ADOLFO HUIRSE CAIRO
Por
Bruno Medina Enríquez
D |
estacado
periodista puneño -hijo del conocido compositor de música popular puneña Rosendo
Huirse- en cuya sangre destilaba profundamente el puneñismo y la música que desde
niño cultivó y practicó, pero fue ganado desde su primera juventud por el periodismo
que ya lo practicaba en "RADIO LA VOZ DEL ALTIPLANO" donde en los
primeros años 60s, conducía un programa llamado "Correspondencia
Musical", muy sintonizado en aquel tiempo en que la radio aparecía como el
único medio de comunicación. Llegó a gozar de una sintonía casi total pues atraía
la audiencia los fines de semana, por su singular estilo de ofrecer la música
de su tiempo, acompañando saludos de la gran audiencia que le escribía, a
través de notas enviando saludos a los radioyentes de La Voz del Altiplano a
las que daba lectura.
Esa
afición al periodismo se explica quizás porque nació un día que en el tiempo se
convirtió en la víspera del "Día del Periodista", ocasión que era
celebrada por Adolfo, familiares y amigos por ese doble motivo. La afición se convirtió
en su actividad principal cuando se traslada a Arequipa, donde ya empieza
seriamente a practicar esa sublime profesión que no abandonaría de por vida, y
que, por supuesto, le dio muchas alegrías y sinsabores. Alli, como redactor del
diario EL PUEBLO destacó profesionalmente, lo que le permitió con mucha joven
experiencia trasladarse a Lima y ser fácilmente captado en el diario EXPRESO de
aquellos años 70s. cuando el diario pertenecía a los trabajadores; hecho que le
permitió vincularse con la elite del periodismo capitalino, asumiendo funciones
en diversos gremios de periodistas.
Sus
excelentes crónicas y reportajes elevaron su capacidad de análisis de la
sociedad y del quehacer diario, cuya práctica le permitió elaborar textos
precisos, utilizando la palabra adecuada en el momento oportuno en sus
redacciones. Asi se convirtió en un casi eterno corresponsal de medios de
comunicación extranjeros, en especial EXELSIOR de México y EL PAIS de España,
que semanalmente publicaban sus acertados reportes para la comunidad peruana en
el extranjero deseosa de enterarse de lo que sucedía en el Perú, en tiempos de
mucha convulsión social.
Sin
embargo, lo que más le gustó en la práctica de su vida fue la defensa de la
cultura originaria. En el espacio donde estuviera defendía la autenticidad del
folklore puneño, campo en el que era un irrestricto defensor y tenía una
elevada cultura sobre lo que significa el cultivo y la defensa de la cultura
puneña, en especial cuando hablabamos de música, que por cierto la practicaba
cuando tenía a su alcance las teclas de un piano, que aprendió a tocar desde
niño en su hogar.
Cuenta
mi madre que cuando visitaba a su prima (la madre de Adolfo), en la ciudad de
Puno, era una obligación que el niño Lalito de 5-6 años interpretara algunos
temas musicales para alguna tía que estaba de visita breve; concierto infantil
que siempre iniciaba con el Himno Nacional. Ese legado musical de su padre Don
Rosendo, lo cultivó con creces en su vida, de ahí que fuera resistente a la
influencia boliviana en la música puneña. Es emblemática aquella frase que decía
y repetía en conferencia o disertación que tenía oportunidad de hacer, respecto
a las sayas, caporales y tuntunas: "Es música linda, pero es ajena".
En
esa orientación durante muchos años condujo un programa radial dedicado exclusivamente
a la música puneña, con amplio conocimiento de ello, especialmente en RADIO DEL
PACIFICO de Lima, programa que no ha sido superado por nadie, por la calidad de
su conducción y amplísima información que difundía sobre la música puneña por
ese medio. Para suerte personal contamos con algunos de esos programas
grabados.
Su
mayor labor cultural llevó a cabo en la comunidad puneña en Lima, la realizó por
medio del Club Departamental Puno y la Asociación Cultural Brisas del Titicaca,
donde además de conductor de grandes Jornadas Culturales que cambiaron la
imagen institucional, ha sido el obligado y calificado director de la revista
que dicha institución publica, que a saber, el número de ediciones es
incalculable, como es el sello cultural que le ha impreso a esas ediciones.
Como
persona, hijo de una familia digna, supo cultivar la amistad imperecedera,
porque quien era su amigo era "su amigo de verdad" ya que te decía
las cosas como son y sin guardarse alguna crítica.
Además
de ser un referente nuestro, lo tendremos como al primo querido, y al amigo sin
par, porque será difícil contar con alguien que se parezca a Adolfo Huirse
Cairo, el popular LALITO, (para algunos el tio lalitro) a quien deseamos que la
Pachamama lo acoja cálidamente en su seno y lo cobije tiernamente por la
eternidad.
LALO
HUIRSE ¡¡¡PRESENTE!!!
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