Escribe: Guillermo
Vásquez Cuentas
(Publicado
en LOS ANDES 4NOV13)
Pueblos sin historiógrafos
Algunos historiadores han
señalado certeramente que los puneños -en el sentido amplio regional, no capitalino
localista- no tenemos historia escrita más o menos completa, en la que se
recoja todos los proyectos históricos del pasado, descifre el presente
explicando nuestra identidad y señale lo que debemos ser en el futuro.
Cómo no estar de acuerdo con
esa apreciación. Y no sólo con ella sino también con las denuncias contra los
impunes depredadores de las bibliotecas puneñas y contra los incendiarios de
archivos. Nosotros la haríamos extensiva contra aquellos que egoístamente,
niegan o ponen trabas ridículas al acceso a importante documentación sobre
épocas pasadas, que por diversas causas han llegado a poseer. Más aún, la
censura alcanzaría también a los que especulan con escritos de indudable valor
histórico, escondiendo unas veces y otras dejando de precisar, como buenos
piratas, las fuentes de datos interesantes sobre nuestro pasado, cuando llegan
a publicarlos.
Toda esa problemática cobra
mayor gravedad cuando constatamos la ausencia de historiógrafos profesionales
que escriban la historia de los puneños, tarea que debe emprenderse de una
buena vez para entender cabalmente lo que fuimos, lo que somos, lo que debemos
ser.
Esperando especialistas
A quienes por diversas
motivaciones tenemos inclinación a hurgar viejos papeles que dicen de hechos
pretéritos, no nos queda sino preparar el camino de los que vendrán para
cumplir esa tarea, divulgando las fuentes escritas sobre Puno que vayamos
descubriendo. En su momento, los especialistas las abordarán exhaustivamente
premunidos del instrumental teórico y práctico adecuado, a fin de que lo que se
escriba sobre nuestra historia sea el producto de la investigación científica,
es decir un producto científico, por tanto objetivo, serio, sistemático,
riguroso.
No estamos hablando pues, de
aquellos libros que tratan sobre las culturas que florecieron en el altiplano
peruano-boliviano, en los que sus autores tanto extranjeros como nacionales
ponen en evidencia una admirable imaginación para inventar etnias, orígenes,
dioses, leyendas, florecimientos, conflictos, decadencias, en fin, descripciones
que pertenecen más al género novelesco que a un informe de investigación
histórico-social.
En el marco de las anteriores
reflexiones, esta vez queremos plasmar en el presente trabajo breves
comentarios sobre el contenido de solo algunos documentos que tienen que ver
con la historia de la provincia de Chucuito, muy cara y cercana a nuestros
sentimientos familiares y a nuestros recuerdos.
Los tiempos prehispánicos
Ciertamente, existen
numerosas e importantes fuentes escritas que informan sobre hechos de
importancia que se dieron en distintas épocas. Así, para acercarse al
conocimiento de la época Prehispánica, los escritos de los «cronistas de la
historia», de todas las vertientes y tendencias, sirven mucho para ese
cometido, puesto que mal o bien transmiten lo que vieron u oyeron sobre la
antigua tierra de los Lupaccas.
1. La «Visita hecha a la provincia de Chucuito por Garci Diez de San Miguel en
el año 1567» [1], es un documento
de carácter administrativo que, por la gran riqueza de informaciones que
contiene, seguirá siendo por mucho tiempo objeto de estudio para desentrañar
los tiempos del señorío de los Lupi jakkes (gentes del sol) o Lupaccas, que
fueron sometidos como encomienda exclusiva del rey de España. Los interesados
en el tema estamos lejos de haber terminado de «huaquear» la ya famosa
«Visita».
De este documento se ha dicho
que reviste gran importancia para conocer la cultura de las poblaciones
circunlacustres, en este caso del señorío de los Lupaccas que dominaron el
sector oriental del Titicaca, quienes son retratados en su realidad global
tanto en tiempos precoloniales como en
el inicio mismo de la colonia.
En el voluminoso texto se
distinguen dos partes: una el registro de averiguaciones, interrogatorios a las
capas dirigenciales de las llamadas “cabeceras” o pueblos que componían el
señorio, así como a los pocos residentes
ibéricos en la zona; y, la otra, las opiniones del visitador sobre la realidad
que él encontró. Ambas partes requieren
relecturas más profundas por la gran riqueza de datos e informaciones que
contiene sobre demografía, tributación, agricultura y ganadería, tejidos,
costumbres, en suma, las vida cultural que con los naturales cambios se ha
proyectado en los pueblos chucuiteños aún en nuestros días.
