PUNO, INVITACIÓN AL RECUERDO
Jesús Santisteban Ávila
santispuno@gmail.com
Tomado de la revista BRISAS N° 1
Estas mini
descripciones de Puno antiguo son cercanas al año 1950, es decir sesenta y
cuatro períodos anuales transcurridos desde el fin de la segunda guerra
mundial. Compartimos nuestro alcance para iniciar una oportunidad de
comparación. ¿Qué cambios se puede notar en la convivencia de nuestra Ciudad
Lacustre? Todos ustedes están invitados a dudar y preguntar a venerables
personas del hogar, si hay algo de verdad en esta entrega caótica y de
castillos multicolores. Iniciamos el listado.
La denominación de
“Zona de castigo” asignada a nuestra región altiplánica parecía –en aquellos
años- disminuir en importancia. Años después y en determinados sectores la
posibilidad de prestar servicios en Puno, significaría pagar derechos de piso.
Trabajadores
manuales de todo nivel y especialidad conformaban la Sociedad Fraternal de
Artesanos, entidad devota de la imagen de san José carpintero y propietaria del
local donde funcionaba el cine Imperio.
Primero para las
serenatas y el coqueteo, luego para participar en actuaciones de homenaje, la
bohemia puneña cursaba convocatoria de práctica en cantinas y wariques conocidos.
En otro ángulo el
café vespertino obligatorio en nuestras familias tenía que ser tostado en casa,
bajo la inspiración de Mamá. Trozo de cebollita fresca, cáscara de naranja y
una pizca de azúcar, imprimían a la tradicional bebida servida en jarro, un
color moreno intenso y su sabor aromático inconfundible.
La familia Arnez -recordada
con afecto- brindaba servicio de cafetería en horas de la tarde. Café con leche
y empanadas a disposición. Culto a la diversidad y a la satisfacción personal
de una colectividad exigente. Caso similar era el establecimiento de don Genaro
Fuentes en el parque Pino: bizcochos de canela, tajadas con maní, medias lunas
y cachitos.
Los puneños en plan
de turismo encontrarán novedades en el templo de san Juan y en la capilla de
san Antonio. La imagen de san José en trance de fallecimiento visible en el
recinto de la Mamita y, en el caso de san Antonio, la imagen del santo
compartiendo pan con un niño. Hasta donde sabemos ambas esculturas pertenecen a
artistas puneños.
San Carlos, santa
Rosa, la Escuela Normal Superior, el colegio san Ambrosio dirigido por
misioneros Maryknoll cumplían programas de educación. Nadie pensaba aún en la
importancia de la educación intercultural bilingüe.
En Juliaca todavía
no se conocía el mensaje musical de “La calcetera”, ni en Ayaviri el de
“Ayavireña querida”. Para el gusto popular, Kunumisita taquirari de Gilberto
Rojas reunía voces y entusiasmo desde excursiones escolares hasta fiestas
familiares.
Las pequeñitas
asistiendo a los jardines de infancia cantaban –“..los pollitos dicen..-“ El nivel de educación primaria simplemente
desligado de las exigencias en la siguiente etapa. Matemática y lenguaje con
mayores niveles de dificultad. Aurelio Baldor compartiendo novedades con la
colección Bruño. Eran épocas de exaltación ortográfica y el uso y abuso del
lápiz de color rojo para corregir tareas predominaba en la mano derecha de los
profesores.
Juventud y
profesionales alrededor del estudio, la confrontación y el desafío en temas
filosóficos y políticos, en arte y poesía. Nos referimos al Círculo Cultural
Los Chasquis cuyo referente era el soneto “Orgullo Aymara” de la autoría de
Manuel A. Quiroga, distinguido abogado pomateño.
Aún se encontraba
muy lejos el sueño de un aeropuerto en Ventilla. La avenida de circunvalación
llegaría a ser una evidencia algunos años más tarde. Visitar la quinta del
obispo –en las inmediaciones de Pirwa Pirwani- no era muy fácil.
Pintores plásticos y
aquarelistas, grabadores y artistas gozaban del prestigio del Instituto
Americano de Arte. Las instalaciones del municipio ofrecían muestras para el
público.
El “chupe q’ato” en
su natural informalidad agrupaba a trabajadores de carga y construcción
buscando alimentos. Porciones generosas a base de trigo, chuño negro y ají
molido (ofrecidas en chúas de arcilla
pucareña) rubricaban satisfacción en aquellas personas de escasos recursos.
Trozos de payk’o, yerba buena y muña
constituían complemento ideal.
La risa desbordante
de don Félix Morales Reyes también estuvo presente. Nadie reía de sus chistes.
Todos lo hacíamos por la risa de don Félix. Atento y caballeroso, fue uno de
los pocos didactas del humorismo, dispuesto a sacarle la vuelta a la tristeza.
Habrá que recordar
la Tesorería Fiscal administrando planillas mensuales del sector público; y
también a la Caja de Depósito y
Consignaciones –estanco de la sal, del tabaco
y del imprescindible papel sellado-.
Cementerio Laycacota en esa época |
Transporte de
pasajeros Puno-provincia de Chucuito utilizaba camiones. La ruta más sugestiva
se iniciaba en góndolas desde la comunidad aymara de Jakantaya Karikita, Moho,
Huancané en viaje sin escalas Arequipa-Lima buscando mejores niveles de
subsistencia.
La siempre recordada
“recoba” familiarizaba el mercado de abastos. Visita diaria en busca de la Rosa
–nuestra casera, sus novedades y sus rebajas- y también conversar los chismes
del día con doña María, vendedora del mejor queso fresco sin sal. Por lo demás
nuestra “plaza” exhibía la precariedad de los puestos periféricos vendiendo
tostado. Una sonrisa de satisfacción al encuentro de un solo moq’o, pan
integral de enormes cualidades, harina de quebrada y amigo de la chancaca y el
queso azangarino. No olvidemos la invitación de las patas de res en exhibición
al lado de los mejores trozos de carne de vacuno. Y dónde se queda el aroma del
posq’o api para calentar el cuerpo.
Más tarde Puno sería
objeto de una oportunidad de desarrollo con la creación y funcionamiento de
CORPUNO. La Universidad del Altiplano preparaba expediente para su reapertura y
el hospital regional iniciaría su infraestructura asistencial. Funcionarían los
Bancos de Vivienda, Agrario y el Industrial. La Gran Unidad Escolar contaría
con local adecuado y el Instituto Peruano Norteamericano brindaría lecciones
para aprender idioma Ingles.
Damos por finalizado
nuestro intento. Abrigamos la esperanza de recibir de nuestros amigos una
lectura adornada con música de “tierra adentro” y saborear su contenido como si
fuera un poema.
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