LA VERDAD NOS
HARÁ LIBRES
Escribe: Guillermo
Vásquez Cuentas
E |
l tema que concierne a la
fundación de la República de Perú viene cobrando, desde hace algunas décadas,
un cariz cada vez más cercano a lo polémico. El tratamiento investigativo de
los hechos que se dieron durante el proceso que llevó a supresión efectiva del
poder político de España se hace cada vez más necesario.
El papel que cumplió España como
potencia europea colonialista que administró y ejerció omnímodamente el poder
político sobre los pueblos tahuantinsuyanos, a los que invadió y despojó de sus
sistemas vitales, requiere de muchos y mayores análisis.
El sobre esa temática gana
creciente notoriedad e interés estudios e investigaciones que ofrecen datos,
informaciones y hasta opiniones y comentarios que contribuyen al
esclarecimiento de los hechos que se dieron antes, durante y después del 28 de
julio de 1821.
La actitud laudatoria
En
el debate vigente predomina aun la
tendencia, encomiástica y a veces panegírica de lo que vinieron a hacer e
hicieron en lo militar y en lo político ideológico los líderes “libertadores”,
sus estados mayores y sus colaboradores cercanos de otros países, que en
conjunto protagonizaron las luchas definitorias de la independencia política
del Perú.
Las líneas maestras de esa
tendencia maquillada y
cosmética que se imparte a nuestros estudiantes las advertimos en los mismos textos escolares, así como en los muchos
miles de volúmenes publicados sobre este segmento de la historia peruana. La
acción de los grupos humanos comprometidos en la lucha emancipadora es
descrita, por lo general, en forma ampulosa, pero sin incidir mayormente en las
profundidades de las reales y subyacentes intenciones que informaron a las
elites dirigentes independentistas peruanas y extranjeras de ese tiempo clave
para la vida peruana.
Lo Histórico-Critico
De otro lado, en las últimas décadas ha ido cobrando presencia creciente aquella tendencia que pretende distinguirse por la búsqueda rigurosa de la verdad en la actuación de los líderes y grupos dirigentes en mención; en la interpretación de los reales fines geopolíticos que ellos querían alcanzar; y, en establecer hasta qué punto hubo propósitos de estructurar sociedades políticas y económicas destinadas a preservar los evidentes privilegios de la capa social criolla que asumió las responsabilidades de conducción de la secuencia liberadora.
Cercana a esa línea está la
gestación y desarrollo de “un discurso nacionalista, contestatario de
la única historia oficial, promotor de la superación de las actitudes
acríticas, que busca reivindicar la participación de los peruanos, de los
sectores populares en las conspiraciones, revueltas y rebeliones ocurridas a
partir de 1780 como movimientos de subversión frente al poder español y que se
dieron como prolegómeno a la independencia concedida por los ejércitos
provenientes del sur y del norte, con el fin primordial de asegurar la
libertad de sus respectivos países.
San Martin
loado
"La guerra
de la independencia duró alrededor de seis años si tomamos como hecho inicial
el desembarco de San Martín en Paracas (en setiembre de 1820) y como
acontecimiento final, la rendición del último baluarte realista: el Real Felipe
del Callao en enero de 1826”.
Sin
duda, José de San Martín fue una figura clave para el logro y consolidación de
nuestra independencia política. De él se dice en el libro EL SANTO DE LA
ESPADA, que …”además de padre de la patria argentina, contribuyó
significativamente a los procesos independentistas de Chile y del Perú” y que
“su propósito fundamental fue asegurar a los pueblos hispanoamericanos su
segregación de la monarquía borbónica y apoyarlos en sus aspiraciones de
establecer su condición de estados soberanos”.
“Asegurada
la independencia de Chile, San Martín organizó el Ejército Libertador con el
que llegó al Perú en agosto de 1820. La necesidad de alimentar, vestir y remunerar a los casi cinco mil
hombres que, al mando de San Martín, desembarcaron en Pisco en setiembre de
1820 para hacernos libres, fue como exigirle a un anémico donar medio litro de
sangre”, señala el historiador economista Carlos Contreras Carranza.
