lunes, 30 de diciembre de 2024

FOTÓGRAFOS PUNEÑOS

 FOTOGRAFÍAS GANADORAS DE LA REGIÓN PUNO

Concurso Nacional Bicentenario “Fotografiando al Perú”, organizado por el Proyecto Bicentenario del Ministerio de Cultura del Perú.

 















Título: “Apthapi en lo alto del Pachatata”

Fotógrafo: Gaby Leonor Cárdenas Condori

 















Título: “Danza ondulante”

Fotógrafo: Carlos Ilich Álvarez Apucusi

 















Título: “Ñacanocay”

Fotógrafo: Hans Paul Monroy Condori

OPINION: ¿SERIAS PROPUESTAS DEL PRESIDENTE ELECTO DE EE.UU.?

 EN LA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA

Escribe: Milciades Ruiz

A

l finalizar el 2025, descargo mi exceso de ira política por todo lo que estamos pasando, en el plano económico, social, político, cultural, jurídico y más. Todo exceso es desequilibrante. Pero, las causas de una problemática se diluyen en el tiempo y perdemos consciencia de los hechos. Vemos lo cercano solamente, pero la infelicidad que envuelve al planeta proviene de desequilibrios históricos cuyos rastros hemos perdido. Los automáticos deseos de año nuevo, son solo buena voluntad.

Muchos, ignoran que, somos de un país que no, nos pertenece. ¿Cómo? En cierto modo, nuestro país, pertenece a poderes extranjeros, pero fundamentalmente en lo económico, del que se deriva nuestro sometimiento cultural, político y jurídico. No saben que el territorio mundial, está repartido, ni que, tenemos amos que deciden por encima de nuestra voluntad nacional.

EE UU se cree dueño de Panamá, México, Canadá y Groenlandia, para controlar el tránsito comercial, la migración y la competencia extranjera. El cerco militar se extiende a toda Latinoamérica y en nuestro país, sus tropas tendrán presencia disuasiva a partir del 2025, como parte de su estrategia hegemónica. Lo que se viene, parece ser espantoso, ante los desesperados esfuerzos por evitar el deterioro interno y externo de los EE UU.

Esta pérdida de soberanía, viene sucediendo desde que, el Tahuantinsuyo, nuestra patria originaria, perdió su autonomía total, en el siglo XVI. Toda la actividad económica fue reorientada hacia el exterior, para fortalecer a la monarquía española, en desmedro del desarrollo propio. Luego pasamos a ser propiedad inglesa, para quedar hasta ahora bajo las órdenes del amo yanqui. Son 492 años de saqueo de nuestro oro, plata, cobre, salitre, guano y otros recursos naturales que, de haberlos utilizado en nuestro desarrollo, otro habría sido nuestro destino

Con la independencia del virreinato, no se devolvió el territorio a la población autóctona y ha continuado expropiado por la descendencia de los invasores. Diferente son los casos de ex colonias asiáticas y africanas, donde lograda la independencia, los territorios fueron devueltos a sus dueños originarios. Expulsados los franceses y norteamericanos, fueron los vietnamitas los que recuperaron totalmente su patria y, fueron los chinos los que tomaron para sí, el gobierno de su país. Ni la descendencia japonesa ni inglesa mandan allí.

Pero pasada la etapa histórica de las capturas geográficas, el capitalismo mundial desarrolló otras formas de captura indirecta más efectiva que las territoriales. La sujeción financiera y comercial era más rentable que las atrocidades coloniales. En nuestro caso, el apoyo financiero de Gran Bretaña a la independencia fue altamente rentable para ella. Durante más de medio siglo estuvimos pagando deudas e intereses a Inglaterra por los préstamos para la independencia y el sostenimiento de la república inicial. Concesiones mineras, de puertos libres y, tratados de “Amistad, comercio y navegación”, eran parte de pagos.

Los países europeos se estaban adueñando de las rutas comerciales con América. Frente a esto, el capitalismo norteamericano lanzó su estrategia para tomar como suyos, los dominios de las colonias independizadas en nuestro continente. Con premeditación, alevosía y ventaja, tramó la doctrina de “América para los americanos”, lanzada por su presidente James Monroe que, escondía la verdadera intención que era, América para los norteamericanos.

Se ha celebrado el bicentenario de la batalla de Ayacucho que puso fin a la sujeción española, pero se ha ocultado el bicentenario de la doctrina de Monroe, mediante la cual, EE UU monopolizó nuestra dominación, advirtiendo a las potencias europeas para que se mantuvieran fuera de sus dominios en nuestro continente. Desde entonces hasta ahora, EE UU interviene impunemente en los asuntos internos de todos los países latinoamericanos, derrocando gobiernos que no actúan conforme a sus intereses, como lo hizo con Velasco, Allende y otros.

Son numerosas las intervenciones militares, sabotajes, represalias, bloqueos, espionaje, aislamiento diplomático, sicariato político, y otras medidas coercitivas para someter a los países desobedientes. Pero el siglo XXI, marca ya el declive de EE UU como sucedió con el imperio romano, abrumado por crisis política, económica y derrotas militares, seguida de invasiones (migraciones). Es una oportunidad para la liberación latinoamericana.

El endeudamiento de EE UU está llegando al nivel de no poder recibir mayores préstamos para cumplir compromisos de pago. Si no recurre a medidas de emergencia, la estampida de capitales derrumbará su economía. Está perdiendo la guerra en Ucrania y ya, no hay dinero para sostener el conflicto. A su debilitamiento militar se suma la expansión de los conflictos que amenazan una tercera guerra mundial de pronósticos desastrosos.

La deuda federal de EE.UU. se sitúa en torno a los 36 billones de dólares, y la inflación por el coronavirus elevó los costes de endeudamiento a tal punto que el pago de la deuda superará el próximo año al gasto en seguridad nacional. La invasión masiva de más de 50 millones de migrantes, agrava la situación económica. El número de personas sin hogar en EE.UU. alcanzó un nuevo récord desde que empezó a computarse en 2007, con un aumento de 18 % en comparación al 2023, en gran parte por la invasión migrante.

La participación del dólar en las reservas mundiales de divisas sigue disminuyendo y en el tercer trimestre de este año ha caído a su nivel mundial más bajo en tres décadas. Su peor enemigo, el bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) va ganando adeptos con monedas alternativas. Han pasado a ser socios del BRICS, Bolivia, Indonesia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda, Uzbekistán, pero sigue creciendo.

Todos estos aspectos, están evolucionando en contra de la hegemonía de EE UU, lo que nos da una luz de esperanza para el porvenir. Pero no olvidemos que el alto nivel de vida del que ahora gozan, se debe al bajo nivel de vida nuestra. Harán todo lo posible por mantener esta desigualdad recurriendo a toda clase de artimañas. En esta perspectiva, no deberíamos permanecer inactivos esperando que pase el cadáver del imperialismo. Hay que poner el hombro.

Haríamos mal en desvincularnos de un mal para vincularnos a otro. Las lisonjas vienen del otro lado, como cantos de sirena. No repitamos los errores del pasado. Hagamos prevalecer lo nuestro sin caer en la trampa del facilismo. Recuperar nuestra soberanía es la clave. Equidad, para un desarrollo compartido, sin renunciar a nuestro derecho consuetudinario, conforme a nuestros usos y costumbres. Entreguismo, nunca más.

