miércoles, 16 de octubre de 2024

GRANDES MUSICOS PUNEÑOS

VÍCTOR EMILIO CUENTAS AMPUERO

BREVE NOTA BIOGRAFICA

Escribe: Iván Alfredo Cuentas Aparicio*

En este breve aporte biográfico se resume la vida de un reconocido e inspirado compositor puneño autor de su popular obra cenital: “Cholitas Puneñas”. A lo largo de su existencia nunca se distanció anímica y espiritualmente de Puno, su amado terruño, permanentemente alojado en su retina y activo en su memoria.

Hacia el año 1900 la pa­reja conformada por Juan Mariano Cuentas Monge y Sara Ampuero Soto, se traslada a Puno, pues su matrimonio se realizó en La ciudad de Arequipa, tierra donde nació la señora Sara.

Víctor Emilio Cuentas Am­puero nace el día 6 de octubre de 1904 como segundo hijo de los tres que conformaron la prole. Don Juan Mariano muere en 1908, por Lo que doña Sara empieza a trabajar en el Colegio Nacional San Carlos de La ciu­dad de Puno como preceptora aplicando los conocimientos y estudios que hizo en Arequipa. Luego de pocos años, la fami­lia se trasladó a Juli y se instaló en una casa cuyo segundo piso tenía una ventana que daba al lago Titiqaqa y por debajo ha­bía una callejuela trajinada des­de muy temprano, por mujeres que cargaban a sus hijos y llevaban canastas con productos para negociar. Esta condición costumbrista y cotidiana segu­ramente fue creando en Víctor Cuentas la imagen que más tarde se traducirá en las letras y música que componen su obra musical “Cholitas puneñas".

Como se sabe los años pos­teriores a la primera Guerra Mundial sumieron al mundo en una pobreza generalizada que, en pueblos como Puno, agu­dizaron la escasez de trabajo, donde la juventud no tenía po­sibilidades de desarrollo social y económico. Estas condicio­nes obligaron a Víctor Emilio a salir de Puno y recorrer el Perú en un largo y contin    uado periplo por Cusco, Apurímac, Ayacucho, Junín y Pasco. A raíz de esa experiencia escribió una pequeña novela con el nom­bre de “Sobre el dorso andino”. Nuevamente de retorno a Puno trabaja en el Banco de Crédito y luego en La Prefectura; no obs­tante, su afán de estudios lo lle­va a La Paz, Bolivia, y se inscribe en el Instituto Superior Greeg, donde estudia Contabilidad.

La población de Puno, asen­tada en una ciudad pequeña y de encantadora placidez pro­vinciana estaba conformada por gente citadina y algunos grupos de familias que venían de diferentes distritos y pro­vincias, por lo que el correlato social era fluido. Todos se co­nocían.

El mismo músico Andrés (Pupa) Dávila Martínez se tras­ladaba desde Chucuito fre­cuentemente, hacia la ciudad de Puno para frecuentar a sus conocidos. Él fue amigo de Víc­tor Cuentas con quien se en­contraba para departir frater­nalmente. En una ocasión Víctor Cuentas le preguntó al “Pupa” Dávila sobre su producción ar­tística. La pregunta iba por Las letras de Las canciones como Calabozo de Chucuito y Cam­panazos, en las que está pre­sente la angustia y se recrea el dolor y se aviva la desesperan­za. Ante esa crítica el “Pupa" le indicó que sus creaciones eran reflejo del espíritu indígena cu­yas vivencias eran de carácter taciturno y triste. Víctor Cuentas Le indicó que no era así que el pueblo indígena gozaba en Las fiestas de carnaval, en las co­sechas y tantas otras manifes­taciones del campo que eran oportunidad para el puro júbilo y la algarabía. Le aseguró que él compondría una canción que exaltara el gozo de la vida con letra alusiva a la vida poética con música vivaz inspirada de puneños y puneñas.

Así pues, con este reto auto propuesto se inició la composi­ción del huayno “Cholitas puneñas” cuyo nombre primigenio fue Laramkota, significando el Lago azul intenso que vio en su niñez. En Los versos de La Letra no se encuentran frases de tris­teza, congoja o agobio. El quinto verso dice “...y la Luna soledo­sa", adjetivo que no existía en el castellano y que se traduce como “la Luna parecida al sol".

