lunes, 6 de mayo de 2024

MAS SOBRE FERIA DE LAS ALASITAS

ALASITA,

EN LA FERIA DEL RECUERDO

Escribe: Adolfo Huirse Cayro

Tomado de revista AL DIA, Puno 3 de mayo 2024

N

o fue el anhelo o el deseo oculto de prosperidad y abundancia, como se tipifica a esta popular y singular feria de las miniaturas que tiene lugar en Puno, en paralelo a la Fiesta de la Cruz de Mayo.

Chiquillos como éramos, la ‘prosperidad’ no tenía ningún significado para nosotros.

Nos encandilaba sí, esa visión polícroma de casas de uno, dos y varios pisos, ajenas a nuestra realidad lacustre, y de infinidad de elementos caseros como cocinas primus, cajitas minúsculas de fósforos Llama, cajetillas ínfimas de cigarros Inca o Indígena, cocinillas de barro cocido con tres ‘hornillas’ y sus respectivas ollitas junto su mini p’ukuna, camas como para los 7 enanitos del cuento de Blanca Nieves además de su menaje de casa en perfecta miniatura.

No faltaban los q’epis pletóricos de papas, ocas, izaños o las reclamadas mini cargas de coca, ni qué decir de algunos billetes minúsculos de los que circulaban entonces.

No habría que olvidar las rumas de la ‘passanccalla’ (ahora conocida como ‘palomitas de maíz’) y ¡el maná! con sus blancas y azucaradas redondeces invitando al goce del paladar. En fin.

Era un soñado mundo de colores que más tarde se convertiría en industria.

Veinte años después de haber salido de Puno, un retorno a la ciudad de nuestro ensueño, justo en la fiesta de Cruz al filo de los años 80, nos regaló la parafernalia que hoy es la Feria de las Miniaturas, la vieja y querida ‘Alasitas’, con ‘s’ final de nuestro español plural.

La Feria de los Deseos o los Anhelos, ahora dispersa ordenadamente a lo largo de diez o veinte cuadras a lo largo de la avenida Floral, casi a orillas del mismísimo y mágico Titicaca, en la bahía de Puno.

En nuestro tiempo infantil y casi juvenil, la feria era de un solo día, el 3 de mayo. Ahora es de quince días ejerciendo como un imán para propios y extraños, turistas incluidos.

Se dice ahora que esta Feria representa el anhelo de prosperidad y riqueza de ilusionados feriantes que acuden a comprar las miniaturas de casas, autos, camiones, herramientas agrícolas, hoteles en miniatura, dinero, títulos, pasaportes, alimentos envasados u otros artículos, depositarios de la emocionada esperanza de que esos deseos se convirtieran en hermosa realidad.

Se afirma también que esa presencia de miniaturas resulta una antiquísima práctica de origen prehispánico, ligada a las illas, esas piedras -especialmente del lago- que curiosamente adoptan forma de animales, plantas y acaso hombres, que se consideran dones de los apus y los dioses andinos.

Las illas se encuentran muy arraigadas en la región andina, especialmente en el altiplano extendido hasta las pampas argentinas y el norte chileno.

En La crónica del Perú de Pedro Cieza de León (un documento de 1553) -nos recuerda internet- se menciona a las illas como “cuerpo del que fue bueno en la vida”. Esta referencia hace alusión a presuntos cultos mortuorios que eran muy comunes en el Incario, ritos que -dicen los entendidos- implican una acción clave para comprender el significado de las Illas: son elementos ocultos o guardados de gran valor que solo son visibilizados bajo ciertas circunstancias.

Personaje omnipresente en la feria es el Ekeko como miniatura propiciatoria cuyo nombre aparece en el vocabulario castellano-aimara del jesuita Ludovico Bertonio (1612), para referirse a una divinidad prehispánica.

Empero, en términos plásticos, la figura evidencia -nos ilustra la red- la apropiación popular de un estilo escultórico ibérico, introducido a los Andes durante el virreinato. Así, se tiende a aceptar que la representación contemporánea del Ekeko habría surgido a fines del período virreinal, asociado a determinados atributos religiosos presentes en la cosmovisión indígena.

Miniaturas, deseos, Ekeko, illas, las Alasitas resumen un inacabable recuerdo infantil-juvenil del Puno del siglo pasado. <> 

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