jueves, 10 de octubre de 2024

ALBERTO VALCÁRCEL ACUÑA, IN MEMORIAM

 "EL PASADO ES LO REAL" EN LA POESIA DE

ALBERTO VALCARCEL

Gloria Mendoza Borda*

C

uando milité en el Grupo Oquendo, Alberto Valcárcel era contemporáneo nuestro, sin embargo, no pertenecía al grupo, aunque la relación era sumamente amical. El joven poeta de Vuelco a pasos se convirtió en el prefecto más joven del Perú. Por esos años en Juliaca vivíamos la efervescencia de una poesía distinta, la amistad de don Vicente Benavente el poeta de las calceteritas y de José Parada Manrique y su gesto señorial. Con la edad que entonces teníamos, en la lectura de ese nuevo albor, comprendo que nos habíamos adelantado al tiempo.

Han pasado varias décadas desde que Alberto Valcárcel publicara sus primeros libros. Estamos frente a un poeta de largo tránsito por diferentes ciudades del país, un mitimae de la poesía y con varios libros publicados. Incluso un libro que escriben sobre él.

Algunos dicen que no se debe hablar de generaciones, en nuestro caso, claro que sí, pertenecemos a la generación de ruptura con lo tradicional, tratamos de lanzar nuestro propio lenguaje literario, una actitud que va más allá de un realismo de moda. La generación del 70 de Lima y provincias, éramos los irreverentes del momento.

En Puno, dábamos recitales en espacios públicos, en el Parque Pino, en el Parque Dante Nava envolviéndonos en su orgullo aymara. Y cómo no tener esas actitudes transgresoras si antes que nosotros un Oquendo de Amat había escrito uno de los libros más sorprendentes en la historia de la literatura peruana con el epígrafe  "Abra el libro como quien pela una fruta".

Si antes de nosotros, un Efraín Miranda Lujan con el Orgullo Aymara de Dante se había confinado como maestro en comunidades campesinas, y en vacaciones salía con nuevos libros como Muerte Cercana. Los escritores puneños esperamos un mayor detenimiento en el estudio de la obra de Miranda Luján.

Gloria Mendoza y Alberto Valcárcel
Y antes de nosotros, un Gamaliel Churata reunía a los poetas de Puno en el Orkopata, vestidos con ponchos, chullos. Leían libros últimos, los comentaban, estaban conectados con escritores nacionales y extranjeros. En los intermedios comían en chúas delicias del lugar. Precisamente uno de ellos, el poeta Alejandro Peralta hace el prólogo al libro Cantos extraviados cuando Alberto Valcárcel era bastante joven. El maestro afirma: "Valcárcel es un poeta con lenguaje propio”, premonitoria y exacta la afirmación. En el sur peruano creo que fuimos los más irreverentes, sino que lo diga el arequipeño Walter Márquez o el cusqueño Juan Alberto Osorio.

El poeta puneño Vladimir Herrera se presentaba en las movilizaciones en favor de las reformas de Velasco Alvarado en Cusco. Cuando todos gritaban a viva voz 'Causachun!, Vladimir aparecía con una bandera negra, era anarquista, los demás quedábamos asombrados. Entre esas irreverencias se distinguía Alberto Valcárcel, bastante formal en su vestir, su poesía desde el inicio tuvo un sello muy suyo. Me complace hacer este breve testimonio y hablar un poco de su libro Cantos Extraviados y Vuelco a Pasos, editado por la Biblioteca Nacional del Perú. En este libro han sido reunidos los poemarios escritos hace más de tres décadas.

En ELEGÍA (1966) Alberto Valcárcel vuelve los ojos al pasado en la ciudad de los vientos, es la nostalgia de un pasado cercano, recordemos a Susan Sontag cuando afirma que "El pasado es lo más real de todo". Escuchemos a Valcárcel en esa nostalgia del pasado repensando que todo pasado fue mejor en medio de cantidades de naranjas en Juliaca, la naranja es la fruta popular de las zonas rurales:

Yo/ descendía/ con los vientos/ y las solitarias/ dulces praderas.

Habitaba/ los pequeños huertos/ con sus rojos pájaros/ de alba/ sus naranjas doradas/ por el amor/ y los mansos gusanos/ florecidos en la lluvia

El poeta concluye este primer libro con el epígrafe Me levantaré después en otra danza donde trasunta la voz sencilla del ser humano que pasa por la vida porque el poeta es él y su otro yo la conciencia social:

Soy/ tan sólo/ una migaja de vida/ agonizando entre la gente.

