miércoles, 4 de diciembre de 2024

EN LA CELEBRACIÒN DEL 28 DE JULIO "DIA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL"

LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES

Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas

E

l tema que concierne a la fundación de la República de Perú viene cobrando, desde hace algunas décadas, un cariz cada vez más cercano a lo polémico. El tratamiento investigativo de los hechos que se dieron durante el proceso que llevó a supresión efectiva del poder político de España se hace cada vez más necesario.

El papel que cumplió España como potencia europea colonialista que administró y ejerció omnímodamente el poder político sobre los pueblos tahuantinsuyanos, a los que invadió y despojó de sus sistemas vitales, requiere de muchos y mayores análisis.

El sobre esa temática gana creciente notoriedad e interés estudios e investigaciones que ofrecen datos, informaciones y hasta opiniones y comentarios que contribuyen al esclarecimiento de los hechos que se dieron antes, durante y después del 28 de julio de 1821.

La actitud laudatoria

En el debate vigente predomina aun la tendencia, encomiástica y a veces panegírica de lo que vinieron a hacer e hicieron en lo militar y en lo político ideológico los líderes “libertadores”, sus estados mayores y sus colaboradores cercanos de otros países, que en conjunto protagonizaron las luchas definitorias de la independencia política del Perú.

Las líneas maestras de esa tendencia maqui­llada y cosmética que se imparte a nuestros estudiantes las advertimos en los mismos textos escolares, así como en los muchos miles de volúmenes publicados sobre este segmento de la historia peruana. La acción de los grupos humanos comprometidos en la lucha emancipadora es descrita, por lo general, en forma ampulosa, pero sin incidir mayormente en las profundidades de las reales y subyacentes intenciones que informaron a las elites dirigentes independentistas peruanas y extranjeras de ese tiempo clave para la vida peruana.

Lo Histórico-Critico

De otro lado, en las últimas décadas ha ido cobrando presencia creciente aquella tendencia que pretende distinguirse por la búsqueda rigurosa de la verdad en la actuación de los líderes y grupos dirigentes en mención; en la interpretación de los reales fines geopolíticos que ellos querían alcanzar; y, en establecer hasta qué punto hubo propósitos de estructurar sociedades políticas y económicas destinadas a preservar los evidentes privilegios de la capa social criolla que asumió las responsabilidades de conducción de la secuencia liberadora.

Cercana a esa línea está la gestación y desarrollo de “un discurso nacionalista, contestatario de la única historia oficial, promotor de la superación de las actitudes acríticas, que busca reivindicar la participación de los peruanos, de los sectores populares en las conspiraciones, revueltas y rebeliones ocurridas a partir de 1780 como movimientos de subversión frente al poder español y que se dieron como prolegómeno a la independencia concedida por los ejércitos provenientes del sur y del norte, con el fin primordial de asegurar la libertad de sus respectivos países.

San Martin loado

"La guerra de la inde­pendencia duró alrededor de seis años si tomamos como hecho inicial el desembarco de San Martín en Paracas (en setiembre de 1820) y como acontecimiento final, la rendición del último baluarte realista: el Real Felipe del Callao en enero de 1826”.

Sin duda, José de San Martín fue una figura clave para el logro y consolidación de nuestra independencia política. De él se dice en el libro EL SANTO DE LA ESPADA, que …”además de padre de la patria argentina, contribuyó significativamente a los procesos independentistas de Chile y del Perú” y que “su propósito fundamental fue asegurar a los pueblos hispanoamericanos su segregación de la monarquía borbónica y apoyarlos en sus aspiraciones de establecer su condición de estados soberanos”.

“Asegurada la independencia de Chile, San Martín organizó el Ejército Libertador con el que llegó al Perú en agosto de 1820. La necesidad de ali­mentar, vestir y remunerar a los casi cinco mil hombres que, al mando de San Mar­tín, desembarcaron en Pisco en setiembre de 1820 para hacernos libres, fue como exigirle a un anémico donar medio litro de sangre”, señala el historiador economista Carlos Contreras Carranza.

