la superioridad humana. Ya no tenemos de­beres sino apetitos. Preparamos con gran inteligencia nuestra extinción.

-¿Y eso le parece una mejoría? ¿No es la suya una versión ultramontana de Cioran?

-Cioran ha sido uno de mis educadores, pero no pre­tendo imitarlo por supuesto. En todo caso, el pesimismo no tiene marca de fábrica: crece en la lucidez como las peras crecen en los perales.

-¿En la lucidez o en la neurosis?

-La neurosis, como usted la llama, no es sino el vaho que despide el mundo que hemos creado. Es imposible ser ruidosamente feliz en un mundo así.

-Pero hay razones también para el optimismo. Vivimos más, tenemos tecnologías que ni siquiera el futurismo extremo pudo imaginar, las democracias liberales ya no son una excepción…

- Pregúnteles a los franceses que salen a pelar en las calles si todo eso que usted ha enumerado les alcanza. Pregúntenles a los europeos más informados si servir de comparsa en las OTAN los hace felices. Pregúntenles a los peruanos que hacen cola para atenderse en el sistema público de salud si el futuro del mundo les reconforta…

-Pero con esa lógica la penuria siempre saldrá triunfante. Los franceses protestan por los dos años más de jubilación subvencionada. La servidumbre a la OTAN es el costo que Europa paga por dos guerras mundiales consecutivas. Y en relación al Perú, antes ni siquiera existía un servicio de salud extendido donde hacer colas…

La escala de la pesadumbre es variada y engañosa. El estado de bienestar se está cayendo a pedazos no solo en Francia, la OTAN es un escudo para el apocalipsis con el que Europa coquetea siempre y la expectativa de una salud constitucionalmente protegida es una farsa en países como el nuestro. Como verá, todo depende del cristal con que uno mire.

-Pero el suyo es siempre un vidrio opaco, una lámina que rechaza la luz. ¿En algún lugar del mundo y en alguna época habría sido usted fe­liz?

-¿Y por qué cree que soy infeliz? Soy feliz a mi manera descubriendo que el ser humano, por lo general, con ex­cepciones grandiosas, no vale la pena y comprobando que la historia es una gran novela policial en la que los asesi­nos jamás son los mayordomos. Eso me hace prudentemente feliz. No caer en la trampa me reconforta, en todo caso.

-Pero la felicidad no es un ejerci­cio de la reflexión. Eso suena muy aburrido.

-El aburrimiento tiene mala prensa pero eso siempre me ha parecido injus­to. Mi rutina es leer, aprender algo, pre­ocuparme, amar a quienes puedo amar. ¿Eso es aburrido? Seguramente. La otra opción es salir de compras, ser parte de un tumulto, creer que Bad Bunny es un artista, buscar aplicaciones que meter en el teléfono, to­marle fotos al postre que me sirvieron, saber qué diablos dicen en twitter...

-Se nota que la vida moderna lo espanta...

-Me horroriza. Nadie puede hacer un estudio creíble, pero estoy absolutamente convencido de que el porcen­taje de estupidez de la humanidad ha crecido de modo exponencial. Son miles de millones de estúpidos abaste­cidos por canallas que los tienen a raya fomentando su disfunción cerebral. “Rápidos y furiosos” va por el episodio 10…

-¿Y hay alguna esperanza de que ese escenario cambie?

-Ninguna a la vista. A no ser que usted crea que la lan­gosta humana, con Elon Musk a la cabeza, saldrá a devo­rar el universo.

-Pero si piensa así, ¿por qué no se suicida?

-Porque el suicidio es una fuga. No me gusta la idea de huir ni me gusta salir de escena bajo presión. Estaré aquí hasta donde el cuerpo aguante y siendo consciente de que pertenezco a una minoría en extinción. Vivo re­sistiendo.

-Y en relación al Perú, ¿será inútil preguntarle si tiene salida?

-El Perú es el triunfo del fracaso, pero eso nunca lo admitirán los peruanos. Ese es su mayor problema. No somos una república, no somos una democracia y en mu­chos aspectos ni siquiera pertenecemos a la civilización. Pero ahí están los historiadores que encubrieron nuestras miserias, los estudiosos que se quedaron en el vestíbulo de los asuntos, los académicos que se han hecho cómplices del engaño de que somos una nación plural. No somos una nación si por nación entendemos un mí­nimo de compromisos y propósitos comunes.

-¿Y en eso son igualmente responsables tanto la derecha como la izquierda?

-Por supuesto, aunque la derecha nos ha gobernado casi siempre. ¿Para quiénes quiso apagar el fuego el señor general Velasco Alvarado? ¡Para los de siempre! Velasco quiso hacer las reformas que dejaran quieto al país, ajeno a la tentación de socialistas y comunistas. ¿Quiénes se beneficiaron más con su política económica y arancela­ria? Los industriales, por supuesto. Y los constructores. La derecha fisiocrática, la derecha encomendera y brutí­sima, esa fue la que vio en Velasco un enemigo.

-¿Y Castillo no ha sido la izquierda que salió de la reforma aeraría?

vo, ei laurunaio social que imaginó Velasco se vinie­ron abajo. El mismo Velas­co me lo confesó el día que lo entrevisté: los campe­sinos no entendieron que debían conservar a los téc­nicos y hacerse de capita­les. Castillo es el resumen de esa torpeza suicida.

-Pero usted luchó para que se le recono­ciera como presidente.

-¿Y qué quería? ¿Que me sumara a los inventores del fraude y al fujimorismo de siempre? En estas páginas fuimos los primeros en advertir a los lectores que la se­gunda vuelta nos ofrecía dos opciones indeseables. Como también fuimos de los primeros en dar cuenta de las tem­pranas señas de corrupción del gobierno de Castillo.

-¿De dónde salió Castillo?

-No vino de José Carlos Mariátegui, claro. Vino de la ruina de la educación pública y de una izquierda con vo­cación de turba. Su experiencia era la de un huelguista arrebatado. Cuando llegó a la presidencia lo primero que hizo fue una huelga de neuronas caídas. Quiso salir como un héroe y lo hizo por la puerta falsa después de cerrar el congreso que acabó destituyéndolo. No pasó a la historia sino al cómic.

-¿Cómo resumiría la historia del Perú?

-Empezó con un traidor llamado José de la Riva Agüe­ro y Sánchez Boquete y está marcada por el don malé­volo de Judas. En la guerra con Chile, prescindiendo de Grau, los del “Huáscar”, Bolognesi, Cáceres y unos cuan­tos más, lo que exhibimos fue perversamente idiota y, en muchos casos, decididamente cobarde. Empezó con un traidor y hoy prosigue su paso de cangrejo con una se­ñora que hace honor a la estirpe traicionera de nuestros políticos.

-Deprime hablar con usted.

-Tiene usted razón. Se lo agradezco. ░░

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