VISIÓN ACTUAL
Condensado del artículo de Héctor Béjar: “EL MUNDO AL COMENZAR EL 2020”, publicado el 15 de
enero de 2020, en la página de Facebook COLECTIVO REVOLUCIÓN 3 DE OCTUBRE DE 1968
L
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a mega riqueza se sigue concentrando en muy pocas manos.
Hundido en frecuentes casos de corrupción, el capitalismo del siglo XXI no se
alimenta de la plusvalía sino de la especulación, ya no juega solo con títulos
de la bolsa sino con derivados de las acciones, es decir, con suposiciones de
lo que se puede ganar con dudosas operaciones en el futuro. Es un capitalismo parasitario que no vive de la
producción, sino de la renta de algo que solo existe en la imaginación de sus
promotores. Pero, a la vez, en la incertidumbre creada por su propio juego
especulativo, busca la seguridad y retorna a la propiedad de la tierra, de los
metales preciosos como el oro y a la propiedad inmobiliaria en las ciudades y
los campos del mundo. Una pequeña casta invisible y todopoderosa se está
comprando en secreto y por diversos medios, ciudades y países enteros.
Aparecen nuevas megaempresas globales que controlan directa
y totalmente la vida cotidiana, conocen los gustos de los consumidores, son
dueñas del entretenimiento, de las aficiones y vicios de millones de seres que
nunca llegaron a la ciudadanía y ahora son solo consumidores alienados. Amazon ha vendido al departamento de
defensa de los Estados Unidos su tecnología de reconocimiento facial que
permite identificar a los individuos en medio de las multitudes. Visa sabe qué comemos y compramos, qué
regalamos. Google sabe qué leemos y
pensamos. Uber cómo y de dónde a
dónde viajamos.
Google tiene 60,000 empleados y tuvo 130,000 millones de
dólares de ingresos en 2018. Amazon tiene 54,000 millones de dólares en
activos, 613,000 empleados y 10,000 millones de beneficios anuales. Uber
trabaja en 230 ciudades de 50 países y sigue expandiéndose. Las empresas que se
han apropiado del mundo a través de las aplicaciones evitan el trato personal
con los trabajadores, usuarios y consumidores, imposibilitan los derechos
laborales, las negociaciones colectivas y combinan la más avanzada tecnología
con el capitalismo salvaje del siglo XIX. Los empresarios capitalistas eluden
responsabilidades y se invisibilizan. Los trabajadores son siempre eventuales,
descartables.
Los robots van reemplazando a los seres humanos en las
fábricas, la medicina, el teléfono, el cuidado personal, en la guerra y en mil
actividades más. Los seres humanos empiezan a servir a robots cada vez más
inteligentes. Los poderosos pueden asesinar a sus enemigos a miles de
kilómetros de distancia mediante drones. Los grandes pueden asesinar sin
arriesgar la vida y enviar a miles de robots a combatir en defensa de sus
intereses.
A la par que la mega riqueza, la pobreza sigue creciendo. A
la vieja marginalidad de los ejércitos industriales de reserva, característica
del capitalismo industrial clásico, se suma la nueva pobreza de los sin casa,
los migrantes, los desplazados y los refugiados que suman millones. Los que
sobran y no tienen lugar en el mundo capitalista del siglo XXI.
Gente que vive en las calles, debajo de los puentes, al
borde de las líneas de trenes, que duerme en las estaciones de los metros o en
las calles detrás de los grandes hoteles. Gente que vive en los basurales, que
muere de hambre o de frío sin que alguien se entere porque nadie sabe que
existe. Son millones.
Los más pobres entre los más pobres son invisibles, no
aparecen en las estadísticas. En el mundo del sinhogarismo, la vida es más
corta, las enfermedades son más numerosas, la identidad sobra, no es necesaria.
