jueves, 2 de enero de 2025

PATRIMONIO CULTURAL PUNEÑO

 AZÁNGARO Y SU IGLESIA

Extracto de: Ricardo Mariátegui Oliva, LA IGLESIA DE ASUNCIÓN DE AZÁNGARO, Lima 1948.

(…)

Azángaro

S

u historial es importante. Asiento valioso en los días del Imperio, tuvo resonancia en la época colonial. Ostentosamente recibió al Virrey Francisco de Toledo, en su visita general al territorio de su mando (1). Por allí pasaron las huestes de José Gabriel Condorcanqui (2), durante el famoso movimiento emancipador que conmovió el Virreynato en 1780, haciéndole frente D. Diego de Choquehuanca, Coronel de las milicias del Rey y además Cacique y Gobernador de Azángaro a la sa­zón. Y por no mencionar más hechos históricos, ya que no es ese el objeto fundamental de este libro, digno es de destacarse que fué un azangarino ilustre, el Dr. José Domingo Choquehuanca, quien ante el peñón ári­do de Pucará pronunció su inmortal arenga de saludo al Libertador Simón Bolívar, a su paso por dicho lugar en viaje al Alto Perú (3).

Por ley del Congreso Constituyente, mandada cum­plir el 16 de Abril de 1828 por el Presidente José de La Mar y refrendada por el Ministro de Gobierno Francisco Javier Mariátegui (4), se dió a esta provincia el renombre de «Benemérita» (Art. 1) y a su capital, el pueblo de su nombre (Art. 2), la denominación de «heroico pueblo de Vilca-apasa» (5). Y este pueblo fué elevado a la categoría de «ciudad» por ley de 5 de Febrero de 1875, que lleva las firmas del Presidente Manuel Pardo y Ministro Aurelio García y García (6), teniéndose en cuenta «que la población del pueblo de Azángaro ha crecido de una manera considerable».

Etimología de su nombre

Sobre la etimología de Azángaro existen diversas opiniones. Así, según el erudito D. Mariano Felipe Paz Soldán (7), era antiguamente Assancatu, de las palabras quechuas Ashuan (muy o mas) y catu (lejos), de donde su significado: «muy lejos» o «más lejos-».

Al decir del intelectual azangarino D. Lizandro Luna (8) está constituida por las palabras Aswan y karu, cuya traducción es: «más lejos de lo lejos».

Yr, finalmente, el estudioso azangarino D. Manuel Terán Macedo (9) sostiene que proviene de las vo­ces quechuas Azu (recién nacido) y huancaio (tambor de guerra), no pudiéndose precisar su verdadero signi­ficado, pero que se conserva, por ello, tradicionalmente, el uso de unos tambores pequeños que se sacan a relu­cir en las fiestas carnavalescas.

La primera iglesia

El Cacique Diego Choquehuanca (10) construyó con su propio caudal la primitiva iglesia; de una sola nave y sin crucero, empleando el adobe como material. Fue inaugurada el 15 de Agosto de 1612, siendo dedicada a la Virgen de La Asunción.

Antigua iglesia de la Asunción
De esta iglesia es un curioso arco en forma de ojiva, muy propio del estilo arquitectónico imperante por aquel tiempo en el país; se encontraba entonces a la entrada del Presbiterio, y, en la actualidad, sirve además de acceso al crucero. Como de es­tos elementos se conservan pocos en el Perú, de ahí el indiscutible valor, entre otros muchos, del templo de Azángaro.

La cubierta de esta iglesia era, de acuerdo a la clasificación de techumbres a base de estructuras (11), de sección trapezoidal, estando las piezas clavadas unas con otras, sin ensambladura alguna, y siendo de la madera conocida con el nombre de eucaliptu; de aque­lla época es una hermosa clave puntiaguda de madera, con delicadas decoraciones y precio­sos tirantes, también de madera, calados finamente con motivos de rosas, que con muy buen criterio se conservan hasta la fecha. En su parte exterior, el techo estaba cubierto de tejas, para librar esta iglesia de las fuertes lluvias.

