“VAMOS A RECUPERAR EL HUÁSCAR”:
LUIS FELIPE ANGELL DE LAMA, SOFOCLETO
Un
homenaje a casa llena con Rafo León, Hernando Torres-Fernández y Allan
Angell, en el Centro Cultural Inca Garcilaso, a un escritor que supo
interpretar al Perú con oceánica cultura, ironía, irreverencia y con una
infatigable capacidad para escribir. Sofocleto es un autor imprescindible de la
cultura peruana. En 1981, Mario Vargas Llosa entrevistó en su programa “La
Torre de Babel” a Sofocleto y se pasó un extracto de ese diálogo de gigantes.
Todo un rescate literario. Jaime Bayly también lo entrevistó en 1993/1994. Esto
y mucho más, en la siguiente crónica.
Gabriel
Ruiz Ortega
En LA REPUBLICA,
16MAY25
¿Por
qué es importante leer a Sofocleto hoy? Esta fue una de las
preguntas que me hacía cuando me dirigía al Centro Cultural Inca
Garcilaso (CCIG) del Ministerio de Relaciones Exteriores,
mientras atravesaba el tráfico y las manifestaciones habituales del centro
histórico de Lima. En esta institución cultural, se llevó a cabo, ayer jueves
15, un homenaje a Luis Felipe Angell de Lama, Sofocleto (1926
- 2004). Sala llena conformada por miradas intergeneracionales. Entre los
ponentes, Hernando Torres-Fernández, director del CCIG; Rafo León,
destacado escritor y periodista experimentado; Allan Angell, hijo de Sofocleto;
y quien escribe estas líneas, editor de los siguientes libros de nuestro
escritor con Planeta: Los cojudos, Los conchudos y El
virus matrimonial.
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Luis Felipe |
“No
soy un escritor gracioso”, le responde Sofocleto a Vargas Llosa en un tramo. En
todo momento, Vargas Llosa se muestra conocedor de la obra de
Sofocleto y cada respuesta de Sofocleto revelaba no solo una profundidad
analítica, sino del mismo modo una oceánica cultura.
El
“no soy un escritor gracioso” sintonizó con las palabras de Rafo León, que puso
a Sofocleto al nivel de lo que es ser un escritor en todo el sentido de la
palabra. Además, indicó que su obra, enfocándonos en Los cojudos, era una crítica al hombre/el varón de la clase
media peruana. Y contextualizó la época en que su generación empezó a leer a Sofocleto y
no dejó de subrayar precisamente su carácter de escritor (pensemos en La
tierra prometida de 1958 (Premio de Novela de dicho año, concedido por
la Librería-Editorial Juan Mejía Baca) y San Camilo de 1976,
grandes novelas en donde no hizo uso del humor). Sofocleto cultivó
muchos géneros literarios. Pensemos en sus sofonetos, que eran devorados por
miles, los cuales eran una firma de su calidad literaria.
Sofocleto,
durante un periodo de su vida, se desempeñó como diplomático. Hernando
Torres-Fernández dio algunos alcances de esta etapa de Sofocleto. Era
un hombre serio y por su labor fue varias veces felicitado -Torres-Fernández
mostró documentos que sustentan esta aseveración- e incluso puso de manifiesto
una ética de vida cuando nuestro autor no aceptó recibir su sueldo por el mismo
hecho de no estar trabajando pese a pertenecer al cuerpo diplomático.
Quien
escribe empezó a leer a Sofocleto en el último año de colegio. La entrevista
de Vargas Llosa a Sofocleto es histórica. Dos
gigantes conversando. Pero ver esa entrevista, me llevó a 1993/1994. Aquel año,
vi por primera vez a Sofocleto en televisión. Jaime Bayly conducía
un programa en Panamericana Televisión y entrevistó a Sofocleto. La imagen de
ese hombre gigante (medía casi dos metros) se me quedó impregnada. Captó mi
atención y me puse a leer a Sofocleto y a buscar sus libros por las librerías
de viejo del centro.
Cuando
la gerente editorial de Planeta, María Fernanda Castillo, me dijo, a finales de
2018, que estaban interesados en Los cojudos y que lo editara
yo, comenzó la búsqueda de los herederos de Sofocleto.
Sofocleto
falleció en 2004 y tuvieron que pasar 14 años para que un libro suyo sea reeditado.
Hablamos de un autor tremendamente popular. La gente no se había olvidado de un
autor que se posicionó en el imaginario público desde la escritura. Nunca dejó
de hablarse de Sofocleto. De 30 peruanos, 15 sabrán de Sofocleto, ya sea porque
lo hayan leído o porque hayan escuchado de él mediante un familiar o variante
parecida. Y el resto que no sabe de él, mucho K-Pop.
Quienes
se olvidaron de Sofocleto fueron los editores que aparecieron después del 2000,
porque no leen o han empezado a leer tarde y los hechos demuestran que exhiben
una mirada torcida del verdadero interés editorial. Sofocleto es una joya
literaria que no solo trae prestigio literario, sino también ganancia
monetaria. La edición del 2019 de Los cojudos, ya tiene
varias reimpresiones, se ha movida sola, por recomendación. Pero esa edición ha
propiciado, y aquí el dato, la aparición de reimpresiones piratas de las
primeras ediciones de los libros de Sofocleto. Ese papel no tiene más de 10
años, esas carátulas no muestran las arrugas del tiempo, no tienen la dignidad
de su época. Eso no sucede si no existe un lector que pregunte, que pregunte
por Sofocleto. Hasta el 2018, para conseguir las primeras ediciones de Los
cojudos y Los conchudos, dos títulos
inubicables, había que sudarla. Ahora no.
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