¿Antes
que llegaran las bandas de cobre al Altiplano y se hicieran al pueblo, para
danzas como la Diablada o la Morenada, con qué instrumentos y con qué música se
bailaba? No me digan que la Diablada no existía, por favor, que nadie me diga
que la Diablada puneña se inventó en el siglo XX y que nació con las bandas
militares europeas (de toque alemán, en Bolivia) que luego interpretaron música
popular. No me digan que la Diablada que los bolivianos reclaman como propias
no tiene más de un siglo.
Cuando
contemplo a los Diablicos de Túcume, Huancabamba, o Mochumí, o a cualquiera de
las del norte del Perú, en su danza al compás del tambor, con su melodía de
pitos, silbatos, arpa o guitarra, veo la protodanza de la actual Diablada
puneña, con pequeñas variaciones obviamente pero con rasgos idénticos, las
mismas características, la figura del Ángel, por ejemplo, el bestiario, las
sonajas.
Por
cierto, que las máscaras son las mismas; antes seguramente habían sido
realizadas en metales preciosos devastadas por los europeos en el siglo XVI en
su sed de oro, pero quedaron los ceramios y allí están, para ver. (Lo que digo
es que la Diablada es una danza prehispánica, a la que los cazadores de
idolatrías le cambiaron de sentido, para los europeos nuestros dioses eran diablos.)
Y no solo al del Dios Ai Apaec, otras más parecidas aun a las actuales, que
luego mostraré ¿O alguien esperaba a que llegaran los instrumentos europeos
para empezar la danza?
Y
entonces ¿Cómo era la danza antes de las bandas de cobre, de los ritmos marciales
que con ellas vinieron? Ahí está el problema. Las bandas de cobre borraron los
pasos de esa Diablada original como las olas del mar borran los dibujos en la
arena, como si en este momento les quitásemos a los panameños sus guitarras e
instrumento de percusión para ponerles una banda militar a su danza de diablos.
O nunca las hubo en Bolivia, que es lo más seguro. Eso es, en Bolivia comenzó
cuando llegaron los ritmos marciales. En Puno, que es su raíz no ocurrió eso,
el paso se conservó, se elaboró, se hizo danza legítima. De eso hablaré en la
próxima entrega.
La
Diablada puneña vino de la costa norte del Perú, tanto como el siku altiplánico
que vino de los moche y de los nazca, en esta última locación alcanzó
excelsitudes mayores, una edad de oro para la música universal de todos los
tiempos, dada la sofisticación de sus instrumentos, evidencia que nos permite
el aserto, aproximarnos al hecho a pesar de la oscuridad del pasado y el
olvido. El siku nazca, que hablen los musicólogos y físicos, es un fenómeno
inédito en la música universal ¿O será de origen boliviano y no nos dimos
cuenta todavía? Por supuesto que no, el siku trenzado, de dos partes, ya estaba
en Moche.
Otro
de los temas que se toca con insistencia es al auto sacramental, como si solo se
hubiesen realizado en Oruro, Charcas o Potosí, como si los bolivianos hubiesen
inventado el auto sacramental, tan español, por cierto. Es necesario que lo
sepan, en las danzas de diablicos del norte de Perú se los realiza todavía, con
mayor pureza, mayor espontaneidad, se los puede ver en sus fiestas patronales
como si la colonia hubiese sido ayer. No olvidemos que Lima fue capital de
virreinato y que la cultura estaba al día con España y con Europa, hubo mucho
teatro sacro y profano, hasta el Diablo Cojuelo de Vélez de Guevara llegó al
escenario. Sí, don Cleofás.
En
Juli como en el Paraguay los jesuitas fijaron sus centros de evangelización y
utilizaron a los autos sacramentales como instrumento pedagógico de
evangelización. A fines del siglo XIX, cuando su vida se extinguía, Gabino
Pacheco Zegarra, el gran traductor del drama Ollantay y autor teatral, dio su
voz de alerta para salvar ese patrimonio acumulado en las parroquias, que
desgraciadamente ha desaparecido. Así que el auto sacramental no es creación
boliviana, ni siquiera su incorporación a la danza, es colonial.
El
auto sacramental aludido pone énfasis en los siete pecados capitales, tengo la
impresión que los puneños no le han prestado la atención debida, como debió
haber sido en otros años, en el norte del Perú, los diablicos danzan alrededor
de los Siete Vicios. A esa falta de interés, en cambio, en Puno se ha cultivado
la coreografía, que los bolivianos no han desarrollado para nada, no les
interesa o no lo toman como propio. La coreografía permite lucir a plenitud el
carácter multitudinario de la danza, el sentido espacial. Churata hablaba de la
percepción y el sentimiento ultraórbico, esa visión se ajusta perfectamente al
concepto del Amauta.
Dos
circunstancias de carácter histórico hicieron espectacular a la Diablada puneña
y a la boliviana; primero, que se hicieron multitudinarias con el crecimiento
de las urbes, con la explosión demográfica, con la migración que rebasó a los
pequeños pueblos debido a las carreteras y medios de locomoción, con la minería
y la reforma agraria, con la aparición de una sociedad pujante, por la acumulación
del capital; y las comparsas de diez o doce diablicos se multiplicaron como las
olas del mar, al son de las bandas de cobre. Y lo segundo, como una necesidad
de organización social, heredera de sociedades ancestrales desestructuradas por
la colonia y por las sociedades de mercado, verdaderos ejércitos morales,
conjunto de cientos de bailarines que en su organización reclaman y expresan su
cultura orgánica, vital, multitudinaria, ancestral.
Así
la Diablada se transformó en el siglo XX, las bandas militares conquistaron el
espacio, los trajes y máscaras se embellecieron, como desarrollo espontáneo. Y
nadie dijo nada, si eran peruanas o bolivianas, la frontera se hizo invisible,
sin reclamo de ninguna clase, las danzas comenzaron a viajar por el mundo,
hasta que los sietes pecados capitales, los siete vicios saltaron de las
máscaras a las caras, de los trajes a la piel, y los bolivianos se llenaron de
egoísmo, envidia, celos, ¿porqué? ¿Y por qué en los años noventa u ochenta y no
hace sesenta años cuando la Diablada puneña y otras danzas aymaras, puneñas,
pioneras, se exhibieron y fueron aclamadas en el Palacio de Bellas Artes, en
México? Porque los bolivianos se dieron cuenta de algo sustancial, el
refinamiento de la danza puneña cuando va sobre las tablas, y se dieron cuenta
que ellos pueden imitar la gracia puneña. Y claro, como lo dije ya, por su baja
autoestima como pueblo, como fracaso político de sus gobernantes. Ahí comienza
la maldad.
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