domingo, 28 de julio de 2024

PARA LA HISTORIA DEL PERIODISMO EN PUNO

 110 AÑOS DEL PERIÓDICO PUNEÑO

"LA VOZ DEL OBRERO".

Escribe: Eduardo Hipolito Paredes Chukiwanka

H

oy 28 de julio, se cumplen 110 años de la edición del primer número de "La Voz del Obrero", y habría que conmemorar tan significativo acontecimiento para el desarrollo cultural de Puno.

En el Editorial de dicho periódico y como primera palabra se dice "Hace tiempo que se dejaba sentir la necesidad de fundar un órgano de publicidad que se ocupara de defender los derechos de la clase obrera y propendemos a la unificación y mejoramiento del obrero y la publicación que hoy nace al calor de los sentimientos nobles, laborará en ese sentido, sin salir del marco de la ley, pero con pie seguro y firme a fin de salvar las vallas que pretendan destruir su camino... ".

Su Director fue don J. Eduardo Fournier Barionuevo, que a la vez era Presidente del Club " Sport Juventud Obrera ". El cuerpo de redacción estaba constituido por: Alejandro Cáceres (Dronaleja), Manuel Z. Aragón (Leunam), Aurelio Martínez (Aumares): José Manuel Sierra (Coquelicot). Arturo Peralta. (P), Jacinto Gamero. (Wilmore), Daniel Franco Serruto (Observador), Modesto Flores. (M. F.)

Toda una pléyade de obreros que desde sus talleres que momentáneamente se convertían en mesas de redacción, laboran con ahínco por el desarrollo material e contextual de Puno.

J. Eduardo Fournier Barrionuevo, el Director de La Voz del Obrero, nació en la ciudad de Puno el 18 de septiembre de 1881 y un 12 de octubre de 1957 pasó a la inmortalidad, su sepelio, en cuyo transcurso se pronunciaron sentidas oraciones fúnebres exaltado las virtudes del ilustre difunto, resaltó el sentido homenaje de un joven periodista y poeta, que aún no tenía veinticinco años, pero ya una trayectoria de intelectual, era José Paniagua (Jospani). Era el último adiós que la sociedad puneña rendía a quien fuera varias veces Alcalde de Puno, periodista, tipógrafo, un hombre de temple de acero para defender los interés de Puno, que forjó e inspiró a diversas generaciones puneñas en el amor al terruño y en el desprendimiento total cuando se trataba de la lucha por el derecho de los obreros. No hay palabras para describir la conjunción de inteligencia, de compresión y firmeza en defensa de los derechos de Puno, de los obreros, de los campesinos, para vivir en un mundo mejor, en una sociedad más justa.

Fournier fue un hábil periodista, inmejorable tipógrafo, excelente investigador. Ahí está su "Historia del Periodismo en Puno", publicada en una Revista del Instituto Americano de Arte. Fournier fue dirigente de muchas instituciones, como la Federación de Periodistas del Perú, Sociedad Fraternal de Artesanos, Juventud Obrera, Sociedad Publica de Beneficencia y muchas otras, fue un brillante intelectual e insustituible vocero de los intereses de la clase obrera, propulsor e impulsor de la cultura puneña.

El primer número de La Voz del Obrero, salió el 28 de julio de 1914, como un homenaje al 94 aniversario de la proclamación de la independencia del Perú y el último el 28 de febrero de 1918, fueron 76 números en 320 páginas impresas con el mayor arte tipográfico.

En sus páginas, además de las notas en defensa del Obrero y del Campesino, había homenajes a la ciudad puneña, a la patria, a ilustres personajes, poesía, deportes, noticias de los distritos del departamento. Tenía una sección de "Plumas Ajenas", donde se publicaba colaboraciones de personas que no integraban la plana permanente de La Voz del Obrero, por ejemplo José Antonio Encinas, decía "El problema del Obrero, a mi juicio, es un problema antes que económico de cultura". Entre otros colaboradores, estaban José Santos Chocano, José Mazzini, Federico Barreto, Celso Briones, Fulvio Carolani, Jaime Martí, Carlos Tudela, Mariano Lino Urquieta, Luis Alberto Sánchez, Edilberto Zegarra Ballón, Manuel Z. Camacho, Leonidas Yerovi, RACSO, Luis Ulloa, Federico More, Abraham Valdelomar, Francisco Chukiwanka Ayulo y muchos otros personajes.

Emilio Vásquez dice "La Voz del Obrero acusa un indeclinable espíritu de combate en defensa de la sociedad, de la política militante tanto local como nacional. Escrúpulos, guardián de los intereses impersonales, sobre todo de aquellos que atañen a la educación (o reducación) de los trabajadores, Fournier quería para sus compañeros un mejor nivel de vida a base del valor personal, valor que solo se conseguiría mediante la auto preparación". Vásquez sigue diciendo... “Sorprende ver como se podía decir tantas cosas, valientes y ponderadas unas y audazmente expresadas otras; aquellas páginas -casi olvidadas- trascienden todavía contenido cívico de altos quilates... "


Emilio Vásquez indudablemente tuvo en sus manos la colección de La Voz del Obrero, pero lamentablemente no correspondió con dignidad, al desprendimiento de mi padre don Hipólito Paredes, yo personalmente iba a reclamarle su actitud, tenía que verlo en su casa de Lima, al siguiente día de su condecoración con la Orden del Sol del Perú, pero en el transcurso me entero de su fallecimiento.

La Voz del Obrero, sufrió atentados, un incendio en los talleres tipográficos y otro en el depósito, donde se guardaban numerosas colecciones de los libros que se imprimieron en la Tipografía Fournier.

En la Tipografía Fournier, se imprimieron "Báquica Febril", "Altipampa", "Tahuantinsuyo", Almanaque por el Centenario del Perú, Alfabeto Quechua, Puno Lírico y muchos libros periódicos y revistas, el famoso "Boletín Titikaka" también se imprimió y editó en la Tipografía Fournier.

Mi papá Hipólito se hizo cargo de la conducción de la Tipografía, hasta que una detestable persona en coordinación y complicidad de un despreciable individuo, a quien el gran poeta Omar Aramayo en uno de sus versos lo menciona como "el venal juez que mató al tipógrafo honrado", provocó su fallecimiento.

Ojalá se cumpla el deseo de mi familia, tal vez con el apoyo del Ministerio de Cultura a través de incentivos económicos para la cultura, de tener una educación facsimilar de La Voz del Obrero, que según entendidos no fue superado no obstante el transcurso de los años.

Da pena y hasta cólera, que ahora en Puno no se imprima ningún diario. <>

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