YARITA LIZETH YANARICO
ATACADA EN BOLIVIA
DEFENSA DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL INDIANISMO
KATARISTA
Franco Limber. PENSAMIENTO INDIANISTA, El Alto-Kollasuyu 7ENE17
Yo, contra la sociedad
colonial me enfrento, pues defender mi raza aymará debo, otra vez esa
purulencia colonial llamada bolivianidad se estrella con todo su odio racista
ante nosotros, en nuestra tierra, tierra de la indianidad soportar su desprecio
no debemos. La bolivianidad racista y trivial escupe su rencor ante una
hermana, quien con talento y hermosura deslumbra en la música. Yarita
Lizeth Yanarico Quispe es muy nuestra, pues como persona y como arte es el
reflejo vivencial de los aymaras:
1) como historia, su
apellido: *Yanarico* está ligado a un episodio épico en la historia de nuestra
nación, la Republica Aymara al mando de Laureano Machaca en 1956
quiso instituir un Estado propio. El segundo comandante de este gran movimiento
Indio fue Marcelino Yanarico[1], uno de los
hombres de confianza de Machaca, Yanarico fue parte importante para la
construcción de este proyecto político. Los Abuelos de Yarita Lizeth Yanarico
son de Moho población ubicada al noreste del lago Titikaka[2], no me
extrañaría que exista algún tipo de relación, pero sin duda ella lleva este
honorable apellido. Así también es el caso de su apellido *Quispe*: en
1781 en el gran levantamiento de Tupaj Katari contra el Estado colonial
español, durante el cerco en la ciudad de El Alto uno de los comandantes fue
Diego Quispe. Fue otro de los principales cabecillas que llego a tener el grado
de Coronel en la guerra comunitaria de Ayllus.[3] En el
siglo XXI otro heredero de ese apellido artífice en nuestro tiempo de devolver
el orgullo a nuestra raza es Felipe Quispe Huanca, “el Mallku” dice: “A los
Quispes no nos han exterminado, pero aun existimos todavía miles y miles y
vamos volver a…escribir nuevamente nuestra historia con nuestra propia sangre;
será una historia llena de sacrificio y dolor.[4] Estas
referencia nos sirva a tener en cuenta que nuestro linaje racial está ligada a
etapas importantes de nuestra historia, y que Yarita Lizeth Yanarico Quispe es
parte de ese legado y por tanto es parte de nuestra esencia como pueblo, ese
sacrificio y dolor es la expresión social que se ha venido arrastrando a partir
de la opresión de un casta frente a nuestra nación.
2) la vida áspera es sin
duda ese toque particular que ha marcado a nuestra población ha lo largo de su
historia donde el carácter vivencial de la música “chicha” es la expresión real
hecha arte. Cuando hablamos de los oyentes de la chicha, nos referimos a que
este género musical, está en la vivencia de los aymaras y qhiswas, pero a la
misma vez refleja sus vivencias dentro de la totalidad colonial,[5] a) en la
vida del área rural, la música “chicha es la preferida” por la gran mayoría de
la población, no ha de ser de otra forma la preferida es una hija de sus mismas
condiciones, Yarita Lizeth Yanarico Quispe relata: «Me criaron mis abuelos en
Moho (al noreste del lago Titicaca), el pueblo de mis papás, en medio de las
llamas y las ovejas. Ellos me enseñaron a trabajar la tierra».[6] Esa
bolivianidad racista critica un mundo que desconoce, aquí nuestra artista es
vivo reflejo de toda la población de aymaras que trabajan la tierra, b) Esta
mujer aymará conoce de cerca la vivencia áspera de la vida en el área rural,
esos que critican el último éxito musical: “Perdóname” que tuvo como locación
la comunidad Yampara de Pisili en el municipio de Tarbuco, me
imagino que la
mayoría nunca ha pisado esa comunidad, ni conocen su cultura más halla del
nombre, ni menos las condiciones materiales y sociales en las cuales
sobreviven, en mis viajes por los estrechos recónditos de estas tierras uno
evidencia que en estas comunidades generalmente no se escucha en las radios o
en sus fiestas otra música que no sea la “Chicha” , que hace esa bolivianidad
pretendiendo defender un mundo que ignoran por completo a título de “nuestras
culturas” o “nuestro patrimonio”. Uno se atreve a decir que mucha de esta
bolivianidad no conoce siquiera la gran parte la ciudad donde vive, y aun así,
su ridículo sentimiento de “nación boliviana” los lleva a la segregación de de
odio prosaico en su aseveraciones contra los aymaras.
