viernes, 30 de junio de 2023

TEMAS HISTORICOS DEL PERU ANTIGUO EN POLEMICA

 SOBRE EL CARÁCTER ESPURIO DE LA TRILOGÍA MORAL INCAICA

Rodolfo Cerrón-Palomino.

(Resumen).
La famosa trilogía sentenciosa que pretende resumir el código moral atribuido a los incas, y que se compendia en las tres consabidas máximas del "no seas ladrón", "no seas mentiroso" y "no seas ocioso", constituye parte del saber popular de todo peruano que haya pasado por la escuela. Aun cuando se le atribuye como fuente la tradición oral andina transmitida y expresada en quechua desde el incario, vertida luego al castellano, es obvio que su popularidad es el resultado más palpable del rol desempeñado por la escuela como agente difusor de ciertos dogmas asumidos como verdades eternas. Como tal se la encuentra, oleada y sacramentada, en los manuales escolares, en las enciclopedias, e incluso en revistas y textos universitarios de divulgación. No ha tenido la misma fortuna, sin embargo, en contextos académicos más serios, de los cuales parece haber sido cautelosamente descartada, atendiendo a razones de constatación empirica o documental antes que al análisis lingüístico de los preceptos tal como han sido consignados en quechua, sin dejar de mencionar motivaciones ideológicas que también pesaron a favor o en contra de ella.
Que sepamos, no hemos contado hasta hace poco con la voz autorizada de algún estudioso que cuestionara el carácter supuestamente genuino de los preceptos morales compendiosos atribuidos a los incas. Sin embargo, de lo que no hay duda es que, a la par de su aceptación en bloque como un conjunto de verdades incuestionables ( en número de tres o de cinco) por parte de la mayoría de los estudiosos mencionados, los historiadores más apegados a las fuentes documentales antes que a los datos provenientes de otros cauces, incluyendo el de la tradición oral, han preferido sencillamente ignorarlos, recurriendo a un expediente que, aunque no lo dice expresamente, da a entender, si no su rechazo absoluto, cuando menos su puesta en tela de juicio. Y es que, en efecto, de basarnos exclusivamente en la documentación colonial relativa al incario, no podemos sino concluir con ellos que tales máximas brillan por su ausencia en las fuentes escritas de la época, sean estas tempranas o incluso tardías. Si no hay registro documental, lo más probable es que estemos ante un breviario moralizante de carácter apócrifo y de procedencia desconocida, por lo que conviene preguntarse sobre la antigüedad y la autoría del mismo.
Que Can tú y Pacheco Zegarra no fueron los "inventores" de la trilogía moral que supuestamente regía la moral incaica – el primero de su versión castellana y el segundo de su traslado al quechua -, se demuestra al constatar su registro previo en por los menos dos fuentes anteriores. La primera de ellas es nada menos que el historiador británico Clements R. Markham, en su conocido libro de viajes de Lima al Cuzco (cf. Markham (2001 [1856]: cap. VII, 201), quien, al referirse a las "muchas virtudes sociales" de los antiguos cuzqueños, les atribuye no solo los tres, sino los cinco "mandamientos", según él promulgados por los incas.
La otra fuente corresponde a la del general Guillermo Miller, en sus Memorias, aparecidas en traducción castellana en 1829 (cf. Miller 1975 [1829]). En ellas, luego de evocar la entrada apoteósica de los patriotas al Cuzco tras la victoria de Ayacucho, ofrece un cuadro sinóptico de la historia incaica, de clara inspiración garcilasiana, y es en dicho contexto que desliza el tríptico moralizante. Así, refiriéndose al sistema educativo, moral y jurídico de los antiguos peruanos, expresa lo siguiente:
“Tres concisos preceptos formaban la base de todo el sistema [jurídico y moral incaico]: AMA SUA -AMA QUELLA-AMA LLULLA. No hurtarás, no mentirás, no estarás ocioso. Sobre estos tres principios cardinales estaba fundado el código de sus leyes civiles, el cual abrazaba el todo de sus necesidades y relaciones de la sociedad civil. (cf. Miller, 1975: cap. XXVI,157)”
Queda así demostrado que las dos versiones de los preceptos morales incaicos remontan, la abreviada, por lo menos hasta la primera mitad del siglo XIX; y la ampliada, hasta la segunda mitad de la misma centuria. Nos preguntamos si pueden estar relacionadas la una con la otra. Al respecto pensamos que es altamente probable que Markham, al igual que Cantú, haya tomado de su compatriota Miller los tres primeros preceptos, agregándoles, de su propia cosecha, los dos restantes. En ambos casos, el historiador británico, que algo de gramática quechua sabía, se habría encargado de refrasearlos en la forma en que aparecen , Ahora bien, asumiendo que Markham tomó de Miller la trilogía registrada por este, ¿en qué medida puede sostenerse que el autor de las Memorias habría sido su" inventor"? No lo creemos así, pues pensamos, más bien, que él se habría limitado a registrar algo que circulaba en boca de los patriotas, como un cliché que sintetizara, en tres postulados sencillos como categóricos, toda la historia idílica y romántica a la vez del imperio incaico. Es más, estamos persuadidos de que tales preceptos habrían sido forjados al calor de lo que Rowe llamó "el movimiento nacional inca"; es decir, alrededor de 1780. Como se sabe, para los líderes de dicha gesta los Comentarios Reales eran su biblia, pero tampoco eran ajenos a los destellos provenientes de la ilustración francesa y de la obra de sus enciclopedistas (cf. Rowe 1976 [1954]).