Después
de algunas cortas campañas, el 28 de julio de 1821 jura la independencia del
Perú y el 3 de agosto asume el mando político y militar bajo el título de
Supremo Protector, como aparece en el Decreto fechado ese día.
Convoca
y hace elegir al primer congreso constituyente el 1 de mayo de 1822, que
resulta ser una representación de corte elitista y hasta nobiliario. Muchos de
los constituyentes fueron nominados a dedo en Lima como representantes de
regiones que ni conocían; como es el caso, por ejemplo y no el único, de
Hipólito Unanue que fue designado como diputado por Puno.
San
Martín fue a entrevistarse con Bolívar en Guayaquil, en julio de 1822. Como
seguramente hubo desacuerdo, San Martín prefirió “abandonar el campo de su
gloria con un renunciamiento ejemplar – dice uno de sus biógrafos- antes que
claudicar en sus principios de libertador de pueblos. Renunció a la gloria y
envainó dignamente su espada”.
Ya
sin San Martín, Sucre que ya estaba en Lima como avanzada diplomática y militar
de Bolívar, de inmediato presionó al congreso para que designara una Junta de
gobierno, que una vez electa resultó un triunvirato presidido por el destacado
criollo José Domingo de La Mar y Cortázar.
Conceptos
laudatorios sobre Bolívar
Pero
quien se lleva las mayores loas es Simón Bolívar. Se ha dicho y se dice de él:
“Es el hombre del milenio en América” (según una encuesta): “líder continental
e histórico; genio político triunfante puesto que liberó a seis repúblicas”.
Nuestro
admirado Juan José Vega no escatima ditirambos al decir de Bolívar que fue un
“estadista, doctrinario, legislador, sociólogo, visionario, con cerca de 500
combates y batallas”.
El
autor del libro “Historia del Perú Independiente”, Mariano Felipe Paz Soldán,
sentencia: "Bolívar fue el más grande de los héroes, el más virtuoso de
los hombres públicos, el más desinteresado patriota, el más humilde en su
grandeza, y a quien el Perú, Chile y las Provincias Argentinas le deben su vida
y su ser político".
Sin
duda, Bolívar había realizado una brillante gestión militar en el norte del
continente sudamericano, lo cual lo convirtió en alternativa necesaria para
venir a consolidar la independencia del Perú y, se dice que hasta de dirigirlo,
por el caos en que estaba sumido el país. Sin embargo esa gestión fue, en
algunos aspectos, desafortunada para nuestro país.
Criticas a
Bolívar
Creo
que es conocido el libro “del investigador Herbert Morote “BOLIVAR. EL LIBERTADOR Y
ENEMIGO Nº 1 DEL PERU” casi ocultado y ninguneado por la corriente defensora
de la “historia oficial”. Bástenos reproducir el meollo indiscutible de las
conclusiones del estudio, que dice:
“Sin Bolívar el Perú no se hubiera independizado el
año 1824. Pero sin él el Perú hubiera sido más grande y fuerte. Nuestro
Libertador sacrificó, expolió, engañó y cercenó al país a tal extremo que
ninguna otra nación latinoamericana jamás llegó a pagar por su independencia lo
que el Perú pagó por la suya, ninguna otra tampoco estuvo en tanto peligro de
perder aún más. Sin Bolívar nuestra independencia hubiera demorado unos años.
Con Bolívar nuestras pérdidas fueron irrecuperables”.
“En sólo quince meses Bolívar logró la victoria
contundente que puso fin a trescientos años de colonialismo. Pero la premura
por independizarnos el año 1824 nos costó, entre muchas cosas, la pérdida de
más de la mitad del territorio nacional. ¿Ha habido otro país latinoamericano
que haya pagado por su independencia más de un millón cien mil kilómetros
cuadrados? Bolívar no se contentó con despojarnos de Guayaquil y el Alto Perú,
también pretendió apoderarse de Jaén y Maynas (que en esos tiempos abarcarían
más de cien mil kilómetros cuadrados, esto es el 10% del territorio nacional
actual) y regalar a Bolivia la costa desde Tacna a Antofagasta”.