A estas formas de vida, hay que agregar formas esclavas de
trabajo. Mensajeros y mensajeras que llevan drogas de uno a otro país. Jóvenes
que transportan pasta básica de uno a otro poblado. Mujeres de las maquilas.
Miles de pisadores de coca. Niños sicarios combatientes de ejércitos
delictivos, cuya vida no vale nada. Otros niños se ganan la vida escogiendo
basuras. Ejércitos de vigilantes que arriesgan la vida durante 12 horas
seguidas. Mujeres que permanecen horas de pie como vendedoras en los malls.
Adolescentes que, como en el Perú, trabajan encerrados en containers, sin
autorización para orinar o defecar.
Un mundo que opera en gran parte en las sombras de la
sociedad, un submundo donde no hay derechos humanos ni sindicatos ni huelgas.
Un mundo explotado por la impunidad de los empresarios sin escrúpulos entre los
cuales están también los empresarios del tráfico personas, el tráfico de drogas
y el comercio con la muerte.
Hay una relación estructural, sistemática entre esta nueva
esclavitud y los reyes de la casta dominante global. La esclavitud ha sido
resucitada por el neoliberalismo y goza de muy buena salud.
Es el nuevo proletariado mundial que no tiene internacional
ni doctrina, ni manifiesto. Pero que existe y se mueve.
Hay 10 millones de personas apátridas, aquellas a las que se
les ha negado una nacionalidad.
Unas 30.000 personas fugan de sus países por día, según el
informe publicado en Ginebra por el Centro de Vigilancia de Desplazados
Internos (IDMC, por sus siglas en inglés) de Noruega.
Todos ellos fugan de las guerras promovidas por los
imperialistas de esta época que son los mismos de antes.
Mientras en los albores del capitalismo, la pobreza era
creada por la explotación del trabajo humano, en la globalización la pobreza
resurge por los constantes e interminables programas de ajuste y privatización.
Regiones y países
China y Rusia |
Rusia, recuperada
su dignidad nacional, se une con China en un proyecto de largo plazo para la
provisión de gas y petróleo y un desarrollo conjunto. Ambas potencias, convertidas en Eurasia, van convirtiéndose en el
centro del mundo.
En el caso de Rusia y
China se trata de nuevos sistemas
económicos difíciles de clasificar
con los criterios de capitalismo o socialismo, puesto que afirman la soberanía
nacional y proyectan las sociedades hacia el desarrollo tecnológico sin abandonar las metas sociales. Combinan la
dinámica capitalista con metas humanas próximas al socialismo.
Alemania -a pesar
de la irritada oposición norteamericana- será provista de gas también por Rusia
mediante un gasoducto que pasa por el Mediterráneo. Será el otro terminal de la
red energética rusa. Por un extremo China, por otro Alemania.
La ruta de la seda y
los gasoductos rusos son proyectos de dimensión planetaria que comprometen
a regiones enteras. El mundo avanza hacia una nueva regionalización económica y comercial que cuestiona el
clásico ordenamiento capitalista y la división internacional del trabajo que
viene de los siglos XIX y XX.
En Europa -atrapada
entre el neoliberalismo, una ya anciana y gastada socialdemocracia y una
derecha neofascista- ha detenido su proyecto de integración y justicia social
nacido de la posguerra y empieza a desmantelar su política social ocasionando
una rebelión sindical y popular en la Francia
de Macron, el retorno de moderadas izquierdas en España y Portugal, la
rebelión de Italia, el desagrado y la incertidumbre en otros países. Los
estados europeos están sobre endeudados y el Estado del Bienestar está
paralizado o es desmantelado. En Alemania,
está agotado el largo ciclo conservador de la señora Merkel que solo podría
continuar mediante una eventual coalición con los socialdemócratas.
En Inglaterra, la
elección de Boris Johnson y el Brexit han reabierto las brechas y diferencias
con Escocia y la República de Irlanda. En una probable restauración de la
alianza económica y étnica anglosajona de Gran
Bretaña y los Estados Unidos, la primera llevará la peor parte. Será un
gran negocio para los ricos ingleses pero un negocio pésimo para el pueblo
británico.
En Europa del Este,
casi en todos los países, gana terreno una derecha neofascista que se alimenta
de la pobreza, el desempleo y el descontento de los pobres que han sido
marginados de los supuestos beneficios del mercado, que nunca llegaron. Los
pueblos de Europa Oriental y Alemania del Este, salieron del mundo socialista
burocrático y entraron al del capitalismo
salvaje sin ser aceptados plenamente por la Europa Occidental que sigue
creyéndose superior y mantiene sus viejos prejuicios contra el Oriente polaco,
húngaro, rumano o eslavo. Promovieron la caída del campo socialista y ahora
tienen que enfrentar a olas de migrantes del este que tocan las puertas de
Occidente sin obtener respuesta positiva. Los
europeos orientales son socios de segunda clase en la Europa capitalista.
Lucha comercial USA - CHINA |
En los Estados
Unidos, el complejo militar petrolero y sus operadores políticos de ultraderecha
han perdido la iniciativa. Ganaron las elecciones, se sostienen en el poder
ejecutivo, pero están estancados o perdiendo la carrera económica en el mundo.
Sus maniobras son reactivas, defensivas y militares, y están destinadas a
mantener su influencia mediante una febril actividad intervencionista que ya
está desprestigiada y es ilegítima. Están empantanados en Siria, Libia,
Afganistán e Irak, sin opción frente a Irán, han perdido la adhesión de Turquía
y están limitados por el peligro de una guerra nuclear frente a Rusia y Corea
del Norte, que alcanzaría su territorio por primera vez en su historia. Deben
mantener económicamente a la OTAN, sus gobiernos títeres y su cada vez más
costoso e inoperante circuito de bases militares alrededor del mundo. El hecho
de que los grupos más retardatarios y primitivos hayan podido capturar el
gobierno con Trump es una expresión política de la irremediable decadencia
económica, cultural y moral de la otrora primera potencia del planeta.
América Latina
Distraído antes en el medio oriente, el imperio
norteamericano ha vuelto sus ojos hacia esta parte del mundo. Pero no le va
nada bien. No puede con Cuba cuyo socialismo ha pasado los sesenta años. No
puede con Venezuela, a pesar de que la somete a torturas interminables. No
puede con México, que ha elegido un gobierno no obediente a Washington en su
frontera sur. No puede con Chile, cuyo pueblo se ha levantado masivamente
contra el proyecto neoliberal de Friedman / Pinochet. No puede con Argentina, a
la que ha endeudado millonariamente aprovechando el rol servil de Macri pero
que acaba de elegir a
Alberto Fernández. No puede con Bolivia ni con Brasil, ni con Ecuador, porque ha tenido que recurrir a los grupos más cavernarios que son incapaces de gestionar un país. La expresión del neoliberalismo imperial se da en Bolsonaro, Camacho, Macri, Moreno, Duque y Piñera. Mientras tanto, las sociedades se alejan de los sistemas políticos que detestan, protestan masivamente y crean sus propios métodos de lucha contra el sistema en Ecuador, México, Colombia y Chile.
Alberto Fernández. No puede con Bolivia ni con Brasil, ni con Ecuador, porque ha tenido que recurrir a los grupos más cavernarios que son incapaces de gestionar un país. La expresión del neoliberalismo imperial se da en Bolsonaro, Camacho, Macri, Moreno, Duque y Piñera. Mientras tanto, las sociedades se alejan de los sistemas políticos que detestan, protestan masivamente y crean sus propios métodos de lucha contra el sistema en Ecuador, México, Colombia y Chile.
Perú
Pobreza |
El Perú sigue siendo el paraíso de las empresas
capitalistas, el “milagro” que permite la acción libre de los reyes de la
droga, los empresarios corruptos y los explotadores de toda laya y clase social.
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