LECTURAS
INTERESANTES Nº 740
LIMA PERU
3 FEBRERO 2017
FINAL PRECOZ DE UNA ESPERANZA
César Hildebrandt
Tomando
de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 333, 3FEB17, p. 12
S
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i PPK
firma la adenda que favorecerá a los sinvergüenzas del consorcio Kuntur Wasi,
sabremos entonces que quienes hoy nos gobiernan siguen el curso anético del
fujimorismo y de los gobiernos que recibieron coimas brasileñas. Comprobaremos
también que las llamadas "asociaciones público-privadas" son otro seudónimo
de la corrupción.
Y
llegaremos a la conclusión de que PPK ha empezado a desprenderse del único
blindaje que le permitiría cumplir su mandato constitucional: el de ser un
presidente que nos iba a salvar de la depravación institucional que hubiese impuesto
Keiko Fujimori como digna sucesora de su padre delincuente.
Un
PPK indecente firmando una adenda como la mencionada y consagrando con su firma
un robo cabal al Estado, ¿de qué sirve? ¿A qué se aferra un PPK embarrado? ¿A
la tradición?
Chinchero
era el parteaguas para el gobierno de los Zavala y familia. Y para eso estaba
PPK, el hombre que nos prometió rescatarnos de la amenaza fujimorista. Pero no.
El chantaje cusqueño, el patriotismo regional mal entendido, han hecho su obra
y ahora resulta que Cusco tendrá su desaconsejado aeropuerto y Kuntur Wasi, con
la sombra de Sebastián Piñera en sus sentinas, sus millones mal habidos.
¿Qué
es esto?
Es el
final precoz de la esperanza que encarnó PPK.
No importa que para esta progeria del régimen
haya contribuido la presión del Cusco, alentada por los especuladores de
tierras urbanas de la ciudad imperial, o la actuación de Galarreta y demás
fujimoristas alentando la rabia lugareña y el paro extorsivo que amenazaba con
bloquear Machu Picchu. Que el fétido fujimorismo se porte así, a nadie
sorprende. Pero que PPK se sume a la corrupción en vivo y en directo y en
nombre de una obra podrida desde las raíces, eso sí que es grave. Y eso sí que
nos pone en el camino reiterativo de una democracia desacreditada, con todo lo
que eso implica, y muy posiblemente, dados los designios del fujimorismo congresal,
en el de la vacancia presidencial.
Lo
hemos tratado de decir de mil maneras en estas raras páginas que sobreviven
gracias a nuestros lectores: el Perú no es un mendigo sentado en un banco de
oro sino un enfermo que niega sus males y, por tanto, tiene nulas posibilidades
de sanar. La corrupción nos infecta de arriba a abajo, de izquierda a derecha,
longitudinal y transversalmente. Terminará, si lo seguimos permitiendo,
haciendo del nuestro un país fallido, una federación de tribus en busca de su
respectivo botín. Como intenté decir en una entrevista radial de hace algunos
días, el problema del Perú es que entre nosotros nada es lo que pare-ce. La
porquería diseminante está en el Poder Judicial, en el Ministerio Público, en
la Policía, en los Ministerios. Y como la podre nos viene de la Colonia y la
República, la devastación moral impuesta por el fujimorismo a comienzos de los
90 del siglo pasado encontró un campo fértil. El Estado está podrido, los
mecanismos de coerción desfigurados, la autoridad roza la deslegitimación. Y en
medio de esta orgía de la impostura, viene un presidente a hacer lo mismo que
los otros en un momento en que la economía ha dejado de ser boyante. El
resultado no puede ser otro que el caos.
Otorongo |
Jueces
que sueltan a delincuentes, fiscales que persiguen a testigos que resultarían
decisivos para condenar a jefes del crimen organizado, Organismos de Regulación
que abdican de rus funciones, policías que integran bandas de asaltantes y
raterías estatales mayores que se descubren gracias a que magistrados
brasileños tuvieron el coraje de sacarlas a la luz.
¿Cuántas
veces, y desde hace años, la minoritaria prensa independiente, incluido este
semanario, hizo razonables advertencias sobre lo que estaba haciendo Odebrecht
en el Perú? ¿No fue H13 la primera publicación en señalar los sospechosos
intereses que estaban en juego en el caso del aeropuerto de Chinchero? ¿No
hemos sostenido que PPK tiene explicaciones que dar en relación a empresas de
donde dice haberse apartado pero en cuyos registros sigue figurando?
El Perú es un enfermo que
no quiere curarse. Está infectado y no quiere tratamiento. Se mira al espejo,
se coloca un bombín, y se va al Palais Concert. No sabe que Valdelomar está
requetemuerto.
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