José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete |
Lo que dice de Bolívar el primer Presidente de la República del Perú
Como
ya dijimos, San Martin antes de la entrevista con Bolívar en Guayaquil hizo
elegir al primer congreso constituyente peruano, y este designó un triunvirato
como Junta de Gobierno con José de La Mar como jefe.
Al
cabo de los tres años que duro el gobierno de la Junta, un grupo de militares
peruanos se amotinaron en Balconcillo y exigieron al congreso constituyente la
designación con el cargo de Presidente de la Republica a José de la Riva Agüero
y Sánchez Boquete.
Este,
como buen político y militar se impuso la tarea de registrar y documentar los
hechos del proceso independentista en sus primeros tramos. Casi
subrepticiamente publicó en Paris en 1858 su libro “MEMORIAS Y DOCUMENTOS PARA
LA HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ Y CAUSAS DEL MAL ÉXITO QUE HA TENIDO
ÈSTA”, bajo que seudónimo de Pruvonena,
que con el tiempo llegó a descubrirse que era el anagrama del término: “un peruano”.
De José de San Martín dice que al haberse
proclamado protector del Perú y ejercido funciones de gobierno aunque por poco
tiempo, violó el tratado firmado en Buenos Aires (5/02/1819) entre el Río de la
Plata y Chile, según el cual ningún militar de las tropas intervendrían en el
gobierno de los países liberados.
Riva Agüero entre
muchas acusaciones a San Martín le endilga las de haber saqueado los caudales
del Perú y haber gozado con ellos en Europa; de haber expropiado
dictatorialmente a los colonos hispanos almacenes, bodegas, depósitos,
esclavos, ganados y demás bienes; de haberse retirado del Perú sin haber
consumado la independencia, exponiéndolo a la venganza de los españoles, con
riesgo de reimplantarse la situación colonial, sin haber desenvainado su espada
y sin que sus tropas dispararan jun solo tiro.
Riva
Agüero y Sánchez Boquete dedica varios capítulos de su libro a Bolivar
Riva
Agüero estaba convencido de que Bolívar envió a Sucre como adelantado
diplomático, pero con tropas “para hacer que los políticos peruanos se peleen
unos contra otros y así se creara la situación anárquica que los obligara a
llamarlo y luego hacerse del poder absoluto”.
Bolívar
al llegar a Lima en septiembre de 1823, encuentra que el congreso estaba en
conflicto con el presidente Riva Agüero. El recién llegado “libertador” de
acuerdo con Sucre opta a favor del Congreso que nombra como presidente al
marqués Torre Tagle; hace que Riva Agüero sea declarado traidor a la patria y
luego lo hace apresar y lo envía al exilio en Europa.
Según Riva
Agüero, San Martín y Bolívar, vinieron al Perú en condición de auxiliares
militares, para apoyar con las armas la desigual lucha de los peruanos por su
libertad. Sin embargo, resultó que ambos militares se hicieron del poder
político del naciente Estado y se pusieron a la cabeza determinante de la vida
política nacional. Dice que “Bolívar se dedicó a saquear el país y con el
dinero conseguido pagaba a multitud de escritores de periódicos de Europa y
América para que lo aplaudiesen constantemente, del mismo modo que a autores de
sus biografías”.
La mayoría de los
elegidos a congreso en setiembre de 1823 tuvieron que ceder a las amenazas del
vocero de Bolívar y tuvieron que aprobar el proyecto de Constitución que el
mismo libertador preparó.
Riva
Agüero acusa también a Bolívar de disponer “manu militare” que la fuerza armada
peruana que constaba de 7 mil hombres entre infantes, artilleros y caballería,
bien equipados; así como la “respetable escuadra” compuesta por trece buques de
guerra entre fragatas, corvetas y bergantines, izaran o enarbolaran la bandera
gran colombiana con el subterfugio de constituir “El Ejército Unido”,
despareciendo así cualquier símbolo peruano. No obstante –recalca- con esas
fuerzas considerables se contribuyó decisivamente al logro de las victorias de
Junín y Ayacucho.