Chucuito en la colonia
Para indagar sobre la
provincia de Chucuito en la Colonia, existen editados algunos libros e informes
de investigación, así como buen número de artículos y notas. Por nuestra parte,
citaremos sólo algunos documentos que pese a haber sido publicados, no han sido
materia de una labor de investigación encaminada a profundizarlos datos e
informaciones que ellos proporcionan.
2. La «Visita Secreta hecha por
el Licenciado Frey Pedro Gutiérrez Flores y Juan Ramírez Zegarra por mandado
del Virrey Toledo»
(1573), publicada limitadamente por el historiador Franklin Pease en 1970 [2],
es un interesante documento compuesto por tres «cuadernos». En los dos
primeros, los visitadores -instruidos por Toledo para atender las quejas que
había recibido en Juli dan cuenta de los sorprendentes resultados de sus
reservadas pesquisas sobre lo que hacían y lo que dejaban de hacer los 23
sacerdotes dominicos que vivían en la provincia ese año de 1573. De las
acusaciones de vida sin licenciosa, de amancebamientos, hijos bastardos,
violencia, exacciones, expoliaciones, apropiaciones y demás delitos, no queda
librado virtualmente ninguno de ellos.
El largo desfile de
declarantes ante el Licenciado Gutiérrez Flores, de mallcus, víctimas y
testigos, algunos con apellidos que aún subsisten, suscita una lectura
apasionante en la que se mezclan sabrosos episodios con hondas reflexiones
sobre lo que fue el clero de entonces. El tercer Cuaderno incluye datos
estadísticos sobre la población, indios tributarios y ganado comunal existente
en la provincia.
3. La «Relación de la Papeleta
remitida a la ciudad de Arequipa por Dr. Joaquín de Orellana, Corregidor de la
Villa de Puno, en que se refiere a los estragos acaecidos por los indios en
Juli y Chucuyto» [3], contiene entre muchos datos interesantes
la descripción cruda de los horrores que soportaron los juleños, en aquel abril
de 1781 por efecto de la sangrienta incursión de las huestes de Tupac Katari
que desde La Paz avanzaron con el propósito de llegar a Puno siendo detenidos
en Chucuito. El documento describe cómo las masas indígenas fueron incendiando
pueblos y eliminando a los “mistis” que en ellos residían. En el caso de Juli,
en la siguiente conclusión estremecedora se resume aquel horror: «. . .no dejaron uno de bien, tanto español
como indio. Saquearon las Yglesias y no dejaron caudal de varios que allí se
hallaban. No dexaron muger ni criaturas pequeñas ni grandes que no pasasen a
cuchillo... »
4. En el «Diario de lo acaecido en
los pueblos de la provincia de Chucuito del obispado de La Paz durante la
Rebelión» [4], escrito por Celedonio Bermejo, ayudante de Orellana,
se describe detalladamente el avance pueblo por pueblo de los tupackataristas
en la provincia. Mientras uno de los Mallcus de Juli Alejandro Chiqui,
acompañado de Bernardino Chuquimia se refugiaban en Ilave, los rebeldes, el 24
de marzo de 1781, incendiaban todas las casas de Juli, matando a sus habitantes
después de degollar a los «caciques» Rafael Paca y Fermín García Llaclla. La
larga descripción de Bermejo sobre esos y otros hechos, es impresionante,
sobrecogedora. Al hacer un balance de los efectos de aquella acción subversiva,
Bermejo señala que «la célebre Iglesia de
los Padres Jesuitas de Juli, que era toda una asqua de Plata, que pesaban más
de seis mil los marcos, fuera de las varias piezas de oro, quedó reducida a
cenizas, y llegó a tanto la barbaridad, que en los mismos Vasos Sagrados de
Oro, tomaban y bebían la sangre de los españoles que degollaban y se convidaban
unos a otros para esa crueldad sacrílega”
Finalizando el siglo IXX
Para el estudio e
investigación de la historia de la provincia de Chucuito durante los distintos
tramos de la Época Republicana, hay seguramente muchos documentos. Nosotros
queremos contribuir al encuentro de respuestas a la pregunta ¿Cómo era la
sociedad chucuiteña a comienzos del Siglo 19?. Para tal objeto pasamos a
referimos muy escuetamente, a algunos manuscritos inéditos que datan de principios
de ese siglo, los cuales dan cuenta de hechos notables cuyos protagonistas
serán seguramente reconocidos por los pobladores de hoy, como sus padres, sus
abuelos o sus bisabuelos.
