JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS
(1808-1868)
José Luis Velásquez Garambel
P |
ersonaje
múltiple y contradictorio: político, comerciante, intelectual y defensor de los
derechos indígenas, nacido en Vilque, Puno, y de ascendencia mixta —hijo de un
español arequipeño y una mujer puneña con supuestos lazos con Tupac Amaru II.
Entre
las décadas de 1840 y 1850, Bustamante desempeñó roles políticos importantes
como diputado y redactor de la Constitución liberal de 1856. También viajó por
Europa, Asia y América, y plasmó sus impresiones en libros de viajes que
desafiaban la narrativa hegemónica del europeo colonizador al posicionar a un
mestizo andino como sujeto observador del “Viejo Mundo”. A su retorno, se
dedicó a actividades económicas como la ganadería y minería, modernizando
técnicas y promoviendo el comercio de la lana en el sur peruano.
Su
activismo a favor de las comunidades indígenas se formalizó en la fundación de
"La Sociedad Amigos de los Indios", desde la cual denunció
sistemáticamente los abusos sufridos por los pueblos originarios. En 1867, la
tensión política alcanzó su clímax durante la guerra civil entre el dictador
Mariano Ignacio Prado y los insurgentes de Diez Canseco. En este contexto,
Bustamante actuó como mediador de las comunidades de Huancané, buscando rebajar
los impuestos y proteger sus tierras. Sin embargo, fue acusado de fomentar una
rebelión indígena, asumió el liderazgo militar del bando indígena y terminó
asesinado por sus propios correligionarios indígenas, tras su captura por las
fuerzas revolucionarias.
Tras
su muerte, emergió el mito de Tupac Amaru III, quizá el Inkarri, reforzado por
el misticismo en torno a la conservación de su cadáver. Su figura ha sido
reinterpretada desde dos polos: como reformista liberal que pretendía integrar
al indígena en la economía moderna o como un protoindigenista con inclinaciones
hacia un orden andino precolonial.
Bustamante
encarna, en su dimensión política, el síntoma de la república criolla: un
sujeto escindido que intenta suturar la brecha entre el Simbólico (orden
jurídico y político criollo-liberal) y el Real (el trauma colonial aún vigente
en la exclusión indígena). Al identificarse con la figura del defensor del
indio, Bustamante articula un Ideal del Yo heredado del padre liberal europeo,
pero opera sobre un "Yo" mestizo cuya inconsistencia se revela en la
imposibilidad de representación completa de lo indígena dentro del discurso
estatal.
El
sujeto “indio” en Bustamante no es una presencia, sino un vacío estructural —un
Otro que no habla con voz propia, sino a través de la mediación ilustrada del
mestizo letrado. El deseo de Bustamante se inscribe en el campo del Deseo del
Otro, particularmente el deseo del Estado de incorporar al indígena sin
destruir su diferencia, lo cual resulta en una aporía: el intento de
representar al indígena acaba por reprimir su potencia disruptiva. Su muerte a
manos de los mismos que buscaba proteger puede ser leída como retorno de lo
reprimido, una inversión trágica del ideal de redención indígena.
El
proyecto político de Bustamante se inscribe en una narrativa de redención que
aspira a integrar al indígena a través del progreso y la modernidad. Pero esta
integración no se da desde la alteridad plena, sino mediante la traducción del
indígena al lenguaje del liberalismo occidental.
La
experiencia viajera de Bustamante, lejos de ser una curiosidad, cumple una
función interpretativa: conocer el mundo exterior para reinterpretar el Perú.
Sus viajes no son simples desplazamientos físicos, sino desplazamientos
hermenéuticos que reconfiguran su comprensión del Estado, la civilización y la
barbarie. Al retornar, el conocimiento del “otro” europeo le permite proponer
una reforma interna del “yo” nacional —pero bajo una lógica de exotización
invertida: ya no es el europeo quien exótiza al indígena, sino el mestizo
ilustrado quien convierte la experiencia europea en argumento para “civilizar”
al indígena.
El
conflicto final de Bustamante revela los límites hermenéuticos del
entendimiento entre mundos y nudos culturales, cuando la traducción del
indígena al lenguaje de la república fracasa, desembocando en violencia. El
intento de Bustamante de ser un puente termina con su sacrificio: se convierte
en chivo expiatorio, encarnando la imposibilidad de reconciliar tradición y
modernidad, comunidad y Estado.
Bustamante representa una figura que desestabiliza las categorías rígidas de sujeto político, etnicidad y nación. Su identidad mestiza no se acomoda fácilmente en los binarismos de criollo/indígena, civilizado/salvaje, Estado/comunidad. Al circular entre múltiples discursos —el liberal, el religioso, el científico, el nacionalista— Bustamante deviene una figura rizomática, un nodo de tensiones discursivas.
El
hecho que su figura haya sido reconstruida como “Tupac Amaru III” muestra cómo
el sujeto histórico puede ser reescrito por los discursos que lo sobreviven. La
leyenda que surge tras su muerte revela el poder de la narrativa en la
producción del sujeto político. Bustamante es tanto un artefacto del archivo
(los libros, los discursos parlamentarios, los documentos oficiales) como de la
mitología popular, que lo inscribe en una continuidad simbólica del inca
rebelde.
Su
muerte a manos de indígenas subraya la inestabilidad del significante “pueblo”,
que en su momento puede aliarse con la modernidad liberal o con la insurrección
atávica. La república, en su intento por nombrar al indígena como sujeto de
derechos, acaba siendo interpelada por un exceso: la violencia no
representable, no asimilable, que estalla y subvierte cualquier narrativa de
inclusión.
"Viaje
a la libertad" es un poemario que poetiza su vida, compleja de extremo a
extremo, vida a la que le dediqué además ensayos y las ediciones facsimilares
de sus viajes. <:>
No hay comentarios:
Publicar un comentario