¿QUIÉN EN 1580 INVENTÓ EL NOMBRE “TAHUANTINSUYO”?
Por: Nicanor
Domínguez Faura
En EL SALMON https://www.elsalmon.info/post/ 23JUL25
E |
stamos
tan acostumbrados a referirnos al imperio panandino que los españoles
encontraron en Sudamérica --durante el primer tercio del siglo XVI-- con el
término quechua “Tahuantinsuyo”, que no pensamos cómo ni cuándo se originó esta
palabra, dando por descontado que los propios Incas llamaban así a su imperio.
A veces, el nombre aparece escrito como “Tahuantinsuyu” (con “u” final) o
incluso “Tawantinsuyu” (con “w” en lugar de “h” y con “u” final), en la idea de
escribir la palabra de modo aparentemente “más fidedigno” en dicha lengua
indígena.
Este
topónimo, usado para referirse al país de los incas, aparece en los
‘Comentarios Reales’ (1609) del mestizo cusqueño Garcilaso de la Vega. Explica este autor que “Tahuantinsuyu” (terminado
en “u”) significaba “las cuatro partes del mundo” (Lib. I, cap. VI; ed.1991, t.
I, p.21). Esta explicación suele transformarse en la definición estándar de:
‘el reino de las cuatro partes del mundo’, entendido --lo acabamos de decir--
como el ‘imperio panandino’ formado por los Incas del Cusco tras una serie de
conquistas ocurridas entre aproximadamente 1450 y 1530.
¿De
dónde tomó Garcilaso esta información? ¿La aprendió en el Cusco de su infancia,
de boca de sus parientes maternos? ¿O tiene este conocido término una historia
menos simple, más compleja? Hay que recordar que Garcilaso había salido del
Perú en 1560, a los 20 años, y que nunca volvió a los Andes, sino que vivió el
resto de su vida en España. Según su propio relato, desde 1590 empezó a recabar
información mediante cartas enviadas desde el Perú (Lib. IX, cap.20; ed.1991,
t. II, p.606). El profesor español Fermín del Pino sugirió que este interés de
Garcilaso, luego de 30 años de su viaje a la metrópoli, podría haber sido
motivado por la publicación en Sevilla ese año 1590 de la ‘Historia Natural y
Moral de las Indias’ del jesuita José de
Acosta, quien había residido en el Perú por trece años, entre 1572 y 1585.
Ausente
del Perú por casi 50 años, Garcilaso, además de rememorar su experiencia de
juventud, cita, comenta y glosa la información de los autores españoles que
habían publicado sobre los Andes y los Incas en la segunda mitad del siglo XVI.
De ahí el título de ‘Comentarios’ que le dio a su obra. Garcilaso cita y
comenta a Francisco de Jerez (1534),
Francisco López de Gómara (1552), Pedro Cieza de León (1553), Agustín de Zarate (1555) y al jesuita José de Acosta (1590), todos autores de
obras sobre el Perú, o América, publicadas en España. Pero ninguna de las obras
más tempranas menciona un nombre indígena para el imperio incaico. El gran
historiador peruano Carlos Araníbar
Zerpa [n.1928-m.2016], editor de los ‘Comentarios Reales’ y a quien
seguimos en este análisis, llegó a esa conclusión en 1995.
Es en la obra tardía del jesuita Acosta, de 1590, que aparece el término que venimos discutiendo (terminado en “o”): “Todo el reino estaba dividido en cuatro partes —que llamaban ‘Tahuantin suyo’—, que eran ‘Chinchasuyo’, ‘Collasuyo’, ‘Andesuyo’, ‘Condesuyo’: conforme a cuatro caminos que salen del Cuzco, donde era la Corte y se juntaban en juntas generales. Estos caminos y provincias que les corresponden están a las cuatro esquinas del mundo: ‘Collasuyo’ al sur, ‘Chinchasuyo’ al norte, ‘Condesuyo’ al poniente [= oeste], ‘Andesuyo’ al levante [= este]” (Lib. VI. cap.13; ed.2008, p.418).
¿Es,
entonces, el jesuita Acosta el primero en utilizar el término en 1590? No
necesariamente. La mención de Garcilaso no aparece en una cita de Acosta, sino
en la de otro autor jesuita. Un autor cuyos escritos no llegaron a ser
publicados en su época, y a quien algunos estudiosos atribuyeron la “verdadera”
autoría de los ‘Comentarios Reales’. Antigua polémica que enfrentó al erudito
sacerdote Manuel González de la Rosa
con el joven intelectual José de la
Riva-Agüero en las primeras décadas del siglo XX, como el profesor
sanmarquino Francisco Quiroz ha
recordado no hace mucho.
