HE DEJADO DE LEER A CIORAN
César Hildebrandt
En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 738
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odos los días, el estiércol.
Todos los días, la embestida.
Ahora es la fiscalía. Ayer fue todo lo que se
resistía: el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo, el sistema
electoral, la Junta Nacional de Justicia, la Sunedu.
No les basta el congreso y su filial, el Ejecutivo.
Y nos dan el espectáculo de este país en subasta.
No les importa. No tienen fama que cuidar ni
apellidos que preservar. El Perú es para ellos una manera de ganarse la vida.
Yo pensaba que algún día, después de tanta batalla
perdida, vería a mi país en manos de gente que valiera la pena. Fíjense que no
hablo de izquierdas o derechas sino de hombres y mujeres competentes y
honrados.
Pensaba eso porque creía que aprenderíamos la
lección y nos aburriríamos de tanto desatino. Pero no: me volví a equivocar. Y
ahora estamos en lo más hondo de la derrota, cavando con energía a ver si
encontramos más hondura del mal, más profundidad en el error.
Tengo que decirlo: esta podredumbre supera las cotas
alcanzadas por el fujimorismo. Ni en las peores etapas del decenio shogunés del
señor Fujimori asistimos a este grado de depravación. El padre de Keiko tuvo
entre sus servidores a Moisés y Alex Wolfenson, pero ahora el país mismo parece
gobernado por los Wolfenson. Es como si el lumpen del que se sirvió Fujimori
hubiese dicho “nos cansamos de estar en segundo plano”. Es como si los esbirros
hubiesen dado un golpe de estado. En estas condiciones, ¿qué esperar de las
elecciones del 2026?
Nada bueno. Yo lo que espero es la activación de una
maquinaria que le garantice a la mafia gobernante la continuidad de sus propósitos.
Y si para eso necesitan campañas de difamación, demoliciones por encargo,
periodicazos de terror, televisiones en ristre, encantamientos de serpiente,
pues habrá todo eso. Y si todo eso es insuficiente, pues habrá apagones a la
hora del conteo y fraude. Para eso se han preparado y siguen haciéndolo.
La mafia que se ha apoderado del gobierno no puede
permitir que venga un régimen que derogue sus leyes pro crimen y que examine
sus arreglos con la oligarquía y con la economía en negro que tiene a sueldo a
buena parte del congreso. La mafia aspira a la impunidad y al continuismo.
La mafia sueña con una sucesión cómplice porque se
le va la vida en este empeño. La cárcel espera a muchos de sus abogados y legisladores
y la vergüenza aguarda a quienes apañaron estos años de hecatombe moral. Y la
restitución de las normas sobre la extinción de dominio o el procedimiento de
los allanamientos, para citar dos ejemplos, hace temblar a procesados y
procesables de toda laya. Los que acudieron a la prescripción y los que se
beneficiarán con la próxima amnistía, ¿qué no harán para impedir que fuerzas
nuevas ganen las elecciones y fumiguen el país?
Es vital que Patricia Benavides, alias Vane, no
regrese a la fiscalía que embarró protegiendo a su hermana y encabezando un
movimiento cuyo único objetivo fue tumbarse al gobierno de Castillo. Y, claro,
Castillo fue tan idiota y tan miserable que ofreció todos los flancos y al
final, aterrorizado por lo que iban a decir sus cómplices, dio aquel golpe de
estado sacado de un libreto de Televisa. Pero soy de los que creen que si
Castillo hubiese sido un hombre honesto, la maquinaria de Benavides, el
fujimorismo y los asesores apristas habrían encontrado la razón para
extirparlo. Es importante que el poder judicial siga demostrando independencia
de criterio aferrándose al marco jurídico internacional. Es importante que
sigamos resistiendo. He dejado de leer a Cioran porque leerlo en el Perú es una
redundancia y porque quiero creer que tenemos alguna esperanza de rescatar al
Perú de manos de esta gentuza. <:>
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