Después de algunas cortas campañas, el 28 de julio de 1821 jura la independencia del Perú y el 3 de agosto asume el mando político y militar bajo el título de Supremo Protector, como aparece en el Decreto fechado ese día.

Convoca y hace elegir al primer congreso constituyente el 1 de mayo de 1822, que resulta ser una representación de corte elitista y hasta nobiliario. Muchos de los constituyentes fueron nominados a dedo en Lima como representantes de regiones que ni conocían; como es el caso, por ejemplo y no el único, de Hipólito Unanue que fue designado como diputado por Puno.

San Martín fue a entrevistarse con Bolívar en Guayaquil, en julio de 1822. Como seguramente hubo desacuerdo, San Martín prefirió “abandonar el campo de su gloria con un renunciamiento ejemplar – dice uno de sus biógrafos- antes que claudicar en sus principios de libertador de pueblos. Renunció a la gloria y envainó dignamente su espada”.

Ya sin San Martín, Sucre que ya estaba en Lima como avanzada diplomática y militar de Bolívar, de inmediato presionó al congreso para que designara una Junta de gobierno, que una vez electa resultó un triunvirato presidido por el destacado criollo José Domingo de La Mar y Cortázar.

Conceptos laudatorios sobre Bolívar

Pero quien se lleva las mayores loas es Simón Bolívar. Se ha dicho y se dice de él: “Es el hombre del milenio en América” (según una encuesta): “líder continental e histórico; genio político triunfante puesto que liberó a seis repúblicas”.

Nuestro admirado Juan José Vega no escatima ditirambos al decir de Bolívar que fue un “estadista, doctrinario, legislador, sociólogo, visionario, con cerca de 500 combates y batallas”.

El autor del libro “Historia del Perú Independiente”, Mariano Felipe Paz Soldán, sentencia: "Bolívar fue el más grande de los héroes, el más virtuoso de los hombres públicos, el más desinteresado patriota, el más humilde en su grandeza, y a quien el Perú, Chile y las Provincias Argentinas le deben su vida y su ser político".

Sin duda, Bolívar había realizado una brillante gestión militar en el norte del continente sudamericano, lo cual lo convirtió en alternativa necesaria para venir a consolidar la independencia del Perú y, se dice que hasta de dirigirlo, por el caos en que estaba sumido el país. Sin embargo esa gestión fue, en algunos aspectos, desafortunada para nuestro país.

Criticas a Bolívar

Creo que es conocido el libro “del investigador Herbert Morote “BOLIVAR. EL LIBERTADOR Y ENEMIGO Nº 1 DEL PERU” casi ocultado y ninguneado por la corriente defensora de la “historia oficial”. Bástenos reproducir el meollo indiscutible de las conclusiones del estudio, que dice:

Sin Bolívar el Perú no se hubiera independizado el año 1824. Pero sin él el Perú hubiera sido más grande y fuerte. Nuestro Libertador sacrificó, expolió, engañó y cercenó al país a tal extremo que ninguna otra nación latinoamericana jamás llegó a pagar por su independencia lo que el Perú pagó por la suya, ningu­na otra tampoco estuvo en tanto peligro de perder aún más. Sin Bolívar nuestra independencia hubiera demorado unos años. Con Bolívar nuestras pérdidas fue­ron irrecuperables”.

“En sólo quince meses Bolívar logró la victoria contundente que puso fin a trescientos años de colonialismo. Pero la premura por independizarnos el año 1824 nos costó, entre muchas cosas, la pérdida de más de la mitad del territorio nacio­nal. ¿Ha habido otro país latinoamericano que haya pagado por su independencia más de un millón cien mil kilómetros cuadrados? Bolívar no se contentó con des­pojarnos de Guayaquil y el Alto Perú, también pretendió apoderarse de Jaén y Maynas (que en esos tiempos abarcarían más de cien mil kilómetros cuadrados, esto es el 10% del territorio nacional actual) y regalar a Bolivia la costa desde Tacna a Antofagasta”.