De una cosa estamos seguros, sin embargo, y es que el compendio moralizante, si bien se inspira en la historia incaica de corte eminentemente garcilasiana y lascasiana a la vez, no puede remontar más allá de la segunda mitad del siglo XVIII, de manera que cuando Miller lo consigna todavía estaba fresco en la memoria de los gestores de la independencia. Ello es cierto para la preceptiva ternaria, pues la quinaria, al estar ausente de toda documentación anterior al siglo XX, resulta a todas luces un parche tardío, y, por consiguiente, desprovisto de tradición. Por lo demás, hay otro dato, esta vez de carácter lingüístico, que confirma el carácter postizo de la trilogía moralizante: los preceptos quechuas fueron elaborados por alguien que no tenía un dominio pleno de la lengua. De este asunto, nos ocuparemos en la siguiente sección.
Al margen de la discusión desarrollada previamente, debemos llamar la atención sobre el hecho de que quienes - tácita o explícitamente, según se vio - han desautorizado o aceptado los términos de la preceptiva moral atribuida a los incas nunca han cuestionado, no al menos explícitamente, la naturaleza anómala en que aparecen formulados en su versión supuestamente original,
es decir, quechua. No parece en este caso, como es regla general en otros, que ello obedeciera necesariamente al desconocimiento de la lengua por parte de quienes le otorgan a la trilogía (o a su versión aumentada) un carácter genuino. Conforme veremos, las cosas parecen haber ocurrido al revés, ya que quienes estuvieron en capacidad de cuestionarla no lo hicieron.
Parece claro por qué resultaban anómalas las expresiones que la integran: ellas no satisfacen la fórmula ama X-chu exigida por todo enunciado de carácter prohibitivo en la lengua. Que esto es así ya nos lo sugería el propio Guaman Poma de Ayala, cuando pone en boca de los españoles, a manera de velada sátira, una frase curiosamente similar a las de la trilogía. Veamos el pasaje respectivo, en el que el cronista indio nos refiere cómo los primeros españoles conquistó la tierra con sólo dos palabras que aprendió, decían" Ama mancha. Noca Ynga", que no tenga miedo que él era Ynga. Decía a boses a los yndios y se huyan de ellos por temor. Y no conquistó con armas ni derramamiento de sangre ni trauajo. (cf. Guaman Poma 1980 [1615]: 367) La frase que nos interesa en el texto citado es, naturalmente, la de "ama mancha", sin duda un ejemplo típico del aprendizaje imperfecto y balbuciente del quechua por parte de los conquistadores. Ella no se ajusta, como puede verse, a la fórmula de la estructura quechua mencionada, pues para ser una expresión bien formada le falta, entre otros elementos, el sufijo negativo terminal -chu, que es el que cierra todo enunciado prohibitivo. Del mismo modo, los apotegmas ama suwa, ama llulla y ama qilla, si bien entendibles como expresiones sincopadas, resultan gramaticalmente incorrectos, como cuando en castellano quisiéramos decir 'no ladrón', 'no mentiroso' y 'no ocioso', que son las glosas que precisamente les asigna Mejía Xespe, traicionando sus conocimientos del quechua, pero mostrando a la par su dominio inseguro de la lengua.
Ahora bien, en verdad, para que la predicación negativa que subyace a tales preceptos cobre una fuerza pragmática perlocutiva no basta con solo adherirles la marca de cierre de la prohibición. De hecho, los predicados que integran la trilogía, al igual que el ejemplo guamanpomiano, no pueden admitir libremente la anexión de -chu: *ama suwa-chu, *ama llulla-chu y *ama qilla-clzu son no solo clamorosamente agramaticales sino, peor incomprensibles en cualquier situación comunicativa que podamos imaginar.

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