ANDRÉS RÁZURI.
CON ÉL LA PATRIA CABALGA EN
JUNÍN
Por
Eduardo González
Viaña
E |
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la batalla de Junín, un grupo de héroes a caballo armados tan sólo de lanzas
salvó a la patria que estaba a punto de caer otra vez en manos de los
dominadores españoles.
Un
peruano valiente, nacido en la provincia de Pacasmayo, José Andrés Rázuri,
cambió el destino de América y del mundo.
La batalla muda
No
se escuchó ni un sólo disparo en Junín porque, pese a que fue de una de las
batallas más feroces de nuestra historia, se libró enteramente a punta de
sables y bayonetas. Lo primero que brilló fue el resplandor de las lanzas de
los llaneros venezolanos. Toda la batalla se desarrollará luego a caballo o
cuerpo a cuerpo.
Habría
de durar cerca de una hora. Sonido no hubo, y si lo hubo tan sólo lo
escucharían quienes participaban en la batalla. Era el sonido ululante de la
muerte. Era el sonido de los cuerpos de los jinetes que caían al ser
atravesados por una lanza y luego el intento del vencedor que trataba de
retirar la punta clavada entre las costillas del vencido. Se peleaba a muerte.
Ninguno de los dos lados daba la señal de querer retroceder. Sin embargo, en un
momento determinado las tropas de la libertad estaban seriamente quebrantadas.
No se veía atisbo de victoria. Tal vez era necesario salvar lo que quedaba y el
Libertador asume la prudente decisión de ordenar el retiro.
“Diga
usted al comandante Isidoro Suárez que salve a ese escuadrón como pueda” - Es
la orden que debe transmitir José Andrés Rázuri. ¿Lo hará?
Pensemos
en los siete kilómetros de la cabalgata de Razuri para transmitir la orden de
la retirada. En ese recorrido encontrará el valiente su propio camino de
Damasco. A 4000 metros de altura se siente el jinete en camino del cielo, pero
allí tan solo a unos metros después de haber dejado a su jefe viene la pregunta
¿Debe ser él, el vocero de la derrota, el heraldo de la retirada?
¿Es verdad que ya
no hay esperanza?
¿Y
si la hay? ¿Y si no la hay? ¿Qué decisión debe él tomar? Ha pasado un kilómetro
y otro, y ya se vislumbra la caballería de Suárez, ¿qué pasaría si él cambiara
la orden de La Mar?
Pero,
¿qué ocurriría si la caballería fuera exterminada? …Todos los esfuerzos de la
libertad, toda la campaña que había durado años y años quedaría ahí destruida y
una vez más tendrían los patriotas que recomenzar la lucha.
Ocurriría
quizás lo mismo que en 1780 cuando Túpac Amaru conquistó en Cusco la libertad
del Nuevo Mundo y cuando ya aquello se había propagado a las otras naciones
andinas, la embestida de los realistas y la feroz campaña desatada contra el
líder indígena causaron la muerte y la destrucción. Cuarenta años después había
que pensarlo…
Pero
el camino continúa, y ya el comandante Suárez está frente a él. Rázuri ha
ordenado varias veces a su caballo que se detenga. Tanto el animal como el
hombre están deseosos de continuar
Rázuri baja del caballo
Pensemos
en Andrés Razuri bajando del caballo para cuadrarse y saludar respetuosamente a
su jefe. ¿Qué le va a decir? ¿Recordará el principio militar según el cual las
órdenes del superior se cumplen sin dudas ni murmuraciones? ¿Trasmitirá la
orden fielmente? ¿La falsificará? En ese caso, todo lo que puede ver en su
destino es una condena de muerte y acaso una acusación de traidor para toda la
vida.
Después
de hacer el saludo militar, nuestro paisano le dice a Suárez: “Mi comandante:
el general La Mar ordena que cargue usted de todos modos.”
Ni
una palabra más. Suárez inicia de inmediato la carga de la victoria y con ese
grupo de valientes que se lanza hacia la muerte va Andrés Rázuri. Los clarines
anuncian a un grupo de jinetes que se lanza contra el enemigo que ya está
festejando su victoria. El resultado es el que todos conocemos.
Las
victorias anteriores de los patriotas habían sido efímeras. Sin Junín no hay
Ayacucho, y sin esas dos batallas decisivas, la presencia de España en América
podría haberse prolongado durante mucho tiempo.
La
decisión de José Andrés Rázuri cambió la historia de América y del mundo. <>
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