CANDELARIA,
LA MADRE DE
PUNO
LA REPUBLICA 12FEB17. Escribe:
Miguel Mejía
La
alegría y devoción que vive la ciudad altiplánica en nombre de su patrona,
donde la música, danza y potajes son formas de su fe.
E
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l mes de febrero en Puno es
místico. La alegría popular es parte del rito religioso en la celebración de la
fiesta de la Virgen de la Candelaria. La mayoría son de Puno, pero otros han
llegado de distintos confines, de otras ciudades del Perú y de otros países del
mundo.
Movidos por la fe, por la
alegría popular o por el turismo, todos están allí para participar en la fiesta
de la “Mamita” de Puno.
Un sector de la orilla del lago
Titicaca se ha poblado de hombres y
mujeres que, presurosos, se atavían con prendas
coloridas, ensayan melodías con sus instrumentos musicales y desfilan unas
cuadras hasta llegar al estadio de la ciudad de Puno. El sol acaba de nacer de
las aguas del lago navegable más alto del mundo. Este lago, cuna mítica del
imperio incaico, se halla sobre los 3812 msnm. En minutos, el Dios de los Incas
inunda de luz todo el pueblo. Es domingo 29 de enero y es el día que las
comunidades rurales que rodean al Titicaca le rinden culto a la “Mamita
Candelaria”, en el marco del Concurso de Danzas Autóctonas.
El concurso se desarrolla en el
estadio Enrique Torres Belón, que pueda albergar a 25 mil espectadores. Así,
desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche, 89 comparsas de danza con
sus respectivos músicos, entran al estadio, bailan sus ancestrales coreografías
y luego salen a las calles de Puno en dirección al parque el Pino, donde se
encuentra la iglesia Santuario de la Virgen de la Candelaria.
Adentro, los fieles ruegan a la
virgen por un milagro con una o varias velas en las manos. La música, danza y
vestimenta han sobrevivido inalterables por siglos en el seno de estas
comunidades que este día regalan un espectáculo de cultura viva por las calles
de la ciudad altiplánica.
Pero la fiesta continúa durante
una semana más. En los barrios urbanos, grupos de jóvenes ensayan masivas
coreografías al ritmo de trompetas, trombones y bombos, que entonan melodías
modernas. Ellos se preparan para el turno del Concurso de Danzas Mestizas que
se desarrolló una semana después, el domingo 5 de febrero. Esta festividad
también es conocida como el concurso de Traje de Luces, debido al vestuario
lleno de brillantes piedras, bordados con hilos multicolores que evocan diseños
caprichosos como dragones, demonios, aves sirenas, flores, entre otros
elementos.
EL RITO DE UNA
FE
Son 79 conjuntos de danzarines
y músicos. Cada conjunto alberga alrededor de 80 personas. Este día, el estadio
de Puno rebasa su capacidad máxima de asistentes y la cancha de fútbol es
revestida con un piso de plástico para protegerse de los zapateos de los
danzarines. En orden van entrando las comparsas que son calificadas por los
jurados para luego salir al pasacalle
que recorre las principales avenidas de
la ciudad. Los disfraces evocan demonios, monstruos, indios emplumados y
caporales. Las mujeres destacan por la sensualidad de sus bailes y minifaldas
que agitan al compás de la música. Alrededor de 40 mil artistas participan de
esta celebración.
Por la tarde, la imagen de la
virgen es puesta en el atrio y las comparsas desfilan frente a su casa para
rendirle culto con música y baile. Cuando termina la fiesta, las comparsas
inundan la ciudad, la gente celebra y los festejos terminan esa madrugada. Así
Puno vive durante dos semanas la alegría y devoción de su patrona, La Virgen de
la Candelaria.
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