PARADOJAS POLÍTICAS
Escribe: Milcíades Ruiz
E |
n
el universo, todo sucede según la predominancia de las fuerzas que intervienen
en los hechos. Toda predominancia genera en su entorno un sistema de atracción
propia. La predominancia gravitacional del sol generó un sistema planetario, al
que nuestro planeta está adherido. El capitalismo, es un sistema de predominancia económica. Esta,
atrae y condiciona a su medida, todo su entorno de influencia, en lo
ideológico, social, jurídico, educativo, etc. El sistema funciona como una
integridad interconectada. Entender esto en política, es clave.
Si
nos fijamos bien en la envoltura de los hechos universales, vamos a encontrar
que la materia en el
universo tiende a integrarse de manera sistémica según las fuerzas
predominantes. En nuestro planeta, los océanos son ecosistemas de vida, en los que
predomina el agua. La
atmósfera es un sistema integrado, en el que predominan las fuerzas
meteorológicas. Lo sistémico está en nuestro organismo, cuyas partes están interconectadas por la
predominancia sanguínea. Lo que afecta a las partes, repercute en el todo. El análisis sistémico nos ayuda a
ser más certeros en nuestra mentalidad.
El sistema de desarrollo andino
prehispánico, de predominancia comunitaria, era muy distinto al sistema europeo
de predominancia individual. Con la conquista española del Tahuantinsuyo, se
implantó el sistema colonial,
con predominancia monárquica. Pero con la independencia, se estableció el sistema republicano,
controlado por la predominancia de alcurnia extranjera en el poder que,
adoptó el sistema
capitalista a su conveniencia.
Este
sistema nos clasifica según nuestra capacidad económica. Al nacer, encontramos ya un
sistema establecido, al que la sociedad se ha adaptado de generación en
generación, perdiendo de vista su carácter sistémico. Se ignora sus
orígenes y, los mecanismos de su predominancia o, poder de dominio. Entonces, se asume esta situación como un
designio extra humano, sin visionar lo sistémico.
En
estas condiciones, aceptamos
como válidas las normas del sistema, porque creemos que no existen alternativas.
Repudiamos a los parlamentarios actuales y pasados, sin darnos cuenta que ellos
son producto del sistema
de gobierno cuya predominancia determina esta falencia indeseable. Pero
ellos, no son la causa sino, el efecto. Por consiguiente, mientras no se cambie las
predominancias en la fabricación política, el sistema arrojará el mismo
resultado.
De nada sirve cambiar gobernantes
indeseables, porque vendrán otros de la misma condición, ya que la
fabricación es defectuosa. De lo que se trata es, de corregir el sistema cambiando la predominancia
nociva. Si, en el sistema político predominan los mecanismos arbitrarios
encubiertos, contra la participación auténtica del pueblo, entonces habrá
fraude que determina una falsa democracia, con las inequidades que sufrimos.
Pero reclamamos contra el
producto final y no, contra el sistema que lo evacúa.
La
primera constitución de la república estableció como requisito eleccionario ser
ciudadano, a sabiendas
que, toda la población nativa quedaría fuera, porque para ello,
necesitaba saber leer y escribir el idioma extranjero. Agregó para mayor
seguridad, no ser
subordinado, poseer bienes rentables y profesiones dignas. Con esta
trampa, el derecho
eleccionario quedaba solo para una minúscula élite de abolengo español.
La
constitución de 1860 establecía que solo podían sufragar los hombres, mayores
de 21 años. La ley electoral de 1890 excluyó explícitamente a los analfabetos.
Solo en 1955 se reconoció el derecho de sufragio a las mujeres, siempre que no
fueran analfabetas. Tuvo
que pasar 89 años, para que la Constitución de 1979, reconociera el derecho
electoral a los analfabetos. Es así, como la predominancia de arbitrariedades en el sistema
político, condiciona la vida de los pueblos.
La predominancia de políticos de alcurnia colonial en el sistema político, se arrastra hasta ahora, determinando las inequidades de representatividad en los órganos de gobierno nacional. Los que gobiernan, no son representativos de los sectores mayoritarios del pueblo peruano. El sector agrario es mayoritario en población y empleo, es el mayor contribuyente en el crecimiento económico nacional y el que mayor cantidad de divisas capta para el erario nacional, pero, no está representado en el poder legislativo. La Comisión Agraria de este, está en manos extrañas.
