PUNO: PASADO Y PRESENTE
Víctor Andrés García Belaunde
E |
l departamento de Puno ha sido cuna de personajes
ilustres de nuestro país: José Antonio Encinas, Emilio Romero Padilla, Carlos
Oquendo De Amat, Federico More, Enrique Masías, Enrique Torres Betón, José
Domingo Choquehuanca, más contemporáneos Martín Chambi, Víctor Humareda y
tantos otros más; y dos de sus hijos llegaron a ser presidentes de la república
elegidos democráticamente, los generales José Rufino Echenique y Miguel de San
Román.
Durante el virreinato la intendencia de Puno es
agregada al Perú, en 1796, y es uno de los departamentos que envió diputados al
Congreso Constituyente de 1822, y figuran en la firma de nuestra Constitución
como sus representantes: el general José de La Mar, Hipólito Unanue, Ignacio
Antonio de Alcázar, Francisco Salazar, José María Galdeano y Domingo de Orue,
lo que nos dice que el patriotismo de esa parte del Perú estaba arraigada a su
independencia con personajes de primer nivel a quienes la ciudadanía puneña los
eligió para ser parte del nuevo estado peruano que se estaba fundando.
Así como se tiene luces y patricios, Puno también
sufría en su interior y en sus pobladores más desprotegidos los abusos de
algunos terratenientes que con modalidades de extorsión, coacción y rapiña se
apropiaban de las tierras de las comunidades indígenas, así lo escribí en mi
reciente investigación basada en un epistolario en el cual se aprecia la forma
de gobierno del Perú por parte de Mariano Ignacio Prado y el manejo de la
prefectura de Puno por José Luis
Quiñones. Esta investigación me acercó al Azángaro del siglo XlX y
comprender su realidad.
Angelino Lizares Quiñones Alarcón |
Al regresar a Puno Lizares Quiñones hace su gran negocio, este consistía en dejar en libertad a los conscriptos, y a cambio de esa libertad pedía la cesión de sus derechos de las tierras que ancestralmente les correspondían. Así amplió su hacienda de Muñani Chico y Tintiri con las enormes extensiones de Añaypampa, Jilahata, Choquechambi y Cayacallani. Justamente Tintiri fue prueba de uno de los actos más vergonzosos del clan Quiñones; edificaron un templo con una bula papal falsa con el propósito que los indígenas dejen diezmos, y se cobre por enterrar a sus muertos.
Su hermano José Luis cuando fue prefecto de Puno y
jefe político y militar del departamento mandó flagelar en mayo de 1878 a
varios de los soldados que prestaban servicio, y el diario El Comercio
denunciaba el hecho. Antes que destituirlo, el presidente general Prado pensaba
ponerlo como prefecto del Callao, pero finalmente resolvió premiarlo como
ministro plenipotenciario del Perú en Bolivia.
La tragedia de Puno no es de hoy, viene cargándose
año tras año y en el pasado reciente no ha tenido representantes que hayan
sabido encumbrar la importancia de un territorio tan entrañable, para la
historia del Perú. Desgraciadamente la guerra contra Chile, así como otros
acontecimientos, hacen que la memoria histórica de todo un pueblo no se tome en
cuenta tan solo para ocultar intereses particulares.
Una vez restablecida la tranquilidad pública espero
estar en Puno y entregarle una parte de su historia, realizada en mi texto Cartas de Guerra y Gobierno, en la cual
Puno y Azángaro son el centro de la historia, historia que no debe olvidarse
para no volverse a repetir. ■
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