5. «Provincia de Chucuito.
Nómina Junta de Notables que eleva Prefecto Flores. Junio 1, 1896» [5]. Los días
previos a esta fecha fueron de conmoción política en la provincia y cada uno de
los dos bandos en que se dividió la población juleña se disputaban el control
de la Municipalidad, pretendiendo reemplazar al alcalde Casto Jiménez a quien
dejaron prácticamente solo sus regidores: José Sardón que se ausentó, Ernesto
Estrada por asumir una judicatura de paz, Delio Castillo por renuncia, Wenceslao
Salguero por cuestionamientos a su labor en la Tesorería, y Simón Valderrama
que declinó el nombramiento a propuesta del entonces Prefecto Elisbán Fernández
Prada.
Conocedor de la crisis
municipal, el Senador por Puno Manuel A. Bejarano pidió al Ministro de Gobierno
se ponga remedio a esa situación, Este solicita al Prefecto Flores la elevación
de una propuesta, en cuya nómina aparecen: Martin Hernani Bonifaz, Benigno
Pinazo, Miguel de la Riva Loza, Máximo Saavedra, Manuel Abdón Zavala, Roberto
Palacios, Carlos Eduardo, Juan Guzmán, Ernesto Estrada, Miguel Barrios, Mariano
Valderrama, Victoriano Romero y como suplentes, Cirilo Meza, Antonio Peso y
Vicente Morales.
Un sector del pueblo remitió
por su parte otra nómina en la que aparecían Luis Romero, Isidoro Andía,
Agustín Velasco, Francisco Serrano, Angelino Sardón, Víctor Cárdenas, Saturnino
Sardón, Miguel Ramos, Cleto Arce, Policarpo Iturry Loza, Cleto Catacora y Angelino
Valdéz.
La disputa por el poder
municipal, termina con la Resolución Suprema de 9 de junio de 1896, designando
a la junta propuesta por el Prefecto.
6. Informe del Prefecto Flores
al Director General de Gobierno, sobre la sublevación indígena en Juli, 1896. [6] Este
expediente contiene los documentos oficiales de esta sublevación poco estudiada
tal vez porque fue incruenta.
Dos telegramas urgentes del
Subprefecto Tejada Jiménez al Prefecto Flores, abren el manuscrito: «Anoche se tumultaron indios de cuatro parcialidades...
los vecinos pidieron armas., las señoras pasaron la noche en la iglesia. Mande
fuerza por vapor y municiones. Movimiento indiada obedece a plan de Pizarro y
Espezúa (“agentes caceristas»)... tal vez ataquen esta noche y la catástrofe
será segura».
Es que los ayllus de
Sihuayro, Cullani, Callaccami, Pasiri, Yacango y Sales, habían acordaron «hacer
resistencia al impuesto de la sal y a la doble contribución que el gobierno
quería cobrar», rodeando la ciudad de Juli durante dos días de alarma y zozobra
en su población, hasta que llegó el Prefecto Flores a bordo del «vapor Yapurá»
acompañado de fuerza armada. Este debió buscar una «cabeza de turco» para
calmar la euforia campesina y la encontró en el Gobernador Manuel Lázaro
Zavala, a quien destituyó por «abusos y tropelías».
Flores recorrió toda la
provincia para imponer la calma a un descontento que crecía al influjo de
injusticias, pero también de falsas creencias sobre expropiaciones y tributos
en preparación.
7. “1897. Parte elevado a la
subprefectura de la provincia de Chucuito
por el Comisario de Policía de Frontera informándole sobre los sucesos
de Ilave”.- [7] En este documento en 22 hojas se describe con
minuciosidad pocas veces vista, ese fenómeno que en el habla burocrática de
esos años se conocía como “sublevación de la indiada”. El Comisario de Policía
Teodoro P. Laguna, informa que “el
alzamiento de los indios…procedían así porque juzgaban que el Delegado y
Recaudador Fiscal había procedido a matricular a los pobladores con el intento
de despojarlos de la mitad de sus intereses”.
Una gran masa de indígenas
rodeó el casco urbano con intenciones de tomarlo, alentándose con la
estridencia de miles de pututos. “…fuimos
atacados de modo brusco y bárbaramente heroico –refiere Laguna- por enormes masas de indios”.
Ramón Valdivia, gobernador de
Ilave, aporta a la descripción de los hechos relatándolos detalladamente,
aunque no tanto como Elías Salazar, Jefe del piquete de Gendarmes, cuerpo
armado venido de Puno que se encargó del develamiento con un considerable saldo
de muertes.
El documento se presta para
un estudio de caso, que sin duda será abordado alguna vez.
Un diagnóstico excepcional
8. «Memoria elevada por el
Subprefecto de la Provincia de Chucuito Federico de Amat a la Prefectura del
departamento Puno. 23 de mayo de 1898» [8]. Este documento
contiene un excelente diagnóstico de la provincia de Chucuito, en cuanto aborda
los aspectos estadísticos, políticos, económicos y sociales que prevalecían
durante la gestión de su autor informante.
Amat evidencia ser del lugar,
porque demuestra conocer la realidad de la provincia. De otro modo no hubiera
podido escribir tan extensa memoria en los quince días que corrieron desde que
asumió el cargo en reemplazo del anterior subprefecto Manuel Pio Chávez.
Con estilo elegante describe
detalladamente la demarcación territorial de la provincia así como su orografía
e hidrografía. Consigna datos estadísticos de la población acompañados de
juicios y reflexiones sobre el indio; toca el aspecto religioso poniendo
énfasis en las creencias indígenas; describe la organización política de ese
momento; se refiere a la sublevación indígena de llave en 1897 [8]; critica
acremente las prácticas de rábulas que merodean los juzgados; informa sobre las
obras públicas realizadas. Trata la situación de la ganadería, de la
agricultura y de la casi inexistente industria.
Luego, Federico de Amat se
explaya en la descripción antropológica de las «costumbres indígenas» y muestra
el estado de la Instrucción (educación) haciendo notar que, a diferencia de los
demás pueblos de la provincia, en Juli no había una sola escuela primaria ese
año.
Al referirse al Concejo
Municipal se queja del «obstáculo insuperable que significa la elección de
curas y vulgares bolivianos» para los cargos ediles. El Alcalde era Simón
Valderrama [el boliviano], el Teniente Alcalde el cura Fermín Manrique y los
regidores, Mariano Velasco, Mariano E. Loza, Andrés Romero y Romero, Mariano
Velasco, Saturnino Serrano, Francisco Espezúa, Cleto M. Arce, Cirilo Meza,
Mariano Arenas, Juan Guzmán Gallegos, Vicente Morales, Genaro Paniagua y Juan
Francisco Loza.
Amat nombra uno a uno, a los
telegrafistas de los distintos distritos. En Juli, Pascual Serrano y Eugenio
Talavera), y a los Jueces (en Juli, de 1ra Instancia, Mariano Amat y Rivero; y
de Paz, Saturnino Sardón, Agustín Velasco y Miguel Barrios). Opina sobre las
obras públicas necesarias, informa sobre el orden público incidiendo en las
asonadas y sublevaciones ocurridas, pinta la situación de la Guardia Nacional
de entonces, en fin, nada parece librarse de su minuciosa y crítica
descripción.
Es sin duda un documento
valioso para la provincia de Chucuito, aunque aquí hayamos señalado sólo algo
de lo que atañe a Juli, sin mencionar los abundantes informaciones sobre los
demás distritos de la provincia.
9. «Memoria Administrativa que
presenta el Subprefecto de la Provincia de Chucuito, Mariano Vicente Cuentas.
Juli Mayo de 1900». [9] Esta Memoria se refiere al año 1899. Empieza informando
sobre el Orden Público, dando cuenta de las repercusiones de la sublevación del
Coronel Vizcarra en Iquitos, en cuyos planes se encontraba el ingreso de armas
y revolucionarios por la frontera con Bolivia. La Subprefectura terminó el
conato de ataque a la provincia, apresando y poniendo a buen recaudo a los
«revolucionarios» Rodríguez, Encinas y Concha.