En CANTOS EXTRAVIADOS Alberto Valcárcel empieza con el poema Has construido hombres en medio de este canto que es mañana que manifiesta su adhesión al socialismo y canta:

José/ Carlos/ de fuego/ y fábrica/ cuando te nombro/ se me crispa la sangre/ y se pone de pie/ frente a las gentes

Mariátegui/ de pan mayúsculo/ cuando te canto/ aquí/ fuera del tiempo

En el poema A mí me dio muchas palabras y yo nada el poeta se dirige al fundador de la literatura indigenista y se dirige a él con intensidad y orgullo:

Gamaliel Charata/ eres/ más lindo que cualquier abuelo

Uno de los poemas que me impresionó es La Ronda de la poesía. Se puede escribir sobre cualquier asunto y se puede leer también poesía en cualquier lugar:

Te pueden/ leer/ y releer/ en el baño/ en la cocina/ oh poesía/ hasta el cansancio

Luego tirarte/ grano por grano / de verso en verso/ al basurero

0/ entre los trapos/ sucios/ dejarte sola/ para que sufras

hermana linda/ silvestre amante/ pastora buena

En este libro también estamos frente a poesía que nos habla del entorno familiar y es la ciudad de los vientos el eje de este poetizar en Rodeos aledaños desde la torre de mi casa:

Me parece estar/ en la cocina/ calentando un poco de arroz/ de ayer/

Mamá se preocupaba demasiado

En el libro encontramos una carta del poeta de Los Salmos Ernesto Cardenal (Nicaragua), que con el tiempo se ha convertido en un texto documental "te felicito porque además de escribir tienes una actitud revolucionaria". ¿Y qué nos dice de esa actitud revolucionaría Alberto?

El último libro Vuelco a pasos de su poesía reunida el poeta nos habla del amor, pero aún en esta temática aflora el ande. Ningún poeta puneño asevera Jorge Flórez Aybar puede correr de la influencia altiplánica. Alberto Valcárcel en el amor se siente un Inca Poderoso:

el colibrí/ ausencia tu espesura/ ya de ocaso/ pues si no amaneces/ yo Inca te daré del Ande/ sólo el frío.

Mis conceptos sobre poesía son particulares. Escribir poesía es explorar nuestro subterráneo, recorrer nuestra esperanza, trajinar nuestros abismos, nuestras arterias, nuestro inconsciente; para los puneños allí está el lago de nuestra infancia. El agua envuelve nuestras palabras. El agua es el espejo de nuestro camino. Sin embargo, la poesía no solamente tiene que ser intimista, intuitiva. Nos duele la situación social del país y nos preocupa una poesía de raíces. La poesía social siempre ha estado acechante. La poesía es una flor crecida en el silencio. Poesía es la mágica comunicación con la naturaleza, en esta conceptualización mía encuentro la obra de muchos escritores así como la poesía de Alberto Valcárcel.

Finalmente puedo decir que se trata de una poesía de mucha calidad, una poesía de palabras precisas, de títulos espectaculares a veces más largos que los poemas, bellas y diversas imágenes. Un lenguaje condensado.

Alberto Valcárcel aporta a la poesía peruana una voz lograda, personal y con raíces. Es cierto que en el Perú se rinde más culto a la personalidad, existen círculos cerrados donde se echan flores entre ellos, esos círculos suelen ningunear y peor si el poeta es provinciano. Esperamos que se escriba una historia literaria en base a la obra misma y no a las personas. La obra de Alberto Valcárcel es largamente trabajada y meditada.

Felicitaciones por aún sentir el soplo del viento de Juliaca, el ruido de las bocinas de la estación ferroviaria, el Café Dorado eterno en la memoria, los montes de naranjas en el antiguo Chupecato, los tejidos multicolores de las calceteras y el tayta Huaynaroque auscultando todos nuestros caminos. <>

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 * Nacida en 1948, hija del que fue abogado y activista social de izquierda Julio Mendoza Díaz y de la profesora Herminia Borda de Mendoza. Estudió inicialmente Letras en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco y, posteriormente, Educación en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. Fue profesora en la Escuela Nacional de Arte Carlos Baca Flor de Arequipa. En su adolescencia perteneció al grupo intelectual de Carlos Oquendo de Amat (1965). En su producción poética quedan reflejadas sus vivencias infantiles y de juventud transcurridas en el mundo andino del sur. Se trata de una poesía que describe con ñoranza su pueblo, con sus ríos, sus cerros y sus dioses ancestrales. (Elena Zurrón Rodríguez)

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