Creación
de Bolivia
El
segundo ciclo de la época de la fundación de la republica (1822-1825) había
logrado consolidar la independencia política, pero a costa de dividir el Perú
con el desmembramiento de Guayaquil y el desmembramiento del Alto Perú con la
fundación de Bolivia.
Sucre
había sido el gran instrumento de altísima confianza de Bolívar en lo militar y
en lo político, entre otras acciones para despojar al Perú de buena parte de su
territorio, creando la “Republica Bolívar”, así denominada originalmente la que
ahora es la República de Bolivia.
Para
ese propósito que ya lo tenían decidido desde Venezuela, Bolívar y Sucre
encontraron que las Provincias Unidas de La Plata les entregaba en sus manos
una gran facilidad: Juan Antonio Álvarez de Arenales, delegado de
gobierno argentino, comunica a Sucre el 25 de abril de 1825 que el Bajo y el
Alto Perú decidan si son países independientes o se unen en el Bajo Perú. Con
eso Bolívar tiene las manos libres para dar curso a la creación de un nuevo
país.
Bolivar y Sucre
separaron del Perú, a las provincias de Guayaquil en el norte y en el sur de
las cinco provincias que conformaban el Alto Peru: Charcas,
Cochabamba, Potosí, Santa Cruz y La Paz dentro de la que Puno estuvo
comprendido por tiempo prolongado. El
concepto geopolítico de esos dos políticos militares fue que de esa manera se
afianzaba el poderío de su patria, la Gran Colombia” y se impedía que el Perú
asumiera poderío y gravitación dominante en el subcontinente, lo cual resultaba
peligroso para la seguridad de la Gran Colombia y para concretar los sueños
continentales bolivarianos.
Después de que políticos y fuerzas militares extranjeras abandonaran el
Perú, las capas criollas dominantes “empezaron un periodo de caudillismo
militar que restó ímpetu a la viabilidad de la república, a la formación de un
proyecto nacional y a la activa participación democrática”.
El
enjuiciamiento crítico del proceso independentista
Hay muchos juicios críticos,
ácidos para referirse al proceso peruano de la independencia. Hay quienes han
escrito que:
-
La independencia del virreinato del Perú,
fue gestada en el extranjero y ejecutada por extranjeros bajo contrato.
-
No fue un proceso entre los oprimidos y los
opresores colonialistas; fue una guerra entre oficiales realistas y oficiales
ex realistas, ambos formados en España.
-
En ningún momento, los llamados
“libertadores” pensaron en liberar a los nativos, a los indígenas, dueños del
Perú de los incas, y devolverles su patria arrebatada. Es en ese fundamento que
surge la propuesta de la necesidad de una segunda independencia.
- “Los
españoles criollos, sojuzgados por los españoles peninsulares, si bien
abrazaron esa causa “autodenominándose patriotas”, tenían en sus verdaderos
propósitos mantener para ellos el poder económico y político con atisbos
liberales, pero con nostalgias hispánicas e ideología abiertamente racista y
anti indígena”, acota Milciades Ruiz y remarca: “No estaban dispuestos ceder o
a dejar sus fueros y beneficios, que tenían 300 años de vigencia. Ello no
obstante, hay que reconocer que la independencia no habría sido factible sin
ellos”
- En la
mentalidad de los criollos de aquella época, los pobladores autóctonos, a
quienes se despojó de su territorio, no eran considerados peruanos. Se les
denominaba “indios” o “naturales” que no tenían derechos como personas, pues se
les tenía como “salvajes”.
- Hubo
apreciables sectores campesinos que creyeron que los “libertadores” les iban a
emancipar devolviéndoles su patria arrebatada y cayeron en la trampa. San
Martín usaba indígenas en sus filas, pero tenía como política nunca permitir
que los indígenas que conformaban su ejército tuvieran acción principal alguna.
- La
independencia fue dirigida e implementada por la Republica de Españoles, pero
la Republica de los Indios se dividió, una parte en las filas realistas y otra
en las filas llamadas “patrióticas”. Lucharon entre si y en ambas partes
sirvieron como “carne de cañón”.
- El acta
de tal independencia no fue firmada por los líderes nativos ni por algún
representante de estos, sino por la nobleza colonialista. Firmaron esa acta, la
nobleza representada, entre otros por el Conde San Isidro, el Conde de la Vega
del Ren, el Conde de Las lagunas, el Marqués de Villafuerte, el Marqués de
Monte Alegre, el Conde de Torreblanca, el Conde de Vista Florida, el Conde de
San Juan de Lurigancho, el Marqués de Corpa y, el Marqués de Casa Dávila. Por
cierto, al lado de ellos también firmaron los representantes de la capa social
de hispanos nacidos en el Perú o criollos a quienes se reconocía notabilidad en
diversos campos del quehacer humano. Por supuesto no podía firmar ningún Quispe
o Mamani o Huaman.
En
fin, podríamos citar muchos otros comentarios, conclusiones de informes de
investigación, juicios de valor, que en conjunto constituyen la construcción
progresiva de nuevas formas de
interpretar el pasado peruano, o si se quiere, de una forma de memoria crítica de los textos y
discursos oficiales sobre historia del Perú.
Mirando
hacia adelante
Pero
al fin de cuentas y de todo lo dicho y se pueda decir de nuestra independencia,
lo cierto es que ya en nuestro tiempo se proclama que somos miembros de un país
libre, independiente y soberano, que va construyendo su destino en medio de
dificultades de variado orden.
El Perú es geográficamente un país múltiple,
diverso, y a veces contradictorio, pero al mismo tiempo unitario y orgánico.
Nuestro país es un archipiélago de regiones geográficas -marinas, costeñas,
andinas, amazónicas- con diferentes niveles de altitud habitados desde el borde
del mar basta los 5 mil metros.
En lo socio cultural Perú es un
ejemplo de fusión de razas y culturas, con alrededor de 84 grupos idiomáticos,
aunque tres cuartos de su población sea hispanohablante.
Fueron sus sabios ancestros los que construyeron
Machu Picchu, maravilla mundial; esos antecesores domesticaron y desarrollaron
4,400 especies de plantas de propiedades utilizadas por la humanidad: 787
plantas comestibles, 1,408 especies medicinales, como ningún país en el mundo.
El Perú de sus mayorías nacionales, dio al mundo la papa, el algodón,
el maíz, el cacao, la quinua, el frejol, el tomate y cien especies vegetales
más, aunque cada año tenga que gastar todavía centenas de millones de dólares
en importar alimentos.
El Perú es un país lleno de contradicciones y contrastes de distinta
clase, políticas, económicas, sociales. Es un país plural, un país en construcción, en el que su gente anhela lograr su progreso y
desarrollo.
Sin desconocer las crisis sociales y políticas que
en cada tiempo atraviesa el país y sin enmascarar la realidad global que lo
caracteriza, el Perú puede mantener y afianzar la recuperación de sus esencias
culturales que heredó desde el pasado de siglos y proyectarlas al porvenir para
encontrarlas en la patria grande que todos soñamos.
Todos los peruanos deben mantener la fe y esperanza
en que llegarán tiempos mejores para nuestro querido país. Nunca debe perderse
el orgullo de ser peruanos, para decirlo así en este y en todos los
aniversarios que vengan.
Ahora, en el momento que vivimos, acaso grave por sus connotaciones
económicas, sociales, políticas y morales, no podemos renunciar a la esperanza
de que nuestra clase política -que quiérase o no, se
turna en las tareas de conducción del Estado-, consiga definir una visión
global del Perú a largo plazo, sustentada en las distintas potencialidades de
todo orden que hemos heredado, pero fundada también en la verdad de su pasado
histórico.
“Solo la verdad nos hará libres”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario