POSIBLES ORIGENES DE
LOS LUPACAS. (PARTE II)
Escribe: Efraín Iturry Gandarillas
En la revista digital JULI ETERNO N° 68
Los lupaca, supieron mantenerse en una
posición favorable a pesar de su derrota, como un pueblo amigo de los incas,
obligados a pagar tributo; situación que favoreció para preservar gran parte de
su cultura, en especial su lengua y mucho de su organización política y
económica.
Algunos cambios que afectaron profundamente
la estructura del reino lupaca, con la influencia de los incas, fueron:
- Creación de centros administrativos como Hatuncolla
y Chucuito.
- La reagrupación de pobladores, los aymaras en el “urco” o partes altas o frías y a los “uros” los sacaron del “uma”, para instalarlos en grupos
grandes a poca distancia de los caminos.
- La introducción decimal, en el orden administrativo, en la mita y
diferentes formas de trabajo, en el ejército, etc.
- La división dual, en dos parcialidades; hanansaya, ayllus que
vivían en la parte de arriba y urinsaya los que vivirían en la parte baja.
- La parcialidad de Hanansaya, con sus caciques don Baltazar Paca
y Francisco Nina Chambilla, tenían a su cargo 13 ayllus, habitaban 1,432 indios
aymaras y 153 indios uros.
- La parcialidad de Urinsaya, con
sus caciques, don Felipe Chui y
Carlos Calisaya, con 8 ayllus, habitaban 1,849 indios aymaras, y 256
indios uros.
La parcialidad de Ayanca con sus caciques don Ambrosio Tira y Carlos Vicsa, habitaban
158 indios aymaras, y 100 mitimaes chinchaysuyos puestos por el Inca.
Las fuentes de información de los cronistas españoles, nos indican que ya antes
del siglo XV los lupaca estaban unificados bajo un líder llamado Cari.
Cieza de León, estuvo en esta región veinte
años antes que Garci Diez de San Miguel y nos relata la inmensa población, los
grandes
rebaños de alpacas y llamas, la alimentación
basada en cultivos andinos como la quinua, la papa; incluso uno de los
escasos rituales de la papa (Jata katu), nos refiere el tamaño del lago
Titicaca, las elaboradas técnicas funerarias y la grandeza de las ruinas de
Tiwanaco. En su segundo volumen, el histórico, se refiere frecuentemente a la
dinastía Cari de Chucuito “leales” al Inca con responsabilidades gubernamentales
más allá de su dominio étnico
tradicional” (Cieza 1550, tomo II, caps. XLI, XLIII, LII, IV).
Baltazar Ramírez en su obra Descripción del
Reino del Perú, nos dice “…la provincia de Chucuito tiene a siete pueblos muy
grandes que todos están en el camino real, que son: Chucuito cabeza de la
provincia, Acora, Ilave, Juli, Pomata, Zepita, Yunguyo, en las cuales tienen
17,000 indios tributarios”.
Chucuito, fue el centro principal de los lupaca de donde el cacique Cari y sus
descendientes gobernaron un vasto territorio. Fue el lugar donde Cari y el Inca
Viracocha sellaron lazos de amistad bebiendo chicha en un vaso de oro; desde entonces
Chucuito para los incas fue el pueblo más importante del Collao juntamente con
Hatuncolla, que sirvieron de base para la administración inca.
Los primeros españoles que pisaron el Collao
fueron los dominicos con los predicadores Andrés de Santo Domingo y Domingo de
Santa Cruz (1534); quienes se establecieron en Lundayani (JULI) donde
edificaron su primera capilla (a 2.5 Kms. de la actual ciudad); seguidamente
llegaron soldados de Pizarro, Pedro Martínez de Noguera y Diego de Agüero
(1535), luego los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro (1538), quienes regresan
al Cusco, ratifican y dan cuenta de lo rica que es la provincia. y sugieren
adjudicarla directamente al Rey.
Al retorno de los hermanos Pizarro al
Cusco, el Marques don Francisco Pizarro, vino personalmente a inspeccionar sus
dominios, impresionado y deseoso de complacer a Carlos V, determinó que la
provincia de Chucuito quedase reservada para el mismo Rey.
Establecida oficialmente la orden de los Dominicos
(1547), los evangelizadores comienzan a edificar templos en todos los pueblos
que conforman este reino; en JULI, el templo de Santa Barbara (1550-1553), en
una nueva ubicación cual mirador del inmenso lago sagrado, cercano al apu
K’aracollo.
Estos primeros evangelizadores en 1553
tenían también ya el convento de San Vicente en la ciudad de Chucuito (el hoy
distrito de Puno), pero en 1565 JULI, pasa a ser la capital de la nación Lupaca
y centro dominico principal al fundarse el convento de San Pedro, fecha
atribuida también a la fundación española de JULI.