30 dic-2024

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DATOS

PANAMA

La actual republica de Panamá era parte de Colombia, pero logro independizarse el de noviembre de 1903, debido a la intervención de los EEUU, país que ejerció duras presiones y amenazas, para que ello ocurriera y en consecuencia, invertir en la construcción del Canal interoceánico, lo cual logró, administrando el paso y creando un enclave en el territorio del nuevo país (“La Zona”), hasta que las continuas luchas del pueblo panameño durante 35 años dieron finalmente sus frutos con la firma del tratado Torrijos-Carter y la asunción práctica de la soberanía panameña sobre el canal el 31 de diciembre de 1999.

Ahora, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, refirió que en el canal de Panamá operan soldados chinos, esto después de decir que su país debía volver a tener control de este canal. Criticó lo que describió como tarifas injustas a barcos estadounidenses para pasar por el Canal de Panamá y amenazó con exigir que Washington retome el control del estratégico paso.

GROENLANDIA

La supuesta idea de Trump de hacerse con Groenlandia, región autónoma perteneciente a Dinamarca, provocó esta semana sorpresa... y risas. Pero Truman la quiso comprar por primera vez en noviembre de 1945, cuando un senador republicano dijo que las fuerzas armadas del país consideraban que era una "necesidad militar". BBC

Groenlandia es el doceavo territorio más grande del mundo (diez veces más grande que Reino Unido) y la isla más grande del planeta: dos millones de kilómetros cuadrados de roca y hielo. Su población es minúscula (57,000 habitantes).

La base aérea de Thule, en Groenlaandia, sigue siendo en la actualidad la base militar de Estados Unidos más septentrional y un ejemplo de la importancia estratégica que aún le da el país a la isla.

domingo, 29 de diciembre de 2024

ODA A LA LECTURA

 LEER, ¿QUIÉN HABLA DE LEER?

Por Jorge Rendón Vásquez

H

ace algunos años, le oí a un amigo contar el siguiente hecho que, por derecho propio, se convirtió en un chiste: Cierta persona alzó el teléfono, marcó y preguntó: ¿Hablo con la Casa de la Cultura? Desde el otro lado de la línea, alguien le respondió: Sí. Hable concha’e su ...

De entonces a esta parte, hemos evolucionado. La Casa de la Cultura se ha convertido en el Ministerio de la Cultura. Se podría inferir, por lo tanto, que la respuesta a esa pregunta subiría en escala proporcional, conservando su naturaleza. Tal vez sí, tal vez no.

César Vallejo, el gran maestro en escrutar los rincones más recónditos y sombríos del alma, se quejaba en su poema Los nueve monstruos: “Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal”. Parodiando este verso, se podría decir: Jamás, señora ministra o señor ministro de cultura, fue la cultura más mortal.

¿Raro espécimen en el mundo de hoy?
En una de sus acepciones, la palabra cultura designa las creaciones de las sociedades humanas que abarcan tanto los objetos materiales como los espirituales, que son parte esencial de su vida. Las sociedades primitivas poseen menos creaciones que las sociedades contemporáneas. Pero, entre éstas hay también diferencias abismales.

Una de esas creaciones es la escritura, y, en los estadios más avanzados, el libro. Desde que la humanidad abandonó los pergaminos como soporte de los libros, que conferían el monopolio de la lectura a los monjes medioevales que los copiaban a pluma, encerrados toda su vida en los conventos, los libros de papel han democratizado la lectura. Se lo debemos a Johannes Gutenberg quien hacia 1450 inventó la imprenta con tipos móviles. Pero no en todas partes sucede así, ni en todas por igual. En las sociedades más desarrolladas se lee mucho más que en las sociedades subdesarrolladas. La medida de su progreso es su grado del hábito de leer. De manera que se podría afirmar que el nivel de cultura reproduce el nivel de lectura y este se manifiesta en el nivel de desarrollo material.

Estos niveles se interinfluencian. Lo que quiere decir que estimulando el hábito de la lectura se promueve también el desarrollo material, y viceversa.

Visito con frecuencia Buenos Aires. Allí me he formado profesionalmente y estoy profundamente identificado con su cultura. Me siento en la gloria cuando recorro sus librerías, grandes locales colmados de estantes y mesas con libros de todos los temas, precios y colorido, abriéndome paso entre los numerosos compradores que hojean los volúmenes y preguntan a los vendedores por ellos. Hay avenidas, como Corrientes, Santa Fe, Callao, de Mayo, con tantas librerías como otras tiendas. Una de las más espectaculares no solo de Buenos Aires es la librería El Ateneo de la avenida Santa Fe. La han instalado en un antiguo teatro y sus estantes se distribuyen en los varios niveles correspondientes a las antiguas localidades y al sótano. Verla desde cualquier ángulo es un espectáculo cuyos actores son los libros y la multitud de clientes enfrascados con ellos. No he hallado tal número de librerías y espacios de exposición de libros en Madrid, Barcelona, Berlín, Roma, Londres y Nueva York. Excluyo de esta lista a París donde las librerías están en cada barrio. Haciendo una encuesta personal entre mis amigos argentinos, establecí que el promedio de lectura por persona allí es de unos cinco o seis libros al año. Sólo así se podría explicar que las librerías sean negocios florecientes, pese a que algunos pesimistas me decían que su nivel de lectura ha bajado.

En el Perú no puedo dejar de formularme la inevitable y lastimera pregunta: ¿cuántos libros lee en promedio por año el peruano? ¿Un cuarto de libro, un décimo?

Hay un índice para detectar ese dato. Lleve de regalo un libro. El destinatario o la destinataria podría recibirlo con indiferencia, estirando el labio inferior, y olvidarlo o, con más sinceridad, podría tirárselo a la cabeza, diciéndole: ¿Qué te has creído, cómo se te ocurre traerme un libro de regalo, quién crees tú que soy? Repita el experimento unas cinco veces con otras personas. El resultado será igual. Lléveles un perfumito barato u otro adefesio y quedará muy bien.

En conclusión, nuestra sociedad: la parte de ella con cientos de miles de automóviles de todas las marcas y precios, edificios que se reproducen como hongos después de un aguacero, colegios y universidades pagantes y restaurantes de lujo muy concurridos; y, en el extremo opuesto, la parte con barriadas extendidas en los cerros hasta que la vista se pierde, con insuficientes servicios públicos, es un conglomerado de más de veinte millones de electores bibliófobos, y es posible que muchos de ellos ignoren que en las librerías se venden libros.


Los únicos momentos del año en los que se ve a multitudes desfilando ante los puestos de venta corresponden a las ferias de libros en ciertos espacios públicos. ¿Qué les interesa? ¿Las atrae la curiosidad? ¿Qué clases de libros compran? ¿Elevan el nivel de lectura de esos viandantes siquiera un décimo? No hay estadísticas. Las respuestas a estas preguntas hay que buscarlas en el fondo del alma de los peruanos, en las escuelas que los forman inicialmente. Nadie puede dar lo que no tiene, y tampoco los maestros de las escuelas y colegios.

Le tomo en préstamo a Lorenzo Humberto Sotomayor un verso de uno de sus valses, con una variación: “Leer, quién habla de leer”.

Y, hablando de lectura, ¿cuántos libros leen por año los burócratas del Ministerio de Cultura? <>

(13/8/2011–29/12/2024)

OPINIÒN SOCIOPOLITICA: JUICIO AL FUNCIONAMIENTO DEL CONGRESO DE LA REPUBLICA

 CHONGRESO:

EL MÁS GRANDE BURDEL DEL PERÚ.

Isaac Bigio*

26 diciembre 2024

¿Cuál es el principal prostíbulo del país? Para muchos peruanos este ya sería el actual Congreso, el más desprestigiado e impopular de todas las democracias del planeta y también de nuestra historia.

