LA MALDICIÓN DEL ORO
Condensado
de: INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR • 2 DE JUNIO DE 2025
L |
os
asesinatos en mayo de 13
empleados de una mina de oro peruana
y de 11 soldados ecuatorianos en una emboscada han mostrado con toda crudeza
los crecientes riesgos que
supone en la región la minería ilegal, en la que el crimen organizado ha
encontrado una veta inagotable de recursos.
A
escala global, según el World Gold Council, la minería artesanal –legal o no– genera el 20% de la
oferta mundial de oro, 96.000 millones de dólares anuales, y emplea a 20
millones de personas. Casi siempre con devastadores efectos sociales y
medioambientales: explotación
infantil, violencia delictiva, deforestación, envenenamiento de sistemas
fluviales…
En Colombia, Perú y Bolivia las explotaciones auríferas ilegales ya generan más
ingresos a los grupos criminales que la cocaína. Una onza troy vale más que un kilo de cocaína pese
a que su precio solo aumenta entre un 10%-50% cuando sale de la región,
mientras que la cocaína lo hace un 2.000% desde, por ejemplo, el Chapare
boliviano a una calle de Nueva York o Rotterdam.
El oro, por otra parte, es más fácil de
transportar que grandes volúmenes de billetes y, al mismo tiempo, muy difícil
de rastrear.
La minería en terrenos públicos a pequeña escala y con técnicas rudimentarias
es ilegal en la mayoría de países, pero en los del Sur Global, con amplias
zonas rurales y escasa presencia estatal, las mafias se infiltran en las legislaturas, los
gobiernos locales, la judicatura y las fuerzas de seguridad para salvaguardar
sus negocios.
Cuando
no pueden sobornar, recurren a extorsiones. La actual fiebre del oro, con la onza rondando los
3.500 dólares, ha multiplicado la amenaza. Las tensiones geopolíticas,
la inflación y la demanda de los bancos centrales ha disparado el atractivo del
oro.
También ha aumentado su valor las amenazas de Donald Trump de subir los aranceles específicos a los lingotes y monedas de oro.
En cada uno de los tres últimos años, los bancos centrales mundiales
han comprado unas 1.000 toneladas de oro. En 2024, por su parte, inversores privados compraron
otras 1.180 toneladas. Desde que en 1971 EEUU abandonó el patrón oro, su
rendimiento medio anual ha sido del 8%.
Las
bóvedas del Banco de Inglaterra en Londres y de Fort Knox en Kentucky albergan
las mayores reservas de los gobiernos, pero buena parte de la actual producción va por diversas vías
sinuosas desde socavones clandestinos en los Andes y bosques en la Amazonía
a centros de blanqueo en Qatar, Turquía, India o China borrando su rastro bajo
un barniz de aparente legalidad. Las sofisticadas estructuras criminales
emplean contables,
abogados, especialistas en logística y finanzas y sicarios, según la
necesidad.
InsightCrime
estima que la minería aurífera clandestina mueve hoy en la región unos 7.000
millones de dólares anuales.
En Perú,
que produce 100 millones de toneladas anuales de oro, 4% del total mundial, la
minería ilegal de oro genera unos 10.000 millones de dólares cada año. Al cierre de
2024, la producción formal fue de 108 toneladas, mientras que la ilegal rondó
las 92 toneladas. A 3.000 dólares la onza, son 8.873 millones.
Con
ese dinero, que no paga
impuestos, los
ilegales tienen pocos incentivos para formalizarse. Un video que circuló
por las redes sociales mostró a los 13 trabajadores asesinados el 5 de mayo en la mina de La Poderosa en
Pataz, al norte de Lima, con los ojos vendados y desnudos en un socavón
subterráneo, recibiendo uno a uno disparos a quemarropa. Cinco días después,
murieron 11 soldados ecuatorianos en una emboscada en la región selvática de
Alto Punino ejecutada con precisión militar por disidencias de las FARC
colombianas aliadas de Los Lobos, una banca local. Los atacantes usaron
explosivos, granadas y fusiles.
El gobierno peruano ha desplegado fuerzas militares en Pataz, en estado de emergencia desde febrero de 2024, pero sin que ello haya generado mayor confianza en que la situación vaya a mejorar. En el ataque de diciembre de 2023, murieron 19 trabajadores de la misma mina y otros 15 salieron heridos. ●
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