Una
de las arbitrariedades de nuestro sistema político, que se arrastra desde el
siglo XIX es que, los
electores estamos obligados a votar solo y exclusivamente por los partidos
políticos. Esta predominancia se introdujo después de 1870, bajo influencia europea, ajena a
nuestra realidad y, a nuestra idiosincrasia ancestral. Fue la aristocracia
de extracción colonial la que adoptó el sistema bajo su predominancia. Pese a
que este sistema segregacionista es ya, obsoleto y, no responde a nuestra
realidad actual, se lo
sigue utilizando a conveniencia de los grupos de poder.
La
mayoría de peruanos
repudia a los partidos políticos y es reacia a afiliarse a ellos. Los
militantes son muy escasos en comparación con el grueso de la población. Por
consiguiente, los partidos
políticos representan solo una ínfima minoría, a pesar de lo cual son los únicos que pueden
acceder al gobierno nacional, regional y local. El concepto general es
que, la democracia es el
gobierno de la mayoría, pero nuestro sistema político nos niega este derecho.
Esto determina que tengamos una democracia paradójica, en la que las minorías gobiernan a las
mayorías.
Son los partidos políticos los que
monopolizan el Poder Legislativo que, es el que gobierna a través de leyes.
Pero, teniendo en cuenta que, salvo excepciones, detrás de los partidos políticos están los grupos de
poder que financian sus campañas electorales, resulta insólita esta
arbitrariedad. Es más, los
partidos políticos presentes en el actual legislativo, son financiados
mensualmente por el estado (es nuestro dinero) según la votación
obtenida para cubrir supuestas actividades institucionales. Reciben una
millonada de dinero y, tienen esta ventaja arbitraria frente a los movimientos políticos que no están en
el Congreso. Es una arbitrariedad está legalizada jurídicamente como
también, la amnistía a los
terroristas de estado, pero es porque el sistema político lo permite. De
lo contrario, no podrían hacerlo.
Podría
malinterpretarse que, con lo dicho, se busca la desaparición de los partidos
políticos, pero no es así. Lo que sostengo es que su predominancia con
exclusividad, es una
trampa del sistema de gobierno, para bloquear las opciones populares
mayoritarias. Lo que se cuestiona es la exclusividad segregacionista. Con una reforma que
corrija esta arbitrariedad, los partidos políticos podrán seguir siendo una
opción libre, compitiendo
con otras instituciones representativas de los sectores económicos y sociales
en los niveles nacional, regional y local.
La
Reforma, podría corregir también la arbitrariedad de la desproporción. Los cupos de
representatividad, deberían
ser proporcionales a la masa electoral, según sectores mayoritarios. De
este modo, a nivel distrital, la composición del Consejo Municipal y del
Cabildo municipal, deberían ser equitativa en proporción a la masa electoral de los sectores sociales
locales y no, por componendas arbitrarias de cúpulas partidistas cuya
predominancia es nociva.
Los
alcaldes y regidores podrían
ser elegidos directamente por el Cabildo municipal y no, por elección a
través de un sistema electoral fraudulento, en un mercado político de corruptos ambiciosos de poder,
para traficar con las prerrogativas en obras y contratos. Con el sistema
actual, invertir en
política es como cualquier negocio capitalista cuya rentabilidad genera
millonarios por corrupción.
La lucha no es contra los
“guachimanes”, sino, contra el sistema, cuyas predominancias arbitrarias causan
las injusticias que nos lastiman. Identificar estas predominancias y combatirlas es lo racional. Al desaparecer la causa,
desaparecen los efectos. Si luchamos contra los efectos, sin atacar las
causas, los efectos persistirán. Se equivocan quienes actúan por emotividad, sin mirar lo sistémico.
Atacar a los “guachimanes” del ejecutivo y del legislativo, seguramente será lo
fuerte de la campaña electoral que se avecina y, todo seguirá igual, porque el enfoque de la problemática
nacional es emotivo, más que sistémico.
Es
una irresponsabilidad de los partidos, pretender gobernar sin tener conocimiento técnico de los
mecanismos del sistema de gobierno capitalista en lo económico, político, y
otros aspectos. El
empirismo predomina en los movimientos populares que se sustentan en lo emotivo
más que en lo racional. El idealismo sin base materialista no es sostenible. Disculpen
la impertinencia. <:>
Agosto 15/ 2025