Recientemente se han destapado varios escándalos en torno a una red de prostitución en el parlamento en la cual se intercambian votos por favores sexuales, se contrataban profesionales de la cama como empleadas congresales y existe un departamento privado XXX con todas las comodidades eróticas para el jefe de tal organismo.

Quien viene quedando peor es APP, el partido de Acuña que ha detentado las últimas 3 presidencias del Congreso. Sin embargo, el escándalo salpica a toda la mesa directiva y a varias otras bancadas.

Bill Clinton casi arruina su presidencia en EEUU solo por haber tenido una relación extramarital. Lo que pasa en el Legislativo es mucho peor y también ha conducido a una muerte y al sicariato.

No solo que se permite la trata sexual de mujeres en este, sino que el que se autoproclama como el “primer poder del Estado” es el ente más prostituido de todo el país. La mayoría de sus 130 miembros ha cambiado de partido o de orientación política en relación a la campaña electoral que tuvieron para llegar a sus actuales puestos. El hermano de Acuña no es el único que ha pasado por 5 diferentes bancadas y Patty Chirinos no es la única que ha tenido tantos cambios de partido como de cirugías estéticas.

La mayor bancada (FP) ha terminado aliándose con quien acusó de ser el mayor peligro comunista para nuestra república (PL) y se ha convertido en el principal sostén de Dina a la que aun “Porky” sigue tildando de “comunista”. Cerrón, que en las elecciones planteó desfujimorizar al Perú, ahora anda unida con Keiko para tumbarse a todo juez o fiscal algo independiente que no se alinee con sus deseos de lograr que ambos se escapen de la cárcel. “Porky”, Acuña y Luna han incrementado sus grupos parlamentarios, pero no gracias al voto popular, sino dando diversos incentivos o haciendo distintos tipos de compras de congresistas de otras tiendas. El Bloque Magisterial que se creó para apoyar la presidencia de Castillo sacrificó a su caudillo por su bolsillo. Hoy este quiere ser parte del campo oficialista … pero de Dina.

Dizque los más consultados en la biblioteca del chongreso 
Son muy pocos los legisladores que se mantienen fieles a sus propuestas electorales originales, mientras que el grueso de ellos se ha transfigurado.

Dina, quien no tiene bancada, logra mayoría congresal “comprando” votos con intercambio de favores. Pese a que ella se acerca al 0% de popularidad, este Congreso (que solo es apoyado por el 2% de los empresarios) le ampara. Dina vende su alma al fujimorismo de una manera per que una chica de la calle vende su cuerpo por dinero.

Las trabajadoras sexuales, al menos se acuestan con varios varones para poder llevar algo de pan a sus hogares. En cambio, el grueso de los parlamentarios peruanos puede alquilar o vender sus votos a cambio de grandes lujos. Y, todo ello, comprometiendo el futuro de millones de personas.

Si Macera decía que el Perú era un burdel, el fujimorismo ha decidido materializar dicha frase de un historiador izquierdista que al final acabó vendiéndose a la mafia fujimorista. <>

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Isaac Bigio. Politólogo economista e historiador con grados y postgrados en la London School,of Economics & Political Sciences.

viernes, 27 de diciembre de 2024

HISTORIA: PREFECTOS DE PUNO

ALEJANDRO DEUSTUA (1810-1855).

UN HÉROE OLVIDADO DEL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ.

Por: Alonso Villanueva Quispe.

Tomado de Puno Histórico

L

os tumultuosos años de la independencia y Republica del Perú, Alejandro Deustua Pomadera destacó como un militar de honor y coraje. Nacido en Tacna el 23 de febrero de 1810, creció en un contexto de agitación política, esto lo llevó a unirse al ejército patriota. Su participación en las decisivas batallas de Junín y Ayacucho ocurridas en 1824 lo posicionó como un patriota comprometido con la libertad y la independencia.

Años más tarde durante los primeros años de la vida independiente del Perú, específicamente en 1826, participó en la Toma del Callao como parte del Primer Batallón del Regimiento Número 3 bajo el mando del coronel José María Pinto. Con este acto, Deustua se consolidó como uno de los patriotas que contribuyeron a liberar al Perú de las últimas fuerzas españolas.

En 1836, las fuerzas del presidente Felipe Santiago Salaverry, a las que pertenecía, fueron derrotadas en la Batalla de Socabaya por las tropas de Andrés de Santa Cruz, en medio de los intentos de consolidación de la Confederación Perú-boliviana. En aquella ocasión, Salaverry y varios de sus oficiales fueron ejecutados. Deustua logró salvarse gracias a la intervención de terceros. Según una versión, el general Blas Cerdeña intercedió por él al reconocerlo como su exsecretario. Otra versión, apoyada por el historiador Modesto Basadre, indica que fue la prima de Deustua, María Mazuelos de Mac Leaughlin, quien, a través de su influyente esposo inglés, intercedió por su vida. Tras su liberación, Deustua fue desterrado, pero regresó juntó al Ejército Restaurador del Perú que, en 1839, combatió a la Confederación en la Batalla de Yungay, logrando la victoria.

Luego de la derrota de Agustín Gamarra en la Batalla de Ingavi (1841), el sur peruano fue invadido por el ejército boliviano, y Tacna inició su primer período de cautiverio bajo ocupación boliviana. En este contexto, Deustua apoyó al prefecto de Tacna en la organización de la defensa del sur peruano y luchó nuevamente para liberar su tierra natal de la ocupación extranjera.

El nombre de Alejandro Deustua también se destaca en su gestión civil. Fue nombrado prefecto de Puno en 1847, en dicho departamento impulsó importantes obras. Entre sus logros más destacados se encuentra la inauguración del emblemático Arco Deustua símbolo de sus esfuerzos por embellecer y mejorar la infraestructura pública. Su administración fomentó la masificación de la educación mediante la implementación y fundación de colegios para niñas en varias localidades y proporciono un local propio al Colegio de Ciencias y Artes. Deústua también se preocupó por el desarrollo urbano, la mejora del hospital, cárceles y sistemas de agua potable en varias ciudades de la región puneña.

    Arco Deustua
Su siguiente destino fue Arequipa, donde en 1851 asumió la prefectura en medio de un clima de agitación política. La presidencia de José Rufino Echenique, recién electo, fue motivo de controversia y críticas debido al polémico manejo de la deuda interna y la corrupción generada por la Consolidación, además de la inacción en conflictos internacionales con Bolivia. Arequipa, tradicionalmente opositora a la administración central, se encontraba en rebelión y Deustua enfrentó el desafío de imponer el orden en una ciudad dividida políticamente.

A pesar de sus esfuerzos por mantener la paz y su compromiso con el orden, Deustua se mantuvo fiel a su lealtad militar y rechazó tajantemente cualquier insinuación de unirse a la insurrección contra el gobierno central. En una carta dirigida al prefecto de Tacna, Celestino Vargas, y publicada en el diario "El Independiente" de Tacna, Deustua expresó su indignación ante la propuesta de deserción, afirmando que no podía traicionar su honor ni la causa del orden.

La vida de Alejandro Deustua terminó en un trágico desenlace, el 5 de enero de 1855, durante la Batalla de La Palma, que culminó con la derrota del gobierno de Echenique. Deustua cayó en combate, cerrando así una vida marcada por la lucha, la lealtad y el sacrificio. Su muerte causó honda tristeza en la plana militar y en su tierra natal. En su entierro, llevado a cabo el 7 de enero, su amigo el coronel Román González recordó: “La guerra civil es la mayor plaga de las naciones... Vencedor en Junín, Ayacucho, Callao, y Yungay, él combatió con honor y gloria por la independencia y restauración del Perú”.