3) Juliaca tierra de los
vientos, tierra de aymaras, donde Yarita Lizeth Yanarico Quispe creció desde
los 13 años, no es muy diferente a la Ciudad de El Alto, como no defendería a
nuestra hermana artista, también ella ha sentido el frió gélido del altiplano,
esa que quema el rostro, si, nosotros los de piel cobriza, los de herencia
aymará gustamos de la música “chicha” pero no ha de gustar a todos y eso es
respetable, pero que razón hace guste o no la “chicha” que se encienda el
bramido de nuestra raza y se estrelle con desprecio contra el racismo colonial
de la bolivianidad. El contenido musical de la música chicha no está hablando
de una realidad ajena sino está reflejando la vivencia de los aymaras, por
tanto, me atrevo a decir que hay originalidad en este género musical. Si está
expresando esa vivencia, está claro que hay una identidad entre lo que se canta
y lo que vive la gente, de ahí que tenga oyentes donde están asentados los
aymaras.[7] ¿Asentados
en dónde?: a) el comercio, es uno de los rubros más grandes donde el
aymará acumula capital, hace dinero con esfuerzo al margen del Estado
boliviano: Yarita Lizeth Yanarico Quispe fue comerciante, vendía ropa, como
muchos Aymaras en la ciudad de El Alto, sobre todo en la zona 16 de Julio,
acaso uno no podría reconocerse con este personaje, la venta de ropa o telas
está relacionada con nuestra Mama T’alla[8] Bartolina
Sisa, ella junto a Tupaj Katari se dedicaban al comercio de prendas hecha de
Bayeta y como también el comercio de coca, los aymaras en los yungas producen
coca a raudales, así tanto comerciantes de coca como de ropa en su mayoría
escuchan la música “chicha”, del mismo modo las “comideras” en sus puestos en
el piso o en alguna pensión en la ciudad de El Alto o Taraco se escucha de
fondo la “cumbia sureña”, ¿y que con esto? Yarita Lizeth Yanarico Quispe vendía
comida, ella nos cuenta: «cuando terminé el colegio tuve que irme a trabajar a
Puerto Maldonado, donde cocinaba para más de mil obreros; mi rutina empezaba a
las tres de la madrugada y terminaba a las diez de la noche»[9]. Muchas de
nuestras madres comercian o trabajan al límite de sus fuerzas porque ellas se
convierten en el sostén del hogar, muchas madres solteras, ese crujido en
nuestro cuerpo indio al madrugar, esa aspereza de trabajar por amplias
jornadas, solo nuestra piel cobriza indiana la sabe sentir así como el quemar
de las pestañas por el sueño, sin duda al escribir estas breves líneas mi
animadversión legitima no la he podido contener, pues me enferma que esa
bolivianidad blanca-mestiza en su infecta superficialidad arroje su odio
racista contra las mujeres de nuestro pueblo aymará, ya que Yarita Lizeth
Yanarico Quispe puede ser nuestra madre, nuestra hermana, nuestra novia, porque
cuando uno observa en las redes sociales de Internet los comentarios del hastió
de la bolivianidad, la sangre, mi sangre burbujea de odio contra esta
bolivianidad bastarda hija del criollismo feudal. La mentalidad feudal no
acepta la continuidad cultural. Los aymaras pensamos de otra manera la
historia. Por eso condenamos los propósitos que insultan Yarita Lizet.[10] Hablan
de su estirpe boliviana que no es más que una ilusión, los Aymaras tanto como
los Quechuas, en si los Kollas estamos enraizados en estas tierras
milenariamente y no un par de centenas de años, así que ya va haciendo hora que
tomemos nuestro lugar, Bolivia si es algo es por el Indio, por el Kolla. Las
decadentes elites blancoides se mostraran horrorizados ante la idea que Bolivia
esta “kollanisada” pero esto más que una idea es un hecho,[11]b) El
trasporte, de la ciudad de El Alto hacia La Paz o de ellas a las
provincias, la música “chicha” domina los parlantes del chofer. En el
transporte sea en una ciudad, en las rutas interciudades, interprovinciales,
interdepartamentales, los que están detrás del volante son evidentemente
aymara-qhiswas, y son estos los que ponen en la radio o en el reproductor de
música la chicha, ya que esas letras hablan de su realidad, se identifican con
esas canciones. Les gusta porque esas canciones hablan de ellos (as). La chicha
expresión de una realidad,[12] b)
La academia, muchos de los joven universitarios y docentes la
Universidad Mayor de San Andrés gusta de este genero musical, esta
universidad anterior mente de dominio blanco-mestizo, esta bañada hoy por la
indianidad, más del 60% del estudiantado proviene de la ciudad de El Alto que
es crisol de aymaras que van ganado espacios para nuestra raza, que decir