Posteriormente, al iniciarse la segunda mitad del siglo XVII, se modificó; intervinieron para sus gastos los Caciques Margo y Carcahusto. Fué convertida en iglesia de crucero, pero en forma curiosa desde el punto de vista constructivo, debido a haberse hecho tan só­lo aberturas prudenciales en las paredes laterales del Presbiterio de la primera iglesia, con arcos de medio punto a cada lado y así se obtuvo el acce­so a las que hoy son capillas de las Animas o de los Choquehuanca y del Rosario o de los Margo y Carcahusto, del templo actual. Felizmente no se tocó el ar­co central en forma de ojiva, que hubiera sido de la­mentar.

A este mismo período del siglo XVII pertenece la decoración de pinturas al fresco, de fuerte colorido y trazo popular, valiosas algunas; las más han sido des­truidas por haberse pintado sobre ellas o se hallan cubiertas por retablos y otras toscamente retocadas (12), como la que se refiere a la «Cena» (13), con per­sonajes arrodillados en un ángulo y escudos de noble­za; y éstos, aunque diferentes, relucen también en la Capilla del Rosario (14); la «Glorificación de San Francisco» a la entrada, en la bóveda que forma la base del Coro, y muchos otros motivos más en todo el resto del templo.

La fachada de la primitiva iglesia, y tal como era a fines del siglo XVIII, es reproducida en un soberbio lienzo que se encuentra en el actual templo y que representa la muerte de la virgen. [el templo aparece en el extremo derecho del lienzo]

La iglesia actual y análisis artístico

La iglesia actual, con las variantes indicadas, es la misma que la primitiva; no así su fa­chada, que ha sido renovada, aunque destacándose siempre la sencillez de sus líneas, en contraste coi la riqueza que encierra su interior.

Con dos entradas, la principal a la Plaza de Ar­mas, y la lateral a la Plaza de San Bernardo, es real­mente sorprendente lo que contiene, tanto en retablos, púlpito y confesionarios, como en esculturas y pintu­ras; todo es valioso, y evidencia el afán de los azangarinos por realzar la Casa de Dios. De ahí que se trata de uno de los mejores templos coloniales del departa­mento de Puno.

Como en 1936 las paredes del lado izquierdo presentaban un desnivel de ochenta centímetros, que peligraba seriamente la construcción, el activo Párroco P. Hilario Esteban Velasco (15) secundado por la generosa cooperación de todos los pobladores, dió comienzo a las obras de refacción, colocando tirantes de hierro y procediendo al amarre de las paredes, o por mejor decir, efectuando su reforzamiento con pilares adosados al muro, asi como cubriendo con lona pintada el techo de maderamen, aunque conservando la misma forma de trapecio isósceles de la primitiva, y en lo exterior con calamina, colocando también canalones para el desagüe del agua de las lluvias, a fin de librar el interior (16). En esta forma se libró de su ruina, y realizándose ade­más una limpieza general, aunque con sensibles reto­ques de aficionado en algunos lienzos importantes, que es preciso subsanar, para que quede perfecta, ya que el actual estado de conservación es admirable, muy de acuerdo al prestigio de Azángaro.

Ingresando por la puerta principal, se encuentra a la derecha el Baptisterio, con sencilla pila de piedra; a la izquierda, la entrada a la torre. Esta, a una altura de 34 metros sobre el nivel de la plaza, tiene dos cam­panas; una pequeña, con la inscripción del ano en que fué fundida, 1752; y la grande es la «María Assunta», fundida en 1793 (17) por Felipe Cór­doba, como reza su inscripción:

«Rey el Sr. D. Carlos IV. A honra y gloria de mí amado hijo y mía y de esta capital de Azángaro.—María Assunta me llamo. Fabricada el 27 de Julio del año de 1793 por orden del Ilustrísímo Obispo de esta Dió­cesis Dr. D. Bartolomé María de las Meras. A dirección del Capitán Miguel de Urbiola de Naba, Gobernador partido-. Gobernando esta Provincia de Puno el Sr. Marqués de Casa Hermosa y Cura Propio de esta doc­trina el Dr. D. José Escobedo. Predicó mi Asunción el Dr. D. Gregorio Sánchez.—Pesa 50 quintales.—Fundi­dor Felipe Córdoba.—Ave María».

En 1941, por presentar algunas rajaduras, fué ne­cesaria su reparación, que se hizo en veintiocho horas de trabajo ininterrumpido, siendo motivo de grandes ceremonias su nueva consagración, realizada solemnemente el día 28 de Julio de aquel año.

La muerte de la virgen
El Coro ostenta dorados y policromados, fué re­faccionado también, conservándose su estilo primitivo en el barandal, que data de 1756, no así sus extremos de base, ornamentados con motivos análogos al del Templo de Lampa, cual no los tuvo anteriormente.

Penden de las paredes, cubriéndolas totalmente, a uno y otro lado de la nave, grandes marcos de madera tallada, dorados y policromados, teniendo valiosos lienzos, de colorido y composición admirables, sobre la Vida de la Virgen y el Niño. Co­locados en desorden, seguramente después de la re­facción citada, los temas desarrollados son, en los de la izquierda: Alegoría del Paraíso Terrenal con Adán y Eva, en el cielo la Virgen María, y a los lados sus pa­dres, San Joaquín y Santa Ana; La Anunciación; Na­cimiento de Jesús, curiosamente interpretado; Huida a Egipto; Presentación de la Virgen al Templo; Naci­miento de la Virgen. Los de la derecha: Coronación de la Virgen; Ascensión a los Cielos; Muerte de la Virgen; Jesús entre los Doctores; Jesús ayudando a José en las labores de su oficio, mientras la Virgen hila; Pre­sentación de Jesús al Templo.

En el Presbiterio existen, así mismo, interesantes lienzos sobre la Santísima Virgen, en su mayor parte referentes a la Asunción, dentro de los mismos marcos dorados; y, también los ostentan las ventanas exis­tentes, tanto en esta parte del templo como en las capi­llas y en la nave, cuyo objeto es darle luz al interior, que lo logran admirablemente.

Pero entre todas las pinturas, se destaca un gran mural sobre el arco ojival fronterizo y que separa las dos partes de la iglesia, tantas veces mencionado; se trata del «Triunfo de la Eucaristía» y a mi entender es una copia de aquella obra cumbre del inmortal Pedro Pablo Rubens, que le encargara la Infanta Isabel, de la dinastía española, para el Con­vento de las Descalzas Reales de Madrid, y que se en­cuentra actualmente en el Museo del Prado. Si por los retoques, no reluce el poderoso colorido, que, con todo, lo posee, en cambio el movimiento armónico de las masas y la riqueza y complicación de formas, mucho trasluce la influencia del gran pintor flamenco, hábil­mente interpretado con calidad, buen gusto y técnica innegables (18).

En este mural se han juntado, en abigarrado con­junto, algunas de las escenas que comprendiera la obra de Rubens, dentro de una feliz interpretación, que mu­cho dice del artista que lo ejecutó. Considero que es superior al del mismo tema e inspirado en el mismo pintor, existente en la Catedral de Puebla (México), debido al pincel maestro de Baltasar de Echave «el Mo­zo» (19).

En las partes inferiores y extremas de este gran mural, dos lienzos más, meritísimos, con elegantes marcos dorados: San Francisco con la Cruz mostrando un bárbaro corte (!) donde debió exis­tir un «Ecce Homo», y el retrato del egregio cuzqueño que tanto hizo por esta maravillosa iglesia, con la siguiente inscripción.

«El Bachiller Don Basco Bernardo Lopes de Can­gas Pardo de Villasur y Paliza, Natural de la Ciudad del Cuzco. Colegial que fue en el Real de San Bernardo de dicha ciudad. Cura Vicario. Juez Eclesiástico de las Doctrinas de Vilcabamba, Omacha, Pucará y al presen­te de esta de Azángaro. Adornó esta Santa Iglesia de Plata labrada, lienzos, marcos, retablos y demás ornatos correspondientes al culto y mayor decencia de este tem­plo, como son efigies de imágenes y santos y todo lo que en ella se ve y pide con humildad le tengan presente todos sus feligreses para encomendarle a Dios Nuestro Señor que es fechado en 12 de Enero de 1758 años en que se acabó».


Más abajo, pero notándose claramente que es agre­gado, siendo además diferente la letra, dice:

«Murió dicho Sr. Cura en 17 de Marzo de 1771 años y el Maestro quien pintó fue Isidoro Francisco Monca­da».

Y don Isidoro Francisco Moncada era, nada menos, que «Maestro Mayor y Alcalde Veedor del Arte de la Pintura de la Gran Ciudad del Cuzco» como figura, tra­zado por su propia mano, en uno de los lienzos que pintara en 1768 para el Templo de Ayaviri (20).