Este héroe tacneño, vivió, luchó y murió como un defensor incansable de la independencia y estabilidad de su país. Su legado de valentía y patriotismo sigue vivo en la memoria de quienes nos acercamos a personajes del pasado y a quienes rescatamos del olvido. <> 

lunes, 23 de diciembre de 2024

LITERATURA PUNEÑA: CRONICAS DE VIVENCIAS

 MI PRIMER AMOR

(Relato en primera persona)

Augusto Dreyer Costa

D

urante las larguísimas vacaciones de colegio de mi época, que empezaban en navidad y se extendían casi interminablemente hasta fines de marzo, en el mes de febrero mi madre decretaba la mudanza de toda la familia de nuestra casa en Puno a El Manto, la finca que ella tenía a 5 km de la ciudad, para pasar allí unas cuatro semanas disfrutando de la naturaleza y obligandonos a tomar  leche al pié de la vaca para fortalecer nuestra salud, algo que mi hermana y yo detestábamos.

La mudanza incluía a Rosa la cocinera y Jesús nuestro joven mayordomo, ambos cargados de ollas y utensilios de cocina, ropa de cama, manteles y todo lo necesario para pasar en la finca unas largas vacaciones campestres. Temporadas que para mi eran las más lindas y apasionantes vacaciones que podía uno podía desear. También iba con el grupo el perrito Fifi, la mascota de la familia.

Nuestra familia no era grande, mi madre, mi hermana y yo, el benjamín de la familia. Mi padre no participaba de esas vacaciones familiares. El optaba por desafíos más fuertes y prefería sus largos viajes de “estudio” como él los llamaba, dibujando, pintando y fotografiando. Durante esos viajes mi padre recorría por meses los lugares más recónditos no solamente del Perú sino también de otros países andinos como Bolivia, Ecuador y Colombia buscando temas y lugares para plasmarlos en sus cuadros y fotos.

Rosa, nuestra cocinera, era una huérfana que desde pequeña trabajó para mi mamá, de habla quechua y nacida en Huancané, no sabía leer ni escribir. Era gorda y bajita, algo renegona y de pocas palabras. Muy buena cocinera sobre todo de platos puneños como la sajta de gallina y el chairo. También preparaba platos “alemanes” inventados por mi padre. Jesus, al que llamabamos Chucho, empezó a trabajar con mi mamá de joven. Era mestizo y había estudiado unos pocos años en la infame ”Sección Indígena” del Colegio Nacional San Carlos, así que leía y escribía en castellano y además hablaba fluidamente quechua y aymara. Era inteligente y astuto, aprendía y hacía todo con rapidez y destreza, desde reparar los primus hasta domar potros en El Manto. Completamente leal a su patrona no quería al gringo alemán que había robado el corazón a su ama y no le gustaba recibir órdenes de él. Con el paso de los años esa actitud de Jesús hacia mi padre se convirtió en un soterrado rencor.

Rosa vestía con pollera y chompa de lana y usaba el típico sombrero hongo puneño. Para caminar tanto en casa como en la calle usaba cómodas y calientes pantuflas de gruesa lana. “Chucho” iba siempre bien vestido con los ternos que le compraba mi madre para jóven mayordomo de la casa. Para salir a la calle se ponía su carasaco, es decir un saco de cuero de color marrón que orgullosamente lucía en sus salidas. Mi madre hablaba con ellos en quechua, idioma que hablaba con fluidez y les tenía mucho cariño. Rosa y Jesús de tanto vivir y trabajar juntos acabaron durmiendo en la misma cama, compartiendo sus vidas en una habitación que había en el patio trasero de nuestra casa. Probablemente se casaron, pero nadie supo a ciencia cierta si pasaron por la iglesia para tal fin hacerlo. Mis padres tampoco eran grandes creyentes y salvo en las primeras comuniones de mi hermana y la mía, nunca los vi entrar a una iglesia.

Jesús y Rosa estaban razonablemente bien pagados por su trabajo. Gastaban poco y con sus ahorros compraron un terrenito en la calle Pedro Vilcapaza, no muy lejos de Arco Deustua. Con el tiempo construyeron una casa pequeña pero confortable, un poco al estilo de la nuestra, vivienda a la que se mudaron cuando dejaron de trabajar para nosotros a principios de los 60,

Ese periodo de mi niñez hasta los 9 años fue probablemente el más feliz de mi vida. El Manto era un lugar precioso, de buen clima y con una fantástica vista de la bahía de Puno y parte del lago Titicaca. En febrero, los campos estaban cubiertos de verde, los sembríos de papa y otros productos del altiplano crecían aceleradamente con la lluvia, los ganados estaban gordos, la gente contenta. El enorme caserío de casi una hectárea era prácticamente un parque de diversiones para mí y mi hermana dos años mayor que yo. Los enormes colles, las construcciones y antiguas maquinarias de la época colonial para el procesamiento de plata y el arroyito que atravesaba el caserío, nos servían para nuestros interminables juegos y travesuras. Habían tres pozas de amalgamación hechas de cal y piedra, en dos de las cuales retozaban ranas, sapos y renacuajos. La más grande nos servía como una piscina de aguas heladas, necesitandose de mucho coraje para nadar en ella.

La casa de la hacienda que nos albergaba era una larga construcción orientada hacia el norte, por lo que todas las habitaciones eran soleadas con vistas al enorme caserío. Era rústica pero práctica. Construida en adobe, con pisos de madera y techo de antigua calamina gruesa patinada por los años, no era ni bonita ni tenía lujos en su interior,  pero servía perfectamente para albergarnos durante nuestras vacaciones. En el Manto no había electricidad pero abundaba el agua fresca de manantiales. Nos alumbrábamos con lámparas a kerosene y velas La comida se hacía en un fogón y con bosta de llama, en las noches, y para dormir, nos cubríamos con gruesas mantas de lana de oveja.

En El Manto vivían y trabajaban cuatro familias de lo que en esa época se llamaban “colonos”, las cuales no ganaban sueldo pero tenían derecho a tener un poco de ganado y cultivar algunas parcelas de terrenos que les permitía sobrellevar su pobreza. Eran familias grandes y cada una tenía varios hijos de diversas edades. Cuando llegábamos a pasar nuestras vacaciones, los niños de nuestra edad, con curiosidad y timidez entraban al caserío para saludarnos y restablecer amistades. A la mayoría ya los conocíamos, algunos eran nuestros amigos de vacaciones y nos alegrábamos  todos de vernos de nuevamente. El contraste era muy grande, ellos vestían ropas viejas y muchos caminaban sin zapatos, se notaba que no comían suficiente y que la vida era dura para ellos, tenían que pastear los animales y hacer infinidad de labores para ayudar a sus padres. La mayoría no iban a la escuela, hablaban entre ellos en quechua o aymara y nos hablaban en un limitado castellano. Sin embargo la niñez lo compensaba todo y jugábamos juntos como si no existieran diferencias alguna entre nosotros.

Entre ellos se encontraba Natalia, una linda chiquilla quechua algo menor que yo, alegre, de rostro risueño, cabello revuelto de color azabache e intensos ojos negros. Vestía con una blusa desgastada, almilla o chaqueta corta ajustada al cuerpo de rústica bayeta, pollerita de lana raída por el uso y ojotas de llanta de carro en sus pequeños pies. Natalia era hija de Esteban Chambilla, a quien todo el mundo llamaba cariñosamente Estico quien era conocido por su jovialidad, entusiasmo y su dedicación en el cuidado del ganado vacuno. Natalia, su hija, heredó el carácter de su padre y era dulce como la miel de abejas silvestres y alegre, grácil y delicada como un colibrí en vuelo. Era mi amiguita preferida y siempre la buscaba para jugar y estar junto a ella.

