USAID: TIBURON “BUENO”
Juan Manuel Robles
En
HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 719, 7FEB25
C |
uando Estados Unidos entendió que, por más
superpotencia militar que fuera, no podía dejar que las guerritas se le
multiplicaran hasta lo ingestionable, nació Usaid. Cuando Estados Unidos
estimó que —salvo invasiones elegidas y muy rentables— era mejor la zanahoria
que el garrote, nació Usaid, tu mano amiga. Cuando Estados Unidos, unos cuantos
hombres muy astutos de Estados Unidos, se dieron cuenta de que el
antiimperialismo es un fuego que prende bien donde hay hambre y que en esas
economías pequeñas los dólares se hacen gigantescos, nació Usaid y consolidó
su ayuda y cooperación interesada: dinero a cambio de influencia.
Cuando Estados Unidos notó que con esos fondos no
solo podía ganarles lugar a las izquierdas locales en el negocio de la ayuda
social, sino que además podía captar a esos izquierdistas —robarles el corazón
y sus banderas domesticadas—, Usaid se volvió indestructible. O, bueno, casi.
Así, la presencia de Usaid se fue fortaleciendo,
fomentando un discurso en favor de una justicia social, una que dejaba de lado,
naturalmente, cualquier lucha por subvertir el orden y cuestionar las
relaciones de dominación y la necesidad de autonomías.
Como parte del trabajo de la agencia ha sido limitar
el sentido común de varias generaciones de progresistas, yo se los explico apelando
a la condición de fanáticos de Star Wars (que sé que varios de ellos
comparten). Pues es como si Darth Vader, después de orden 66 y ya bien sentado
al lado de Palpatine, hubiera decidido abrir una Escuela de Jedis, con
sucursales en toda la galaxia y financiamiento del imperio.
Para fomentar el espíritu noble de aquella orden
venerable, con talleres en que se entrene a los jóvenes en el arte de mover
rocas con la mente, para el aplauso y ferias en Tatooine. Por supuesto, no
estarían permitidos los sables láser. Esos Jedis de exhibición son modernos y
pacíficos.
Seamos
claros: no es que Usaid, generosa, altruista, humana, “también” promueva
agendas políticas. Es que esa es su función principal, para eso fue creada. En
Estados Unidos, a funcionarios y políticos —a favor y en contra- se les escapa
decir que la agencia es una “fachada de la CIA”. Por primera
vez sale en los cables internacionales algo que siempre se supo, y han tenido
que ser los trumpistas quienes lo digan: que las actividades de Usaid están destinadas
a desestabilizar gobiernos. Eso es lo importante. El dinero, el apoyo a los
programas sociales, es una forma de ganar lealtades y colaboradores. Usaid
está tan metida en ese entramado social que financia cursos a jueces y
fiscales, y patrocina el Lugar de la Memoria (ya saben por qué en ese museo no
encontrarán un rinconcito dedicado a Usaid y su participación en las
esterilizaciones forzadas).
Que a veces los intereses de Usaid coincidan con los
nuestros —como cuando se sumó a la oposición contra Fujimori, cosa que ocurrió
debido a que Estados Unidos le bajó el pulgar al presidente, como antes había
hecho con su exaliado Pinochet—, no la hace neutral ni bienintencionada. La
injerencia estadounidense en América Latina, cuando sus pueblos quieren
empoderar a un gobernante que no les gusta, tiene una historia dolorosa de
muertes y mentiras, y Usaid es parte de ella.
Por eso, a quienes vimos con interés el surgimiento
de movimientos progresistas de la región, a los que hubiéramos querido un Evo
Morales o un Rafael Correa en el Perú, a los que todavía tenemos la esperanza
de, al menos, una Claudia Sheinbaum peruana, el destino de una agencia que
contribuyó a minar todos esos proyectos nos vale madre. Claro, hubiera sido
mejor que nos pasara como a Bolivia, donde el presidente se levantó un día y
decidió anunciar que cojan sus maletas y se larguen, por injerencistas, y no
como podría ocurrir ahora, por un reacomodo interno expresado en el zarpazo de
un megalómano impresentable.
Y por cierto, todos los argumentos que apelan a los
desposeídos que se verán perjudicados si cesa la ayuda de Usaid confirman lo que
dijo el presidente Gustavo Petro: eso no es ayuda. No lo es. Era justamente lo
que buscaban y lo lograron: la creación de una dependencia que nunca debió
haber existido en primer lugar.
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