Los grandes marcos a que me he referido ya, son de genuino estilo churrigueresco español; valiosamente ornamentados en la base, donde lucen cada uno, unos monogramas (21), con las siguientes inscripciones policromadas: Alabado-Sea-El Señor- Santísimo-Sacramento-Del Altar (en el lado izquier­do) ; La Virgen-María-Madre de Dios-Concebida-Sin pecado-Original.

De las paredes cuelgan, así mismo, distribuidos en todo el templo, doce buenos espejos, enmarcados en cuadros de madera tallada y dorados, también churri­guerescos.

Son primorosos, los cuatro confesionarios de es­ta iglesia, dorados y policromados en madera, obra perfecta del siglo XVII. En uno se lee la siguiente inscripción en verso, muy significativo, por cierto:

«No la infamia del pecado / te sacrifique al temor / que la esencia del dolor / es el perdón declarado»

El regio pulpito, colocado al lado derecho del templo, debajo del arco fronterizo, es digno de destacarse; el tornavoz, respaldo, tribuna y sostén, guardan perfecta armonía en su estilo, que es barroco de fin de siglo XVII, no así la escalera, que es moderna. Dorado y algunas partes policromado, luce en las hor­nacinas de su tribuna imágenes de buena talla, así como lo es el santo que remata su tor­navoz.

Pero aún más antiguos son los retablos del cruce­ro, ambos dorados y de dos órdenes superpuestos, siendo mejor elaborado el de la Capilla del Rosario, que me permito fijarlo, por sus carac­terísticas generales, como un bello ejemplar de transición del plateresco al barroco, y, por tanto, de la segun­da mitad del siglo XVII; en cambio, el del Crucificado, en la Capilla de las Animas, si bien den­tro del mismo estilo, denota ya marcada influencia italiana, por lo que considero sea del último tercio de la segunda mitad del mismo diecisiete.

De mérito son los seis pequeños retablos, dorados y policromados, situados a ambos lados de la nave, dedicados a rendir culto a la Purísima, Virgen del Carmen, Nazareno, San Francisco de Asís, La Candelaria, Santa Rosa, y Virgen de los Dolores; de un solo cuerpo y análogos por pares, con una sec­ción y divididos en dos seccio­nes propios del churrigueresco y que imperó entre nosotros a mediados de la primera mitad del siglo XVIII. Y, finalmente, los dos que se diferencian de los primeros mencionados de esta serie, en que sus hornacinas se encuentran empotradas en la pared del muro, ostentando espejos en la coronación, que se generalizó tanto al iniciarse la segunda mitad del mismo ochocientos y dentro siem­pre de la misma escuela estilística.

Con igual gracia y plenitud, propias del estilo de Churriguera, un retablo más en miniatura, con el Señor de la Columna, frente al púlpito, y, por tanto, al lado izquierdo del templo, y debajo, así mismo, del otro extremo del arco.

El Altar Mayor, suntuoso, con su retablo dorado y con algunas policromías, es igualmente churrigueresco; consta de dos órdenes superpuestos, con tres compartimientos, y coronación. Su expositorio y tabernáculo son de plata; así como el frontal de doble recuadro, con una alegoría al cen­tro del Cordero Pascual, y motivos de uvas y roleos en su conjunto, magistralmente ejecutados. Y allí se luce, irosa, la gran Señora, la milagrosa y bellísima imagen de «Nuestra Señora de La Assunta», Patrona de Azángaro, cuya festividad, 15 de Agosto, «Día de La Asunción», celebra alborotado este pueblo creyente, fiel a su honrosa tradición.

Todos estos retablos contienen algunos lienzos de indiscutible valor; también esculturas de madera, unas de talla completa y otras de las llamadas imágenes para vestir; que, tanto por su sentido expresivo como por sus proporciones orgánicas, dignas son de mencionarse.

Y para terminar, entre otras joyas valiosas de orfebrería, conserva: una iglesia de plata repujada, con imágenes y campanas doradas, de admirables líneas, que mide 0.90m. de alto por 0.70m. de ancho, toda una preciosidad; y una Custodia, verdadero trabajo de ex­cepción.