Mi madre aceptaba de buen agrado nuestras relaciones de amistad con los hijos de los colonos, aunque había un par de ellos que estaban vetados de jugar con nosotros y de entrar en el caserío por la reputación que tenían entre la gente de la zona. Entre ellos había un chico cuyo nombre no recuerdo, que andaba con una cacha (tirapiedras) de madera en la mano, matando con ella sapos, pájaros y cuanto animal pequeño se ponía al alcance de su rústica arma. También se decía que torturaba a las crías de pájaros y a las lagartijas que caían en sus manos, aunque probablemente eran tan solo un rumor malintencionado.

Las 110 hectáreas de El Manto ofrecían infinidad de posibilidades de diversión y entretenimiento para un niño curioso, movido y travieso como yo. El ahijadero, de buenas y tupidas pasturas destinadas al ganado vacuno era el lugar ideal para perseguir mariposas y charchasuas (libélulas) y esconderse de todos. Junto con mis temporales amiguitos trepábamos los roquedales en búsqueda de las las pequeñas e inofensivas culebras y las rápidas y escurridizas jararankos (lagartijas) con las que jugábamos un rato y cuyas colas se quedaban en nuestras manos en su afán de escapar. Mis amiguitos campesinos me enseñaron a comer los jugosos y riquísimos sancayos, frutos de los pequeños cactus que crecían en las zonas secas. Me gustaba jugar con las crías de las ovejas, también con los terneros pequeños, razón por la que algunas veces volvía con garrapatas en el cuerpo, bichos que mi madre se encargaba de retirar con pinzas. Con mi hermana trepábamos los longevos y enormes colles y colgábamos rústicos columpios en sus fuertes ramas.

En las noches, después de cenar jugábamos con nuestra madre a las damas y sobre todo al para nosotros apasionante Ludo, que para sorpresa y alegría nuestra ella generalmente “perdía”. Leíamos a la luz de la lámparas cuentos y libros para niños, mi madre tocaba en el gramófono los tangos que tanto le gustaban y a veces se ponía a bailarlos sola. Nosotros, Rosa y Jesús éramos su escaso público, mientras que en las ventanas de la sala se podían ver las tenues siluetas de algunos de los colonos acompañados de sus hijos que atraídos por la música curioseaban lo que sucedía en casa de la patrona. Nos acostábamos temprano y dormíamos como piedras en el silencio de la noche, interrumpidos ocasionalmente por los lejanos ladridos de los perros y los cantos de los gallos al amanecer. Algunas veces nos despertábamos sobresaltados por el estruendo de los truenos, los destellos de los rayos y el rugir de una tormenta que pasaba encima de la comarca.

En El Manto existían varios socavones de la época de Malika (la noble aymara hija del cacique de Laykakota y la princesa Inca Cusi Coyllur) y de su esposo el aventurero andaluz José Salcedo. Se dice que en 1657, para evitar que el indeciso José Salcedo dejara Puno en pos de fortuna en otros lados, Malika le reveló el secreto para desaguar las minas de Laykakota (laguna embrujada en aymara) ubicadas debajo de una laguna interior que existía entre los cerros Cancharani y Cerro Negro. Con la explotación de esas riquísimas minas de plata y la fundación del Asiento Minero San Luis de Alba de Laicacota, José Salcedo y su hermano se convirtieron en los hombres más ricos y poderosos del Virreinato del Perú de esa época. Tales riquezas generaron envidia y, sobre todo, gran recelo en Lima, por lo que en 1668 el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, ordena la ejecución de los hermanos Salcedo, además del embargo de sus bienes y la destrucción de la ciudad de San Luis de Alba. Más de tres mil hogares fueron incendiados, el terreno de la ciudad fue asolado echándole sal, más de cien personas fueron ejecutadas y más de dos mil fugaron del lugar. Las tradiciones cuentan que Malika mandó anegar de nuevo las minas en venganza del trágico final de su esposo. Se dice también que Malika logró huir a un lugar secreto en el Cusco para librarse de la ira de los malvados españoles.

A los 8 años me enamoré de la linda Natalia y pasaba los días ensimismado, pensando en la dulce niña, contemplando la posibilidad de casarme con ella en el futuro. Sentimientos y sueños que jamás dí conocer a mi amada Natalia, tampoco a nadie de mi familia por temor a sus reacciones, menos a mis amigos en Puno ya que me hubiera vuelto el hazmerreír de ellos.

Con el fallecimiento de mi madre a los 48 años, la vida familiar se trastocó completamente. Con su trágica partida la pena y la tristeza nos invadieron, con su ausencia la alegría se esfumó de nosotros, la aflicción se instaló en nuestras vidas. Con su inesperada partida las vacaciones en El Manto se acabaron definitivamente. A partir de allí nuestro padre nos llevaba de vacaciones a Arequipa, Mollendo y Lima, seguramente con el ánimo de hacernos olvidar la pena en lugares en donde no estaban presentes los recuerdos de nuestra querida madre. Esos viajes nunca me terminaron de gustar, el calor y gente tan distinta a la serrana no eran de mi agrado, el comportamiento y hablar de los limeños me parecía presuntuoso y afectado. La nostalgia por las vacaciones de antaño era demasiado grande como para disfrutar en esos nuevos lugares ajenos a mi querido Puno y el precioso Titicaca.

"Malika" Grabado del artista puneño Franciso Montoya Riquelme, 1944
A Natalia la veía solo esporádicamente cuando mi padre iba a El Manto conmigo para revisar el ganado y ordenar ciertos trabajos y charlar con Estico al que estimaba mucho. Era obligación de los colonos el enviar una persona de cada familia para servir en nuestra casa una semana bajo el denigrante e injusto sistema conocido como pongueaje. Cuando Natalia tenía 11 o 12 años venía algunas veces a servirnos en la casa de Puno, sus tareas eran lavar la ropa, ayudar en la limpieza y otras labores domésticas. Durante esa semana la dulce Natalia comía y vivía con nosotros y dormía en una pequeña habitación en el patio trasero. Yo consentía que la trataran así sin atreverme a reclamar a mi padre por la condición humillante de ella. El pongueaje, creado durante la dominación colonial española en el mundo andino era el trabajo gratuito que el indígena estaba obligado a prestar al hacendado del cual dependía. Esa abusiva y explotadora práctica prevaleció en las haciendas peruanas hasta la reforma agraria de 1953. En las haciendas puneñas estuvo vigente durante cerca de 16 años más.

En uno de los turnos que Natalia cumplía en nuestra casa, quise hacer una broma a mi padre y hermana arañando con mis dedos la barra de mantequilla servida para el desayuno. Rosa y Jesús de inmediato culparon a Natalia y mi padre sin pensarlo dos veces la despidió. Natalia dejó la casa entre lágrimas de indignación por la injusticia y nunca más puso sus pies en ella. Yo me dejé llevar por mi cobardía y no confesé mi estúpida trastada ni hice nada por detener el injusto despido, algo que recuerdo con enorme vergüenza mientras escribo de lo sucedido hace 60 años atrás.

Algunos años después Natalia se casó con el trabajador y muy hábil albañil quechua de la zona de El Manto de nombre José Dimas. Al poco tiempo la nueva pareja me compró un terreno en la antigua finca en el cual construyeron poco a poco su hogar. En 1982, con José Dimas y dos peones escogidos por él, acometí la restauración de la antigua casona de mi madre que quedaba a un lado de la catedral de Puno conocida como “Casa del Corregidor de Orellana” que heredé de ella. Durante los trabajos Natalia, de cerca de 35 años, venía trayendo recados, a veces comida, para su esposo y conversábamos un poco.

