viernes, 1 de septiembre de 2023

OPINION: GRANDES LIDERES LATINOAMERICANOS

 SALVADOR ALLENDE:

SIEMPRE PRESENTE

Escribe: Milciades Ruiz

H

ace cincuenta años, un infausto 11 de setiembre de 1973, los sicarios del maligno imperio capitalista, acabaron con la vida del presidente socialista de Chile, Dr. Salvador Allende. La banda criminal de Pinochet, ejecutó el mandato imperial. El pueblo peruano sintió que era uno de los suyos y hasta hoy enarbola su nombre, perennizado en barrios populares de Lima y provincias. Su nombre está estampado en calles y avenidas.

Si murió por el pueblo, sería una ingratitud muy grande no rendirle el homenaje retributivo que se merece. No habrá minuto de silencio, en esta sociedad acallada, pero sí, la grata recordación de su inmolación. Que suenen las campanas en el corazón del pueblo y caiga lluvia de flores en la alfombra de su recordación revolucionaria.

También, tengo una gratitud personal. En 1962, estaba estudiando medicina en la universidad nacional de Trujillo, aun siendo un joven campesino de 22 años, pero pude acceder a una beca de estudios que ofrecía la Revolución Cubana a estudiantes peruanos. Perú, obediente del amo yanqui, había roto relaciones diplomáticas con Cuba y tuve que viajar hasta Arica para abordar el avión, pero llegué cuando ya había despegado el vuelo llevando los becarios.

Éramos seis los rezagados y no teníamos dinero para regresar al país. ¿Qué hacemos? Alguien dijo, pidamos ayuda al partido comunista en Arica y nos recibieron con los brazos abiertos. Nunca pensé que los comunistas fuesen tan acogedores, después de todo lo que hablaba la prensa. Hablaremos con el compañero Allende, nos dijeron. Era por entonces, senador por el partido socialista. Mientras tanto nos brindaron estadía repartiéndose a los auxiliados.

Me tocó ser socorrido por el presidente del Instituto de Amistad con Cuba, quien me llevó a su domicilio. Vivía en un arenal invadido por necesitados de vivienda. Era hora de almuerzo y su esposa me dijo “tome asiento compañero”, jalando una silla a una pequeña mesa. Me trajo un platito con cebollas picadas y esperaba que trajera la sopa y el segundo. Pero no. “Sírvase compañero” me dijo la señora. Eso era todo el almuerzo.

Tras quince días, nos llegó una buena noticia. El senador Allende había hecho todas las gestiones para resolver nuestro problema. Un nuevo avión vendría por nosotros. Nunca olvidaré el gesto de solidaridad de los comunistas chilenos y, la voluntad solidaria de Allende. ¡Gracias infinitas!

El compañero Salvador Allende, perdurará por siempre en la historia de la humanidad y en el corazón de Latinoamérica popular. Lo vimos llegar como el lucero fulgurante del amanecer en la aurora revolucionaria de la década de 1960, con sus aureolas verde oliva, rojas y doradas, portando la banderola de la Unidad Popular- UP. Todo era optimismo ilusionado en la fe popular.

De pronto, una borrasca negra oscureció la historia. Corrió mucha sangre inocente y una generación de jóvenes chilenos quedó sepultada en una tragedia humana llena de lágrimas. ¿Por qué tanta maldad? Pues porque Allende acogió el sentir popular y se proponía cambiar las maldades de república caduca por una nueva sociedad de gobierno popular y justicia social. ¡No puede ser! dijo el emperador.

Pero Allende siguió hablando del Poder Popular y el nuevo orden en un estado popular, de profundizar la democracia y las conquistas de los trabajadores, de una nueva constitución en que la Asamblea del Pueblo sería la Cámara Única que expresará la soberanía popular. Una nueva economía incluyendo área de propiedad social, nacionalizar la gran minería; banca y los monopolios. Política internacional de plena autonomía política y económica de Chile. ¿Qué cosa? Dijo el amo yanqui. Eso es comunismo secundaron sus monaguillos locales.

Pero Allende estaba decidido. “Tengo un compromiso con el pueblo y solo matándome dejaré de cumplirlo”, dijo tajantemente. (¡Qué diferente a los políticos que olvidan sus promesas electorales!). Se desató entonces una tempestad sangrienta dando inicio al holocausto de la izquierda chilena. Fueron muchos los patriotas populares arrancados de sus hogares que, no volvieron nunca más.

Hasta ahora se sigue juzgando a los asesinos, pero justicia que tarda ya no es justicia. Muchos verdugos han quedado impunes. Aunque algunos autores materiales vienen siendo sentenciados tardíamente por la justicia cómplice de impunidad, los autores mediatos, los que tramaron la matanza de lesa humanidad, siguen imperturbables manejando la situación desde la metrópoli. No hay duda que detrás de Pinochet y su banda criminal, estuvo la CIA y el gobierno estadounidense.

Los jóvenes de hoy y muchos menores de 60 años, no saben lo que es una dictadura. Quizá por ello, no se valora lo que significó el drama heroico del pueblo chileno, perseguido por un cavernario régimen de crueldad sin límites. Yo lo aprendí, viviendo aun niño, la dictadura militar del general Odría, al ver refugiarse en mi domicilio, perseguidos políticos.

Pero el asunto es que el aparato represivo sigue en pie, con el mismo molde, en todos nuestros países, tras las dictaduras antipopulares. Es el guardián de los intereses del sistema capitalista que nos oprime. Mientras el sistema de opresión hegemónica mundial mantenga la subordinación de nuestras fuerzas armadas, el peligro sigue latente para la lucha popular.

De allí la necesidad de romper las cadenas de sometimiento militar al sistema interamericano impuesto por el amo continental. Es preciso reorganizar las fuerzas armadas con sangre popular y patriótica de justo derecho que, defienda la soberanía nacional, libre de mecanismos de subordinación a intereses extranjeros. Nunca más, élites de casta domesticada al servicio de nuestros depredadores.

No cabe duda que, si Allende continuaba, Chile sería hoy distinto y también Latinoamérica, porque su ejemplo se hubiera extendido a otros países y eso, no lo podía admitir el imperialismo yanqui cuyo sustento es la opresión de nuestras naciones. No es un problema interno, sino de dominio internacional, que nos avasalla.

Allende y los miles de militantes de izquierda que, murieron asesinados por los sicarios del amo imperialista, no podrán descansar en paz, mientras nuestros países no se liberen del sistema de opresión internacional que nos agobia. No dejemos que su muerte sea en vano y, persistir en su legado es nuestra responsabilidad.

La formulación ideológica y programa del gobierno de allende, siguen vigentes en nuestras aspiraciones. Aprendamos de su sacrificio, valentía, honestidad y su actitud de ser consecuente con sus principios ideológicos. Gloria eterna en la memoria popular a Salvador Allende, héroe de la humanidad.

Septiembre, 01- 2023

 

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