La Custodia mide un metro de alto y es de oro y piedras preciosas, con imágenes esmaltadas en bulto, algunas de buen tamaño (0.15m.) como un San Ber­nardo, con hábito blanco y sosteniendo el Sol con su píxide, cuyo diámetro es de 0.40m.; en la base, que es maciza y con elegantes calados, se encuentran los cua­tro Evangelistas y cuatro Doctores de la Iglesia, después siguen otras figuras, doce en total, y notándose la desa­parición de tres más, todas imágenes sagradas, ángeles y hasta un indio, en continua sucesión, conjuntamente con infinidad de motivos de composición artística, real­mente sorprendente, y que, no obstante su reducido ta­maño con relación a otros vasos sagrados de su género, merece figurar entre las mejores que poseemos en el Perú.

Tal es, así brevemente reseñada, esta hermosa Iglesia de La Asunción de Azángaro. <:>

____________________

1—Del Autor: Historia del Perú. Descubrimiento, Conquista, Colonia, Vida Colonial.—Edición 1939 (Págs. 166-171).

2—Del Autor: Historia del Perú. Emancipación.—Edición 1940 (Págs. 21-33).

3—Del Autor: Los Peruanos. Biografías de Peruanos Ilus­tres (Págs. 92 y 93).

4—Justino M. Tarazona: Demarcación Política del Perú (Re­copilación de Leyes y Decretos. 1821-1946). Publicación del Minis­terio de Hacienda. Dirección Nacional de Estadística (Págs. 1407 y 1408).

5-  Villca, en aimara, el sol, adoratorio dedicado al sol u otros ídolos; Apasa, distrito de Azángaro.

6—Justino M. Tarazona: Obra citada (Pág. 1408).

7— Mariano Felipe Paz Soldán: Obra citada (Pág, 77)

8-   Versión dada personalmente al Autor.

9—También referido al Autor.

10—Don Diego Choquehuanca, Cacique y Gobernador de Azángaro, fué el tronco de la familia de este nombre. Su descen­diente directo, el Coronel Diego, ya mencionado; hijo de éste, el Canónigo Gregorio, Prebendado de la Catedral Metropolitana de Chuquisaca.

11—Siguiendo la clasificación adoptada por el Arquitecto José F. Ráfols y que figura en su obra «Techumbres y Artesonados españoles». Barcelona 1926.

12—Al ser colocados los retablos en las capillas del crucero, a fines del siglo XVII; y durante las obras de refacción realiza­das posteriormente.

13—Sobre el arco de entrada y dando frente al retablo del Crucificado.

14—Colocados en el mismo lugar que en la anterior capilla; y, además, detrás del retablo, se hallan pintados santos e inscrip­ciones en latín.

15—Sacerdote español, natural de Burgos. Hace 55 años que llegó al Perú. Tiene actualmente 81 años de edad. Actuó durante diez años en Lampa, trabajando también en su famoso templo, y pasando después a Azángaro, donde se encuentra desde 1936.

16— Se invirtió alrededor de S/o. 11,000.00 todo producto de donaciones y funciones benéficas. El Comité estuvo presidido por la gentil Señora Felicita Zevallos de Meza e integrado por distinguidas damas de la localidad.

17— En tiempos del Virrey Francisco Gil de Taboada y Le­mas, quien se hizo cargo del Virreynato en 1790.

18—El distinguido estudioso, Investigador de este Instituto, Dr. Pío Max Medina, en su obra «Monumentos Coloniales de Huamanga» (Ayacucho 1942) y en «La Pintura Colonial de Ayacucho» («El Comercio». Lima. 30 de Abril de 1947) se ocupa con muy buen criterio de un cuadro análogo existente en la Catedral de aquella ciudad.

19—Nació en Ciudad de México el año 1632. Fué hijo de Baltasar de Echave Ibia «el de los azules» y nieto de Baltasar de Echave Orio «el Viejo», famoso vasco (natural de Zumaya-Guipúzcoa), que, como es sabido, estableció afamado taller en México en el siglo XVII.

20.—Capital de la provincia de Melgar, departamento de Puno.

21.—Debe leerse a lo largo de todo el templo, comenzando por el lado izquierdo desde la entrada principal hasta el Presbite­rio, y siguiendo por el lado derecho desde este lugar


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