Años después, en el año 1994, cuando yo vivía en el extranjero hice un viaje al Perú y, por supuesto, volví a Puno en donde los visité por sorpresa en su casa en lo que fuera un irreconocible y urbanizado El Manto. Natalia se había transformado en una bella mujer, alegre y risueña como siempre, pero con una intensa mirada que revelaba una personalidad segura y decidida. Seguía vistiéndose como antaño, con pollera, blusa y almilla de lana, complementados con un fino sombrero puneño y sandalias de cuero, todas prendas de buena factura. Natalia y José tenían juntos algunos hijos, no me acuerdo bien de cuantos, pero recuerdo que se les veía despiertos, saludables y muy bien educados. Nos alegramos mucho por el reencuentro, nos tomamos unas cervezas y hablamos de los viejos tiempos. Al despedirme de ellos, Natalia, en voz baja para que nadie escuchara me dijo: “señor Augusto, yo no fui quien arañó la mantequilla”.

Copenhague, diciembre del 2024

OPINION: EN EL CONTEXTO DE LA POLITICA PERUANA

 RESILIENCIA POPULAR

PARA RESURGIR

Escribe: Milciades Ruiz

T

oda persona que reacciona ante el sufrimiento de los grupos humanos indefensos, asume una posición política. De algún modo, repudia el sistema de dominación que lo ocasiona. Surgen así, los ideales que impulsan a la militancia política, según el grado de convicción. Visto el proceso a la inversa, tendremos explicación al deterioro político, ubicando las perturbaciones.

Resiliencia es la capacidad de una persona o, de un grupo, para resistir, sobreponerse a la adversidad y seguir proyectándose en el futuro a pesar de las dificultades. Al finalizar el año 2025, tengo confianza en la resiliencia de nuestras filas, por su sensibilidad y coraje. Nuestra historia política está plena de heroísmo, porque nos rebelamos contra todo abuso social, enfrentando a los opresores que detentan el poder de la fuerza bruta.

Tenemos una misión revolucionaria. Activemos nuestros ideales, con optimismo realista, para superar la caída en nuestras condiciones de vida política. Tenemos la ventaja de la sustentación dialéctica que nos da seguridad ideológica de ir en la dirección correcta. Por ello, sabemos que no hay acción sin reacción. Si accionamos, habrá reacciones y, la sumatoria en la cantidad nos dará el cambio a la calidad de nuestro accionar.

Es el movimiento el que activa las interacciones. A mayor movimiento, tendremos mayor calidad grupal e institucional. Lo vemos en el deporte y en nuestra vida cotidiana. Como en la economía, si no hay movimiento ocurre recesión, en la política, sucede igual. La inactividad institucional, congela todo, y nos saca del escenario político.

La historia nos dice que, enarbolar los derechos de los oprimidos, generó un gran movimiento social con la revolución francesa, porque caló en el sentimiento de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias, de un sistema absolutista monárquico. Similar es la situación de la mayoría nacional en nuestro país, segregada por su origen nativo, aunque estamos bajo otras condiciones históricas.

Suele suceder en todo proceso revolucionario cuando las ideas reivindicativas reaccionan ante el sufrimiento popular. Pero el pueblo asume las banderas y lucha por ellas, cuando siente que son las suyas. Estas, no están en los textos ideológicos, ni en los dogmas, ni en los escritorios. Están en la realidad viviente. Allí, está la fuente energética de nuestra reactivación.

Los Censos del 2017 revelaron que, 5 millones 771 mil 885 personas se auto identificaron como indígenas u originarias de los Andes, lo que equivalen al 24,9% de la población censada de 12 y más años de edad. Están en todos los departamentos del país, principalmente en Lima 23,7%, (1´330,894 peruanos), Puno 14,9%, (857,312), Cusco 12,4% (716,013), entre otros.

El 60,2% (13´965,254) se identifica como mestizo o, cholo. Cholos y nativos andinos somos el 86%, en tanto que, el 1% es de origen amazónico y, 3,6% (828,841) son afrodescendientes. Pero todos en conjunto, los marginados somos el 90%, sin derechos de justicia social, sin derecho de justicia política, sin derechos de justicia económica. Todos, impedidos de acceder a la oficialidad de las fuerzas armadas, a cargos diplomáticos, y a otras exclusividades sociales.

Incluso, aunque el 5,9% se identifica como blanco (1´366,931), la mayoría de ellos, también sufre las inequidades del sistema y tampoco están de acuerdo con las injusticias del régimen imperante. Muchos luchan junto a nosotros por una sociedad más justa y equitativa. ¿Por qué un afroperuano no puede ser vicealmirante de la naval? ¿Por qué, un nativo amazónico no puede ser autoridad judicial ni en su propio suelo? ¿Por qué, no enarbolar sus derechos?

Claro está que, estamos condicionados por el sistema para mantenernos en la indiferencia, frente a las desigualdades. Nos adormecen con el neuro marketing político para no reaccionar ante la impunidad de los opresores. Los psicosociales políticos nos condicionan al conformismo y, a la pasividad. Nos predispone a deponer nuestra lucha social y, orienta nuestra preferencia electoral por las opciones políticas de nuestros enemigos.

¿Por qué, si la mayoría de origen nativo y africano está en Lima, terminamos eligiendo a un alcalde metropolitano de las filas contrarias? ¿Por qué, la representación política en el Parlamento no refleja la real composición demográfica de la población peruana? ¿Por qué, los pobres, los marginados, los nativos, no tienen derecho a la representación política? Pues, porque lo permitimos.

Si predomina lo ilógico, es porque hay factores distorsionantes. Si nuestra conducta social está condicionada por el sistema, haremos lo contrario a nuestros intereses y los oprimidos, siempre elegirán como gobernantes a sus opresores. Entonces, nuestra lucha es también contra las condicionantes que están en toda la estructura jurídica y administrativa del estado que, el sistema tiene bajo sus control.

Bueno pues, hay mucho por analizar y formular estrategias de recuperación. Ideas, puede haber muchas, pero que sean efectivas en la práctica, es lo más importante. Muchas cosas se pueden hacer en nombre del pueblo, pero sin el pueblo, todo será vano. Si no podemos acceder por ahora, al gobierno nacional, por lo menos capturemos el primer peldaño y desde allí, avanzar a los peldaños superiores.

Salvo mejor parecer.

19 diciembre 2024

sábado, 21 de diciembre de 2024

FOTOS DE ALMANAQUE: BRISAS DEL TITICACA, DANZAS DEL ALTIPLANO PUNEÑO

 





HISTORIA POLITICA DEL PERU: COMO Y POR QUÉ CAYO EL PROFESOR CASTILLO

 BALADA DESDE BARBADILLO

Rodrigo Núñez Carvallo

En: HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 714, 20DIC24

M

e pongo en la cabeza del profesor. La vida es morosa en esas húmedas serranías de Puña. El mundo queda lejos de la chacra. Los días pasan amodorrados y se apagan temprano. La monotonía solo es interrumpida por el chillido de los escolares de recreo. Más allá, en el pueblo vecino de Tacabamba, hay una escuela normal que alumbra el futuro pero que no cuenta con electrici­dad ni maestros dedicados. Sólo hay que cumplir con la formalidad burocrática de tener un título y postular al ministerio. Es un camino para salir de la pobreza, uno de los pocos. El otro es el delito. Obtuviste la plaza, le cuenta su mujer que vuelve de ver los resultados en la regional de educación y viene alegre porque ella también ha su­perado el simulacro de examen, luego del regalo de unos cuyes y un costal de maíz amarillo para que el director de la Ugel alimente a sus pollos...

