domingo, 6 de noviembre de 2022

NOTA FESTIVA SOBRE ALGUNOS PUNEÑOS

 LOS LOCOS DE PUNO

José Luis Ayala

En Revista BRISAS, octubre 2022 

Loco. Se trata de un vocablo que nombra a personas que no aceptan ni conviven con el establishment. Tampoco con los cánones que impone una sociedad que a la vez le es ajena. Entonces, crea su propio universo, pero es tratado como un extraño citadino, pero rompe con los criterios ciudadanos establecidos. Al mismo tiempo, es fraterno, respetuoso, cálido; sin embargo, a veces es agresivo. Así, cada quien vive su propia locura. 

¿

Qué es la locura? Es una patología o perturbación de las facultades mentales. Se llama igualmente “privación del juicio o del uso de la razón”.

Al finalizar el siglo XIX, se llamaba locura a las formas que no respetaban los conceptos de conducta humana y normas sociales establecidas. Todo en razón al desequilibrio psíquico, como el caso de epilepsia o cualquier otra inconducta cuando una persona demostrara una conducta extraña.

Pero no estamos hablando de enfermedades mentales, sino de personas que tenían una conducta social equilibrada, pero que al mismo tiempo estaban fuera del llamado “orden establecido”. Así, los locos son excesivamente emocionales, intolerantes, díscolos y veces extremadamente melancólicos. Todos son tratados con especial deferencia y desarrollan un rol social importante.

La ‘locura’ lacustre  

Así, los últimos locos de Puno han sido: El loco Dávila, el loco Meneses, el loco Sánchez, el loco Cabala, el loco Macedo y el loco Salcedo que llegó a ser prefecto en el gobierno de Fernando Belaunde y que le hiciera mucho daño a Gamaliel Churata. Hecho que generó Hugo Carvajal hasta el extremo de subrogar a Churata del modesto trabajo de redactor de la oficina de comunicaciones de la CORPUNO.  

El loco Zeus es sin duda un personaje inolvidable. Estudió en la Universidad Técnica del Altiplano, servicio social. Una vez egresado se dedicó a trabajar y a leer libros de marxismo. Era un asiduo concurrente e impulsivo lector, mientras quien escribe esta crónica, era director de la Biblioteca Municipal Pública de Puno. 

Zeus confundía nombres, atribuía hechos ajenos, ideas a quien se le antojaba. Conversar con él era francamente alucinante. Pero había que escucharlo sino se ponía agresivo, furioso. Ni como contradecirle y menos decirle que estaba equivocado, era provocarle para que usara sus guantes blancos y recibir repetidos golpes especialmente en el rostro. Ni como decirle que los libros que leía no los rayara, subrayara y marcara con un lapicero de tinta negra.

Decía que estaba enamorado de la luna, que una vez jubilado viajaría a Roma para entregarle al Papa una nueva encíclica, a favor de las “gra ndes mayorías excluidas del sistema capitalista”. Tenía un cuaderno con varias hojas escritas al que llamaba: “Mi aporte por el bien de la humanidad. Zeus, profeta del Titicaca” en el siglo XX. Una tarde llegó de Arequipa a Puno el loco Cateriano llamado también Falceto para dar un recital de poesía. Lo presenté por cortesía como un destacado poeta del Misti, después de mencionar a Melgar, César Atahualpa, Guillermo Mercado, Rosa del Carpio y José Ruiz Rosas.

Al final del recital hubo una conversación con el público. Alguien pidió que Zeus opinara acerca del recital. Habló casi media hora y nadie entendió nada de nada. Cateriano fue peor, agredió al púbico y a los concurrentes, hasta que lo dejaron solo: “Mejor así —dijo— pero esta es la última vez que doy un recital en Puno. Se han jodido, nunca más escucharán mi voz.”

La cumbre         

Sin embargo, el más célebre de todos ellos fue un poeta vanguardista que nadie conocía hasta que se publicó su biografía y, una antología de su extraña como excelente poesía.

Se trata del poeta Alberto Mostajo Riquelme, quien fue atacado por una terrible esquizofrenia, por lo que su cuñado Manuel E. Cordero, decidió internarlo en el Hospital ‘Larco Herrera’, de Lima.

El poeta permaneció allí durante 25 años, hasta que al fin su hijo Bernardo Cutipa, decidió salvarlo del infierno y llevárselo a su casa de Arequipa. 

Alberto Mostajo fue alumno de José Antonio Encinas en el Centro Escolar Nro: 881 de Puno, teniendo como compañeros de estudios entre otros a Gamaliel Churata, Luis de Rodrigo, Aurelio Martínez y Enrique Encinas.

Conocí a dos hermanos de Alberto, María Mostajo casada con Manuel E. Cordero y a Adolfo. Mi padre, subrogado durante el gobierno fascista de Manuel A. Odría, trabajó en las haciendas La Libertad y Chaxana.

Adolfo administraba las haciendas y era una persona correcta. Así conocí cómo funcionaba un latifundio.

La familia Cordero vivía entre Arequipa y Madrid, iba de vacaciones a Huancané, especialmente en la temporada que se hacían las matanzas de ganado.

Desde que publicamos: “Alberto Mostajo. Delirio y tragedia de un poeta vanguardista y metafísico”, Arte idea (2009), el lírida nacido en Puno ocupa un indiscutible lugar en las antologías de la poesía peruana.

Son varias las tesis que se han presentado en distintas universidades. Todas comparan la poesía de Mostajo con la de Vallejo. Se trata sin duda de la corriente de corte vanguardista que imperó no solo en el Perú sino en América y Europa a comienzos del siglo XX.

Un loco y su diario

Una de las obras literarias más celebradas que desarrolla la locura como tema central es “Diario de un loco”, cuyo autor es Nikolái Gógol.

En realidad, es un extenso cuento en relación a los desvaríos de un burócrata desaforado y funcionario descentrado. La lectura cautiva a sus lectores con fino humor. Ha encantado a púbicos de diversas épocas y además ha sido traducido a muchos idiomas.  

En el cuento de Gógol. resulta que en Poprishchin, en la primera anotación del texto, el 3 de octubre, cuenta que se ha levantado tarde como a mediodía. Sin embargo, decide ir a su centro laboral debido a que necesitaba de todos modos tener un anticipo de dinero, confiesa que es funcionario que trabaja en la oficina del director en un ministerio de la ciudad capital. Su trabajo es afilar la punta a varias plumas de escribir, redactar documentos y firmar los textos bajo responsabilidad.

Después de escuchar hablar y discutir a varios perros en las calles, así como recordar a vacas que van a las tiendas a comprar té; persigue a mujeres que llevan a una perra llamada Fidele, porque escuchó que se escribían cartas. Para saber más acerca de la hija del director de su oficina, los sigue para saber más acerca del por qué escribe Fidele y la perrita llamada Medji, resulta que la mascota es su amor platónico.  

Y ¿los que se hacen los locos?

Sin embargo, habría que diferenciar estos locos de quienes se hacen los locos. ‘Hacerse el loco’, consiste en actuar, hablar y asumir cierto comportamiento que no corresponde a la normalidad. Quienes se hacen los locos no asumen la responsabilidad que tienen. Evaden, escapan conscientemente la realidad y responsabilidad que tienen. Como decía el siquiatra Javier Mariátegui Chiappe, hijo del Amauta: “Cada sociedad tiene los locos que se merece”. <:>




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