La
única fuente inédita que menciona Garcilaso en los ‘Comentarios Reales’ son los
fragmentos de una ‘Historia de los Incas’ escrita por un jesuita mestizo que
había muerto en España en 1597: “insigne
varón, religioso de la santa Compañía de Jesús, llamado el padre Blas Valera, que escribía la historia
de aquel imperio en elegantísimo latín. Y pudiera escribirla en muchas lenguas
porque tuvo don de ellas. Mas por la desdicha de aquella mi tierra […] se
perdieron sus papeles en la ruina y saco de Cádiz que los ingleses hicieron,
año de 1596. Y el murió poco después. Yo hube del saco [= saqueo] las reliquias
que de sus papeles quedaron […]. Quedaron tan destrozados que falta lo más y
mejor” (Lib. I, cap. 6; ed.1991, t. I, p.19).
De
los fragmentos de la obra en latín de Blas Valera es que proviene la cita que
Garcilaso, traduciéndola al castellano o ‘romance’, utiliza cuando explica que
“Tahuantinsuyu” (terminado en “u”) significaba “las cuatro partes del reino”
(Lib. I, cap.6; ed.1991, t. I, p.21). Acosta había escrito que el nombre “Perú”
fue impuesto al área andina central por los españoles, pues el nombre indígena
del imperio incaico era “Tahuantinsuyo” (con “o”). Garcilaso comenzaba sus
‘Comentarios Reales’ discutiendo y ampliando cómo entendía él este punto,
trayendo al debate la información inédita de Valera, quien coincidía con Acosta
y corroboraba que el nombre en quechua del imperio de los incas era
“Tahuantinsuyu” (con “u”).
¿Fue
entonces Blas Valera quien inventó el término “Tahuantinsuyo” para referirse al
Imperio de los Incas? Pues esa es la conclusión a la que llegó don Carlos Araníbar en 1995, que el término
no es indígena, sino un neologismo de los evangelizadores jesuitas, inventado
usando componentes de la lengua quechua. Lo explicaba de este modo: “el
nacimiento de la voz es tardío y su difusión muy veloz […] creemos que por 1580
el historiador y quechuista Valera fabricó un topónimo quechua” (en Pachacuti,
ed.1995, p.380). Es decir, estamos en realidad ante una elaboración misionera
colonial referida al pasado prehispánico andino, y no frente a un término
quechua efectivamente prehispánico.
Complementando
lo propuesto por Araníbar, el término aparece en letras de molde por primera
vez en los materiales de evangelización impresos por órdenes del Tercer
Concilio de Lima (1582-1583), donde los jesuitas Acosta y Valera tuvieron
destacada participación. Con más precisión, en el diccionario quechua de 1586,
titulado ‘Arte y vocabulario en la lengua general del Perú’, publicado sin
nombre de autor, pero que se ha atribuido al jesuita Valera en la reedición
crítica que dirigió el conocido lingüista Rodolfo
Cerrón Palomino en el año 2014. Allí aparece: “Tahuantinsuyu. las quatro
partes en que se diuide todo el Peru, que son. Antisuyu, Collasuyu, Cuntisuyu,
Chinchaysuyu” (1586, imag.251; ed.2014, p.166).
Por
tanto, el uso del nuevo topónimo “Tahuantinsuyo” o “Tahuantinsuyu” comienza a
partir del año 1586, con el ‘Arte y Vocabulario’ del III Concilio, se amplía en
1590, con la ‘Historia Natural y Moral’ de Acosta, y se universaliza en 1609,
con los ‘Comentarios Reales’ de Garcilaso.
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Referencias
> Josef
de Acosta [n.1540-m.1600], 'Historia Natural y Moral de las Indias' [1590],
ed. crítica de Fermín del Pino-Díaz (Madrid: CSIC, 2008).
> Anónimo
[dirigido por Blas Valera, S.J. (†1597)], 'Arte y Vocabulario' [1586],
ed. de Rodolfo Cerrón-Palomino (Lima: Instituto Riva-Agüero, Pontificia
Universidad Católica del Perú, 2014). Edicion de 1586, en la Biblioteca
Nacional del Perú: <https://repositoriodigital.bnp.gob.pe/bnp/recursos/2/html/arte-y-vocabvlario-en-la-lengva-general-del-perv-llamada-quichua-y-en-la-lengua/>
> Inca
Garcilaso de la Vega [n.1539-m.1616], 'Comentarios Reales de los Incas'
[1609], ed. de Carlos Araníbar (Lima: Fondo de Cultura Económica, 1991), 2
vols.
> Juan
de Santa Cruz Pachacuti, 'Relación de Antigüedades de este Reino del
Perú' [ms.ca.1625-1630], ed. de
Carlos Araníbar (Lima: Fondo de Cultura Económica, 1995).
> Francisco Quiroz
Chueca, “Garcilaso y Valera. ¿Plagio, coautoría o reelaboración de la primera
historia peruana?”, 'Yuyaykusun' (Univ. R. Palma, Lima), no. 9, nov.
2016, pp. 39-54.
> <https://revistas.urp.edu.pe/index.php/Yuyaykusun/article/view/4734/5710>
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