El informe privilegia los
aspectos políticos de la provincia y de su capital, cuyo Gobernador era Agustín
Velasco, ayudado por Norberto Castillo y José Arce. Como Juez de Primera
Instancia aparece José Mariano Amat y Rivero, quien tenía un «Conjuez»: Mariano
J. Cornejo; con ambos actuaban el Escribano Público Ruperto Bustinza y los
Escribanos de Estado, Domingo V. Valdivia y Juan Chuquimia.
El Alcalde Provincial Gerardo
R. Eduardo era secundado por su Teniente Alcalde, al cura Fermín Manrique. Síndico
de Rentas era Miguel E. Barrios y el Gastos, Alejandrino Arroyo. Los regidores
eran Víctor M. Espezúa, Juan Q. Caro (también Juez de Paz), Cleto Arce, Cirilo
Meza, Andrés Romero y Romero, Angelino Sardón, Manuel L. Zavala (también Juez
de Paz), Mariano Velasco y Mariano Arenas. El Tesorero, Ruperto Bustinza y el
Secretario, Nicanor Castillo Laguna.
Juez de 1ra Instancia era en
ese momento José Mariano Amat y Rivero, que actuaba con sus secretarios Juan Chuquimia
y Domingo Ucharico.
Según el informe la provincia
de Chucuito tenía nueve distritos: Juli, Ilave, Pomata, Yunguyo, Zepita,
Desaguadero, Huacullani, Pizacoma y Santa Rosa, cada uno de ellos “dividido en
ayllus y estancias”. Esa configuración se mantuvo durante casi todo el siglo
XX.
Es interesante rescatar de
este informe la relación de obras públicas en construcción en todos los
distritos así como las actividades de una «Sociedad Dramática», alentada por
los preceptores de la escuela, Remigio Franco y Natividad Mallea de Riva.
La aspiración colectiva más
importante en la coyuntura era la construcción del puente de Ilave. A ella se
refiere el informe a consignar que una Directiva debe asumir la misión de
“otorgar preferente atención a la necesidad de llevar a cabo el puente de Ilave
sobre el río Blanco, que en la estación de aguas se hace impasable a pesar de
las balsas que hay, las que casi siempre están expuestas a desgracias
lamentables”.
El Puente de Ilave
10. «Informe del Subprefecto de
la Provincia de Chucuito Mariano Vicente Cuentas, sobre cobro de erogaciones
para la construcción del Puente de llave. Enero 1901”. [10] Este
documento fue elaborado por el Subprefecto Cuentas por orden del Director de
Gobierno, instándolo a que informe sobre las imputaciones que hizo un anónimo
«corresponsal» del diario El Comercio de Lima, en el sentido de que «obligó a tributar para la construcción del
puente de Ilave a niños, mujeres y transeúntes más de 40 mil soles, habiendo
entregado a la Junta departamental de Obras, sólo 12 mil soles». Las
investigaciones que se hicieron probarían luego que no se trató de tributos
sino de erogaciones voluntarias, que en los talones de recibos no aparecían más
de cuatro mujeres y un niño, que los transeúntes eran 18 ganaderos que
virtualmente vivían en Ilave, de manera que –después de acuciosa investigación-
el Director de Gobierno terminó informando al Ministro que «hay tanta escrupulosidad en la documentación adjunta que salta a la
vista cuán injusta y calumniosa fue el despacho del corresponsal.. que ha
rendido estricta y comprobada cuenta.. devolviendo escrupulosamente los saldos
a la Tesorería».
Al margen del incidente
señalado, el documento contiene datos interesantes en cuanto a las
parcialidades y ayllus que integraban cada uno de los distritos de la
provincia. No aparecen las de Juli, porque al parecer éstas fueron las únicas
que no erogaron para la construcción del puente de llave, En cambio aparece la
relación de los vecinos erogantes, Mariano Jacinto Cornejo, Fermín Manrique,
Gerardo Eduardo, Alejandrino Arroyo, Agustín Velasco, Francisco Espezúa, Jacinto
Jiménez, Delio Castillo, Ruperto Bustinza, Remigio Franco, Manuel Y. Romero, Darío
Palacios, Juan Caro, Ernesto Estrada, Hermilio Herrera, Miguel Barrios, Manuel
L. Zavala, Miguel Ancieta, Mariano Velasco, Domingo Ucharico, Juan Chuquimia,
Evaristo Palao, Cirilo Meza, Angelino Sardón, Adolfo Villanueva, Cleto
Catacora, Carlos Eduardo, Plicarpo Iturry y Nicanor Castillo.