La vida discurre cansina en el aula. No hay libros, no hay biblioteca, a lo más un cartón que funge de pizarra y unos perió­dicos viejos para limpiar las lunas rotas. El sueldo es magro. El profesor enseña bue­namente lo que puede, más se la pasa ha­blando de la injusticia y de la dirigencia del Sutep que es solo una costra de maestros panzones y argolleros. Han traicionado la huelga por un plato de lentejas, argumenta en una asamblea provincial a la que asis­te usufructuando de su licencia sindical. De esta miseria no saldremos jamás si no nos metemos a la política, sentencia otro. Mejor cola de ratón que se vuelve león con el tiempo, replica un tercero.

De regreso a su pago recuerda que él ya ha intentado ser alcalde de Tacabamba por el partido de Toledo. Pero es jodido por falta de recursos. Y aunque perdió la elección, el bichito de la figuración lo ha atacado como la tristeza a las arvejas. Unos años después contempla su foto en una manifestación cuando es derribado por una turba de policías en plena aveni­da Abancay. Allí me he vuelto conocido, coordinaba con autoridades y parlamen­tarios, reconoce, y una frágil vanidad lo envuelve. Ya vendrá mi hora, dice, mien­tras conduce su fracción sindical con un verbo destemplado. Los hemos dejado desnudos a los del Sutep, asegura. Pero las protestas son como el mar, que va y viene, piensa mirando por el bus de Chota Express que lo traslada hasta su pueblo. A lo lejos ya se distingue Tacabamba en descoloridos tonos pajizos porque es estío. La tierra y las ilusiones están secas pero las chacras pronto despuntarán con las primeras lluvias.

Un impensado día del 2019 un som­brío personaje baja de una camioneta y hablan a la sombra de unos eucaliptos. Necesito que estés en la plancha presi­dencial, argumenta el visitante. El aporte de los maestros a la causa de Perú Libre es fundamental. El profesor lo consulta con su almohada y con su mujer. Ella dice que sí, que es una oportunidad única, él duda. ¿Podré? Yo no soy leído, no conoz­co de muchas cosas de la política. Se aprende en el camino, replica ella. Nos sacarías de este vallecito sin futuro, piénsalo. Nuestros hijos tendrían un mejor destino. La idea se le queda re­verberando en el cerebro y acepta con tan mala suerte que debe reempla­zar al cabeza de la lista que no puede postular por una condena judicial... ¿Y ahora qué hago? -dice el profesor frente al espejo desde donde alcanza a divisar a su mujer. Seguir nomás, replica ella. Es el destino. Como en una tragedia griega, todas las circunstancias se confabulan. Una mano negra lo lleva en caravana por todos los rincones del país. Su verbo atrabiliario no es obstáculo para dialogar con esperanzas frustradas y demandas largamente insatisfechas. Miles y miles de indios y mestizos lo reciben enfervorizados, colman los cerros, atiborran las plazas, por fin uno de los nuestros catapultado por la historia. El profesor se lanza a la tri­buna con el limitado léxico que tiene y las metáforas de las que dispone. Se enfunda un sombrero de ganadero, se sube al caballo, aunque este sea chúcaro. Nunca ha visto tanta gente junta, como la que avizora en Juliaca, en Cusco, en Arequipa. Videos con su figura inundan las redes, la gente se ve reconocida en él. Los canales abren las compuertas y los noticieros se detienen en su menuda presencia.


A una semana de la pri­mera vuelta su nombre por primera vez aparece en las portadas de los diarios de circulación nacional y en las proyecciones esta­dísticas. El profesor rural se enfrenta en Chota con la candidata maligna con más determinación que argu­mentos, y logra esquivar el primer escollo, su falta de destreza para la oratoria. Viene el debate final y logra sortearlo con dificultad recurriendo a dos o tres conceptos que alimentan la imaginación popular. En la primera vuelta obtiene casi un 18 por ciento de las preferencias y entonces Hybris se apodera del candidato. Son días de desmesura, de transgresión y de exce­so. Los estadios se llenan y la derecha se asusta. Tiene a la peor candidata al frente, la maligna, y hace delirar a los desesperanzados con un presunto gobierno para los pobres y una asam­blea constituyente. Nunca ha vivido una epopeya de esa magnitud... Los astros se conjugan para favorecerlo, la pachamama acude en su auxilio y los apus se pasan la voz. Hasta la clase media se deja acunar por ese verbo tumultuoso y limítrofe. Hay que apoyarlo. Medio país se sube a la carreta que hala su montura... ¿Soy yo?, se pregunta cuando medio millón de altiplánicos lo esperan en las faldas de una montaña. Detrás, su mentor agazapado se ríe con desvergüenza y se soba las manos al ver el fruto de su instinto. El poder, ese maná que surge de las masas, ya no es un espejismo. El profesor se ha puesto una camisa incombustible que lo hace inmune a los ataques. La maligna desespera y se adelanta a celebrar los primeros resultados. El sueño avanza. Más de medio país se pone de su lado y le da la victoria, estrecha pero contunden­te. 50.12% versus 49,88%. Fraude -grita la maligna, pero nadie le cree las mentiras que sus voceros retras­miten hasta el hartazgo para enlodar el proceso-. Su vicepresidenta en la boleta le advierte, aquí hay mucho ca­maleón. Tú solamente debes hacerle caso a nuestro jefe y de paso me man­da decirte que soy la indicada para el ministerio de inclusión y poblaciones vulnerables.

El 28 de julio del 2021, fe­cha del bicentenario, el Congreso y Palacio lo espe­ran con toda la parafernalia de la pompa oficial. Me siento de alguna forma encarcelado, se dice. ¿Qué hago acá? -se pregunta entre lámparas de cristal de bohemia y pisos de mármol-. Pero los proble­mas no han hecho más que empezar. La noche anterior a la juramentación aún no está listo el gabinete, pues  las diferencias con su mentor explotan. El profesor se ajustará la banda pero las riendas del caballo las tiene su ayo, que es el dueño de las siglas.

Las negociaciones son fatigosas, no tiene poder real, le imponen ministros y no tiene a quien consultar. Lo enciman desde Perú Libre. Nada con los caviares, clama su tutor y guía. Desconfía de él, le dice su mujer.

Durante los primeros días sospecha hasta de su sombra y tanta zalamería de la gente lo sorprende. Se siente abrumado por la multitud de pedidos y demandas. Encima llegan los amigos a exigirle un puestito por su colaboración y hasta los parientes lo ajochan. Sus cuñados y sobrinos le traen a gente que quiere hacer negocios. No tengo ni idea de cómo se gobierna, explica, pero como dice mi mu­jer, todo se aprende. Los días pasan y más me confundo. No tengo equipo ni gente de confianza, recién lo comprendo. Debo emprestármelos. Llega cansado a la cama todas las noches, pero no puede dormir, confiesa. Al final son una recatafila de re­uniones cuyos temas casi no comprende. Además, el primer ministro que le han endilgado es una nulidad y solo sabe ha­cer declaraciones altisonantes que luego debo remendar. Aceptaré a la gente que me proponen, esos que llaman caviares, no sé por qué, parecen más preparados. Por lo menos son discretos y eficientes, pero cuando me reúno con ellos mi jefe salta hasta el cielo. Te he dicho que nada con esa gente. El jefe jode y tiene una representación de casi 38 congresistas.

