LECTURAS
INTERESANTES Nº 620
LIMA PERU
25 JULIO 2014
¡GANÓ NADINE!
César
Hildebrandt.
Tomado
de HILDEBRANDT EN SUS TRECE. 25JUL2014 pp. 10, 11.
Nos
equivocamos: Nadine Heredia no perdió sino que ganó.
Impuso al
final, a Ana María Solórzano, su camarera congresal. Y, días más tarde, aupó a
la presidencia del Consejo de Ministros a otra fámula: Ana Jara.
Valdría la pena
sin embargo analizar de qué tamaño es la devastación institucional causada por
este personalísimo éxito.
En primer
lugar, el Partido Nacionalista ha dejado plenamente de existir. Su Comité
Ejecutivo Nacional está pintado en la pared. Su democracia interna es una
burla. La voz de sus representantes en el Legislativo no existe. Su
"presidencia", según declaraciones de Humala a la televisión
alemana, fue una impostura: una delegación de poderes entre cónyuges, un traspaso
de alcoba. Y ahora hay un cisma consumado de seis congresistas que han formado
tienda separada y un descontento general entre sus filas. Humala cree que puede,
empujado por su políticamente insaciable mujer, tratar a su partido como a la
unidad que comandaba en Madre Mía. Y cree que todos sus congresistas le deben a
él el nombramiento. Pues bien, allí tiene su respuesta: la bancada ha empezado
a deshacerse mientras Nadine Heredia triunfa. Minuciosamente ignorante, Humala
ha hablado, para justificar la vocación mandante de su mujer, del
"centralismo democrático" que impera en el partido que lo llevó al
poder. Este hombre no sabe que esa frase proviene del bolchevismo original, del
leninismo que sembró el germen de la dictadura y de la farsa siniestra de
Stalin y de las llamadas "democracias populares" irradiadas desde
Moscú hacia la Europa oriental de la segunda posguerra mundial. Don Isaac Humala:
qué fracaso el suyo como padre educador, qué tristeza debe usted padecer.
En este
recuento de daños, después está la institución del Congreso. Aunque el
oficialismo conserve la presidencia congresal, el estropicio está hecho. Los
veintidós parlamentarios "humalistas" que suscribieron aquella carta
pidiendo que fuera Marisol Espinoza su candidata, y que han sido maltratados
bajunamente por Humala en nombre de su esposa, son el símbolo de una relación
que, en el último tramo de este régimen, se hará todavía más tensa. Poner a una
sirvienta de la señora Nadine como candidata y eventual presidenta del
Congreso es toda una señal de desprecio hacia lo que Haya de la Torre llamó
alguna vez, y con bastante razón, "el primer poder del Estado".
Pero el asunto
no es personal. Nadine Heredia necesita una camarera como la Solórzano porque
se vienen nuevas leyes antilaborales y proempresariales que requieren de una
silente disciplina de bancada. Ese borreguismo no lo garantizaba Espinoza.
Detrás de Nadine está Castilla. Y tras Castilla están los grandes intereses,
los que pudrieron a este régimen, los que hicieron de Humala el pobre diablo
que es.
Ana Jara es la
jefa de las portátiles delivery de la señora Nadine. Su jefe no es Humala. Su
obediencia es a Nadine, a quien respaldó con ardor hasta en la farsa
repugnante de aquellos niños "rescatados" de Sendero (operativo
melodramático que ocultaba el asesinato de una niña perpetrado por el ejército
en Ranrapata, Junín), con los que hizo un show que esta revista denunció documentadamente.
Ana Jara entiende la política como el arte de la fidelidad a su ama, como el talento para durar, como la vieja profesión de
la adhesión garrapatil. Y ahora ha sustituido a un tecnócrata devorado por sus
oscuridades. La PCM también ha sido burlada en este proceso de liquidación
institucional del país. Convertida en sucursal de Nadine Heredia, la PCM será,
más que nunca, la mesa de partes de la CONFIEP y del castillismo rentado. ¿Qué
puede sentir un ministro "técnico" ante una notaria que ni siquiera
cumple órdenes del jefe de Estado y que ha sido alabada, sintomáticamente, por
la fujimorista Cuculiza? El gabinete se ha politizado, pero a la mala.
También la
presidencia de la república está mellada en esencia. Técnicamente hablando, lo
que ha habido en estos últimos, en fases sucesivas y cada vez más agudas, ha
sido un golpe de Estado conyugal. No le ha bastado a Humala traicionar al
partido que lo elevó a la presidencia, al programa que sedujo a tantos, a la
llamada "hoja de ruta" que siguió entusiasmando a muchos, a las
poblaciones pobres que confiaron en él. Ahora traiciona su propio cargo y se lo
entrega, de facto, a una señora caprichosa que intenta hacer del Perú una
experimento matriarcal y voluntarista. La ilegitimidad de este régimen es un
cruce del ridículo con la infamia. La señora Nadine debe haber leído una
biografía falaz de Evita Perón. Debe creerse la mujer del líder argentino.
Quizá no sepa que su parentesco es con Isabelita Martínez, la esposa de aquel
Perón crepuscular que ya no tenía ganas de gobernar.
En efecto,
Nadine ha ganado. Y nosotros nos equivocamos. Teníamos la esperanza de que el
país supiera de un cambio de rumbo.
En esta
perspectiva, ¿qué podemos esperar del discurso del 28 de julio? Pues nada. En
todo caso, una sarta de mentiras, un recuento de logros fantasiosos, una retahíla
de promesas. Un presidente que no gobierna dirá ante el Congreso que desprecia qué es lo que se propone incumplir por enésima vez. La derecha aplaudirá y su prensa hablará de "valores patrios", de
los tanques del desfile militar y de José de San Martín, a quien volverían a
dar la espalda si ese fuera el caso.
Humala, el
hombre que amenazaba el inmovilismo nacional -el único plan de gobierno del
país desde hace dos siglos- es hoy este mandatario en harapos que balbuce.
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