José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete

Lo que dice de Bolívar el primer Presidente de la República del Perú

Como ya dijimos, San Martin antes de la entrevista con Bolívar en Guayaquil hizo elegir al primer congreso constituyente peruano, y este designó un triunvirato como Junta de Gobierno con José de La Mar como jefe.

Al cabo de los tres años que duro el gobierno de la Junta, un grupo de militares peruanos se amotinaron en Balconcillo y exigieron al congreso constituyente la designación con el cargo de Presidente de la Republica a José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete.

Este, como buen político y militar se impuso la tarea de registrar y documentar los hechos del proceso independentista en sus primeros tramos. Casi subrepticiamente publicó en Paris en 1858 su libro “MEMORIAS Y DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ Y CAUSAS DEL MAL ÉXITO QUE HA TENIDO ÈSTA”, bajo que seudónimo de Pruvonena, que con el tiempo llegó a descubrirse que era el anagrama del término: “un peruano”.

De José de San Martín dice que al haberse proclamado protector del Perú y ejercido funciones de gobierno aunque por poco tiempo, violó el tratado firmado en Buenos Aires (5/02/1819) entre el Río de la Plata y Chile, según el cual ningún militar de las tropas intervendrían en el gobierno de los países liberados.

Riva Agüero entre muchas acusaciones a San Martín le endilga las de haber saqueado los caudales del Perú y haber gozado con ellos en Europa; de haber expropiado dictatorialmente a los colonos hispanos almacenes, bodegas, depósitos, esclavos, ganados y demás bienes; de haberse retirado del Perú sin haber consumado la independencia, exponiéndolo a la venganza de los españoles, con riesgo de reimplantarse la situación colonial, sin haber desenvainado su espada y sin que sus tropas dispararan jun solo tiro.

Riva Agüero y Sánchez Boquete dedica varios capítulos de su libro a Bolivar

Riva Agüero estaba convencido de que Bolívar envió a Sucre como adelantado diplomático, pero con tropas “para hacer que los políticos peruanos se peleen unos contra otros y así se creara la situación anárquica que los obligara a llamarlo y luego hacerse del poder absoluto”.

Bolívar al llegar a Lima en septiembre de 1823, encuentra que el congreso estaba en conflicto con el presidente Riva Agüero. El recién llegado “libertador” de acuerdo con Sucre opta a favor del Congreso que nombra como presidente al marqués Torre Tagle; hace que Riva Agüero sea declarado traidor a la patria y luego lo hace apresar y lo envía al exilio en Europa.

Según Riva Agüero, San Martín y Bolívar, vinieron al Perú en condición de auxiliares militares, para apoyar con las armas la desigual lucha de los peruanos por su libertad. Sin embargo, resultó que ambos militares se hicieron del poder político del naciente Estado y se pusieron a la cabeza determinante de la vida política nacional. Dice que “Bolívar se dedicó a saquear el país y con el dinero conseguido pagaba a multitud de escritores de periódicos de Europa y América para que lo aplaudiesen constantemente, del mismo modo que a autores de sus biografías”.

La mayoría de los elegidos a congreso en setiembre de 1823 tuvieron que ceder a las amenazas del vocero de Bolívar y tuvieron que aprobar el proyecto de Constitución que el mismo libertador preparó.

Riva Agüero acusa también a Bolívar de disponer “manu militare” que la fuerza armada peruana que constaba de 7 mil hombres entre infantes, artilleros y caballería, bien equipados; así como la “respetable escuadra” compuesta por trece buques de guerra entre fragatas, corvetas y bergantines, izaran o enarbolaran la bandera gran colombiana con el subterfugio de constituir “El Ejército Unido”, despareciendo así cualquier símbolo peruano. No obstante –recalca- con esas fuerzas considerables se contribuyó decisivamente al logro de las victorias de Junín y Ayacucho.

Creación de Bolivia

El segundo ciclo de la época de la fundación de la republica (1822-1825) había logrado consolidar la independencia política, pero a costa de dividir el Perú con el desmembramiento de Guayaquil y el desmembramiento del Alto Perú con la fundación de Bolivia.

Sucre había sido el gran instrumento de altísima confianza de Bolívar en lo militar y en lo político, entre otras acciones para despojar al Perú de buena parte de su territorio, creando la “Republica Bolívar”, así denominada originalmente la que ahora es la República de Bolivia.

Para ese propósito que ya lo tenían decidido desde Venezuela, Bolívar y Sucre encontraron que las Provincias Unidas de La Plata les entregaba en sus manos una gran facilidad: Juan Antonio Álvarez de Arenales, delegado de gobierno argentino, comunica a Sucre el 25 de abril de 1825 que el Bajo y el Alto Perú decidan si son países independientes o se unen en el Bajo Perú. Con eso Bolívar tiene las manos libres para dar curso a la creación de un nuevo país.

Bolivar y Sucre separaron del Perú, a las provincias de Guayaquil en el norte y en el sur de las cinco provincias que conformaban el Alto Peru: Charcas, Cochabamba, Potosí, Santa Cruz y La Paz dentro de la que Puno estuvo comprendido por tiempo prolongado. El concepto geopolítico de esos dos políticos militares fue que de esa manera se afianzaba el poderío de su patria, la Gran Colombia” y se impedía que el Perú asumiera poderío y gravitación dominante en el subcontinente, lo cual resultaba peligroso para la seguridad de la Gran Colombia y para concretar los sueños continentales bolivarianos.

Después de que políticos y fuerzas militares extranjeras abandonaran el Perú, las capas criollas dominantes “empezaron un periodo de caudillismo militar que restó ímpetu a la viabilidad de la república, a la formación de un proyecto nacional y a la activa participación democrática”.

El enjuiciamiento crítico del proceso independentista

Hay muchos juicios críticos, ácidos para referirse al proceso peruano de la independencia. Hay quienes han escrito que:

-    La independencia del virreinato del Perú, fue gestada en el extranjero y ejecutada por extranjeros bajo contrato. 

-    No fue un proceso entre los oprimidos y los opresores colonialistas; fue una guerra entre oficiales realistas y oficiales ex realistas, ambos formados en España.

-    En ningún momento, los llamados “libertadores” pensaron en liberar a los nativos, a los indígenas, dueños del Perú de los incas, y devolverles su patria arrebatada. Es en ese fundamento que surge la propuesta de la necesidad de una segunda independencia.

-    Jose de San Martin, Juan de Pueyrredon, Director Supremo de las Provincias Unidas de Río de la Plata (posteriormente Argentina), y Bernardo O’Higgins eran miembros de la Logia Lautaro -refiere el investigador social Milciades Ruiz- y se impusieron el objetivo de convertir al Perú una monarquía propia, sin cambiar la estructura de dominación vigente en la colonia. San Martín, quería a toda costa, implantar una monarquía en Perú, bajo un rey de sangre extranjera. Ni Bolívar ni San Martín, a pesar de su traición a la monarquía hispánica, pretendieron volver al antepasado inca.

- “Los españoles criollos, sojuzgados por los españoles peninsulares, si bien abrazaron esa causa “autodenominándose patriotas”, tenían en sus verdaderos propósitos mantener para ellos el poder económico y político con atisbos liberales, pero con nostalgias hispánicas e ideología abiertamente racista y anti indígena”, acota Milciades Ruiz y remarca: “No estaban dispuestos ceder o a dejar sus fueros y beneficios, que tenían 300 años de vigencia. Ello no obstante, hay que reconocer que la independencia no habría sido factible sin ellos”

- En la mentalidad de los criollos de aquella época, los pobladores autóctonos, a quienes se despojó de su territorio, no eran considerados peruanos. Se les denominaba “indios” o “naturales” que no tenían derechos como personas, pues se les tenía como “salvajes”.

- Hubo apreciables sectores campesinos que creyeron que los “libertadores” les iban a emancipar devolviéndoles su patria arrebatada y cayeron en la trampa. San Martín usaba indígenas en sus filas, pero tenía como política nunca permitir que los indígenas que conformaban su ejército tuvieran acción principal alguna.