La Junta Directiva Provincial
que se organizó para recaudar las erogaciones estuvo presidida por el Subprefecto
Cuentas a quien secundaba como vice Presidente el Juez Mariano Amat y Rivero y
como Vocales Mariano Cornejo, Manuel Zavala, Remigio Franco, Manuel Y. Romero y
Víctor Melquiades de la Riva Loza. Tesorero fue Saturnino Sardón, Secretario
Ernesto Amador Estrada y Prosecretario Juan Francisco Loza.
Una sublevación muy comentada
11. Asonada en Juli, 1902. [11] Los
hechos a que este documento se refiere, han merecido algunos tratamientos por
algunos historiadores. Pablo Macera y Wilfredo, coautores del libro “Rebelión
India”, tratan este sonado insertando en ese volumen el Informe del “Delegado
del Supremo Gobierno” especialmente enviado, Alejandro Maguiña. El escritor
ilaveño Luis Gallegos Arriola en su trabajo sobre Teodomiro Gutiérrez Cuevas
(Rumi Maqui) trata con mayor profundidad el caso.
El documento que citamos ha
sido prácticamente ignorado por tales historiadores, especialmente el informe
que el Subprefecto Mariano Vicente Cuentas eleva al Prefecto Eleuterio Ponce
sobre su actuación y la de las fuerzas del orden en el develamiento de la
sublevación indígena ocurrida ese año. Tampoco se ha tratado analíticamente la
correspondencia intercambiada entre el subprefecto y el Delegado.
Cartas, telegramas, relatos,
oficios, incluidos en el informe, permiten disponer de elementos valiosos para
ahondar el esclarecimiento de los hechos que se originan en los abusos del
Gobernador del distrito de Santa Rosa, Melchor Sánchez, encendiendo la chispa
del levantamiento que se generalizó en casi todos los pueblos de la provincia.
En sus prolegómenos jugaron papel importante el cura Paniagua, junto con Telésforo
Catacora, Jose Callamullo y otros.
El reemplazo de las
autoridades políticas, entre ellas la de Mariano V. Cuentas por Gutiérrez
Cuevas, dispuesto por Maguiña, no hizo sino agudizar el conflicto, que terminó
con el empleo de las fuerzas del tenebroso destacamento «Canta» acantonado en
Puno.
Final
Bien, ahora dejemos a los
historiógrafos profesionales la profundización de los datos expuestos.
Mientras, continuamos escarbando los viejos papeles para seguir comentando,
siempre en la dirección de enriquecer la historiografía puneña.
____________________________
[1]
Versión paleográfica de Waldemar Espinoza Soriano, que publicó la Casa de la
cultura del Peru, Lima 1964.
[2]
Apareció como Separata de la revista HISTORIA Y CULTURA Nº 4, 1970. Puede
encontrarse en la Sala de Investigadores Tauro del Pino de la Biblioteca
Nacional, donde se encuentra bajo el código X985.62203/P34.
[3]
Colección Documental de la Independencia del Perú. La Rebelión de Túpac Amaru.
Tomo II, Volumen 2do La Rebelión. Ed. Comisión Nacional del Sesquicentenario de
la Independencia del Perú. 1971, pp. 623 a 627
[4]
ibid. Pp. 658 a 669
[5]
Sala de Investigadores Tauro del Pino de la Biblioteca Nacional. Código D5622
[6]
Sala de Investigadores Tauro del Pino de la Biblioteca Nacional. Código D7811
[7]
Sala de Investigadores Tauro del Pino de la Biblioteca Nacional. Código D4551
[8]
Sala de Investigadores Tauro del Pino de la Biblioteca Nacional. Código D4557
[9]
Sala de Investigadores Tauro del Pino de la Biblioteca Nacional. Código E727
[10]
Sala de Investigadores Tauro del Pino de la Biblioteca Nacional. Código E728
[10]
Sala de Investigadores Tauro del Pino de la Biblioteca Nacional. Código E217
---------------------------------------
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