Siento que me tiene envidia. Una vaina. El presidente avanza sin brújula con una oposición de derecha que no le da respiro. Largas colas esperan su presencia en las puertas del jirón Sarratea, que ha sido su local de campaña, para pedirle favores. Ya no puedes gobernar desde allí, le advierten. El presidente sólo puede despachar desde Palacio. Un día se despierta y se da cuenta de que manos fantasmales han copado sus ministerios y organismos estatales. Están a saquear las arcas. Debes sacar a todos... comenzando por el inútil del premier que carece de la más elemental maña. Crisis ministerial, anuncian los periódicos. Una mujer asume el premierato de ese conglo­merado de progres que han manejado el Estado en el interinato de Sagasti. Mirtha intenta poner orden, cambiar funciona­rios, poner freno al mentor. Hay que salvar al profesor, dicen al unísono la iglesia, el periodismo decente, los millones de votantes que están expectantes. Pero el presidente es errático, no entien­de las sutiles reglas de la política. El Estado no se puede manejar con el criterio de una escisión sindical. En su diccionario no existe la palabra coherencia. A ratos se impacienta, no sabe contestar a la derecha que avanza en su complot. “El presidente ha traicionado a las mayorías” -grita su mentor, que tampoco tiene mu­chas luces.

El jefe me ha conmina­do a dejar Perú Libre, se queja el presidente en la reunión del ga­binete. Necesitamos fabricar un mínimo consenso democrático, delinear estrategias, potenciar los programas sociales, para no perder nuestra base so­cial, explica la premier Mirtha. El profesor mira el infinito. ¿Y la Constituyente? No tenemos los votos en el Congreso, por lo demás una Asamblea para elaborar una nueva constitución no es un programa político. Tampoco es el mo­mento, interviene el minis­tro de economía, que apunta a mantener el crecimiento económico con confianza y reformas. Luego este se queja de que se han metido por la puerta falsa una serie de burócra­tas e impresentables a los cuales hay que expectorar. Es imposible conducir al presidente, dice Mir­tha cuando se ve rebasada por los acontecimientos. El profesor no le hace caso, dice sí en el gabinete, pero sale de la sesión y hace lo que quie­re. Tres meses después se da cuenta de que debe renunciar. El hombre del sombrero se enfrenta a la más inson­dable soledad política...

Los caviares me han quitado su apo­yo porque dicen que no les hago caso, le informa apesadumbrado a su mujer. Ha­brá que recurrir al zorro viejo, el anciano abogado que es tu amigo, y a la tacneña que es expeditiva y ha demostrado que te tiene lealtad. Nos comprometemos a hacer un gabinete de guerra, sino nos liquidan, dicen ambos, al momento de aceptar el encargo.

Todo marcha patas arriba, la gran prensa no cesa de atacarlo todos los días. Negociados, persona­jes sin formación que se atrincheran en las oficinas públicas para medrar de licitaciones y minis­terios, comisiones y prebendas. No es difícil denunciar el desgobierno. El presidente se ha dejado rodear por una gavilla de impresentables que surgieron en su entorno por arte de birlibirloque. Los derrotados del 2021 preparan su venganza. Ubican a una delincuente en la sede de la Fis­calía de la Nación y desde allí la Tía Vane dispara acusaciones constitu­cionales e investigaciones sucesivas. Hay que empapelar al presidente, es la consigna. Si no nos adelantamos, nos van a dar un golpe, evalúa el presidente del Consejo de Ministros.

La vicepresidenta se suma a su po­sición como ministra de inclusión. Una serie de ayayeros hacen lo mismo. Al otro lado del espectro también cons­piran. Hay que bajárselo, deciden, a cualquier precio. Las reuniones secretas de la oposición más dura se suceden. La situación se encrespa. Si tú te vas, yo también me voy, tienes mi lealtad indeclinable, dice la vicepresidenta con afectación. Profesor, el parlamento lo va a vacar -anuncia el anciano doctor ante el círculo más cercano. Es cuestión de días. El ministro del Interior le ex­presa sus respetos y dice que ya tiene convencida a la cúpula policial y el de defensa ofrece el apoyo de las FF.AA. para defender al gobierno. Intempesti­vamente, la vicepresidenta renuncia al ministerio aduciendo cansancio. Gra­cias, profesor, por la confianza deposi­tada. Todo está casi listo. En la madru­gada del 7 de diciembre le anuncian que todo está coordinado. A las diez de la mañana el presidente graba su mensaje. Disolver el poder legislativo, que nos impide gobernar. Una hora después, el discurso que le ha preparado la ministra Chávez es retransmitido por cadena nacional. Lo oigo y me jalo los pelos. ¿Qué barbaridad estás cometiendo? El presidente tembloroso se deposita en una silla y comprueba que los planes fueron fatuos. Los militares no reconocen el pronunciamiento, el parlamento se reúne destempladamente en el hemiciclo y declara la vacancia. El presidente ha cometido un flagrante golpe de Estado y llaman a la vicepresidenta que espera complaciente su apurada juramentación vestida de amarillo patito. El traje lo tenía listo desde que la maligna conversó con ella en la clandestinidad y le ofreció la presidencia con algunas condiciones: hay que desmontar el ré­gimen del profesor y te aseguramos tu permanencia hasta el 2026, contarás además con la aquiescencia del líder de Perú Libre.

Fujifascistas del congreso: "un indio provinciano no puede gobernarnos"

El profesor escapa. Baja raudamente hacia el patio de desamparados y se sube a un auto con su mujer y su escolta rumbo a la embajada de México para asilarse. En la avenida Wilson es interceptado por un par de carros policiales pues hasta su chofer lo ha traicionado al dar su ubicación. Lo bajan a la fuerza y lo apresan. Todos celebran el fin de la intentona, comenzando por su mentor. La vía del poder tiene sinuosos caminos.

Al día siguiente, explota la rebelión del sur andino. Se levanta la ciudadanía que se siente defrauda­da. Cuando el poder lo tienen los pobres nos lo extirpan con balas. Dina se reúne con el Estado Mayor de la conspiración. Su asesor, Otárola, recluta gente para improvi­sar un gabinete. Hay que meter bala, argumenta, porque si nos ven débiles no cesarán su protesta. Mano dura, presidenta, dice un viejo y oxidado tribuno que oficia de consejero. Sa­caré al ejército, dice el general Gómez de la Torre, jefe del ejército. Esto es terrorismo, dice la oscura vicepresidenta del parlamento, emisaria de la maligna y convocada de urgencia a Palacio.

Los fusiles de guerra atacan a los pobladores de Ayacucho, Apurímac, Cusco, Puno y Arequipa. Se mata a niños y jóvenes indiscriminadamente. Hay que eliminarlos para que escar­mienten, dice un general encargado de la represión en Huamanga. La dan­za de la muerte no cesa durante dos largos meses, cuando el agotamiento alcanza a los alzados. Bala a los indios, exigen los empresarios y los comer­ciantes. El profesor llora en la celda de la Diroes, casi al lado de la que alberga al padre dictador de la maligna. Los meses pasan. Qué pasó, se pregunta en sus largos insomnios. Felizmente mi mujer y mis hi­jos están a buen recaudo, protegidos por el gobierno mexicano. Los extraña. Ya son dos años de ausencia y no creo que salga en mucho tiempo. No maté a nadie, no robé a mano armada, no mentí, le asegura a su abogado. Pero en mí se condensa el odio de los ricos de este país, añade, mientras a lo lejos se escuchan unos gritos ahogados de poco y fieles seguidores que piden su restitución. <:>