- La independencia fue dirigida e implementada por la Republica de Españoles, pero la Republica de los Indios se dividió, una parte en las filas realistas y otra en las filas llamadas “patrióticas”. Lucharon entre si y en ambas partes sirvieron como “carne de cañón”.

- El acta de tal independencia no fue firmada por los líderes nativos ni por algún representante de estos, sino por la nobleza colonialista. Firmaron esa acta, la nobleza representada, entre otros por el Conde San Isidro, el Conde de la Vega del Ren, el Conde de Las lagunas, el Marqués de Villafuerte, el Marqués de Monte Alegre, el Conde de Torreblanca, el Conde de Vista Florida, el Conde de San Juan de Lurigancho, el Marqués de Corpa y, el Marqués de Casa Dávila. Por cierto, al lado de ellos también firmaron los representantes de la capa social de hispanos nacidos en el Perú o criollos a quienes se reconocía notabilidad en diversos campos del quehacer humano. Por supuesto no podía firmar ningún Quispe o Mamani o Huaman.

En fin, podríamos citar muchos otros comentarios, conclusiones de informes de investigación, juicios de valor, que en conjunto constituyen la construcción progresiva de nuevas formas de interpretar el pasado peruano, o si se quiere, de una forma de memoria crítica de los textos y discursos oficiales sobre historia del Perú.

Mirando hacia adelante

Pero al fin de cuentas y de todo lo dicho y se pueda decir de nuestra independencia, lo cierto es que ya en nuestro tiempo se proclama que somos miembros de un país libre, independiente y soberano, que va construyendo su destino en medio de dificultades de variado orden.

El Perú es geográficamente un país múltiple, diverso, y a veces contradictorio, pero al mismo tiempo unitario y orgánico. Nuestro país es un archipiélago de regiones geográficas -marinas, costeñas, andinas, amazónicas- con diferentes niveles de altitud habitados desde el borde del mar basta los 5 mil metros.

En lo socio cultural Perú es un ejemplo de fusión de razas y culturas, con alrededor de 84 grupos idiomáticos, aunque tres cuartos de su población sea hispanohablante.

Fueron sus sabios ancestros los que construyeron Machu Picchu, maravilla mundial; esos antecesores domesticaron y desarrollaron 4,400 especies de plantas de propiedades utilizadas por la humanidad: 787 plantas comestibles, 1,408 especies medicinales, como ningún país en el mundo.

El Perú de sus mayorías nacionales, dio al mundo la papa, el algodón, el maíz, el cacao, la quinua, el frejol, el tomate y cien especies vegetales más, aunque cada año tenga que gastar todavía centenas de millones de dólares en importar alimentos.

El Perú es un país lleno de contradicciones y contrastes de distinta clase, políticas, económicas, sociales. Es un país plural, un país en construcción, en el que su gente anhela lograr su progreso y desarrollo.

Sin desconocer las crisis sociales y políticas que en cada tiempo atraviesa el país y sin enmascarar la realidad global que lo caracteriza, el Perú puede mantener y afianzar la recuperación de sus esencias culturales que heredó desde el pasado de siglos y proyectarlas al porvenir para encontrarlas en la patria grande que todos soñamos.

Todos los peruanos deben mantener la fe y esperanza en que llegarán tiempos mejores para nuestro querido país. Nunca debe perderse el orgullo de ser peruanos, para decirlo así en este y en todos los aniversarios que vengan.

Ahora, en el momento que vivimos, acaso grave por sus connotaciones económicas, sociales, políticas y morales, no podemos renunciar a la esperanza de que nuestra clase política -que quiérase o no, se turna en las tareas de conducción del Estado-, consiga definir una visión global del Perú a largo plazo, sustentada en las distintas potencialidades de todo orden que hemos heredado, pero fundada también en la verdad de su pasado histórico.

“Solo la verdad nos hará libres”.


  

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