PAISAJE JULEÑO
Ubaldo Castillo Espezùa
(Fragmento extraído de su libro LA CULTURA POPULAR DE JULI. Arequipa 1996)
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uli, en
su característica de una de las poblaciones circunlacustres que se levantan
junto al lago de los aymaras, es la expresión más maravillosa de paisaje. Situado
sobre este pequeño mar suspendido cerca al cielo donde las olas alcanzan alturas
que hacen temblar de miedo al navegante más atrevido en los días de tormenta y
la superficie plateada de sus aguas, “hierve de irradiaciones doradas en los días
tranquilos". Cerca al azul intenso de su cielo que pareciera que se une con
el lago, formando una bóveda azulina de cielo y agua pura. Este es el
"Lago Encantado...resto palpable del Diluvio Universal...de panorama
quieto...de islas flotantes de los uros y grandes balsas fabricadas por los
collas", que conoció Pedro Martín de Moguer[1].
"El
cielo de la meseta del Titicaca, formando, según la frase de Humboldt, un
círculo a manera de los que se ven en la luna, limitado por altísimas montañas,
tiene un aspecto general de grandeza primitiva e infinita..."Imaginemos
por un instante instalados sobre la cumbre de cualquiera de sus montañas. Se
divisará una franja nevada de cordillera al Este que son los nevados de la
Cordillera Real, que como cristales inmensos, sublevados desafían la altura del
cielo. Más abajo, como calentando sus faldas, las aguas tibias y cristalinas de
su lago milenario. Más cerca, las playas de arenas finas, limpias de aguas diamantinas,
para conducir por una pendiente muy suave, al templo de San Juan que como una
mole rojiza se levanta para ingresar al pueblo, más arriba la plaza Bertonio,
extensa y monumental, mostrando sus qollis2 ornamentales, únicos en el
departamento...El nombre de Juli, tiene el más rico contenido de paisaje y
belleza. Es portón de mitos, leyenda e historia encerrado en su cofre, grandeza
infinita e indescriptible, fruto de tierra fértil y productiva, de montañas
elevadas levantadas muy cerca que desafían al Sol. Es una de las tierras más
ricas en paisaje natural, arqueología, arquitectura colonial, folclore, etnias
diversas y variedad de recursos turísticos que están esperando una eficiente
promoción, para que el viajero conozca sus maravillas, llene sus ojos con la
luz blanquecina de sus amaneceres y disfrute de su historia con la fuerza
incontenible de los sedientos de saber y cultura. Juli, es anuncio de paisaje
emotivo y brillante, donde danzan al compás de un K’ajelo cordillerano o un
wayño pandillero, estrechados de la mano, la antigua grandeza de su cultura y
el promisor futuro de un pueblo hasta hoy abandonado y arrinconado por el olvido
de sus conductores y la desidia de sus propios habitantes.
“El viajero que llega de Pomata por la
carretera - divisa en una vuelta que ella hace, el caserío de Juli, arracimado
en una colina de suave pendiente hacia el lago. En el centro y en la parte más
elevada surge la mole de San Pedro, al noreste se divisan los muros de piedra
blanca de Santa Cruz y, casi en diagonal, descubren nuestros ojos por el lado
del sur a La Asunción, cuya torre de piedra en forma de espadaña, la delata.
Finalmente, al oriente y más cerca de nosotros, asoman las rojizas tejas de la
techumbre de San Juan”.
Hoy
Juli, ha perdido su Santa Cruz y sus otras tres iglesias sufren el deterioro
del tiempo y el descuido comprometido y destrucción de sus pobladores, que
indiferentes y resignados miran su pérdida.
Hay que
conocer Juli, con su plaza extensa, sus calles rectas y estrechas, sus cuatro
moles legendarias que se levantan desafiantes para cortar los vientos que suben
del lago o bajan de la cordillera, sus colinas suaves y ligeramente inclinadas,
sus faldas extendidas donde se distinguen casitas pequeñas a manera de nidos
suspendidos en sus pendientes, donde es fácil y da ganas de tenderse a pierna
suelta; sus pampas solariegas y planas que llegan hasta las orillas de sus
playas, su cielo azul y claro sol, desde donde se puede divisar la inmensidad
de Qotapampa, que como gigante espadaña serpenteante se introduce en el lago,
como si quisiera tragarse las aguas de este lago, fuente de vida y belleza
infinita. Cerca, las casas solitarias de Olla Parki, Chojchoni, Pisirapi,
Wakina, Choqejawa, Siwekjawira o Palermo, que están esperando que el visitante
llegue para recordar la hospitalidad de sus antiguos dueños, cuyos espíritus
están rondando sus aposentos esperando mejores días en un futuro lejano y
cercano al mismo tiempo.
“El lago
iluminado por los rayos crepusculares y las noches tachonadas de estrellas,
ponen una nota de serena melancolía en esta población, alma viviente del mestizaje
americano”. Juli, de “amaneceres fulgentes de sol reluciente, lánguidos atardeceres,
noches de luna plateada, rumor de olas y brisas tibias, collis de belleza
inconfundible que adornan su extensa plaza Bertonio y hombres hospitalarios,
charlatanes, comunicadores francos y amplios, completan este paisaje de
maravillas y ensueños. <>
_______________
[1]
Martín de Moguer
junto con Diego de Agüero fueron los primeros españoles que –desde el Cusco-
ingresaron al Altiplano por orden de Francisco Pizarro, para verificar las
riquezas en oro que había en el templo de la isla Titicaca.
2. Arbol autóctono de pequeño o mediano tamaño
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