miércoles, 1 de enero de 2025

MUSICOS Y MUSICA EN PUEBLOS DEL PUNO PROFUNDO

 SERENATA

Escribe: José Romero Manrique*

E

n la quietud de la media noche andina; la luna serrana con sus argentados rayos ilumina la extensa plaza de Juli. La oscura arboleda se mece levemente al impulso de la brisa que trae los rumores del lago como un lejano y misterioso eco.

Bajo un umbroso ciprés; un grupo de jóvenes afinan sus musicales instrumentos, entre murmullos y tintineos de las cuerdas. Instantes después de un solemne silencio, se parece en el ambiente, la armoniosa y magistral ejecución de un romántico y cadencioso vals; hermosa expresión del alma criolla que inunda los confines del sentimiento. Aquel vals que la dorada musa inspirara al gran poeta César Miró, que en su sentimental cantar dice:

Todos vuelven a la tierra en que nacieron / Al embrujo incomparable de su sol…

Como un conjuro divino, la noche serrana se inunda de torrentes armoniosos en el nocturnal silencio. Trinan las mandolinas, llora el dulce gemido del violín; las cautivantes notas del acordeón que corean los varoniles bordones de las guitarras; el guitarrón de graves acentos marcando los compases en magistral bajeo.

Serenata juleña de apasionante emoción, sones que brotan del alma; música hecha purísimo sentimiento, de acariciantes matices, mensajeros del amor que en alas del ensueño invaden con frenesí al corazoncito de la dueña de los amores en dulcísima ensoñación.

Suspira la brisa en las enramadas y las estrellas lejanas parecen parpadear de emoción. Serenata juleña, acariciante y romántica que va desgranando sus sones de calle en calle al pie de la ventana de la enamorada prenda.

Valses, polcas, boleros, huayños que cantan a la vida y al amor, a la belleza de la mujer amada, diciendo:

“Quisiera yo a tu lado estar / Tu frente con la mía juntar” / Y luego hasta que muera / Poderte adorar”

Allí van los heraldos del amor, tocando y cantando; y, los instrumentos traductores de los más insondables sentimientos que en cada canción son un remanso de amor.

Las juguetonas polcas, también están presente en el repertorio:

“Qué dicha es para mí / Tener en quién pensar / Tan sólo pienso en ti / mujer angelical”

La noche avanza, la brisa juguetona refresca el ambiente, un copetín circula entre los muchachos, copetín del fragante pisco peruano que “entona el alma y alegra el corazón”. Se acerca la madrugada y la ronda nocturna que se va, con un huayñito que canta el amor a la tierra querida, que bulle en cada latido del corazón por ese pedacito de cielo, de playas rumorosas y paisajes incomparables, y dice:

“Tierra linda de canciones / Nidito alegre de amores / En tus calles pandilleras he tejido / Mis más dulces esperanzas e ilusiones” / Mi Juli querido no te olvidaré / Por muy lejos que me vaya, te cantaré”

Centro Musical Juli. Década de los 60 del siglo pasado


Evocaciones del ayer de la dorada juventud compartida con grandes amigos amantes de la música y las serenatas. Viven en el recuerdo: Ricardo Calderón, mis hermanos: Jesús y Manuel Romero, Alberto Faggione, Isaías Arce, Ruperto Valdez, Jorge Garnica, Jorge Espezúa, Juan Llanos, Carlos García, Enrique Condori, Roberto Paniagua, Alcides Centeno, René Villagra, Omar Espezúa, Nicanor Condorena, Fernando Montes, César Andía, Uriel Serrano, Flavio Inofuente, José Cabrera, Javier Espezúa y Doris Cabrera presentes en la eternidad; y otros entrañables amigos residentes en diferentes lugares del patrio suelo, el recordado Víctor Velazco, René Velazco, Vicente Eyzaguirre, Uriel Estrada, Luis y Manuel Romero Bustinza; las voces de Denise Iturry, Nora Mendoza y Nancy Paredes; tantos otros que conformaron grupos musicales como: El Quinteto Provinciano, Voces Criollas, Los peregrinos, El Dúo Fagderón, Melodías de Antaño, Los Sobrinos y el Centro Musical Juli, con su Presidente el recordado y querido don Sabino Iturry E, juleño que amaba a su tierra con todas las fuerzas del alma.

Recordar es volver a vivir aquellos años de acrisolada fraternidad, días de unión y alegría, cantándole a la tierra linda, a sus paisajes y a su lago murmurador; a la hermosura de sus mujeres, a Juli, hogar hermoso y acogedor, noble, altivo y generoso, abierto a la amistad. Terruño que bulle en la mente con permanente y persistente cariño, del que quedan tan solo, las más dulces remembranzas de esa tierra linda y alegre que dejamos con la ansiedad y tristeza que no termina.

Y se va la serenata alejándose lentamente, perdiéndose en el claroscuro del amanecer cantando muy bajito:

“Disculpa negrita por la serenata / Que es la despedida de mi corazón / Mañana a estas horas por la carretera / “Levantando polvo mañana me voy”.

 _________________________

* Tomado de JULI ETERNO Nº 71, DICIEMBRE 2024

No hay comentarios:

Publicar un comentario