Con el tiempo la canción se expandió por el centro y sur del Perú, tanto así que el Ministerio de Educación dispuso que, en toda escuela rural, al momen­to de formarse, los alumnos la cantasen.

La difusión del arte era pre­caria y en el caso de “Cholitas puneñas" sufrió cambios en su letra, por lo que Víctor Cuentas la inscribió en la APDAYC hacia 1953.

A finales de la década de los años 30, llega a Puno la firma Singer, distribuidora de máqui­nas de coser. Víctor Cuentas accede a esta labor y le asig­nan la ruta del norte de Puno y de todo el departamento del Cusco.

Oscar Cuentas Ampuero, hermano de Víctor, fue con­tratado como profesor en el Colegio Mateo Pumacahua de Sicuani e invitó a su hermano Víctor Emilio a trasladarse a Si­cuani. Otro tanto sucedió con José María Arguedas Altamirano que luego de haber salido en libertad de la cárcel El Sexto de Lima, arribó a Sicuani don­de ya vivían y trabajaban Luis (“el cholo") Nieto, poeta cusqueño, los hermanos Alencastre y Alfredo Macedo Arguedas, escritor puneño, todos con quienes Víctor Cuentas Ampuero se relacionó y empezó a departir conformando un grupo juvenil de difusión de arte y cultura. La amistad que se creó con José María Arguedas se expresa en la composición, hecha al alimón, del huayño “Tankar morada", letra de Cuentas y música de Argue­das. Esa composición no se ha podido recuperar.

Pasados algunos años Víctor Cuentas se traslada e instala en Lima, trabaja en el terminal ma­rítimo y luego en el Ministerio de Hacienda de aquella época.

La colonia puneña era pe­queña y los paisanos se en­contraban para departir en tardes domingueras y tener La oportunidad de compartir re­cuerdos y seguramente degus­tar el chairito puneño. Cuando se aprestaban a ejecutar con sus instrumentos musicales, re­cuperaban la magia de las me­lodías de Puno, la ensoñación de la tierra y el lago y todo era avivado por melodiosas y sentidas voces cantoras.

En la capital ya se había fun­dado algunos clubes depar­tamentales. Víctor Cuentas y algunos paisanos decidieron crear el Club Departamental Puno. Para ello acotaron dinero compraron una edificación en calle Cervantes. El club existe en la actualidad y acoge a paisanos que arriban desde Puno.

En su oportunidad Víctor Cuentas Ampuero y su esposa Violeta Bellido fueron socios de la Asociación Cultural Brisas del Titicaca, teniendo así la oportunidad de donar instrumentos musicales.

La familia Rodríguez, grupo musical familiar de origen cus­queño, grabó el huayño de Víctor Cuentas “Noche carnavaler­a” en un Long play de música puneña, y para el tricentenario de ciudad de Puno en 1968, el grupo musical Los Violines de Lima hizo lo propio con “Cholitas Puneñas".

Dentro de la pro­ducción artística, Víctor Cuentas compuso Cholitas puneñas, Atardecer, Noche carnavalera, Hasta mañana y varios valses, además de un florilegio de poemas publicados por la Universidad Nacional del Altiplano, como “Dolmen”.

Víctor Cuentas Ampuero, como sobresaliente músico y compositor puneño, ha recibido múltiples reconocimientos por instituciones ligadas a la actividad artístico cultural en el Perù. <>

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·       Iván Cuentas Aparicio es hijo de Víctor Cuentas Ampuero. Nació en Puno el 30 de octubre de 1941. Estudió en el Colegio Nacional San Carlos de esa ciudad y en la Universidad Nacional del Altiplano. Participó activamente en el Grupo de Teatro “Chasqui”. Fue actor en la película “El misterio del Karisiri”. Es integrante de la Agrupación Puno de Arte Folklorico y Teatro APAFIT y pertenece al grupo de intelectuales puneños “Los Siete Ciudadanos”.

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 Cholitas Puneñas

Cholitas puneñas somos
venimos del lago azul
donde incendia el sol sus maravillas
y la luna soledosa
surca como un velero de amor
Puno, Puno tierra de ternura
son tus calles pandilleras
suspiros de un amanecer.

Traemos en las pupilas
un paisaje arrobador
de colinas llenas de alegria
y de pampas rumorosas
y de cielos llenes de arrebol,
tus montañas
de aguas cristalinas
de este lago que te besa

son mi vida, son todo mi ser. 



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