lunes, 15 de agosto de 2016

ESCRIBE: OMAR ARAMAYO

AREQUIPA
FACEBOOK 14AGO16
Llegué a Arequipa en enero de 1964, mi propósito era ingresar a la Universidad Nacional San Agustín, así lo hice. Aquí tuve la suerte de recibir las clases de Antonio Cornejo Polar, de su hermano Jorge, de Alejandro Palito Málaga Medina y otros eminentes. Yo venía de Puno, con un libro publicado y la experiencia del grupo Carlos Oquendo de Amat, que fundé un par de dos años antes, junto a mis amigos, a quienes invité a visitar esta hermosa ciudad en varias oportunidades. Aquí conocí a Toño Cisneros, a Vargas Vicuña y a Vargas Llosa, Oswaldo Reinoso, que visitaban esta hermosa ciudad.
Cuando cursaba el primer año de Letras gané el primero y segundo premio de los Juegos florales. Conocí a poetas jóvenes en ciernes como Shelma Guevara, a la extraordinaria y preciosa Brunilda Joyce, Walter Márquez, poeta culto, Hugo Peña, Vicky Medina y varios otros, un movimiento que floreció en sus libros. El narrador Marcó Carreón, ya finito, que luego se hizo diplomático, y escribió una extensa crónica sobre esos días dorados.
El punto de reunión era mi departamento, en la residencial Nicolás de Piérola, espacio hermoso que pude disfrutar gracias a mis padres, que vivían en Puno. El lugar era visitado por aquel que tuviera algo que ver con la poesía, el más caro de todos, José Ruiz Rosas, que en el 53 había publicado una colección de sonetos "Sonetario" desairado en su momento. Ruiz Rosas se hizo parte del movimiento, juvenil, fraterno generoso, cantaba tangos y contaba chistes, con esa apariencia de monje medieval.
Aníbal Portocarrero, gran poeta y mejor amigo. Nos visitaron poetas argentinos, chilenos y de todas las nacionalidades, Oscar Málaga se quedó aproximadamente un año o más, ya ni recuerdo, el departamento era grande. Eran años del hipismo y la trashumancia. Entonces yo predicaba un surrealismo ortodoxo . Mi departamento había sido bautizado como "País en el Exilio". No eran extraños los sicuris y cuanta manifestación artística fuese más disímil, mejor aun. Era el tiempo de los happenings.
En la época de la post modernidad no se puede calcular lo que entonces significó ese movimiento de apertura y liberación. Estuve preso en la comisaría de Palacios, acusado de escribir lemas como "Viva el Coronel Aureliano Buendía y su mujer". La policía creía que, en efecto, había un coronel golpista en el ejército peruano y que nosotros éramos sus agentes, una confusión cómica bastante lamentable, visto a la distancia ya uno ni se acuerda bien pero en aquellos días fue terrible.
Un día llegó Pablo Neruda y habló de Enrique Huaco, poeta arequipeño tempranamente muerto en Chile. Otros poetas independientes de calidad, de la época, son Raúl Bueno y Oscar Valdivia. Y Alberto Vega, alma generosa, de la generación anterior. La revista de la época, de proyección internacional fue "Jornada Poética" que alcanzó cien números o algo como eso, dirigida por Max Neira Gonzáles, ayacuchano de origen.
No era el primer poeta puneño que hacía amistad con los poetas de la Ciudad Blanca, Miranda Luján había sido parte del movimiento Sur, y Dante Nava amigo de Aquelarre. Jorge Cornejo Polar me antologó en sus selecciones de poesía arequipeña, aunque después algunas malas voluntades se ocuparon de desantologarme. No creo que mi estancia en Arequipa haya sido efímera, en fin, es cuestión de explicarlo más.
Viví más de diez años en la ciudad de los volcanes, en actividad cultural intensa; luego seguí viaje. Varios años después vino otra generación a refrescar esa vena profunda y fecunda fundada por Melgar, Hidalgo, Atahualpa, o Mercado. 

PERO QUE FEO ES EL CHUÑO
LOS ANDES 15AGO16
Acabo de escuchar en Radio Programas a la nutricionista Silvia Rodríguez, no es pareja del cantautor cubano Silvio Rodríguez, no canta nada, en una entrevista con el Chema Salcedo. La señorita anuncia que el chuño será el alimento de los tripulantes de las naves espaciales, habla de sus valores nutritivos y medicinales. Eso está muy bien, lo que me chocó y bastante es cuando dijo que el chuño era feo, no dijo que era intragable pero poco le faltó, y eso es un agravio a nuestros antepasados, a los habitantes actuales, a la inteligencia, a la verdadera culinaria nacional. Si el chuño es feo, como se explica que lo coman algunos millones de personas, en el sur del Perú, Bolivia, y el norte de Chile. O es que solamente los seres sub normales se alimentan del chuño.
Obviamente la señorita Rodríguez es ignorante, nada sabe de la diversidad de sabores, tiene un sabor plano y homogéneo. Palatabilidad es lo que le falta. La culinaria peruana es rica por eso, por su variedad de sabores, a veces exóticos, extraños. Habla del chuño, cuando en realidad existen una serie de productos de la papa y la oca liofilizados, para su escaso conocimiento solo existe el chuño, como un genérico. Sin hablar del tocoh.
Alguna vez le pregunté al doctor Sotomayor, un luchador social, guerrillero al norte del Cusco en los 60, que vivió treinta años en la China, como traductor de Pekín Informa, por qué había regresado del país de sus sueños, y me dijo: por la comida, no la soportaba más. Pero, cómo si es una de las mejores comidas del mundo. Esta usted equivocado, dijo, o salado o dulce, o dulce o salado, insoportable, en cambio aquí tenemos sabores inexplorados, el chuño, por ejemplo. He regresado porque extrañaba el chuño, la quinua con cal viva. En fin, sabores que aún no han llegado aún a la Lima colonial.
La fabricación de la tunta, mal conocida como chuño blanco, a orillas del río Ilave, es una de la actividades más rentables de la agro industria peruana. Cada año los campesinos de la zona compran cientos de toneladas de papa, en Huancavelica, y las extienden a orillas del río Ilave; y luego de aproximadamente dos meses, después de arduo trabajo, recogen esas papas convertidas en tunta, las llevan a la tripartita, punto ubicado al sur del país, entre Perú, Bolivia y Chile, donde los comerciantes chilenos la compran a precio huevo y luego la presentan como mandioca, producto industrial chileno, con un precio leonino, tras haber esquilmado a los campesinos ilaveños.
Por cierto que no pagan a la SUNAT, son informales, no tendrían por qué pagar impuestos, la atención que reciben del Estado es mezquina. Lo admirable es el ingenio aguzado por la supervivencia, el aprovechamiento de esta tecnología ancestral, el trasiego de camionadas de papa, de tunta, la mano de obra sacrificadísima. Y el abandono del Estado. Y luego la estupidez de gentes que se arrogan un conocimiento que no tienen, y difunden.
Me encantaría hacer un recetario con productos liofilizados de la papa y la oca. Oxala, que el tiempo nos ayude.
En Lima existen lugares donde el migrante no deja pasar la semana sin un chairito, lugares comerciales, y en la casas. Chairos gloriosos como los que prepara mi que querida amiga Gloria Zegarra, y que no se pueden perdonar y solo decir tres veces gracias.

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