En 1567, a 34 años de la presencia hispana, Garci Diez fue enviado para documentar
la población de tributarios capaces y calcular sus ingresos de pastoreo, de
agricultura y de otras actividades económicas para poder determinar su
capacidad para pagar los
tributos.
“El informe de Garci Diez, datos de valor social,
económico y político, nos detalla la diversidad de etnias asentadas en la
región, por ejemplo, nos habla de una población mayoritaria de aymaras
propiamente dichos, urus, puquinas, choquelas, entre otros.
(John V. Murra, “Apreciación etnológica de la visita”, Instituto de investigaciones Andinas, N.Y.).
Según Meiklejohn (1988): “Lo que Garci Diez
puso al descubierto sobre los dominicos en el curso de su visita era negativo.
En síntesis, no cumplían con su obligación de enseñar la doctrina a los Lupaca.
En lugar de esto explotaban y de este modo enriquecían a su Orden”. (p.53) “El
informe de Garci Diez, por descuidar su labor evangelizadora y dedicarse al
enriquecimiento, así como quejas sobre el desconocimiento a la autoridad de la
Audiencia, lograron que Toledo dispusiera la expulsión de los dominicos de
Chucuito en
1573. Fue el mismo virrey Toledo quien pidió que fueran los jesuitas quienes asumieran
la posta de la evangelización en Juli”. (Ximena Málaga Sabogal: Tesis de licenciatura
“Juli, la Roma de América: memoria, construcción y percepción del pasado
jesuita en un pueblo del altiplano” 2). APOGEO Y OCASO DE LA ROMA Y SANTA SEDE
DE LAS INDIAS.
Antes de que los jesuitas decidieran hacer su entrada en Juli, ya había una
presencia misional en la zona: los dominicos. La orden de Santo Domingo había
organizado la reducción de Juli, aunque su estadía fue muy breve desde 1565
hasta 1573, en que por diversas quejas en su contra decidieron devolver esta
misión a la corona. Fue el mismo virrey Toledo quien pidió que fueran los jesuitas
quienes asumieran la posta de la evangelización en Juli, la principal herencia
de este breve periodo dominico es: una capillita campesina en Lundayani y cuatro
hermosos templos: Santa Barbara (hoy destruida y usurpada por el ex alcalde
Zacarias Cárdenas), San Pedro, Nuestra señora de la Asunción y San Juan. (URTEAGA,
2008).
Aunque, aún no hay claridad en la
construcción de los templos, pertenecían al asentamiento previo de Lundayani;
según Vargas Ugarte (1941), al arribo de los jesuitas había solo dos templos
concluidos, Santa Barbara y al que los dominicos llamaron Santo Tomas y que fue
rebautizado como San Pedro y San Pablo, y dos otros templos en avanzadas fases
de construcción (San Juan
y Nuestra Señora de la Asunción).
Luego de la expulsión de los dominicos en
1573, vienen años de
desorganización eclesiástica, mientras en Lima se tomaban decisiones
sobre el futuro de Juli; se responsabilizan sacerdotes seculares.
LA COMPAÑÍA DE JESUS
Los primeros jesuitas llegados al Perú tomaron algunas misiones en los pueblos
de Huarochiri donde se entrenaron en el uso de las lenguas indígenas y las
formas de evangelizar a los indios. En Huarochiri, la política de las reducciones
era aún muy incipiente, lo
cual desencadenó su breve duración; tras apenas dos años estas doctrinas fueron
devueltas al arzobispado.
Después de Huarochiri, los jesuitas tomaron
la doctrina del Cercado de Lima, donde reunieron a los indios forasteros y
perfeccionaron su
sistema misional.
Tras sus primeras experiencias, los jesuitas buscaban un lugar para establecer
una reducción modelo y una escuela de evangelización. Es así que “durante la
primera Congregación provincial (celebrada en Lima del 16 al 27 de enero de
1576, y la segunda en el Cuzco del 8 al 16 de octubre del mismo año), se acordó
tomar la doctrina de Juli como punto de propósito para dedicarse al puro
ministerio de los indios. El 4 de
noviembre de 1576 se inició la misión de Juli, destinada a alcanzar no
solamente frutos notables de apostolado, sino también celebridad en la historia
de la iglesia hispanoamericana, en sí misma y en cuanto sirvió de precedente e
inspiración para las reducciones de Paraguay” (NIETO VELEZ, 1994; 134).
Según Vargas Ugarte (1963), las principales
razones por las cuales los
jesuitas eligieron Juli como su centro de evangelización fueron:
- La preexistencia de un centro poblado (que hacía más fácil la
agrupación de los indios).
- La presencia de dos lenguas más importantes: quechua y aimara.
- El buen clima y la cercanía de un lago navegable.
- La lejanía de Lima que otorgaba cierta independencia al proyecto
jesuita.
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