jueves, 26 de septiembre de 2024

MEMORABLE DISCUSO DEL INDIGENA BRASILEÑO MARCIAL DE SOUZA

Marcial de Souza, fue uno de los indígenas más destacados en la defensa de las tierras que pertenecen a su pueblo, el brasileño. Fue promotor de la Organización de los Pueblos Indígenas como movimiento social en Brasil y referente de la lucha de los guaraníes Kaiowá y Ñandeva en Mato Grosso do Sul (MS). Fue uno de los fundadores, en 1980, de la Unión de Naciones Indígenas (UNI). A nivel local, además de la lucha por el territorio, enfrentó la tala ilegal desde las reservas, el tráfico de niñas indígenas y la política indígena del gobierno militar. Tupã’i había participado activamente, desde principios de los años 1970, en la articulación nacional de los pueblos originarios.

Delgado y pequeño, de poco más de cinco pies de altura, Marçal Tupã’i impresionaba cuando hablaba. Fue elegido como representante de los indios para dirigir el mensaje en Manaos al Papa con ocasión de su visita al Brasil. Fue el más emblemático de sus discursos, el que tuvo repercusión internacional, fue el de julio de 1980. En el balcón del palacio episcopal de Manaos (AM), ante una multitud, Marçal habló con el Papa Juan Pablo II, que estaba de visita en Brasil. 

En la televisión nacional y bajo el régimen militar, Marçal fue representante, como él mismo dijo, de las “naciones indígenas que habitan este país, que se está haciendo tan pequeño para nosotros y tan grande para quienes nos arrebataron esta patria”.  

En noviembre de 1983 fue asesinado al amparo de la ley de seguridad nacional que establece que “todo acto reivindicativo del indio es un crimen político”. Fue ejecutado de cinco tiros en la puerta de su casa en la aldea Campestre en 1983.

El Vaticano y sus poderosos órganos de difusión, nunca hicieron comentario alguno sobre el discurso de Marcial De Souza, ni acerca de su asesinato, ni sobre la “ley maldita” que hizo más fácil cometerlo. <>

 
Su Santidad Juan Pablo II:

Yo soy representante de la gran tribu Guaraní, cuando en los pri­meros días, con el descubrimiento de esta gran patria éramos una gran nación y, yo no podría, como representante, de esta nación que hoy vive al margen de la llamada civilización, Santo Padre, no po­dríamos callamos ante su visita a este país. Como representante por qué no decir, de todas las nacio­nes indígenas que habitan este país, que va quedando tan redu­cido para nosotros y tan grande para aquellos que nos arrebataron esta patria.

Somos una nación subyugada por los poderosos, una nación expoliada, una nación que está mu­riendo de a poco sin encontrar el camino, porque aquellos que nos cogieron este suelo, no dieron las condiciones para nuestra sobre­vivencia, Santo Padre.

Nuestras tierras son invadidas, nuestras tiernas son tomadas, nuestros territorios están siendo reducidos, no tenemos más condiciones de sobrevivencia. Presen­tamos a Su Santidad nuestra tris­teza por la muerte de nuestros lí­deres asesinados fríamente por aquellos que invadieron nuestro suelo, que para nosotros repre­senta nuestra propia vida y nues­tra sobrevivencia en este gran Brasil, llamado país cristiano.

Represento aquí él Centro-sul de este gran país, la nación Kaingnan que perdió reciente­mente a su líder; fue asesinado también Pankararé en el nordeste. Perdió a su líder porque quizo lu­char por nuestra nación. Quería salvar nuestra nación, traer la re­dención a nuestro pueblo, pero no encontró redención, encontró la muerte.

Queda todavía una esperanza con su visita, Santo Padre: Usted podrá llevarla fuera de nuestros territorios, pues no tenemos no­sotros condiciones pues somos subyugados por los poderosos. Nuestra voz está embargada por aquellos que se dicen dirigentes de este gran país. Lleve nuestro clamor, nuestra voz a otros terri­torios que no son el nuestro, para que el pueblo, una población más huamán luche por nosotros, porque que nuestro pueblo, una nación indígena está desapareciendo del Brasil. Este país que nos fue arrebatado. Dicen que Brasil fue descubierto; Brasil no fue descubierto, Santo Padre, Brasil fue invadido y arrebatado a los indígenas del Brasil. Esta es la verdadera historia. Nunca fue contada la verdadera historia de nuestro pueblo, Santo Padre yo dejo aquí mi llamado, llamado de doscientos mil indígenas que habitan y luchan por su sobrevivencia en este país tan grande y tan pequeño para nosotros, Santo Padre.

Confiamos que usted, como representante de la Iglesia Católica jefe de la humanidad, lleve nuestra voz para que nuestra esperanza encuentre repercusión en el mundo internacional. Este es el mensaje que le dejo a usted. <>

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