de la Universidad Pública de El Alto UPEA en su plenitud propia de
nuestra raza: La música “chicha” va absorbiendo los oídos de la juventud india,
en estas dos casas de estudio, ellos sin duda sientes con mas pasión las letras
de amores y decepciones que expresa este genero musical, c) ¿Qué
expresan? Entre las cuestionantes triviales a la música “chicha” por parte
de la bolivianidad está que la música “chicha” es borrachos, creo que me
enferma su hipocresía, han de ser evangélicos o mormones, creo que en este
conteniente el alcoholismo social esta injerta en todas las capas sociales,
económicas o culturales, esa chorradas de lleno te sacan una sonrisa,
pero bueno en el caso de que sean todos evangélicos o mormones existe un mar de
discografía y artistas evangélicas-cristianas que se dedican a tocar sus
alabanzas a Jehová en ritmo de “Chicha”, obvio los “pastores” de estas iglesias
y sectas saben de los gustos del indio aymará y buscan de todas las formas
posibles recaudar dinero (porque es una empresa) para atraer al indio, pues
sabe que le gusta este género musical, esa bolivianidad que vive incrustada en
su mini mundo no percibe esto, solo basta dar una vueltilla por las rinconadas
de la Ciudad de El Alto, ya que estos tipos de iglesias están brotando como
setas. Así que parece absurdo procurar aparentar ser un “santo virginal” cuando
se habla de las gentes que consumen la música “chicha”. Otra criterio aun
mas absurdo es que la “chicha” es Peruana y ahí dan rienda suelta a su “pajeo
mental” defendiendo una nación boliviana que no existe y que no
comprenden. Ahí nosotros, los Aymaras con conciencia jugamos un rol fundamental,
el de hacer entender a nuestro pueblo que mucho antes de ser bolivianos somos
Aymaras, que algunas líneas imaginarias que el criollaje feudal ha
establecido no pueden romper los lazos profundos que nos unen a los aymaras
asentados en estos Estados ajenos de lo propio: somos Aymaras en el sur de ese
Perú, somos Aymaras en ese norte Argentino, somos Aymaras en ese norte Chileno,
somos Aymaras en esta Bolivia, que en estos Estados recientes no se permita
sepultar jamás la indómita nobleza de un tiempo milenario, que no sepulten
nuestra lengua, ni armen circos haciendo creer a nuestro pueblo una identidad
mestiza o Ch’xi[13] ajena
a lo propio, somos el legado y el futuro en la historia y no estamos jugando
pues es una cuestión de supervivencia. Lo aymará ya no se limita a las
montañas, ahora puebla el oriente boliviano, de norte a sur, lleva al mundo su
Folklore, la Morenada hace templar las avenidas principales de Brasil,
Argentina y España, harto somos, muchos seremos. Cuando atacan a Yarita
Lizeth Yanarico Quispe esgrimiendo su “nacionalidad” peruana causa cierta
aversión, pues que tan difícil es hacer entender todo lo dicho hasta aquí, a
esa sociedad xenófoba y racista que fermenta su resabios coloniales, sus
herencias culturales del viejo siglo, pena daría, pero no, esto nos afecta y
nos afectara siempre hasta que no toquemos los cimientos del Poder Político,
ahí nuestra lucha permanente, el germen de nuestra libertad. Otro criterio
desatinado es el poco contenido de las letras: no diferenciar lírica y música
es un error, puede que algunos les encante las letras pues sea de amores o
desamores, y a otro tanto le guste bailar. Suena y resuena en sus oyentes, en
los famosos y lujosos “cholets” donde estos artistas deleitan en vivo la
chicha, pero no solamente ahí, sino en las fiestas locales de las provincias al
aire libre, en los aniversarios de algún sindicato de trabajadores del
transporte o de otra índole.[14] Así
sucede tanto en el reggaetón como en la cumbia o en el rock metal, se puede
disfrutar letra o música o ambos conceptos, el reggaetón lo bailan sin escuchar
la letra, lo mismo ocurre que el metal rock, muchos roqueros aymaras lo oyen
pero no entienden el inglés pero aun así es de mucho agrado, la chicha letra y
música juega como en todos los géneros musicales a través de la capacidad del
artista de generar arte en la composición, los oídos megalómanos espero vayan
entendiendo este simple punto, es absurdo fijarse en la calidad de la música o
la letra, lo cosa es aquí de quienes las disfrutan, que lejos esta bolivianidad
de esto, que lejos estas de Haydn o Brahms. Aunque tendencial mente existen mas
canciones de amores y desamores en la música “chicha” existen otros tantos que
cantan a los mineros en su mayoría aymaras, o los comerciantes en su mayoría
aymaras, a los transportistas en su mayoría aymaras, pero las mas bellas
composiciones de estos artistas son cuando están dirigidas a las madres. Cada
vez que oímos una canción nos lleva a un determinado ambiente. La diferencia
radica en el contexto, además cómo son tratados los contenidos de un tema
específico, se diferenciarán según la experiencia intima del compositor y eso
depende de las características en las que se encuentra el malabarista de las
letras,[15]
4) Yarita Lizeth
Yanarico Quispe es tanto como nosotros y comenta con un aire de orgullo andino:
«Me gusta comer Wallaque (tradicional del sector del lago Titicaca), una sopa
que se hace con karachi.»[16]
Acaso esa bolivianidad racista come este plato 100% de aymaras, o acaso alguna
vez choca los codos al comer este majar, obvio está en su dicho “comida de
indio” su desprecio hasta a nuestra comida llega, a nuestro Pitu, a nuestro
P’isqi, a nuestra k’ispiña. Se dan aires de defensores de los Yamparas
como si se tratase de su cultura y sin duda ignoran que son en realidad, si los
Yamparas se sienten ofendidos por el video sean ellos que hagan su protesta,
pero me atrevo sin equivocarme que estos se han sentido alagados por la
presencia de su artista *la Chinita del amor*, pues a ella la escuchan y a
su género musical. La identidad cultural desde el género musical del Huayño
Cumbia…y de la forma de vida de la mayoría nacional que aún sigue discriminado
por las elites dominantes del país.[17] Hasta
aquí he tratado de justificar nuestra real aversión de los comentarios
segregados por la bolivianidad racista y anti-aymará, anti-kolla en las redes
sociales de Internet, como también entender que el ataque a un o una Aymara que
vive en algún rincón de nuestro territorio es un ataque a todos como nación, en
este caso a la hermana Yarita Lizeth Yanarico Quispe, este caso nos ayuda a
comprender que el problema racial está vigente y arde en el seno de los
corazones de esa casta blanco-mestiza. Ahora toca dar atisbos del cómo opera
este casta anti-aymará, pero espero estas breves líneas haya servido para
mermar algunos prejuicios que la sociedad colonial nos ha heredado y no permite
ver el problema de fondo. Así: indianistas, kataristas, como indianistas
kataristas, aymaristas, amauticos, campesinistas estamos en el deber sagrado de
defender a nuestra gente de cualquier afrenta por parte de la sociedad
blanco-mestiza y de todo su aparato colonial que segrega odio y racismo, su
hipocresía, me enferma y más la ignorancia de esa costra llamada bolivianidad
pretende ocultar las heridas sangrantes, de toda la historia y esta guerra
permanente de razas, del como la nuestro pueblos expresa sus deseos y
sentimientos, intenta camuflarlos profundos antagonismos palpantes de las
relaciones entre castas de poder político y económico y la lucha racial de
Kollas contra mestisoides. Y, ahí estamos para defender en letras y algún
momento con las armas a nuestra sagrada causa, hoy soy entre millones un
indio-aymará mas que gusta de este género musical, y que sale con odio legitimo
en la defensa de un hermana que representa y expresa nuestra vivencia diaria,
lo hago y lo haría por cualquiera hermana artista que tenga nuestra sangre
inyecta en sus venas: Erlinda Cruz y Las consentidas, Las Purpurinas, La
Floricielo, La Muñequita Milly, la Dina Paucar, o los hermanos Osito Pardo,
grupos como Balazo, e Iberia, entre mucho, todos pertenecientes a la gran
hermandad Kolla, estos que si bien a muchos no llegue a gustar, pero a un
familiar, amigo, vecino o colega gusta, por esa razón hacemos esto una causa de
todos, eso no puede salir de nuestra cabeza, así también será nuestra lucha
cuando la injusticia y el odio llegue al campo de la política o la economía,
ahí prestos a la batalla hasta el día sagrado donde consigamos estar en el
Poder legítimo que nos corresponde y hagamos de estas tierras días mejores,
aunque pueda costar el derramar sangre a raudales, pero llegaremos a ese
momento y ese debe ser nuestro juramento. Cada momento, cada instante cuando
llegamos a entender esta lacerante situación brota de los recovecos más
profundos del espíritu Indiano la necesidad de hacer templar otra vez esta
sociedad colonial y dar la última estocada a su infame precia en el Poder, lo
haremos, lo conseguiremos.
-----------------
[13] En Aymará: lo gris, y concepto usado por
Silvia Rivera Cusicanqui para engañar a los Aymaras, sin duda una enemiga de
nuestra raza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario