domingo, 12 de febrero de 2023

PUNO EN LAS CONCEPCIONES DE OPINOLOGOS DE DERECHA

 

LOS MITOS SOBRE PUNO

“UNA REVISIÓN DE LOS NÚMEROS DEL CRECIMIENTO PUNEÑO DESMIENTE TODOS LOS MITOS”.

Jaime de Althaus, EL COMERCIO 11/2/2023 21H7

Una revisión de los números del crecimiento puneño desmiente todos los mitos. El primero es el que le echa la culpa de lo que ocurre al centralismo. Veamos. En el 2021, Puno representaba el 2% del producto nacional, pero ese año el gasto público en la región fue el 3,3% del total nacional, y los proyectos de inversión pública alcanzaron el 3,7% del total (MEF). Es decir, Puno, recibe más de lo que da. El problema está en la corrupción local y regional, lo que inflama a la gente. Según el contralor Nelson Shack, en Puno se han dejado de gastar en cinco años S/2.600 millones, con los que se hubiera podido cerrar muchas brechas.

El segundo mito es el que asegura que el modelo económico lo dejó fuera, que Puno es un perdedor del modelo. Por el contrario, si bien es el cuarto departamento más pobre del país, ha crecido a una tasa mayor que el promedio nacional. Entre el 2007 y el 2021, su ingreso por habitante aumentó 4% al año; en el resto del país, solo 2,8% (Iván Alonso). La actividad que más ha crecido en la última década y media es la construcción, 7,4% al año. La cantidad de ciudadanos peruanos y extranjeros que llegaron a establecimientos de hospedaje entre el 2001 y el 2019 pasó de 240.000 a 1′295.000, multiplicándose por 5,5% (INEI, 2022). La producción de quinua se multiplicó casi por tres entre el 2001 y el 2022, exportando una parte importante, y la producción de papa por 3,1, para atender el mayor consumo de las ciudades generado por la gran cantidad de personas que salían de la pobreza.

En efecto, entre el 2004 y el 2019, la pobreza en Puno cayó abismalmente, del 79,3% al 34,7%. Surgió una clase media emergente, un capitalismo popular que incluso acudió a la banca formal a buscar financiamiento. En efecto, el valor de los créditos de la banca múltiple entre el 2001 y el 2021 se multiplicó por ¡29!, pasando de S/82 millones a S/2.388 millones. Una expansión exponencial.

Y es aquí donde nos empezamos a asomar a los problemas. Es posible que una parte de esos nuevos prestatarios tuvieran problemas para pagar sus créditos con la pandemia. De hecho, la pobreza, que había caído tanto, volvió a subir ocho puntos luego de la pandemia, llegando al 42,6% en el 2021. No hay peor fragilidad, malestar y frustración que no poder pagar obligaciones y perder un nivel de vida ya alcanzado.

A ello se sumó la mayor presión de la Sunat. La recaudación creció en Puno a una tasa mayor que el crecimiento de la producción. En efecto, entre el 2007 y el 2021 el valor bruto de la producción a precios corrientes se multiplicó por tres. En cambio, entre esos mismos años, la recaudación por tributos internos se multiplicó por cinco. A su vez, los ingresos recaudados por tributos aduaneros se multiplicaron por seis, con un gran crecimiento el 2021 y el 2022, lo que significaría que aduanas se puso fuerte esos dos últimos años. Y el número de contribuyentes pasó de 51.300 a nada menos que 319.000.

Entonces, es posible que el crecimiento de ese extendido capitalismo popular emergente haya chocado con el límite impuesto por una tributación y unas regulaciones excesivas impuestas por Lima, que les impedían formalizarse o mantenerse en la formalidad y pagar sus obligaciones al mismo tiempo, en circunstancias de caída económica general, estallando contra el sistema bajo el liderazgo de una izquierda radical precisamente antisistema que atizó la indignación generada por la posverdad de unos poderes limeños que derrocaron a su representante Pedro Castillo. Y con el soporte de una minería ilegal que tampoco se puede formalizar debido a normas imposibles de cumplir.

 


¿POR QUÉ PUNO?

