SIN DIOS NI MONUMENTOS
César Hildebrandt
En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 739, 27JUN25
N |
o creer en
dios es aceptar el desamparo. Es también creer, con suma modestia, que al final
habrá olvido y gusanos y no grandes recompensas o ardorosos castigos.
No aconsejo
no creer en dios porque eso supone, además, inferir que surgimos de la arbitrariedad
y de una chispa loca del azar y que luego, en miles de años de matanzas y
banderas, inventamos un mundo que no tiene sentido.
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Marx |
Pero he
aquí que en el mundo que hemos hecho parece que las grandes causas han
desaparecido. Las banderas y las matanzas han vuelto y los pocos consensos que
nos habían elevado a ser una civilización con aspiraciones de ser global y
sostenida en cierto altruismo han caído.
Antes,
cuando mi generación empezaba a vocear sus pocas ideas, teníamos la gran coartada
del maniqueísmo: por un lado estaban los países que debíamos odiar y por el
otro los que eran factorías del temple proletario y el fuego de los justos.
Marx era el
padre, Lenin el arquitecto, Stalin el maestro de obras. Y estaba Mao, que era
la versión confuciana del puño de hierro de la dictadura en mameluco. La United
Fruit nos hacía fácil la elección. El golpe en Irán de 1953 aclaraba todo. El
derrocamiento de Árbenz en 1954 nos abría los ojos. Bahía Cochinos terminaba la
discusión. Vietnam era la lápida del imperialismo yanqui.
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Lenin |
Cuando cayó
el muro con Gorbachov todavía en el Kremlin, y el dominó se derrumbó, no hubo
multitudes que salieran a las calles a reclamar por la restitución de la
grisura y la censura. Al contrario, salieron a gritar que eran libres, aunque
muy pronto se enteraron de que su libertad servía para escoger entre los pollos
grasientos de Kentucky y las carnes marcianas de McDonald’s. Supieron también
que el embargo noticioso del comunismo había sido reemplazado por el monopolio
informativo y castrador de los nuevos cortadores del jamón. Y cuando quisieron
protestar, ya era tarde: el mundo libre los había declarado rehenes ilustres.
La OTAN los cuidaría para siempre.
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Mao Tse Tung |
Pero China
es ahora la fábrica del mundo (los Estados Unidos con comité central) y Vietnam
imita a China en su medida y la Cuba de nuestros amores adolescentes será, si el
deterioro continúa, la isla de Robinson Crusoe con millones de Viernes ansiosos
de hacer sus propias balsas.
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Fidel |
Y el Perú,
como era de esperarse, comparte con entusiasmo este desamor planetario por el
honor y por el bien.
Pertenezco
a una generación que no tiene dios ni monumentos a los que acudir. Y que, sin
embargo, cree que rendirse no es opción válida. ¿Por qué peleamos a estas
alturas del desastre? Porque, aunque las catedrales y las casas matrices hayan
sido derribadas, no pelear por cierta limpieza es morir por dentro, caminar
aturdido rumbo a un centro comercial, ver sin chistar los noticieros de la
noche. <:>
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Ho Chi Min |
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