Richard Webb,

EL COMERCIO 12/2/2023

“Que esperabas pues” –contesta un Puno sufrido–. “Siempre me han tenido de último” –continúa– “colocado en el fondo del barril e identificado con el atraso boliviano. Recién a finales del siglo XX me conectaron con Cusco por una carretera decente”.

Y, efectivamente, revisando cálculos realizados hace medio siglo en base al censo de 1961, se comprueba que el atraso productivo de Puno tiene larga historia. Una de sus provincias –Huancané– era incluso la más pobre del país. El altiplano, además, ha estado identificado con sequías y hambrunas, una de ellas fue muy grave a fines de los años cincuenta y motivó la creación del Plan Sur con ayuda externa. La emergencia alimentaria en ese momento se sumaba a la amenaza creada por la reciente revolución cubana. Una de las iniciativas de esos años fue la creación de las cooperativas de crédito en pueblos rurales que empezó en un pequeño pueblo de Puno.

Pero hay una segunda posible explicación para la nueva emergencia política centrada en Puno, que también es plausible, aunque consiste en exactamente lo contrario al primer argumento. En vez del atraso, el protagonismo protestante sería consecuencia de las muy buenas noticias económicas que viene reportando la región puneña desde inicios del nuevo milenio. Según las cifras oficiales, la economía de Puno ha sido boyante durante al menos dos décadas. Su producto por persona aumentó un 42% entre el 2004 y el 2021, más que duplicando el avance de apenas el 13% logrado por Lima. Además, el despegue económico abrupto de Puno no ha estado concentrado en una mina, como sucedió en Apurímac por el impacto de Las Bambas. En Puno, más bien, el avance se ha producido en una generalidad de actividades y lugares, incluyendo una nueva agricultura, minas, desarrollo urbano y multiplicación comercial. Todo esto estimulado y financiado por una multiplicación del gasto público. Como resultado de ese dinamismo se ha reducido la pobreza en casi la mitad de su nivel inicial durante este breve período del siglo XXI (2004-2021), bajando de un 79% a un 43%.

Una mirada más detallada a los jornaleros agrícolas refuerza la tesis de un comportamiento paradójico de la economía reciente de Puno. Se trata de la categoría laboral especialmente desventajada por tratarse de personas que mayormente carecen de tierra propia, de educación completa y de otros instrumentos de producción, por lo que dependen mayormente del trabajo físico del jornalero en las chacras. Según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, el jornal promedio de ese grupo ha aumentado sustancialmente en todo el país en las últimas décadas, pero los aumentos más significativos se registraron en Ica, donde el jornal de campo creció en promedio 8,5% en soles constantes entre el 2006 y el 2018, y luego en Puno, con un alza promedio de 8,0% anual.

¿Habría que optar entre estas dos explicaciones – aparentemente contradictorias– de la violencia que se ha desatado actualmente en Puno? Una profesora de la Universidad de Yale, Amy Chua, ha sugerido –en su libro “El mundo en llamas”– que en realidad las dos interpretaciones no se contradicen y que la experiencia mundial registra muchos casos de avance económico acelerado acompañados de turbulencia política. Afirma, además, que un factor desestabilizante en muchos casos ha sido la diferencia racial y de castas. Esto ocurre porque el despegue económico casi siempre viene acompañado de cambios difíciles de digerir a nivel personal y social, como es la migración acompañada muchas veces de la separación de familias y cambios en las reglas de juego en los entendimientos personales que acompañan toda actividad humana. La aceptación de tales cambios puede requerir altos niveles de tolerancia y confianza en otras personas.

En cuanto a esas relaciones personales, habría que tener en cuenta el efecto de los cambios económicos en una población caracterizada por una fuerte presencia de diferencias raciales, comunales y de preferencias políticas.

Ciertamente, el paralelismo entre las recientes revueltas –primero en Ica y ahora en Puno– es sugestivo del poder desestabilizante del rápido progreso económico. <>

ESFORZADO APRENDIZAJE EN LA LUCHA
POR UN FUTURO DE DIGNIDAD Y JUSTICIA


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